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en esta ocasion à Doña Isabel, interrumpió Don
Luis la tenia por muy otra. Yo tambien, replicó
Aurora, habia formado otro juicio de ella; es pre
ciso confesar que hay mugeres que saben hacer
todos los papeles. A una de estas amé yo, y en
verdad que se burló de mi largo tiempo. Vicente
lo puede decir: parecia la muger mas juiciosa y
mas honesta que habia en todo el mundo.
Así es,
respondi yo introduciéndome en la conversacion;
era capaz de engañar al mismo diablo, y falto
poco para que me engañase tambien á mi."

Diéron grandes carcaxadas el falso Mendoza y el verdadero Pacheco quando me oyéron hablar de esta manera; el uno por lo que yo decia do una dama imaginaria, y el otro por las expresio nes de que usaba. Proseguimos nuestra conversacion sobre el arte de fingir, que en supremo grado poseen las mugeres; y la resulta de todos nuestros discursos fué que Isabel quedó legal y judicialmente declarada por una chula de profesion. Don Luis protestó de nuevo que jamas la volvería á věr, y Don Felix á su exemplo, juró que siempre la miraria con el mas alto desprecio. Acabadas estas protestas estrecharon mas su amistad, prometiendo que ninguna cosa tendrian re servada uno para otro; antes bien que todas se las comunicarian recíprocamente. Sobre mesa se - detuvieron un rato, diciendo cosas graciosísimas, y despues se separáron para irse a dormir cada qual á su quarto. Yo acompañé á Aurora hasta el suyo, donde di fiel y verdadera cuenta de la con

versacion que habia tenido con la hija del Doctor, sin omitir la circunstancia mas menuda. Faltó poco para que me abrasase de pura alegría. Querido Vicente, me dixo, tu ingenio y habilidad me tienen encantada. Quando nos arrastra una pasion en que es preciso recurrir á invenciones y estratagemas, es gran fortuna lograr un criado tan advertido y tan ingenioso como tú, que tomas verdadero interes en nuestros asuntos. Animo pues, amigo mio, nos hemos desembarazado de una muger que podia hacernos mal tercio. No me descontenta el principio. Pero como los lances de amor estan sujetos á varias revoluciones, soy de parecer que quanto antes acometamos nuestra ideada aventura, y que desde mañana empiece á representar su papel Aurora de Guzman. Aprobé el pensamiento, y dexando al Señor. Don Felix con su page, me retiré al quarto donde tenia mi cama.

Juntáronse los dos nuevos amigos al dia siguiente. Abrazáronse luego que se viéron, de, mostracion que sufrió Aurora por hacer bien el personage de Don Felix. Saliéron juntos á pasearse por la ciudad, acompañandoles yo con Chilindron criado de Don Luis.

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Llégamos á la posada á la hora de comer. Sentóse mi ama á la mesa con Pacheco, y con destreza hizo que la conversacion recayese sobre eu farmilia. Mi padre, dixo, fué un segundo de la casa de Mendoza, establecida en Toledo: mi madre es hermana carnal de Doña Ximena de

Guzman, que pocos dias ha vino á Salamanca en seguimiento de cierto negocio de importancia, trayendo en su compañia á su sobrina Doña Au rora, hija única de Don Vincente de Guzman, á quien quizá habrá Vmd. conocido. No tengo la fortuna, respondió Don Luis, pero he oido hablar mucho así de ese caballero como de su hija, prima vuestra, y mi señora Doña Aurora. Decidme por Dios si puedo creer todo lo que dicen de esta señorita. Me han asegurado que no tiene igual en hermosura y entendimiento. En quanto á enten dimiento, respondió Don Felix, es cierto que no le falta y tambien lo es que ha procurado cultivarle; pero en quanto á hermosura no creo que sea tanta como ponderan, quando oygo decir que ella y yo nos parecemos mucho. Siendo eso así, replicó prontamente Don Luis, queda muy justificada su fama. Vuestras facciones son regulares. y perfectas, vuestra tez muy delicada, y así no puede ménos de ser lindísima vuestra prima. Yo quisiera tener la dicha de ponerme á sus pies y rendirla mis respectos. Desde luego me ofrezco á satisfacer vuestra curiosidad, repuso el falso Mendoza, y á satisfacerla hoy mismo. Despues de comer irémos los dos á casa de mi tia.

