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pasando mil trabajos en la marcha á causa de las lluvias, de las aguas rebalsadas en las tierras, y de la escasez de mantenimientos, teniendo que alimentarse los caballos de la yerba del campo y de las hojas y corteza de los árboles. Picábanlos de cerca los franceses, y era tál el aturdimiento de los aliados que en la noche del 16 tomando por enemigos unos ganados que entre unos encinares pastaban, rompieron con ellos los ingleses y portugueses como los españoles, hasta que cerciorados del engaño desistieron, echándose después unos á otros la culpa de la pelea con inocentes animales. En esta marcha cayó prisionero de la caballería francesa el general inglés Paget con varios de los suyos. Wellington sin embargo siguió adelante, y en la noche del 18 llegó á Ciudad-Rodrigo, donde estableció provisionalmente sus cuarteles, pero en los dos dias siguientes se internó ya en Portugal.

El mismo aturdimiento desórden que y habia llevado el ejército francés despues de la derrota de Arapiles en su retirada por Valladolid, Burgos y Pancorbo, el mismo llevaron los aliados despues de la malograda tentativa del castillo de Burgos, en su reirada por Palencia, Salamanca y Ciudad-Rodrigo. Y no es de estrañar que el 20 de noviembre, cuando los franceses volvieron á Salamanca, contáran mas de 3.000 prisioneros, entre ellos el general Paget, hechos á los aliados en aquella marcha desastrosa. En

ella la indisciplina, la insubordinacion y el desarreglo del ejército inglés llegó á tal punto y estremo, que en una circular que Wellington pasó en Portugal á los gefes de los cuerpos se vió precisado á estampar frases como las siguientes: «La disciplina del »ejército de mi mando en la última campaña ha decaido á tal punto que nunca he visto ni leido cosa » semejante. Sin tener por disculpa desastres ni nota»bles privaciones... se han cometido desmanes y es>cesos de toda especie, y se han esperimentado pér»didas que no debieran haber ocurrido...»

Luego que Wellington se internó en Portugal, los españoles pasaron por aquel reino á Galicia. El 6.o ejército nuestro volvió á ocupar sus antiguas posiciones del Vierzo. Don Juan Diaz Porlier regresó tambien á Astúrias. La division inglesa de Hill que habia venido de Extremadura, tornó igualmente á aquella provincia, acantonándose en Cáceres y sus inmediaciones.-En cuanto á los ejércitos franceses, que no tuvieron por conveniente seguir á los aliados á Portugal, el del Mediodía con el mariscal Soult ocupó las márgenes del Tajo hácia Talavera, parte de la provincia de Toledo y la Mancha: el llamado todavía de Portugal con Souham se distribuyó entre las provincias de Salamanca, Avila, Valladolid y Palencia: el del Centro con el rey José volvió á Madrid, repartiéndose entre esta provincia, Segovia, Toledo y Guadalajara.-Wellington con los anglo-portugueses to

mó cuarteles de invierno, acantonando su gente en una línea que se estendia desde Lamego hasta las sierras de Baños y de Bejar.

De alli á poco trasladóse el general inglés, generalísimo ya de nuestras tropas, á Cádiz, ya por descansar de las fatigas de la campaña, ya para acordar acerca de la que de nuevo hubiera de emprenderse, y acaso tambien por disfrutar de las atenciones y agasajos que suponia habria de recibir, como recibió, del pueblo, de las personas mas distinguidas, de la Regencia y de las mismas Córtes. Todos en efecto se esmeraron en obsequiar y festejar al ilustre caudillo, á quien España debia servicios de tanta importancia, y á quien los poderes públicos habian ensalzado á una altura en cargos y honores á que no se creia pudiese llegar en España un estrangero. A estos obsequios procuró corresponder con otros su hermano sir Enrique Wellesley, embajador británico en España, tal como un banquete, á que convidó todos los diputados ""). Una comision de las Córtes habia pasado á felicitar al ilustre general en su propio alcjamiento: agradecido él á tan grande honra, solicitó

