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tante, Hay álguien que deseara que los límites de México no tuvieran límite; y de aquí que se calumnie á cada paso los pacíficos habitantes de la frontera guatemalteca, que durante todo el año de 74, no han hecho más que defenderse de los ataques de la fuerza federal residente en So

conusco.

La prensa mexicana, en lo general, ha sido injusta al ocuparse de las noticias esparcidas por medio de La Revista Universal.

Puntualicemos algunos hechos para demostrarlo.

Sea el primero el incendio del ya mencionado "Cafetal Juarez,” de cuyo supuesto acontecimiento se habló en todos los diarios de esta capital con un calor digno de mejor causa. Desmentida la noticia por los periódicos de Guatemala, ninguno de los de México, inclusive el Diario Oficial, tuvo por conveniente hacer las rectificaciones procedentes.

Pocos dias despues, varios guatemaltecos asilados en territorio mexicano, organizaron una expedicion armada contra el Gobierno de la República vecina: sedujeron á un Teniente de la fuerza federal de Tapachula, quien, con los soldados de su compañía, se puso á las órdenes de los invasores, llevándose 200 rifles de los almacenes del gobierno; y á vista y paciencia de las autoridades de Soconusco traspasaron la línea divisoria, penetrando en el Departamento de San Marcos. ¿Qué dijo de este atentado la prensa mexicana? Ni una palabra siquiera, puesto que no se trataba de atacar á las autoridades fronterizas de Guatemala.

¿Ha habido, por otra parte, un periódico de esta capital que se tomara el trabajo de denunciar al público los incendios de los caseríos de Jotaná, mandados ejecutar en territorio guatemalteco por un vecino de Soconusco?

En cambio, y para mejor ocultar esos criminales atentados, mientras ardian las chozas de los indefensos moradores de Tajumulco, la prensa de este país se ocupaba de anunciar que habian desembarcado en un puerto de Guatemala 300 rifles, con los que Don Sebastian Escobar se proponia invadir el Estado de Chiapas, en complicidad con el Presidente de Guatemala. El mismo Diario Oficial no tuvo embarazo para dar asenso á noticia tan absurda; con todo y que al gobierno no podia ocultársele que, á peticion suya, el referido Sr. Escobar habia sido reconcentrado de órden superior, á la capital de la República. Ni los rifles, ni Escobar llegaron al Estado de Chiapas, ántes, por el contrario, se ratificó la noticia de la concentracion de aquel individuo, y sin embargo, ni el órgano del gobierno hizo la más ligera rectificacion.

De entonces para acá, no habiendo ya más incendios de que hablar, se ha acusado constantemente á los indígenas guatemaltecos de haber destruido varias veces los mojones, que la fuerza federal de Soconusco ha ido á colocar en territorio de Guatemala. Se quiere hacer aparecer como criminal la conducta digna, y en extremo prudente, de aquellos sencillos habitantes de la frontera, que en cumplimiento de órdenes terminantes de su gobierno, se han contentado hasta ahora, con protestar de esa manera contra los incalificables avances de la fuerza.

Esta es la verdad de los hechos, en cuyos pormenores nos abstenemos de entrar, deseosos de no apartarnos del asunto principal. Queremos que la enojosa cuestion de límites, pendiente entre uno y otro país, tenga una pronta y pacífica solucion. Si es cierto que México desea tanto como Guatemala poner un término al malestar que reina en la frontera, por medio de un arreglo conveniente, nada más

fácil, puesto que de la otra parte tiene mil motivos para creer que encontrará la más acrisolada buena fe. Hace un año que el Ministro de Guatemala se encuentra en esta capital sin otra mision que ésta. Consagre el gobierno mexicano algunas horas á este importante negocio, y es seguro, que no serán infructuosos los esfuerzos que de una y otra parte se hayan hecho para asegurar la paz y las buenas relaciones entre dos países hermanos.

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CONCLUSION.

A en prensa este folleto, hemos tenido la oportunidad de afirmarnos en la creencia de que, cuantas noticias se difundan en detrimento del buen nombre del Gobierno de la República de Guatemala, encontrarán una benévola acogida en los diarios de esta capital. Nos referimos á los despachos de Don Pantaleon Domínguez, relativos á la revolucion de Chiapas, publicados por el órgano oficial del Gobierno de la Federacion. En esos documentos se acusa, de la manera más aventurada al Gobierno guatemalteco, de haber favorecido la revolucion, y aun de haber proporcionado elementos de guerra á uno de los cabecillas, Don Sebastian Escobar. No era necesario más para que la prensa toda de esta capital se desbordase lanzando los insultos más gratuitos é inme

recidos á la República vecina. ¿A qué esperar las pruebas de la calumniosa acusacion del Gobernador del Estado de Chiapas? Bastaba que él lo dijera, ¡y en qué circunstancias! Cuando no hallando medio de hacerse de partidarios, invoca en su proclama los sentimientos más encontrados. Dice que la revolucion es porfirista y que tiene ramificaciones en Oaxaca: dice que la revolucion es reaccionaria; y dice que la revolucion está favorecida por el Gobierno de Guatemala, porque se ha pactado que, triunfando los revolucionarios, devolverán el Soconusco. ¡Qué contradicciones! ¡Qué poca prevision aun para favorecer sus amenazados intereses! Decir que Guatemala pudiera proteger una revolucion reaccionaria en Chiapas, es un absurdo que solo al Sr. Domínguez ha podido ocurrírsele. Si teniendo en ese Estado fronterizo una administracion liberal, Chiapas ha sido el asilo de todos los reaccionarios de Guatemala, y es de allí de donde han sacado elementos para combatir al actual gobierno, como sucedió en Julio de 74, ¿qué seria con un gobierno reaccionario al frente de los destinos del Estado referido? ¿Y seria Guatemala la que fuese á trabajar por hacerse mayor daño? Lo repetimos: esto es absurdo, absurdo de todo punto.

Respecto al Sr. Escobar, nadie ignora que á solicitud del Gobierno mexicano permaneció reconcentrado en la capital de la República vecina, hasta que habiendo llegado á Guatemala el Sr. General Don Juan J. de la Garza, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de México, le permitió oficialmente volver á la frontera.

Por cartas de Guatemala sabemos que, con posterioridad, el Sr. Garza, cumpliendo acaso instrucciones de su gobierno, dadas en sentido opuesto á la conducta observada por él con el Sr. Escobar, pidió al gobierno guate

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