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Fabulas literarias

de

Don Thomas de Yriarte.

Prologo.

El Elefante, y otros Animales.

Allá

en tiempo de entónces,

Y en tierras muy remotas,
Quando hablaban los brutos

Su cierta gerizonza,

Notó el sabio elefante

Que entre ellos era moda
Incurrir en abusos

Dignos de gran reforma;
Afearselos quiere,

Y á este fin los convoca.
Hace una reverencia

A todos con la trompa,
Y empieza á persuadirlos
En su arenga docta,
Que para aquel intento
Estudió de memoria.

Abominando estuvo

For mas de un quarto de hora

Mil ridiculas faltas,

Mil costumbres viciosas,

La nociva pereza,

La afectada bambolla,
La arrogante ignorancia,
La envidia maliciosa.

Gustosos en extremo,
Y abriendo tanta boca,
Sus consejos oian

Muchos de aquella tropa:
El cordero inocente,
La siempre fiel paloma,
El leal perdiguero,
La abeja artificiosa,
El caballo obediente,
La hormiga afanadora,
El habil xilguerillo,
La simple mariposa.

Pero del auditorio
Otra porcion no corta,
Ofendida, no pudo
Sufrir tanta parola.

El tigre, el rapaz lobe

Contra el censor se enojan.

Que de injurias vomita

La sierpe venenosa!

Murmuran por lo baxo,
Zumbando en voces roncas,
El zangano, la avispa,

El tábano, y la mosca.

t

Sálense del concurso,

Por no escuchar sus glorias,
El cigarron dañino,

La oruga, y la langosta,
La garduña se encoge;
Disimula la zorra;

Y el insolente mono
Hace de todo mofa.

Estaba el elefante

Viéndolo con pachorra,
Y su razonamiento
Concluyó en esta forma:
A todos y á ninguno
Mis advertencias tocan:
Quien las siente, se culpe;
El que no, que las oiga.
Quien mis fábulas lea
Sepa tambien que todas
Hablan á mi naciones,

No solo á la Española.

Ni de estos tiempos hablan;
Porque defectos notan,

Que hubo en el mundo siempre,

Como los hay ahora.

Y pues no vituperan

Señaladas personas,
Quien haga aplicaciones,
Con su pan se lo coma.

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El Oso, la Mona, y el Cerde.

Un oso con que la vida
Ganaba un Piemontes,
La no muy bien aprendida
Danza ensayaba en dos pies.
Queriendo hacer de persona,
Dixo á una mona: Que tal?
Era perita la mona,

Y respondióle: Muy mal.

Yo creo, replicó el oso,

Qué me haces poco favor.

Pues que? mi ayre no es garboso?

No hago el paso con primor?

Estaba el cerdo presente,

Y dixo: Bravo! Bien va!
Bailarin mas excelente
No se ha visto, ni verá.

Echó el oso, al oir esto,
Sus cuentas allá entre sí,
Y con ademan modesto,
Hubo de exclamar así:

Quando me desaprobaba

La mona, llegué á dudar:

Mas ya que el cerdo me alaba,

Muy mal debo de bailar.

Quarde para su regalo

Esta sentencia un Autor:
Si el sabio no aprueba, malo!
Si el necio aplaude, peor!

La Abeja y los Zánganos.
A tratar de un gravísimo negocio
Se juntaron los zánganos un dia.
Cada qual varios medios discurria,
Para disimular su inútil ocio;
Y por liberarse de tan fea nota
A vista de los otros animales,
Aun el mas perezoso, y mas idiota
Queria, bien o mal, hacer panales.
Mas como el trabajar les era duro,
' Y el enxambre inexperto

No estaba muy seguro

De rematar la empresa con acierto,
Intentáron salir de aquel ́apuro
Con acudir á una colmena vieja,
Y sacar el cadáver de una abeja
Muy hábil en su tiempo, y laboriosa,
Hacerla con la pompa mas honrosa
Unas grandes exéquias funerales,
Y susurrar elogios inmortales

De la ingeniosa que era

En labrar dulce miel, y blanda cera,
Con esto se alababan tan ufanos,
Que una abeja les dixo por despiqué;
No trabajais mas que eso? Pues hermanos,
Jamas equivaldrá vuestro zumbido
A una gota de miel que yo fabrique.

Quantos pasar por sabios han querido
Con citar a los muertos que lo han sido!
Y que pomposamente que los citan!
Mas pregunto yo ahora: Los imitan?

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