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21.

La situacion de las Canarias era tan propia para adelantar los descubrimientos en la costa de Africa, que su adquisicion no podia dejar de excitar la ambicion de los portugueses; pero perteneciendo su dominio y señorío á los reyes de Castilla, á quienes habian prestado plei to homenage Juan de Betancourt y su sobrino Maciot, solicitó el infante D. Enrique del rey D. Juan 11, con repetidas instancias y poderosas recomendaciones, que le hiciese merced de las islas de la Gomera y del Hierro para la orden de Cristo, de que era Gran Maestre; á lo cual contestó que perteneciendo á la corona Real de sus reinos, no podia condescender sin acuerdo de sus Estados. Codicioso el Infante de tan importante dominio, y resentido de la repulsa, hizo un contrato con Maciot de Betancourt, por el cual le vendió este la propiedad y se ñorío de estas islas en cambio de algunos dineros, tributos y heredamientos en la Madera : venta inválida y nula por muchas razones, en especial porque Maciot, como dice el rey D. Juan, tenia las islas por Nos é de nuestra mano, é como nuestro vasallo é súbdito nuestro, é so nuestro señorío é sujecion. Sin embargo, atropellando los tratados vigentes de amistad y concordia entre ambos reinos, el Infante dispuso el año 1424 una gran armada con 2500 hombres de á pie, y 120 de á caballo, para invadir y apoderarse de las Canarias. Sabedor de esto el rey de Castilla envió á requerir al de Portugal, quejándose al mismo tiempo de los agravios y ultrajes que sufrian los castellanos y los canarios cuando los portugueses iban ó regresaban de sus viages á la costa de Africa. La expedicion, á pesar de los enormes gastos que causó al Infante, no tuvo el éxito que deseaba; y aunque despues envió mas gente con el capitan Anton Gonzalez, su guarda-ropa, nada adelantaron; pues luego que los isleños de Lanzarote presumieron que intentaban separarlos del dominio de la corona de Castilla, tramaron una conspiracion, hija de su lealtad, y acometiendo con denuedo á los portugue

los arrojaron de allí bien escarmentados, proclamando á su legítimo soberano, despues de haber sufrido dos años

el pesado yugo de estos invasores. Un escarmiento semejante no bastó á sufocar su ambicion, antes bien para recuperar lo perdido aprestó el infante D. Enrique algunos bajeles á influjo del avieso Maciot; pero noticioso de ello el rey D. Juan mandó no admitir en la isla persona sospechosa, y que se les expeliese á mano armada. Contentáronse con algunas correrías é invasiones, en que haciendo la guerra igualmente á los castellanos y á los isleños, y persiguiendo á los cristianos como á moros, por el fruto mezquino de algunos robos y saqueos, dieron mayor vigor á la fidelidad de los naturales, que en sus representaciones á los reyes confesaban la dependencia de la corona de Castilla en que habian estado y en que querian estar en lo sucesivo. Tal estado de inquietud solo calmó cuando por las paces hechas entre ambos reinos el año 1479 se concertó que el trato y navegacion de la Guinea y de la mina del oro, y la conquista de Fez, quedase exclusivamente para Portugal, y todas las islas Canarias conquistadas y por conquistar para la corona Real de Castilla 3. Los historiadores portugueses, especialmente Juan de Barros, adulteran artificiosamente la relacion de estos sucesos, como ya lo advirtió y censuró Fr. Bartolomé de las Casas, y lo comprueban las cartas del rey D. Juan 11 á D. Alonso de Portugal, y los documentos que examinó D. Josef Viera y Clavijo para escribir su apreciable Historia de las Canarias *.

22.

A estos cuidados por mantener ilesos los derechos

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2 Viera, Hist. de Can. lib. 7.o, §§ 7, 9,

10 y II. I
20, cap. 34

3 Zurita, Anal. de Aragon, part. 2.2, lib. 4 Barros, da Asia, lib. 1.o , cap. 12. Las cartas del rey Don Juan 11 á su sobrino D. Alonso v de Portugal, las incluyó Fr Bartolomé de las Casas en el lib. 1.o, cap. 18 de su Historia general de Indias, y el cronista Antonio de Herrera en uno de sus Discursos, inéditos hasta que D. Juan Antonio de Zamácola los públicó en Madrid el año 1804, en un tomo en 8.o Nosotros las teníamos ya en nuestra coleccion de mss. desde 1792, habiéndolas copiado de un códice en fol. existente entonces en la biblioteca de los estudios Reales de Madrid, hoy de los jesuitas. --Zurita, Anal. de Aragon, part. 2.2, lib. 20, cap. 39.

