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este modo se iba arreglando parcialmente la administracion política, en todo aquello que ó no habia sido previsto ó no habia podido ser comprendido en las medidas generales.

Legislábase al mismo tenor sobre la administracion de justicia. Pues si bien se habian creado y organizado los tribunales en sus diferentes grados, y fijádoles sus respectivas atribuciones, todavía la esperiencia iba mostrando la necesidad de dictar providencias parciales, que venian despues de proposiciones que se iban presentando y discutiendo, ya por la iniciativa del gobierno, ya por la de los diputados. De este género fueron la visita general de cárceles que se mandó hacer al tribunal especial de Guerra y Marina, y á los prelados y jueces eclesiásticos en las de su jurisdiccion, el reglamento que se espidió para las audiencias y juzgados de primera instancia, y las reglas con que habian de nombrarse y condiciones que habian de tener los magistrados y jueces, cuyos decretos fueron todos de un mismo dia (9 de octubre). Las plazas de las audiencias y partidos habian de proveerse á propuesta del Consejo de Estado, con arreglo á la Constitucion, si bien los títulos de los agraciados se espedirian por la Regencia conforme al formulario que las Córtes prescribian, sin exigir derechos á los magistrados que ya lo fuesen, siempre que no obtuvieran ascenso; porque hasta la minuta ó modelo de cada título de regente, magistrado, fiscal, juez letrado, notario y

TOMO XXV.

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escribano de número fué arreglado y publicado por las Córtes, asi como los de empleos eclesiásticos, civiles У militares. En esta minuciosa regularizacion no se olvidó determinar los límites de las jurisdicciones eclesiásticas, castrense y ordinaria, juntamente con otras particulares prescripciones que seria prolijo enumerar.

Una cuestion enojosa y complicada habia ocupado á las Córtes casi desde su principio en períodos diferentes, la de los delitos de infidencia, ó sea lo que hubiera de hacerse con los españoles que se habian comprometido con el gobierno intruso, mayormente con los que habian obtenido ó aceptado de él honores, cargos ó empleos: cuestion de por sí desagradable por lo que tenia de personal, por la exaltacion de las pasiones populares, y por el gran número de los que podian ser comprendidos, especialmente en las provincias de largo tiempo ocupadas por los franceses. Ya en 1810 evacuó el Consejo real una consulta sobre este asunto, y fuese por moderacion, ó por lo problemática que todavía entonces se presentaba la lucha, el informe de aquel cuerpo fué mas suave que duro con los que estaban en el caso de ser juzgados. La comision de justicia de las Córtes, á la cual pasó, juntamente con las de otras corporaciones é individuos, tampoco se mostró ni severa ni presurosa en proponer sobre el particular, y las Córtes, no solo entonces, sino muchos meses después, como esquivando resolver sobre el negocio,

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acordaron suspenderle ó aplazarle. Mas al compás que las provincias se iban libertando y que iban quedando al descubierto los que por infidencia ó por debilidad se habian comprometido de algun modo con el rey intruso, si en unas partes eran tratados tal vez con demasiada benignidad, en otras eran encarnizadamente vejados, perseguidos y atropellados. Viéronse con esto obliga das las Córtes á tratar de nuevo y detenidamente este asunto, y de sus resultas y so color de dictar medidas para el mejor gobierno de las provincias que iban quedando libres, en el decreto de 11 de agosto de 1812 se mandaba que cesasen inmediatamente todos los empleados que hubiese nombrado el gobierno intruso, se anulaban los nombramientos de prebendados y jueces eclesiásticos, pero añadiendo que si constase al gobierno el patriotismo de algunos de éstos podrian continuar en el ejercicio de sus funciones; y si algun prelado se hubiese hecho sospechoso por su conducta con los enemigos, la Regencia podria suspenderle en el ejercicio de su ministerio hasta que se purificase, nombrando el mismo prelado la persona que entretanto le hubiera de sustituir.

No sin razon pareció este decreto pálido y tibio, atendido el encono popular contra los que se denominaba traidores ó afrancesados. Y como por este tiempo y con motivo de la evacuacion de Madrid por las tropas francesas diese el general don Miguel de Alava aquella proclama conciliadora, indulgente y generosa,

de

que

dimos cuenta á nuestros lectores, y como llegasen á Cádiz fuertes representaciones de los pueblos y del ejército contra los que habian tomado partido con el enemigo, levantóse en el seno de las Córtes gran clamoreo en contra de la política de indulgencia del general Alava; dos comisiones, una especial y otra la de Constitucion, propusieron un nuevo proyecto sobre empleados del rey intruso, pronunciaronse discursos acaloradísimos ("), la mayor parte respi

