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que muchas veces lo procuraron. Las grandes comodidades de que asi por mar como por tierra gozó aquella provincią y ciudad de Nápoles, le detenian en Italia, donde queria mas ser el primero en poder y autoridad, que en España ser contado como era forzoso por segundo. El fruto de sus trabaxos era una grande paz de que gozaba, y renombre del mas afamado entre los Principes de su tiempo: los de cerca y los de lexos á porfía pretendian su amistad con embaxadas que para este efecto le enviaban. En especial los Emperadores Griegos se señalaban en esto por estar trabaxados de los Turcos, que ensoberbecidos con tantas victorias por todas partes los rodeaban y apretaban ordinariamente, y aun se recelaban que ya se acercaba el fin de aquel imperio nobilísimo. La poca esperanza que quedaba á los Griegos de sustentarse estribaba en la fortaleza y grandeza de sola la ciudad de Constantinopla, cabeza y asiento de aquel imperio; pero era esta ayuda muy flaca. Asi se determinaron buscar socorros de fuera, y en particular Demetrio Paleólogo, Príncipe de la Atica y del Peloponeso, que hoy se llama la Morea, y hermano del Emperador Constantino (que asi se llamaba) con una embaxada que envió al Rey de Aragon, le ofreció si le ayudaba, que concluida la guerra de los Turcos, le daria en premio provincias muy grandes: lo mismo hizo Aranito conde de Epiro, que vulgarmente se llama Albania. Pero entre las demas embaxadas no es razon dexar de referir la que le envió Georgio Castrioto, por las grandes virtudes y esfuerzo deste varon, y por sus hazañas y proezas contra los Turcos muy señaladas; antes será bien decir de aquel Príncipe en este lugar algunas cosas que podrán dar luz para lo que adelante se ha de contar. En su tierna edad le entregó á Amurates Emperador de los Turcos su padre Juan Castrioto, que tenia su estado en aquella parte de Epiro en que antiguamente estaba Emathia, y se le dió en rehenes : asi desde mozo fué enseñado en la ley de Mahoma, y llamado Scanderberchio, que es lo mismo en lengua turquesca que Alexandro. Llegado á mayor edad dió tal muestra de sí, que parecia seria un muy valiente capitan, porque en todas las contiendas y pruebas se aventajaba á sus iguales y se la ganaba. Era alto de cuerpo, membrudo, de buen rostro, de grande ánimo, mas deseoso de gloria que de deleytes: de manera tal

que por su valor en breve muchas veces se acabaron empresas muy grandes. En medio desta prosperidad solo le afligia el amor que tenia á la Religion Christiana, y el deseo de recobrar él estado de su padre, que á sinrazon le quitaran : deseaba pasarse á los nuestros con ocasion de alguna hazaña señalada que hiciese en favor de los Christianos. Ofreciósele acaso buena coyuntura para executar lo que pensaba. Juan Huniades en una batalla que se dió memorable á la ribera del rio Morava, desbarató un exército de Turcos. Georgio como quier que hobiese escapado de la rota y huido, acordó fingir ciertas letras en nombre del Emperador en que mandaba al gobernador le entregase la ciudad de Croia cabeza del estado de su padre: obedeció el gobernador al engaño; con que Georgio se apoderó de aquella ciudad, y lo mismo hizo de las ciudades y pueblos comarcanos. Avisado el Gran Turco de lo que pasaba, sintió mucho aquel caso : anduvieron cartas de la una á la otra parte. Perdida la esperanza que de voluntad se hobiese de reportar, acudieron los Turcos á las armas. Diéronse muchas batallas, en que muchas veces grandes huestes de enemigos fueron por pocos Christianos desbaratadas : tanto importa el esfuerzo de un solo varon, y la determinacion á los que tienen la razon de su parte: sobre todo que los Santos patrones de aquella tierra favorecian aquella empresa; que de otra manera, ¿cómo pudieran por fuerzas humanas y por consejo defenderse tanto tiempo, y desbaratar tantas veces huestes invencibles de enemigos? Seria cosa muy larga referir todos los particulares; basta que con la gloria de su nombre pareció igualarse á los antiguos capitanes : su esfuerzo respondia bien al nombre de Scanderberchio, pues no tuvo menos ánimo ni mucho menor felicidad que Alexandro. Las fuerzas eran pequeñas, y no bastantes para empresas tan grandes : por esto se determinó buscar socorros de fuera. Hizo liga con los Venecianos: pidió ayuda á los Papas, en particular enderezó una embaxada al Rey de Aragon, que llegó á Gaeta, do el Rey es1451. taba, al principio del año mil y quatrocientos y cinqüenta y uno, en que le ofrecia ( si le ayudaba para aquella guerra con soldados y dineros) que aquella provincia le estaria sugeta, V le pagaria cada un año el tributo y parias que acostumbraban pechar al Gran Turco. Respondió el Rey á esta demanda be

