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quadro cuyas hojas eran pergaminos, ori-
ginales de bulas y breves con sellos pen-
dientes. Formó empeño de recogerlos, di-
ciendo que los queria para el instituto na
cional de Francia. Hubo muchas y fuer-
tes, contestaciones
narracion seria muy

cuya

prolixa, las quales corté por fin, enviando los quatro volúmenes al rey nuestro señor aquel mismo dia, con carta en que le comunicaba lo sucedido.

Tercero tengo copia de otra obra que el citado Cantolla trabajo, titulada Resumen de todas las bulas y breves de la Inquisicion. En ella se extractan no solamente los diplomas copiados en la compilacion de Lumbreras, y en la del mismo Cantolla, sino tambien otros cuyos originales están en el archivo de Simancas, de los quales dice que se habian traido á Madrid copias auténticas, y exîstian en un volumen titulado Quaderno de Simancas.

Quarto: varios papeles sueltos que contienen muchas noticias particulares, y son fruto de mi curiosidad en recogerlos y copiarlos quando fui secretario del tribunal de la Inquisicion de esta Corte los años de 1789, 90 y 91; cuya coleccion procuré aumentar desde que el despreocupa

do inquisidor general señor Don Manuel Abad y la Sierra, arzobispo de Selimbria, nuestro académico, me encargó en 1793 escribir sobre la reforma del modo de proceder de la Inquisicion la obra que por fin escribí en 1797, y me produxo una persecucion bien sensible año 180 1.

Ademas de todo esto me ha auxîliado el señor Don Juan Crisostomo Ramirez de Alamanzon, bibliotecario mayor del rey, é individuo de nuestra academia, proporcionándome copias íntegras de muchos papeles antiguos é inéditos que hay en la real biblioteca, lo que manifiesto con reconocimiento en testimonio de mi gratitud á su generosidad.

Uniendo estos auxilios á las observaciones críticas, que ya pueden hacerse con santa libertad, sobre las narraciones impresas, ó muy conocidas de otros escritores públicos, espero demostrar la proposicion adoptada, vindicando á mi na-cion de las imputaciones que la han hecho algunos extrangeros.

ARTÍCULO I.

Estado de la religion en Castilla quando comenzaron á reynar Isabel la Católica y Fernando Quinto su esposo; y providencias anteriores al establecimiento de la In

quisicion.

Ascendiendo en 1474 al solio de Castilla por muerte de Don Enrique Quarto su hermana Doña Isabel esposa del rey de Sicilia príncipe heredero de Aragon Fernando Quinto, no pudieron éstos nuevos monarcas castellanos pensar en otra cosa que afianzar la corona en sus sienes, hasta que (reconocida y jurada su hija la ́ infanta Doña Isabel por princesa de Asturias en las cortes de Madrigal del año 1476) permitieron las treguas con Portugal dirigir su atencion á la reforma de los abusos del reyno.

Eran éstos inumerables, como conocerá qualquiera que lea las crónicas de los reyes Juan Segundo y Enrique Quarto, porque la debilidad de ambos ocasionó el desenfreno de las pasiones de los grandes de Castilla, que divididos en bandos y

procediendo casi como independientes del poder soberano dentro de la monarquía, procuraban multiplicar el número de sus respectivos partidarios sin reparar en la calidad de los medios.

Habia comenzado á prevalecer una inmoralidad bastante general en los primeros años del reynado de Juan Segundo, y fue creciendo á proporcion del desorden en el gobierno hasta que declinó en irreligion, como suele suceder siempre que no se le cortan sus progresos en el principio de la carrera. Yo no podré persuadirlo mejor que Gerónimo Zurita, diligentísimo investigador del estado nacional de aquellos tiempos.

"Las turbulencias (dixo) y los mo" vimientos y las guerras que hubo en Cas» tilla en los tiempos de los reyes Don Juan »y Don Enrique, y el poco cuidado que "hubo por las ordinarias disensiones de los

grandes, en proveer lo que tocaba á » las cosas de la religion (que se ha de » anteponer á todo por el ensalzamiento » de nuestra santa fe católica) dió á los "malos suelta licencia de vivir á su libre »voluntad, de donde se siguió que no » solamente muchos de los convertidos nue

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»vamente á nuestra santa fe católica, mas "algunos de los que eran de su natura"leza cristianos, se desviaban del verda»dero camino de su salvacion, y mucha » parte de los pueblos se iban con la co,,municacion de los judíos y moros per

virtiendo y contaminando; de donde re»sultó mucho estrago generalmente por la ,, comunicacion de los nuevamente conver»tidos siguiendo sectas muy reprobadas, "y judaizando algunos publicamente sin "respeto á las censuras y castigo de la » iglesia; y otros profesando opiniones fal"sas y heréticas, y perseverando en ellas » con pertinacia y enseñandolas como doc"trina verdadera. Aunque en tiempo del "rey Don Juan de Castilla fueron al"gunos de ellos convertidos y castiga"dos, duraron aquellos errores hasta el tiempo del rey Don Enrique, así co»mo la heregía que llamaban de Du"rango (1)."

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Andres Bernaldez, cura de la villa de los Palacios junto á Sevilla, contemporáneo de los reyes católicos (escribiendo la historia de su reynado) habló del mismo

(1) Zurita: Anales de Aragon tom. 4. lib. 20. c. 49.

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