(4) Táles como el siguiente del señor Capmany, que por su índole especial merece ser conocido. «Señor: ninguna enfermedad corporal puedo alegar que me obligue á pedir á V. M. la licencia que se ha servido conceder á tantos señores diputados para salir á tomar aires. Mi enfermedad no es física, es moral, es enfermedad de amor, de amor de la patria, dolencia que no la curan ni médicos ni medicinas. Deseo, no la salud, que á Dios gracias la disfruto, sino la prolongacion de la vida sobre mi avanzada edad: y este remedio solo de la benigna mano de V. M. puedo recibirlo. Necesito para dilatar y refrescar mi corazon besar las piedras de Madrid rescatado, suelo santo, que transforma á cuantos le habitan en criaturas de acerado temple. Pero, Señor, no ciga V. M. mi ruego, nó; porque ni debe concederme esta gracia, ni yo puedo admitirla aunque aqui fallezca.

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¡Qué me importa que hayan salido de la capital los enemigos armados de la España por una puerta, si entran por la otra los enemigos de la pátria, teniéndose por mas seguros entre los mis

mos pacientes patriotas á quienes habian oprimido cuatro años continuos, con su insolencia y desprecio unos, con sus escritos y discursos otros, con el terror y la amenaza, y algunos con la prision y el dogal! Por mas seguros, repito, se creen que entre las bayonetas francesas, que habian sido hasta ahora su guarda y su defensa. Muchos no han salido de sus nuevos domicilios, levantados de las ruinas de otros tímidos y vacilantes; y muchos ban tenido que volver despachados de sus mismos infames valedores que se han desprendido de ellos como de instrumentos viles de que ya no necesitan.

>>Cobardes y avergonzados huyeron de la vista de los buenos; y vuelven con rostro sereno, esto es, con esperanza de proteccion, á presentarse en aquella desolada capital, sepulcro de mártires, y cuna de heroes, sin temor de que las piedras ensangrentadas de sus calles se levanten contra ellos, ya que la discrecion y paciencia de aquel pueblo magnánime les permita respirar.

»No faltarán algunos que aun pedirán premio por el mal que han dejado de bacer, ó por el

rando rigor y dureza, siendo resultado de esta fogosa discusion el decreto de 21 de setiembre, reformatorio

del de 11 de agosto.

Declarábase en él que los empleados del gobierno

menor mal que hicieron, pudién dole haber hecho mayor. Parece que muchos, no solo esperan la impunidad, segun la confianza con que se presentan alli y aqui, sino gracias por su pasada conducta....

»Purifíquese antes, y muy pronto, el suelo y entresuelo de Madrid, manchado por las inmundas plantas, é inficionado por el aliento pestifero de los sacrílegos y bárbaros satélites del gran ladron de Europa, y ahora profanado por la presencia de muchos infelices hijos de la madre España, vieja eterna, á pesar del que la queria remozar, y de los que de entre nuestra familia le habian vuelto la espalda despues de haberla escarnecido y acoceado. Lloren ahora de alguna manera su pecado, como pide la justicia, los que de tantas lágrimas de inocentes han sido causadores. ¡Yo me despido de tí, córte de Fernando, cabeza y centro de los patriotas españoles! Seré yo el desterrado mientras vivan otros dentro de tus muros (indignos de ser tus moradores) salvos y salvados, justificados, y quién sabe si después ensalzados.

>>Gran dia de juicio aguarda la nacion en todas partes: pues que en todas hay rincones apestados que desinficionar, para que nunca más pueda retoñar tamaño mal. Y no hay que esconderse alli los desleales eclesiásticos, porque allí serán buscados: no hay sagrado para ellos. La ley,

la patria y la religion los llamará a juicio; les hará cargos, y muy rigurosos, porque han pecado ǎ dos manos, como hombres y como ministros del Señor. Claman por este dia de juicio los desdichados inocentes, los robados, los apaleados, los hollados, los martirizados por los desleales españoles, servidores y siervos del intruso rey, á quien tan á costa de su propia patria han complacido. Claman justicia los niños que quedaron sin padre, que murió por la patria, ó en batalla, ó en la horca. Claman las esposas, desamparadas de sus esposos fugitivos de la crueldad de los delatores, y jueces intrusos. Claman los ancianos, que no verán más su familia reunida como ántes, comiendo debajo de la higuera: todo desapareció, hombres, animales y árboles........

»Todos los que han padecido constantes los trabajos que ha descargado sobre ellos la inhumanidad de los franceses, deben llamarse propiamente héroes, porque la virtud característica del heroismo es la fortaleza: esta será para siempre la virtud y la divisa del pueblo español, y por excelencia del de Madrid, en donde se encendió el primer fuego de la libertad, y se ha guardado hasta hoy inextinguible, aunque escondido á los ojos infieles: semejante al fuego eterno de Vesta, en cuya conservacion estaba librada la duracion del imperio romano. Ahora se trata de merecer otro título y otro nom

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