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el sombrero levantado sobre el baston para que le viera el enemigo, la guarnicion abrumada por tanta fatiga, durmiéndose de cansancio los mismos centinelas, faltando brazos para las faenas y cuerpos para el diario servicio, apurados los sacos, faginas y pertrechos para reparar las brechas, espuesta siempre á los efectos de los proyectiles enemigos, y principiando á escasear algunos artículos de primera necesidad, era imposible que pudiera sostenerse muchos dias.

Harto lo conocia Blake; y por eso, y porque los sitiados lo reclamaban, y lo pedian los moradores de la capital, que desde las azoteas y terrados veian la tenaz resistencia de aquellos, y porque comprendia que el fuerte de Sagunto era el único antemural de Valencia, decidióse á socorrerlos, siquiera tuviese que tentar la suerte de una batalla. Al efecto expidió sus órdenes é instrucciones, y señaló sus respectivos puestos á todos los gefes de las divisiones, secciones y cuerpos de su mando, dió una enérgica y patriótica proclama, tan digna que el mariscal Suchet la copió después íntegra en sus Memorias ("), dejó confiada la

(1) No le hagamos nosotros menos honra que el general y escritor estrangero. Decia la proclama: «Don Joaquin Blake, etc. á los señores generales, gefes, oficiales y soldados que tiene el honor de mandar.

«Marchamos á atacar, y con la ayuda de Dios á batir el ejército de Suchet. Si hablase con tropas mercenarias, venales ó

conducidas por fuerza como las del enemigo, insistiria en manifestaros las recompensas que deben acompañar á la victoria.Un motivo mas noble de emulacion para los que no pueden ser insensibles á la g'oria militar seria llamar su atencion bácia las almenas de Sagunto, hacia las murallas y terrados de Valencia, desde los cuales nos seguirán

ciudad á los quintos y á la milicia de vecinos honrados, y la noche del 24 Blake se hallaba ocupando las alturas del Puig, y todas las tropas en las posiciones que les tenia designadas, escepto la division de Obispo que aun no habia llegado, y cuyo hueco habia de cubrir con parte de la suya don Cárles O'Donnell, que formaba la izquierda de la línea de batalla, estendiéndose por el camino llamado de la Calderona, y que era el encargado de arrojar á los enemigos de las alturas de Vall de Jesús, en que se hallaba situado prologándose hasta el mar. No describiremos la posicion especial de cada uno de los demas cuerpos, porque no nos proponemos, ni es de nuestro propósito hacer una descripcion minuciosa de la batalla. Reunia Blake cerca de 25.000 hombres. Esperó Suchet el combate, sin dejar sus baterías de seguir haciendo fuego contra la fortaleza de Sagunto, para ocultar á los sitiados las fuerzas que se habian separado y contener la guarnicion.

A las ocho de la mañana del 25 principiaron su movimiento nuestras tropas de 1.a línea, viniendo á ocupar la 2.a las posiciones que aquella dejaba. El ataque se emprendió por nuestras columnas con vi

las miradas de los que esperan de nosotros su salvacion. Là menor flaqueza, un instante de duda al marchar al enemigo, seria en esta ocasion mas que en ninguna otra una vergüenza indisculpable.-Pero hablo con españoles que pelean por la libertad

de su patria, por su religion y por su rey, y seria ofender los nobles sentimientos que los animan el decirles otra cosa sino que nuestro deber es vencer al enemigo ó morir en el combate. Cuartel general de Valencia, 24 de octubre de 1841.»