nignamente, y con obras ca envió gente de socorro; ¡ pero quán poco era todo esto para contrastar con el gran poder de los enemigos, que bramaban por ver que en aquella parte durase tanto la guerra! Fué este año muy dichoso para España por nacer en él la Infanta Doña Isabel, á la qual el cielo por muerte de sus hermanos aparejaba el reyno de Castilla. Princesa sin par, y que con la grandeza de su ánimo y perpetua felicidad sanó las llagas de que la floxedad de sus antecesores fueran causa: honra perpetua y gloria de España. Nació en Madrigal, donde sus padres estaban, á veinte y tres del mes de abril : asimismo Don Enrique hermano del Almirante, de quien se dixo fué preso tres años antes deste junto con otros grandes, huyó de la torre de Langa, en que le tenian preso, cerca de Santistevan de Gormaz. Para librarse se valió de la astucia que aquí se dirá. Avisó á los suyos secretamente lo que pretendia hacer, y que para ello le enviasen entre cierta ropa un ovillo de hilo de apuntar: hecho esto, una noche compuso su vestidura en la cama de manera que parecia hombre dormido, con su bonete de acostar, que puso tambien sobre la ropa. Despues desto salióse secretamente del aposento, y subióse á lo mas alto de una torre. El alcayde (como lo tenia de costumbre) visitó el aposento, y por entender que el preso dormia, cerró la puerta sin ruido y fuese á reposar. Don Enrique como vió que todos dormian y reposaban, con el hilo de aquel ovillo que tenia, subió una cuerda con ñudos á cierta distancia, que su gente le tenia apercebida, con que se guindó y descolgó poco á poco, y ayudándose de los pies y de las manos, hizo tanto que con extraordinaria fortaleza de ánimo escapó por este medio, muy alegre y regocijado no menos por el buen suceso de aquel riesgo á que se puso, que por la libertad que cobró. En Portugal se concertó Doña Leonor hermana de aquel Rey con el Emperador Federico que por sus embaxadores la pedia: hiciéronse los desposorios en Lisboa á nueve de agosto dia lúnes; poco despues la doncella por mar con una larga y dificultosa navegacion llegó á Pisa, y desde allí á Sena, ciudades de Toscana la una y la otra bien conocidas en Italia.

Capítulo XI.

De la guerra civil de Navarra.