(1) Cuéntase que en un suntuoso baile que se dió en obsequio de Wellington, la condesa de Benavente, duquesa viuda de Osuna, que presídia la funcion, recibió una carta anónima en que le decian que la cena estaba envenenada. Llevóse chasco el autor del anónimo, que sin duda se ha

bia propuesto asustar á la brillante concurrencia y acibarar el placer del festin, pues nadie le dió crédito, y al decir de un escritor que asistió á la fiesta, convirtióse el falso anuncio en ocasion y motivo de donaires y chistes que dieron al acto mayor animacion y alegría.

permiso para presentarse en el Congreso á dar personalmente las gracias: fuéle aquél otorgado, y en la sesion del 30 de diciembre un secretario anunció que el duque de Ciudad-Rodrigo estaba aguardando para presentarse en virtud del permiso concedido: suspendióse la discusion, y entró acompañado de cuatro diputados; diósele asiento entre los representantes de la nacion (honra desusada y singular, la mayor que pudiera recibir), y levantándose leyó un discurso en español, á que contestó el presidente de la Asamblea : concluido lo cual, se retiró del salon

con el mismo acompañamiento.

(4) Hé aquí los dos discursos que se pronunciaron.

Lord Wellington.-«Señor: no me habria yo resuelto á solicitar el permiso de ofrecer personalmente mis respetos á este augusto Congreso, á no haberme animado a ello la honra que V. M. me ha dispensado el dia 27 de éste, enviando una diputacion á felicitarme de mi llegada á esta ciudad; distincion que no debo atribuir sino á la parcialidad con que en todas ocasiones ha mirado V. M. los servicios que la suerte me ha proporcionado hacer á la nacion española. -Dígnese pues V. M. permitirme manifestar mi reconocimiento por este honor, y por las diferentes muestras de favor y confianza que be recibido de las Cortes, y asegurarle que todos mis esfuerzos se dirigirán al apoyo de la justa é importante causa que la España está defendien do. No detendré con nuevas protestaciones á V. M., ni ocu

paré el tiempo de un Congreso, de cuya conducta, sábia, prudente y firme, depende, con el auxilio de la divina Providencia, el feliz éxito de todos nuestros conatos. No solo, señor, los españoles tienen puesta la vista en V. M., sino que á todo el mundo importa el dichoso fin de su vigoroso empeño en salvar la España de la ruina y destruccion general, y en establecer en esta monarquia un sistema fundado en justos principios, que promuevan y aseguren la prosperidad de todos los ciudadanos y la grandeza de la nacion española.>>

El Presidente. — «S. M. se ba enterado de cuanto acaba de manifestar el duque de CiudadRodrigo, general en gefe de los ejércitos españoles; y respecto al proceder que las Cortes generales y extraordinarias han observado con tan ilustre caudillo, no han hecho mas que acreditar el aprecio que han juzgado ser debido al vencedor de Massena y de Mar

Poco tiempo permaneció Wailington en Cádiz. De alli pasó á Lisboa, siendo recibido en los pueblos y en la corte de Portugal con arcos de triunfo, con luminarias, fiestas y todo género de demostraciones propias para celebrar sus victorias. Asi alli como en Cádiz preparó los medios para hacer fructuosa la nueva campaña que le verémos emprender en la primavera siguiente.

mont; al reconquistador de Ciudad-Rodrigo y Badajoz, al que hizo levantar el sitio de Cadiz, a que liberto tantas de nuestras provincias, y cuyos triunfos sobre los franceses han celebrado los pueblos de Casto, como pudieran celebrar los triunfos del genio del bien sobre el genio dei mai; y al que entrando en Madrid hizo publicar e, sagrado có ligo de nuestra Constitución, obra inmortai de este augusto Congreso.

> En lo demas las Cortes generales y extraordinarias no omtirán medio a'guao para terminar felizmente la lucha en que la España, y tantas otras nacio

nes se hallan empeñadas; y no ya esperan ni confin de parte del dique de Ciudad-Rodrigo, sino que dan por seguros nuevos triunfos y victorias, y cuentan coa que los ejercitos españoles yalados, conducidos por tan Lustre caudillo, no solo arrojaran a las huestes francesas mas alá del Pirineo, sino que, si menester fuese, colocaran sobre las margenes del Sena sus triunfautes pabellones; pues no seria la vez primera que los leones españoles han hollado en sus orillas las antiguas lises de la Francia..

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