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de la corona Real, se unieron las alteraciones que fatigaron á los reinos de Castilla durante el gobierno de D. Juan 11, al principio por sus tutorías, y despues por la privanza de D. Alvaro de Luna; pero como aquel príncipe, aunque negligente en la gobernacion de sus estados, era instruido, apreciador de los hombres de letras, y aficionado á pasatiempos y diversiones, su corte llegó á ser de las mas lucidas, y creció el lujo á tal extremo que aun las mugeres de los menestrales y artesanos se confundian en los vestidos con las de alto linage y estado, usando ropas de ricas telas de seda, de oro, de lana, con forros de martas y pieles, y con guarniciones de oro, plata y aljófar: cuyo gasto, por ser ruina de las familias, se trató de corregir, aunque sin efecto, en las córtes de Palenzuela 2. Las descripciones que hacen Fernan Perez de Guzman de la esplendidez, delicadeza y ostentacion de los personages de aquella época en sus trages, comidas y palacios, y el bachiller Cibdareal del boato y suntuosidad con que se celebraron en Valladolid, el año 1425, las funciones por el nacimiento de un infante 3, prueban la opulencia que en general habia en el reino, á lo cual, sin duda, habia contribuido mucho la prosperidad del comercio, que se procuró fomentar con varias providencias. En las cortes de Madrid de 1419 se mandó que los extrangeros no pudiesen vender paños ni otras mercaderías sino en las aduanas, donde habian de pagar los derechos establecidos, obligándose á emplear su importe en otras manufacturas de España, segun lo habia ordenado ya el rey D. Enrique 111; y para su cumplimiento se repitieron y tomaron nuevas disposiciones en las córtes de 1447 *. En las de Madrigal de 1438, á causa de ser subido el precio de los paños extrangeros, y que ya en España se hacian asaz razonables, y que cada

Fernan Perez de Guzman, Generac. y Semblanzas, cap. 33.

2 Semper, Hist. del lujo, tom. 1, cap. 7, pág. 180.

3 Fernan Perez de Guzman, Generac. y Semblanzas, capítulos 6,

8, 14, 27, 32. — Cibdareal, Centon. Epistolario, ep. 1

a

4 Córtes de 1419, petic. 15, y en las de 1447, petic. 47.

dia se harian mucho mejores, se trató de prohibir la introduccion de aquellos, y que no se extrajesen nuestras lanas, con el objeto de fomentar las fábricas propias con aumento de la poblacion . Acordóse tambien en las córtes de 1425 se escribiese al rey de Portugal para que mandase tratar en sus dominios á los comerciantes castellanos con las consideraciones con que se trataban en Castilla á los de aquel reino; y en 1452 concedió el rey á los cómitres de Sevilla el privilegio de traer las armas que quisiesen para su propia defensa. Con esta proteccion se fomentaba la marina mercantil, de modo que todos los navíos de la costa Cantábrica, vizcainos, castellanos y gallegos, hacian no solo el comercio del norte, sino el de levante con frutos propios y con mercaderías extrangeras; y así tambien recrecia el poder y respeto de la marina militar. Las córtes de 1422 acordaron se mandasen fabricar nuevos navíos y galeras, que se reparasen las demas y se empleasen contra los piratas para proteger el comercio y defender las costas. El año 1436, notando las córtes de Toledo la falta de navíos grandes que habia en los puertos del mar de Castilla, y cuán necesarios eran para escoltar las mercaderías que se llevaban á Flandes, acordaron remediar este daño; é igualmente que siempre que tres navíos ó mas hubiesen de partir con sus cargamentos para Flandes, Francia, Bretaña y otras partes, fuesen unidos en recíproca escolta para evitar ser apresados por los ingleses al paso por sus mares, como acostumbraban hacerlo con los buques que iban solos ó desunidos. La morosidad en tomar estas providencias obligó á reclamarlas dos años despues en las córtes de Madrigal, cuando ya (segun manifestó el rey) se habian empezado á fabricar algunas naos grandes en las atarazanas Reales. Así las ciudades comerciantes de la península acrecentaron su riqueza y su poblacion. Ortiz de Zúñiga dice con referencia al año 1454, último del reinado de D. Juan 11, que habia llegado Sevilla á la mayor opulencia de ve

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cindad, de comercio y de riqueza que tuvo desde su » conquista, llena de numerosísimo pueblo, en que flore»ciendo las industrias mecánicas, eran muchas las fábricas » de todo género de ropa: que no solo á España sino á » Italia y Francia comerciaban sus mercaderes todo gé» nero de sedas, brocados y telas ricas: abundaba de cose»chas de aceite, vino y lanas que á Inglaterra, Francia »y Flandes se conducian con gran útil: la nobleza opu» lenta de rentas de sus heredades y tierras, en ellas ejer»cia la labranza por sus mayordomos, haciendo abundar » la tierra de frutos y ganados &c." A vista de tan floreciente agricultura, de tan industriosas fábricas y de tan activo comercio, no puede extrañarse el engrandecimiento que tuvo la marina Real, y cuánto contribuyó á la victoria que alcanzó combatiendo sobre Gibraltar con la armada de los reyes de Tunez y Tremecen, prestando auxilios y servicios á los franceses, especialmente en el sitio y rendicion de Bayona, é infundiendo respeto y consideracion en las demas naciones marítimas.

23. Tan bella perspectiva desapareció en el siguiente reinado, aunque á los principios de él se cogieron todavía algunos frutos de la discreta política anterior. Acaso por esta razon Fernando del Pulgar, que era ya persona de crédito y consideracion en la corte de Enrique IV, divide en dos épocas el reinado de este monarca marcando en ellas su próspera y adversa fortuna. Desde jóven, y siendo aun príncipe, se aficionó á deleites harto indecorosos, rehusó vestir paños preciosos, y no cuidó del trato y ceremonia que correspondia á su dignidad; pero luego que empezó á reinar usó de gran aparato y suntuosidad, especialmente en festines públicos ó en el recibimiento de los embajadores de otros príncipes . Ostentó esta grandeza en las vistas que tuvo con el rey de Francia Luis xr el año 1463 en el rio Vidasoa, donde fue acompañado de los grandes, prelados, caballeros y otros personages de la corte, todos tan ricamente ataviados é vestidos, cuanto

2 Pulgar, Claros Varones de Castilla, tít. 1.°

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