Con nuevas alianzas que algunos grandes de Castilla hicieron, se desbarató la avenencia que entre algunos dellos se tramara poco antes. Por esta causa y por la alteracion del Príncipe de Viana el Rey de Navarra se hallaba sîn fuerzas aši de los suyos como de los estraños. Lo uño y lo otró se encaminó por industria y sagacidad de Don Alvaro de Luna, á cuya cabeza amenazaban todas aquellas tempestades y borrascas. Valíase para prevalecer en todos los peligros de sus maña's', como siempre lo acostumbraba; pero lo que otras veces le sucedió prósperamente, al presente le acarreó su perdición, ca fos engaños y invenciones no duran, y es justo juicio de Dios que ́se atajen con el castigo del que dellos se vale. Fué asi que á su a instancia se hizo cierta apariencia de confederacion entre los Reyes de Castilla y de Navarra, con que se concertó otrosí que la el Almirante y el conde de Castro y otros señores fuesen per 'donados, y les volviesen sus estados: demas desto acordaron que á Don Alonso hijo del Rey de Navarra se restituiria el ¢ maestrazgo de Calatrava ; mas esto no tuvo efecto á causa que a Don Pedro Giron se apercibió de soldados y vituallas, y se hizo fuerte en la villa de Almagro para hacer resistencia á quien e le pretendiese enojar: asi á Don Alonso de Aragon que acudió á su pretension, sin efectuar cosa alguna fué forzoso dar la vuelta á Aragon. Llevó muy mal esto el de Navarra, que 'con engaño le hobiesen burlado, y que les pareciese de tan po- | 'co'entendimiento que no calaria aquellas tramas. Allegóse otro nuevo desgusto, y fue que por consejo de Don Alvaro el Príncipe Don Enrique se reconcilió del todo finalmente con su padre, y se aparto de la alianza que tenia puesta con su suegro el de Navarra. Lo que fué sobre todo pesado, 'que en Navarra se despertó una guerra larga, civil y muy cruel por esta cansa: estaba aquella gente de tiempo antiguo dividida en dos bandos, los Biamonteses y los Agramonteses, nombres desgraciados y dañosos para Navarra traidos de Francia, en que

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se envolvieron familias y casas muy nobles, y aun de sangre Real, como fueron los condes de Lerin y los marqueses de Cortes cabezas destas dos parcialidades. Los Agramonteses seguian al Rey de Navarra, los Biamonteses atizaban al Príncipe de Viana, que sabian estar descontento de su padre, para que tomase las armas: decian que le hacia agravio en tenelle ocupado el reyno, y quebrantaba en ello las leyes divinas y humanas, y era razon que se acudiese á este agravio ; que si las fuerzas humanas le faltasen, Dios favorecia una causa y querella tan justa. Lo primero hicieron confederacion con los Reyes de Castilla y de Francia: el de Castilla prometió de acudir con tal que el Príncipe de Viana públicamente se declarase y tomase las armas ; lo mismo prometió el Francés, que por haber quitado la Guiena á los Ingleses podia desde cerca con mucha facilidad ayudar aquellos intentos, especial que por el mismo tiempo se apoderó de Bayona, y venció á los Ingleses en una batalla muy señalada. Al tiempo que se daba, dicen que una cruz blanca apareció en el cielo quier fuese verdadera figura y apariencia que en las nubes se puede formar, quier se les antojase: de su vista sin duda se tomó pronóstico que las cosas adelante les sucederian mejor, y ocasion de trocar los Franceses la banda roxa de que solian usar en las guerras, en una cruz blanca, divisa que traen hasta el dia de hoy. Ganada esta jornada, ninguna cosa quedó por los Ingleses en tierra firme, fuera de Calés y su territorio que no es muy grande. Luego que la guerra civil se comenzó entre los Navarros, los Biamonteses se apoderaron de diversas ciudades y pueblos, entre los demas de Pamplona cabeza del reyno, y de Olite, y de la villa de Ayvar; todavía la mayor parte quedó por el Rey á causa que con recelo desta tempestad encomendara el gobierno y las guarniciones á los que tenia por mas leales, y con grande diligencia estaba apercebido para todo lo que podia resultar, tanto que el mismo principado de Viana de tenia en su poder. Acudió Don Enrique Príncipe de Castilla (como tenian concertado) puso cerco sobre Estella, pueblo muy fuerte: acudió asimismo el Rey su padre. Hallóse dentro la Reyna de Navarra: el Rey su marido movido del peligro que sus cosas corrian, desde Zaragoza se apresuró para dar socorro á los cercados: llegó á diez y nueve de agosto, pero con

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