Imágenes de páginas
PDF
EPUB

ingleses, poco dados á alejarse de la frontera de Portugal y á internarse en tierra de España, cuanto más que el francés pensaba proseguir á Mérida, como en efecto comenzó á verificarlo una brigada saliendo de Arroyo-Molinos al alborear el dia 28 (octubre). No imaginaba Girard que en aquella misma mañana pudiera echársele encima el ejército aliado: ignoraba de todo punto su movimiento, cuando á las siete de aquella, puesto ya él mismo en marcha por la misma ruta que su primera brigada habia emprendido, cuando le avisaron de que se divisaban tropas en la cima de la sierra. La niebla no permitía distinguirlas bien, figurósele que eran guerrillas, parecióle que no merecian la pena de detener por ellas su marcha y mandó apresurar el paso.

Completa fué la sorpresa de Girard. Casi simultáneamente una parte del ejército aliado se arrojó sobre el pueblo, otra se adelantó á interceptarle el camino, y otra se lanzó sobre la columna que marchaba, ya casi cogida entre dos fuegos, de forma que puede decirse fué tan pronto rota y deshecha como atacada, salvándose Girard con muy pocos en la sierra y á costa de trepar por riscos y cerros. Aun siguió don Pablo Morillo á su alcance hasta el puerto de las Quebradas. La facilidad de esta derrota la decia la insignificante pérdida que tuvimos, reducida á 71 anglo-portugueses y 30 españoles, mientras que el enemigo, sobre haber dejado en nuestro poder cañones,

banderas y todo el bagage, tuvo 400 muertos, entre ellos el general Dombrouski, y 1.400 prisioneros, entre los cuales el general Brun, el duque de Aremberg, y varios oficiales superiores. La brigada francesa que se habia adelantado no tuvo noticia de este desastre hasta que llegó á Mérida. Los franceses de Badajoz entraron en cuidado y tuvieron cerradas las puertas de la plaza dos dias. Cuando el general en gefe del 5.o ejército francés, Drouet, se apercibió del contratiempo y se disponia á hacer un esfuerzo para repararle, los nuestros se fijaron en Cáceres; Hill con sus anglo-portugueses se volvió á las posiciones que ántes habia ocupado.

Menos afortunado el 6.° ejército español, tambien á las órdenes de Castaños, aunque apartado de él, y regido inmediatamente por Abadía, resintióse ya bastante de las mudanzas, asi personales como materiales, que éste injustificadamente y al parecer por puro capricho hizo. Tampoco le favoreció el viaje y ausencia de Abadía á la Coruña, reemplazándole interinamente el marqués de Portago. De estas novedades, y del desconcierto con ellas introducido, aprovechóse el general francés Bonnet para invadir de nuevo las Astúrias, donde acudió el gefe de estado mayor Moscoso, militar entendido, activo y prudente, que habia desaprobado las variaciones indiscretas de Abadía, y acudió á marchas forzadas para evitar en lo posible los males desastres de aquella invasion. Al

у

gunas precauciones habia tomado tambien don Francisco Javier Losada, que mandaba alli la primera division del 6. ejército, y una de ellas fué poner sus tropas sobre el Narcea para tener expedita y que no le cortasen la retirada á Galicia. Este objeto le logró, impidiendo al general francés Gauthier colocarse á su espalda como lo intentó, y obligándole á torcer á Oviedo, donde Bonnet habia entrado. Acompañaban á Losada don Pedro de la Bárcena, y el ya mencionado gefe de estado mayor Moscoso, y gracias á la prevision de tan dignos gefes pudo salvarse la artillería, asi como otros intereses y efectos de hacienda y de guerra.

Habia en efecto penetrado Bonnet (5 de noviembre, 1811) por el puerto de Pajares, y apoderádose sin gran dificultad de Oviedo, cuya capital encontró vacía de gente, como vacías de armas sus fábricas y almacenes. Dueño solo del terreno que pisaba en país de suelo tan quebrado y de tan leales habitantes, aunque habia llevado consigo 12.000 hombres, apenas dominaba sino la faja que forma el arrecife de Pajares á Oviedo. Quiso estenderse por la parte del Narcea, á cuyo fin destacó á Gauthier, que llegó á Tineo (12 de noviembre), pero tuvo que replegarse acosado por los nuestros. Sucedióle otro tanto por el lado de Oriente, donde maniobraba con su acostumbrada actividad don Juan Diaz Porlier (el Marquesito), perteneciente ya al 7.o ejér

cito español, del cual dirémos tambien algunas palabras ahora.

Nuevamente organizado este ejército, segun dijimos ya en el capítulo XIV., compuesto de quintos y de cuerpos francos, mandado por Mendizabal, pero cuyo nervio principal, Porlier, que acaudillaba un cuerpo de mas de 4.000 hombres, operaba en todo el litoral de la costa cantábrica desde los confines de Astúrias hasta los de Navarra, internándose á veces hácia Burgos y Rioja, dándose cuando convenia la mano con los guerrilleros de estas provincias, como con los de Santander y Vizcaya. Asi tan pronto acudía á contener y enfrenar á los franceses cuando invadian las Astúrias, como se corria á Santander, donde destruyó algunos fuertes enemigos, llegando en ocasiones á enseñorear accidentalmente la provincia. Deslizábase otras á Vizcaya, y obrando en combinacion con Renovales, Longa, Campillo y el Pastor (Jáuregui), hacían sorpresas, ganaban parciales acciones, y traian en contínua inquietud al general Caffarelli, uno de tantos italianos que servian en el ejército imperial y gobernaba á nombre de Napoleon aquella provincia. De alli volvia Porlier á Astúrias, antiguo teatro de no pocos triunfos suyos, á contener y estrechar á Bonnet. Ultimamente y ya en diciembre (1811) el general de este 7. ejército Mendizabal, acompañado de Longa con quien frecuentemente viajaba, avistóse en tierra de Burgos con el célebre partidario Merino,

llamando los tres de este modo la atencion de los enemigos hácia aquellas partes y distrayéndolos de otras, que era uno de los importantes y no pequeños servicios que hacían.

Hemos bosquejado rápidamente los sucesos militares de la última mitad del año 1811 en Cataluña, Aragon, Navarra, Extremadura, Castilla y provincias septentrionales de España, en tanto que acontecia el que entonces absorbia el interés y la atencion general, el de la campaña y pérdida de Valencia en otro capítulo referido. Tampoco en el Mediodía y hácia la parte en que tenia su asiento el gobierno supremo habia ocurrido cosa de la importancia de este último, ni que alterára sustancialmente la situacion respectiva de los que amenazaban y de los que protegían la residencia de la representacion nacional. Por nuestra parte, Ballesteros para divertir al enemigo habia hecho un desembarco en Algeciras (4 de setiembre), y poco después deshizo en San Roqne una columna que contra él habia sido enviada. Comprendió Soult la necesidad de emplear medios mas sérios y fuerzas mas considerables, y destinó contra él á los generales Godinot y Semelé con 9 á 10.000 hombres. Ballesteros se refugió á tiempo bajo el cañon de Gibraltar (14 de octubre), y los franceses tuvieron que limitarse á recorrer la costa. Intentó Godinot apoderarse por un golpe de mano de Tarifa, y tambien le salió fallido su intento. Sobre ver frustrado su principal designio, irritábanle

« AnteriorContinuar »