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Y aquel grave mirar disimulado.
Todo esto está ausente;

Y otro tiempo lo tuve muy presente.
Contando estoy los dias,

Que paso no sé como:

Con los pasados no oso entrar en cuenta. Acuden fantasías.

Allí á llorar me tomo

De ver tanta flaqueza en tanta afrenta.

Alli se me presenta

La llaga del penar;

Hacénsemé mil años

Las horas de mis daños.

Por otra parte el siempre imaginar

Me hace parecer,

Que quanto he pasado, fué ayer.
Algunas cosas miro

Por ocuparme un rato,

Y ver si de vivir tendré esperanza.
Entonces mas suspiro;

Porque en quanto yo trato,

Hallo allí de mi bien la semejanza.

Por do quiera me alcanza

Amor con su victoria:

Mientras mas léjos huyo,

Mas recio me destruyo;

Qué allí me representa la memoria
Mi bien á cada instante'

Por su forma contraria ó semejante.

Quanto veo, me carga;

Muestro holgar con ello

Por pasar y vivir entre la gente.
Si cayo con la carga,

Levanto, y no querello:

Y sabe Dios lo qué mi vida siente;
Mas tan crudo accidente

Porqué no se resiste?'.
Porqué mi sufrimiento

No esfuerza el sentimiento?

Cobra buen corazon, mi alma triste:
Que yo la veré presto,

Y miraré aquel cuerpo, y aquel gesto.
Cancion, bien sé, donde volver querrias,

Y la que ver deséas;

Pero no quiero, que sin me la veas.

Don Luis de Leon.

O d a.

Folgaba el Rey Rodrigo

Con la hermosa Cava en la ribera.

Del Tajo sin testigo.

El Rio sacó fuera

El pecho, y le habló desta manera:

En mal punto te gozes,

Injusto forzador, que ya el sonido
Oyo ya, y las voces,

Las armas, y el bramido

De Marte, de furor, y ardor ceñido.

Ay! esa tu alegría`

Que llantos acarrea! y esa hermosa (Que vió el Sol en mal dia)

A España! Ay quan llorosa

Y al cetro de los Godos quan costosa! Llamas, dolores, guerras,

Muertes, asolamiento, fieros males
Entre tus brazos cierras,

Trabajos inmortales

A tí, y á tus vasallos naturales,

A los,

que en Constantina

Rompen el fertil suelo, á los que baña El Ebro, á la vecina

Sansueña, á Lusitaña,

A toda la espaciosa y triste España.
Ya dende Cadiz llama

El injuriado Conde, á la venganza
Atento, y no la fama,

La bárbara pujanza,

En quien para tu daño no hay tardanza,

Oye que al Cielo toca

Con temeroso son la trompa fiera,

Que en Africa convoca

El Moro á la bandera,

Que al ayre desplegada va ligera.

La lanza ya blandea

El Arabe cruel, y hiere al viento,

Llamando á la pelea.

Inumerable cuento

De esquadras juntas veo en un momento. Cubre la gente el suelo;

Debaxo de las velas desparece
La Mar; la voz al Cielo
Confusa y varia crece;

El polvo roba el dia, y le escurece.
Ay! que ya presurosos

Suben las largas naves! Ay! que tienden
Los brazos vigorosos

A los remos, y encienden

Las mares espumosas por do hienden! El Eolo derecho

Hinche la vela en popa; y larga entrada
Por el Herculeo Estrecho

Con su punta acerada"

El gran Padre Neptuno da á la Armada. Ay triste! Y aun te tiene

El mal dulce regazo! Ni llamado

Al mal que sobreviene

Tu acorres! Ocupado

No ves ya el Puerto á Hercules sagrado! Acude, acorre, vuela,

Traspasa el alta Sierra, ocupa el llano,

No perdones la espuela,

No des paz á la mano,

Menéa fulminando el hierro insano.

Ay! quanto de fatiga,

Ay! quanto de sudor está presente

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Al que viste loriga,

Al infante valiente,

A hombres y á caballos juntamente! Y tú, Betis divino,

De sangre agena, y tuya amancillado,

321

Darás al mar vecino

Quanto yelmo quebrado,

Quanto cuerpo de Nobles destrozado!
El furibundo Marte

Cinco luce's las haces desordena,
Igual á cada parte.

La sesta ay! te condena,

O cara Patria, á barbara cadena.

Cancion."

Mi trabajoso dia

Hacia la tarde un poco declinaba,
Y libre ya del grave mal pasado
Las fuerzas recogia,

Quando sin entender quien me llamaba
A la entrada me hallé de un verde prado
De flores mil sembrado,

Obra do se estremo Naturaleza.ˆ

El suave olor, la no vista belleza
Me convidó á poner allí mi asiento.
Ay triste! que al momento
La flor quedó marchita,

Y mi gozo tornó en pena infinita!
De labor peregrina

Una casa real vé, qual labrada
Ninguna fué jamas por sabio Moro.
El muro plata fina;

De perlas, y rubís era la entrada;
La torre de marfil, el techo de oro:
Riquísimo tesoro

Por las claras ventanas descubria,

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