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unido con su talento sagáz, basto á impedir la victoria que parecia segura por el aspecto exterior de los negocios.

Sin embargo, la venida de Cárlos Primero alienta de nuevo á los castellanos que se atreven á pedir en cuerpo de nacion la reforma del santo Oficio en las cortes de Valladolid de 1518, y consiguen que despues de bien exâminado el punto se forme una pragmática sancion, reduciéndolo á términos del derecho comun como los otros tribunales eclesiásticos.

Se hubieran contentado con esto los castellanos; pero no llegó á promulgarse la pragmática por el fallecimiento intempestivo de Juan Selvagio, canciller del rey y jurisconsulto profundo flamenco, que habia influido mucho en el ánimo de su magestad para decretarla; y por la desgraciada casualidad de ser ya inquisidor general el cardenal Adriano, maestro de Cárlos, en cuya voluntad tuvo siempre grande ascendiente, y mayor despues de la muerte de Selvagio.

No se acobardan por eso los arago neses y se atreven tambien en cuerpo de nacion á proponer otro tanto en las cór

tes de Zaragoza de fines del citado año de 1518, y sostienen su empeño en Roma con tal teson, que aprovechando la casualidad de hallarse disgustado el papa con los inquisidores españoles, logran en Julio de 1519 una bula de reforma que destruía todos los privilegios de la misteriosa y cruel arbitrariedad.

El haber sido elegido Cárlos para rey de romanos, y el deferir este señor absolutamente á los consejos del cardenal Adriano fueron otras dos casualidades infaustas que influyeron sobremanera para que la corte de Roma temerosa de disgustar al nuevo emperador por causa de los intereses de la soberanía de los dominios pontificios, dexára sin efecto en breve de 12 de Octubre la bula del mes de Julio.

Los catalanes, manifestando en las córtes de Barcelona de dicho año 1519 las mismas ideas que castellanos y aragoneses, prosiguieron su empeño en Roma, con tal vigor que hicieron balancear su influxo con el del emperador mismo, y si no consiguieron la execucion de la bula del mes de Julio, lograron al menos que no librase la revocacion expre

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sa que pretendió Cárlos mientras duró la vida del papa Leon Décimo, fenecida en Diciembre de 1521.

que

Ascendió al solio pontificio el citado cardenal Adriano en Enero de 1522; conservó el empleo de inquisidor general de España hasta Septiembre de 1523 en libró las bulas á favor de Don Alonso Manrique, arzobispo de Sevilla ; y`esto consolidó la victoria del tribunal de la Inquisicion; cerró los labios y las plumas de los españoles con el terror, hasta el extremo de producir un proverbio vulgar que decía: con el rey y la Inquisicion,

chiton.

Pero á pesar de que el silencio general sepultó en olvido profundísimo los hechos, conatos, y esfuerzos de la nacion española en los quarenta primeros años de la exîstencia de la Inquisicion, há sido tan vigorosa como acostumbra la fuerza de la verdad. El curso de tres siglos no ha bastado á borrar todas sus huellas: yo he procurado descubrirlas, y creo haber demostrado la equivocacion con que los escritores estrangeros atribuían á los españoles la estupidéz de poner sus delicias en los autos de fe de la Inqui

sicion, y la necedad de reputar su tribunal por oportuno para el bien co

mun.

Tienen disculpa, porque leían en casi todas las obras españolas elogios desmedidos; pero analizandolos con sana crítica podian discurrir que algunos eran escritos por personas interesadas, otros por frayles fanáticos, y los demás , y los demás por hombres que temian su ruina sino hablasen con elogio de un tribunal cuya persecucion era tan funesta como inevitable, pues aun Don Melchor de Macanaz (que llegó á tratar de Ateistas á todos los inquisidores de su tiempo, diciendo tambien que lo eran igualmente casi todos los que habia habido desde el inquisidor general Mendoza en el reynado de Cárlos Segundo) no se atrevió á hablar contra la institucion del tribunal porque habia escrito antes en su favor, ignorando los esfuerzos primitivos de la nacion.

¡Ó vosotros, manes ilustres de Antonio de Lebrija, Alonso Virués, Arias Montano, Luis de Leon, Bartolomé Carranza, Antonio Perez, Melchor de Macanaz, Nicolás Belando, Pablo de Olavide, Benito Bails, Antonio Ricardos, conde de Aranda, con

de de Campomanes, Nicolás Azara, Tomas Iriarte, Felipe Samaniego, Pedro Centeno, Felix Samaniego, y otros muchos literatos de buen gusto que sufristeis, los unos la cárcel y el castigo, los otros las reconvenciones y penitencias secretas, y todos la inscripcion en el gran libro de las víctimas del santo Oficio! descansad en paz: sí: descansad en paz, que ya feneció el imperio del terror, que con las armas de la ignorancia protegia el error en unos, la hipocresía en otros, el fanatísmo y la supersticion en muchos. Ya renació el imperio de la santa libertad que (sin permitir el libertinage ni la irreligion) busca la verdad y la protege donde la encuentra. Yá no serán interpretadas vuestras obras literarias, vuestras palabras y vuestras acciones por calificadores ignorantes, cabilosos, y fanáticos que os atribuyan opiniones agenas de vuestra intencion, ni saquen consecuencias falsas por defecto de lógica. Ya no sereis inquietados en vuestros sepulcros para desenterrar vuestros huesos y quemarlos ignominiosamente con una estatua representativa de vuestras personas, quitando á vuestros herederos los bienes que les dexasteis, y dándoles la nota de

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