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Mudó entonces de conversacion mi ama, y comenzáron los dos á hablar de cosas indiferentes. Por la tarde, mientras se disponian para ir á casa de Doña Ximena, me anticipé yo á prevenir á la dueña que se preparase para recibir esta visita. Hecha esta diligencia me restituí prontamente á la

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posada para acompañar á Don Felix, que finalmente conduxo al Señor Don Luis á casa de su tia. Apénas entraron en ella quando encontráron con Doña Ximena, que con el dedo en la boca les hizo señal de que metiesen poco ruido, diciéndoles en voz baxa: paso, pasito. No despierten vmds. á mi sobrina, que desde ayer acá ha estado padeciendo una furiosa jaqueca, la qual ha poco tiempo que la dexó, y habrá un quarto de hora que se retiró á descansar un poco. Siento mucho este contratiempo, dixo Mendoza, porque esperaba tener el gusto de que viésemos á mi prima, queriendo hacer este cortejo á mi amigo el Señor Pacheco. Lo que se difiere no se quita, respondió sonriendose la Ortis, y mañana podrá el Señor Pacheco hacer ese honor á mi sobrina. Detuviéronse algun poco los dos caballeritos con la vieja, y despues de una muy breve conversacion se retiráron.

Don Felix y. Don Luis se levantaron al día siguiente hacia el medio dia, y su primera conver, sacion fué de Doña Aurora de Guzman. Gil Blas, me dixo mi ama, ve á casa de mi tia Doña Ximena á saber como han pasado la noche ella y mi prima, y a preguntarla si el Señor y yo podemos ir hoy á tributarlas nuestros respectos. Parti al punto á desempeñar mi comision, ó por mejor decir á quedar de acuerdo con la dueña sobre el modo con que nos habíamos de gobernar; y despues que tomámos nuestras medidas volví con la respuesta al fingido Mendoza, y le dixe: mi Señora Doña

Aurora me encargó ella misma, os dixese de su parte que ya estaba restablecida, y que tendrá el mayor gusto con vuestra visita; y la Señora Doña Ximena me encomendó asegurase al Señor Pacheco que siempre seria muy bien recibido en su casa, á favor de su mérito y de vuestra amistosa recomendacion.

Conocí que estas ultimas palabras habian gustado mucho á Don Luis, Tambien lo conoció mi ama; y desde luego arguyó de ello un alegrísimo presagio. Poco antes de comer vino á la posada el criado de la Señora Ximena, y dixo á Don Felix: Señor, un hombre de Toledo fué á preguntar por V. S. en casa de su Señora tia, y dexó en ella este Billete. Abrióle el fingido Don Felix, y leyó en el estas cláusulas en voz que las pudiesen oir todos: Si quereis saber de vuestro padre, con otras noticias de conseqüencia que os importan mucho, leido este venid prontamente al meson del Caballo negro, cerca de la Vniversidad. Tengo grandes deseos de saber quanto ántes noticias que tanto me importán, dixo Don Felix, y así á Dios, Señor Pacheco; si no volviere dentro de dos horas podeis ir vos solo á casa de mi tia, à donde concurriré yo tambien despues de comer. Ya sabeis el recado que os dió Vicente de parte de Doña Ximena; en virtud de él estais obligado á hacer esta visita.Diciendo esto salió de casa mandándome le siguieșe.

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Fácilmente se imaginará el sagaz y entendido

lector que en vez de tomar el camino del meson

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