1 Que van, tornan, y saltan Con anhelo festivo. Nace el Sol, y se mira La verdad, y el contento Si de humilde principio Si otro bosque, otras vegas Ay! di á mi Lisi al paso, De la Inconstancia de la suerte. Ves, ó' dichoso Licidas, el cielo Brillar en pura lumbre; Y el Sol sublime en la celeste cumbre La risa de las flores y el pomposo Verdor del fresco prado, El céfiro lascivo, y el ganado Ir paciendo gozoso? Como los altos árboles se mecen; Y entre el blando sonido Los coros de las aves, que el oido Y el ánimo adormecen?' Como el arroyo se desliza y salta; Y al salpicar las flores, Su grata variedad y sus colores De perlas mil esmalta? Pues teme, incauto, teme que en un hora Venga el cierzo enojoso, La luz anuble, cubra el Sol fogoso, Las hojas de los árboles sacuda, Pare su curso al líquido arroyuelo, Que así fortuna en su inconstante La faz del universo en solo un dia; Y en mal el bien convierte. Un tiempo yo la ví, tambien contenta Y con rostro sereno; Mas burlóme falaz: del daño ajeno, Idyli o. Siendo yo niño tierno Con la niña Dorila Me andaba por la selva De que alegres guirnaldas Para ambos coronarnos, Asi en niñeces tales Pasabamos felices Las horas y los dias. Y fué de la inocencia Saltando la malicia. Yo no sé: mas al verme Y á mi de solo hablarla Y al ella coronarme Y en un punto, qual sombra La niñez; mas en torno Nos dió el Amor sus dichas, Don Juan Bautista de Arriaza, El Desconsuelo. Crecido con las lluvias de repente Rompe el rio las márgenes que baña, E inundando sus aguas la campaña, Arrasa frutos, árboles, y gente, El pastor que asustado prontamente Y aquel vivo dolor con que afligido No equivale á la angustia en que me dejas, Responde con desdenes á mis quejas. Despedida á una fuente adonde iba á pasear todas las tardes. Quédate á Dios, ó cristalina fuente! No te emponzoñe vivora nociva, Y óxala el corazon de mi belleza No imite tu inconstancia fugitiva, |