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de los donatistas contra los católicos; y promulgado el emperador en el año 408 nueva ley, por la qual se les imponia pena capital, escribió el mismo San Agustin á Donato, procónsul de Africa, otra carta en que manifestaba tambien su opinion, diciendo entre otras cosas: » A la

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vista de terribles jueces y leyes, desea»mos que los donatistas sean corregidos "para evitarles las penas del juicio eter

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no, pero no queremos que pierdan la "vida. Nuestro deseo es que no se mire ,, con indiferencia la disciplina; pero que ,, tampoco se les imponga el último supli»cio aunque lo merezcan. Procura, pues, castigar los delitos, pero hazlo de ma»nera que no falten personas arrepentidas de haber delinquido. Yo te suplico que "quando juzgues causas de la iglesia ofen

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dida con gravísimas injurias, te olvides »de que tienes potestad para castigar con ,, pena capital, pero conserves en tu me"moria este ruego mio (6).”

Para saber ahora qual fuese la opinion nacional de la corona de Castilla en los

(6) S. Agustin, ep. 127. de la edicion antigua, que es la 100. de la de S. Mauro.

primeros años de su Inquisicion no es necesario profundizar mucho el discurso. Unas ligeras observaciones críticas nos harán conocer que Fernando del Pulgar y los otros que (segun el testimonio de Mariana) opinaban como él, reprobaban el modo de proceder, y la imposicion de la pena capital.

Esto es justamente lo que deseamos dar á entender quando decimos que los españoles no aprobaron el establecimiento de la Inquisicion; porque si ésta se hubiera establecido en la forma regular de otro qualquiera tribunal privilegiado sujeto á las reglas del derecho comun en el modo de formar sus procesos y seguir las causas, los extrangeros y los nacionales hubieran estado conformes en mirar aquel tribunal como uno de tantos privilegiados de la rota, de cruzada, de universidades, de contrabandos, de guerra, de marina, de correos, de montes, de pósitos, y de otros varios ramos en que con inhibicion o limitacion de la jurisdiccion ordinaria se creaban jueces delegados especiales. Lo hubieran considerado tal vez como impolítico, ó efecto de una política imperfecta, pero no como injusto,

sanguinario y cruel, que es el carácter con que lo han retratado los escritores extrangeros, hasta el extremo de titularlo monstruo de inhumanidad.

que

Comparemos el valor de esta calificacion hecha fuera de la España por los que no temian excitar la cólera de los inquisidores, con la hacian los españoles juiciosos como Fernando del Pulgar, en ocasion y tiempo que bastaba la conjuracion de tres hombres para producirle su última desgracia con la de toda su parentela; y resultará que la especie mas leve, pronunciada ó escrita por un español en medio del peligro, aunque se disfrazase con la mascarilla de atribuirla á otras personas, significaba lo mismo que las proposiciones mas atrevidas y claras de los extrangeros residentes fuera de la España.

El testimonio que Mariana dexó de que la traza de castigar de la Inquisicion al principio parecia muy pesada á los naturales, es indefinida y universal: incluye á todos los naturales, y éstos forman el cuerpo de la nacion. Manifiesta despues con mas individual expresion quáles eran las cosas en que mayor gravámen reconocian, y qualquiera de mediano enten

sos,

dimiento (como no estuviese muy preocupado á favor de la Inquisicion por fanatismo, ignorancia, ú otra causa particular) conocerá que no podian menos de tener razon los que reputaban gravoso ó injusto el obligar á todos á delatar sin excepcion de padres, hijos, espohermanos, parientes y amigos con daño propio suyo en honra y bienes; el ocultar los nombres de los testigos, cerrando las puertas de la justicia para probar tachas con claridad; el privar de toda comunicacion á los presos aun despues de tomada su confesion y hechos los cargos; el condenar á muerte al que niega un delito que confesado produciria solo pena de carcel; el confiscar al convertido los bienes por la única causa de haber padecido un error de entendimiento sobre cosas de religion; el afrentar á los hijos, nietos y parientes con inhabilitacion para oficios honrosos en unos casos, y para matrimonios ventajosos en todos ; el dar tormento por indicios leves y en causas agenas, y con reiteracion en un mismo expediente, y el negar finalmente la comunicacion del proceso original para la defensa.

Todo esto es tan horrible, tan opuesto á la sana razon, tan reprobado en las santas escrituras, sagrados cánones, y justas leyes del derecho comun, que se necesitaba poquísimo talento para conocerlo, y solo dexaban de ver esta verdad los frayles dominicos, y unos pocos á quienes ellos pudieron preocupar con el velo de aprobaciones pontificias, y de favor á la religion; como si los papas, ó el zelo mal entendido, fuesen capaces de hacer bueno lo malo por todo lo qual no dudo ni puedo dudar, que quando habia dos opiniones contrarias en este asunto como dice Mariana, era la comun y casi universal aquella que seguia Pulgar, y que si no la producian todos en público, callaban por temor de que un fanático los delatase como sospechosos de heregía, segun estuvo próxîmo de suceder al mismo Fernando del Pulgar, no obstante la cautela con que habia hablado, tanto en la crónica como en sus cartas al cardenal.

Pero para mayor demostracion de que la nacion castellana en general estaba descontenta con la Inquisicion, dividamos la totalidad de habitantes en clases, y recor

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