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ramos cada una. Supongo siete millones de personas castellanas.

Dos eran de familias hebreas; el uno de judíos, y el otro de cristianos nuevos hijos, nietos y viznietos de los convertidos en diferentes épocas: habia otro millon de familias moriscas, las tres quartas partes sin bautizar, y las demas bautizadas. Es notorio que estos tres millones llevaban á mal el establecimiento: los bautizados por su peligro personal, y los otros por el odio que resultaba contra ellos, transcendental á sus intereses como se vió en lo sucesivo; pues efectivamente fueron expelidos de la España en 1492 mas de ochocientos mil judíos, y en el de 1502 mas de quinientos mil moros.

De los quatro millones restantes un millon por lo menos tenia parentesco de consanguinidad o afinidad con familias hebreas por la causa indicada, de no haberse repugnado hasta entonces unirse con mugeres de origen hebreo. Quien dudare de esta verdad lea con crítica las historias genealógicas, los memoriales de pleytos de mayorazgos antiguos, y las crónicas generales y particulares, y se confirmará en esta opinion sin necesidad de recurrir

al memorial del cardenal arzobispo de Burgos Don Francisco Mendoza Bobadilla, en tiempo de Felipe Segundo con las adiciones de Pedro Gerónimo, de Aponte; ni los apuntamientos genealógicos de micer Manente, conocidos con el título de Libro verde de Aragon, ni otros varios que hay de esta naturaleza; pues los más apenas son otra cosa que coleccion de noticias esparcidas aunque disimuladas en obras impresas mas antiguas que sus compiladores. Qualquiera conocerá que este millon de familias enlazadas en parentescos tenian interes directo en evitar el peligro de ver quemada la persona ó la estatua de sus parientes, y tal vez los huesos de su progenitor por linea femenina con deshonor propio. Fernando del Pulgar lo testificó expresamente sin reserva, porque la sinceridad en esta parte no le producia peligros.

Quedaban tres millones de familias limpias en Castilla que pudieran amar la Inquisicion; pero debemos separar dos millones de personas de la plebe ignorantes, que no pueden entrar jamas en cuenta para ajustar la de aquellos que se dice formar opinion nacional; pues los pobres

é ignorantes de qualquiera pais son como rebaños conducidos por el pastor adonde quiera éste : por lo qual solo queda un millon de personas, cuyo número debe subdividirse por clases.

Primera la del clero, y para conmigo es evidente que el secular no queria la Inquisicion, pues no la pidió en el concilio de Sevilla del año 1478 quando mas se hablaba en aquel pueblo sobre el asunto, y si la hubiese considerado útil, era la ocasion mas oportuna para proponer su creacion. Este argumento aunque negativo es fuerte por las circunstancias; particularmente la del interes que los obispos tenian en contrario, respecto que no podia dexar de serles desagradable crear un tribunal delegado pontificio que reduxese á límites muy estrechos su autoridad episcopal en las materias de fe que habian estado sujetas á ellos esclusivamente en todos los siglos de la iglesia.

Tambien el clero regular en general carecia entonces de afecto á la Inquisicion. En la corona de Aragon los dominicos habian adquirido el imperio esclusivo de la Inquisicion por bula del papa Inocencio Quarto, confirmada por Urbano Sexto, y

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otros pontífices posteriores. Los monges y frayles de todos los otros institutos vivian persuadidos á que habia de suceder lo mismo en Castilla como se admitiera el proyecto, y mas siendo aragones el rey, y teniendo siempre por confesor un dominico. La emulacion ha sido en todos tiempos y paises la pasion mas vehemente de los individuos del clero regular. ¿Dexaria de intervenir en nuestro caso? Creo todo lo contrario, y tengo por ciertísimo que los monges y frayles en general llevaban á mal la admision del santo Oficio, porque pensaban que solamente los dominicos aumentarian su imperio místico.

Tampoco la quiso el cuerpo de la nobleza castellana en general. Tanto Bernaldez como Pulgar testifican el amparo que los grandes y otros señores de vasallos de Andalucía daban á los infelices cristianos nuevos para exîmirlos de la persecucion en quanto pudiesen, y fué necesario amenazarles con la pena de excomunion mayor y confiscacion de bienes para que cesasen en protegerlos. Hernando del Pulgar era tambien individuo de la nobleza principal de Andalucía, y vemos qual fué su manera de pensar; pero las cortes de To

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ledo del año 1480 dan testimonio mas claro ; pues á pesar del crecido número de nobles que concurrieron, unos por su propio derecho y otros como representantes de pueblos, ninguno pidió el establecimiento de la Inquisicion aunque se ofreció motivo, pues se trató de los daños que causaba la comunicacion de judíos con cristianos, y sin embargo se contentaron con pedir la renovacion de leyes anteriores en que se mandaba vivir en barrio separado, llevar señal distintiva, y otras providencias particulares. No cabia ocasion mas oportuna para proponer el establecimiento del santo Tribunal, si los nobles hubieran querido.

La clase de ciudadanos en Castilla concurria á las córtes por medio de aquellos que llevabar poder especial de las ciudades que tenian voto, y entre los modos de investigar la opinion popular, el mayor parece saber las peticiones de los pueblos hechas por sus representantes. Hemos dicho que nada relativo al asunto propusieron el clero y la nobleza y ahora debemos añadir que tampoco las ciudades. Su silencio es notable porque no se ignoraba estar obtenida la bula en 1478

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