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nínsula; hubo tambien dificultades para permitir su exercicio; y como todo era contra la voluntad de los naturales, ocur rian á cada paso motivos de disgusto. Torquemada envió por primer inquisidor en 1489 al mismo Sancho Marin, que lo habia sido en Mallorca; y no obstante la real cédula auxîliatoria, habiendo llevado á las cárceles de la Inquisicion un tal Domingo de Santa Cruz, lo hizo sacar de ellas violentamente el arzobispo de Caller, auxiliado del gobernador de la isla. Noticioso el rey escribió en 18 de Septiembre de 1498 reprobando la conducta del arzobispo y del gobernador, y mandando entregar la persona del reo á disposicion del inquisidor (16): pero todo prueba que la opinion de los sardos españolizados, y los españoles establecidos ó empleados en la isla era contraria á la reforma del estado antiguo.

Mas claramente se vio lo mismo en la isla de Sicilia, donde la quiso introducir el rey por decreto de 27 de Julio de 1500. Don Diego Deza confesor de

(16) Páramo. De origine Inquisit. lib. 2. tit. 2. cap. 13.

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(121) S. M., obispo de Palencia, inquisidor general, nombró por inquisidores al arzobispo de Cefalonia, y micer Juan Isgalambro, capellan de honor del ́rey, quien escribió al papa pidiendo que destituyese los inquisidores que habia del estilo antiguo; pero aunque accedió el sumo pontífice, los sicilianos lo repugnaron abiertamente, se alborotaron para impedirlo, y fué necesario todo el teson del rey para vencer (17), pues habiendo sido nombrado inquisidor de Sicilia en 20 de Septiembre de 1501 Don Pedro Belorado, arzobispo de Mesina, con revocacion de los nombrados antes (18), pasó mucho tiempo sin que se plantificase la nueva Inquisicion, y el hecho de nombrar un arzobispo de la misma isla prueba que se queria contemplar á los habitantes: mas aun así fué inútil, hasta que en primero de Julio de 1503 escribió el rey man

UNIVERSITARIA

C. E. C.

MADRID

(17) Echay: Apuntamiento de noticias de la Inquisicion, con referencia al lib. 1. de cédulas reales de la Inq. fol. 211. Anónimo de la Academia: Orig. de la Inq. con la misma refer. Páramo : De orig. Inq. lib. 2. tit. 2. cap. 12.

(18) Los mismos, y el lib. 1. de Castilla, fol. 69. entre los del consejo de la Inquisicion.

dando á todas las justicias de la isla prestar auxilio (19).

El reyno de Nápoles excedió al de Sicilia y venció. Estando en Medina del Campo nuestros reyes escribieron al gran capitan Gonzalo Fernandez de Córdoba, virrey de Nápoles, en 30 de Junio de 1504, que el inquisidor general Don Diego Deza habia extendido la facultad de Don Pedro Belorado, arzobispo de Mesina, inquisidor mayor de Sicilia, para que lo fuese tambien de Nápoles y estableciera la Inquisicion moderna, como lo habia hecho ya en la isla, por lo qual encargaban al virrey contribuyese al obgeto con eficacia. Mandaron igualmente á Don Francisco Roxas, embaxador en Roma, suplicar al papa la revocacion de inquisidores antiguos. Todo fué ineficaz. Los napolitanos resistieron la novedad con quantos medios eran imaginables. Gonzalo Fernandez de Córdoba observó las cosas en estado de perder un reyno en que la voluntad de los habitantes estaba sin consolidar por su reciente

(19) Anónimo de la Academia con referencia al lib. 2. de cédulas reales de la Inq. fol. 81.

adquisicion. Avisó al rey el peligro y fue forzoso desistir de la empresa. Renovada en el año 1510 se sublevó todo el reyno, y se vió precisado el rey á publi car que se contentaba con expeler á los judíos y conversos (20).

He aquí el orden progresivo con que se fue introduciendo la Inquisicion moderna. En Castilla, donde no era bien conocida, se admitió año 1481 con positiva repugnancia, pero sin resistencia. En Aragon, en que ya estaba experimentado su rigor, y se preveía su aumento por las constituciones de Sevilla, sobresalió mas la opinion nacional: y sino por el suceso desgraciado de la muerte del inquisidor Arbués, acaso todas las provin cias de aquella corona hubiesen vencido como Nápoles, dando exemplo á Castilla para introducir sus pretensiones con vigor.

¿Y quién sabe si el éxîto hubiera sido agradable? Lo cierto es que nuestra reyna Isabel no recomendó la Inquisicion en su testamento ni codicilo, como

(20) Páramo de orig. Inq. lib. 2. tit. 2. cap. 10. = Zurita : Anales de Aragon.

lo hizo despues el rey en el suyo; y no tengo por juicio temerario el de que aquella señora estaba en el año de su muerte arrepentida de haber cedido á las instancias de los que aconsejaron el establecimiento. Apenas murió fue perseguida toda la familia y parentela de su amado confesor Don Fray Fernando de Talavera, primer arzobispo de Granada, varon santísimo, que tambien fué procesado. Es verosímil que antes de su muerte comenzara el rumor que despues produxo la explosion. Acaso la reyna llegó á entender algo, aunque no creyese que los mal intencionados se atreviesen tanto. Pero esto y la multitud inumerable de quejas dadas en Roma y España no dexarian de ilustrar su entendimiento sobre las malas conseqüencias del nuevo instituto, y de influir para el silencio en los ultimos dias de su vida. La serie de los acaecimientos posteriores hará ver el disgusto nacional por la continuacion del modo de proceder de tan odioso tribunal.

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