gor y con visos de buen éxito. La division de Lardizabal se apoderó de un altozano, donde cogió al enemigo varias piezas, lo cual, observado por los sitiados de Sagunto, los llenó de regocijo creyendo próxima su libertad. No tardaron sin embargo en recobrar los franceses la altura; y si bien en el llano maniobró diestramente Zayas, y se sostuvo en él brava pelea, al fin rescataron aquellos las piezas perdidas, y si el mismo mariscal Suchet recibió una ligera herida de bala, tambien fueron heridos los gefes de nuestra caballería don Juan Caro y don Casimiro Loy, quedando además prisioneros, con lo que desmayó nuestra gente, siendo por fin arrollada. Sin embargo Zayas no se retiró sino cuando vió retroceder atropelladamente y en confusion la izquierda, que mandaba O'Donnell, y que protegian Miranda, Villacampa y Obispo, que ya habia llegado y ocupaba su puesto. Tambien por aqui habia comenzado bien el ataque, pero de repente, y por causas que ni se aclararon entonces ni hemos hallado todavía bien esplicadas, volvió grupas nuestra caballería: con tan inesperada ocurrencia la infantería cejó tambien, y una y otra se retiraron precipitadamente á las colinas de Germanells al abrigo de las tropas de Mahy, que á su vez, y antes que llegase un ayudante de campo del general en gefe con órden de que se mantuviera firme, retrocedió batido por los franceses hasta Ribaroja, pasando sucesivamente todas las divisiones el Guadalaviar.

Perdimos en esta desgraciada batalla sobre 1.000 hombres entre muertos y heridos, unos 4.000 entre prisioneros y estraviados, y 12 cañones. Los franceses en sus partes decian haber perdido poco mas de 700 hombres. Fué ciertamnnte la batalla del 25 de octubre uno de aquellos acontecimientos infaustos que suceden contra todos los cálculos de la razon y contra todas las combinaciones de la ciencia militar. Los partes originales de todos los generales se remitieron al gobierno, el cual prudentemente no mandó proceder al exámen de las causas de aquel contratiempo para evitar las desavenencias que traen consigo tales indagaciones, cuando tanto importaba aunar las voluntades para rehacerse y resistir con teson al enemigo. En aquella misma noche, y cuando el ánimo de Blake se hallaba apenado con la desgracia del dia, llegó á su noticia la resolucian del gobierno, conforme á la voluntad de las Córtes, movi

da por los diputados valencianos, ordenándole se defendiese en Valencia hasta el último estremo; deseo tal vez mas patriótico que sensato.

Quiso todavía Blake que se sostuviera el fuerte de Sagunto, á cuyo fin hizo enarbolar en la torre del Miquelet de Valencia la bandera que indicaba pronto socorro, y despachó prácticos con cartas para Andriani: medios infructuosos uno y otro, porque los prácticos no encontraron manera de llegar al fuerte, y la señal de la torre no pudo verse por la cerrazon que

se levantó. Y como Suchet por su parte no se descuidó en aprovechar el triunfo de aquel dia para intimar la rendicion del castillo, inmediatamente escribió al gobernador invitándole á que enviára oficiales de su confianza para que le informáran de la derrota del ejército español y de la imposibilidad de recibir socorro. Envió en efecto Andriani al bizarro capitan de artillería don Joaquin de Miguel, que habló con los generales prisioneros Caro y Loy, vió las banderas y cañones cogidos por el enemigo, y á su regreso informó de todo á su gefe, á quien Suchet propuso condiciones honrosas para la rendicion, dándole una hora de tiempo para resolver. Congregó Andriani en su habitacion los gefes y oficiales; propúsoles si habia alguno que se sintiera animado á prolongar la defensa, en cuyo caso él le obedecería gustoso como simple subalterno; nadie aceptó la propuesta; entonces contestó admitiendo la capitulacion, en cuya virtud salió la guarnicion del fuerte (26 de octubre), en batallones formados, armas al hombro, bayoneta armada y desplegadas las banderas, por la misma brecha que tan gloriosamente habia defendido el dia 18. Depuestas las armas, el gefe de estado mayor Saint-Cyr hizo á Andriani el obsequio del caballo de batalla del mariscal Suchet pata trasladarse á Patres donde aquél estaba, y el cual le prodigó distinciones á presencia de sus generales y de los gefes del fuerte "").

(1) Capitulacion de Sagunto. Art. 1. «La guarnicion saldrá

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