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en celada, con lo qual sin dilacion se rindió la fortaleza! Por este mismo tiempo recibieron los de Castilla una nueva rota en los campos de Arabiana, que están á las haldas de Moncayo, harto conocidos y desgraciados de tiempo antiguo por la muerte desgraciada y desleal executada en las personas de los siete Infantes de Lara. Ruy Diaz de Mendoza por sobrenombre él Calvo, aunque ciudadano de Sevilla, era capitan de quatró‣ cientos caballos de Navarra. Este venció en un encuentro á Iñigo Lopez de Mendoza señor de Hita por arriscarse con me. nor número de gente á pelear con los contrarios : pocos fue> ron los muertos porque el capitan, como vió los suyos desbaratados, se recogió con algunos á un ribazo, en que se hizo fuerte. Los mas se pusieron en huida y se salvaron á causa que los contrarios no tenian noticia de la tierra, y por la escuridad de la noche que cerró. Hacíanse las córtes de Castilla en Me dina del Campo por principio del año mil y quatrocientos y treinta, y por el mismo tiempo las de los Catalanes en Tortosa, presentes los dos Reyes cada qual en su parte. Era grande la falta de dinero para los gastos de la guerra, que pretendian seria muy larga; y era grande la dificultad que se ofrecia para allegallo, Las rentas de Aragon eran pequeñas, las riquezas de Castilla consumidas con los gastos y poco órden del Rey y de su casa, como quier que la templanza del Príncipe sirva en lugar de muy gruesas rentas bastantes para el tiempo de la guer ra Y de la paz. En ambas partes se trató de la poca lealtad qué algunos grandes guardaban á sus Reyes. Deseaba el de Aragon sosegar á Don Fadrique conde de Luna, ca se entendia inclinaba á seguir el partido de Castilla, movido del dolor y sentimiento que causaba en él habelle quitado el reyno ; demas que no faltaba gente liviana que despertaba su ánimo inconstante, y le ponia grandes esperanzas de vengarse y alcanzar mayores riquezas, si se arrimaba á Castilla. No pudo salir el de Aragon con lo que pretendia en esta parte, ni le pudo hạ ber á las manos, pero confiscóle todo su estado, que le tenia muy grande. Lo mismo hizo el Rey de Castilla con los Infantes de Aragón, y aun pasó mas adelante, que ó por ser de su condicion pródigo, ó con intento que á aquellos señores no les quedase esperanza de reconciliarse con él y ser restituidos en sus bienes, los pueblos que les quitó, los repartió entre otros

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caballeros principales. El maestrazgo de Santiago se dió en administracion á Don Alvaro de Luna, á Pedro Fernandez de Velasco en propiedad la villà de Haro, Ledesma á Pedro de Zúñiga (al uno y al otro con título de condes) á Pedro Manrique dió á Paredes, al conde de Benavente hizo merced de la villa de Mayorga, Medinilla fué dada á Pero Ponce. A Iñigo Lopez de Mendoza cupieron del repartimiento y del botin algunos lugares cerca de Guadalaxara, que eran de la Infanta Doña Cathalina á Don Gutierre Gomez de Toledo, obispo que fué adelante de Palencia, Alva de Tormes en tierra de Salamanca : á otros caballeros diferentes dió otros pueblos y lugares en gran número. Por este modo de la caida destos Infantes como de un grande edificio se fundaron en Castilla nuevas casas y estados, que permanecen y se conservan hasta el dia de hoy, dado que algunos han hecho mudanza por diversas causas de apellidos y linages. A Don Fadrique conde de Luna, que huido de Aragon, por el mismo tiempo llegó á Medina del Campo, despues de habelle honrado y festejado mucho dieron primero las villas de Cuellar y Villalon, despues tambien Arjona y otras rentas con que pudiese sustentar su casa y estado. Doña Leonor Reyna de Aragon fué llamada á Tordesillas, y allí puesta en el monasterio de Santa Clara. Quitáronle asimismo tres castillos suyos que tenia con guarnicion, que ella entregó como le era mandado, todo á propósito que no pudiese ayudar á sus hijos ni con hacienda, ni de otra manera alguna; pero poco despues se revocó todo esto en Búrgos. Despues del rigor suele seguirse la benignidad y compasion, demas que parecia cosa fea que la madre inocente pagase los deméritos de sus hijos. Fué puesta en libertad, y fuéronle restituidos sus castillos con condicion y promesa que hizo de no acudir á sus hijos en aquella guerra. Ayudó mucho para tomar esta resolucion una embaxada que vino sobre estas diferencias de Portugal, dado que lo que sobre todo con ella se pretendia, era que entre los Reyes de Castilla y de Aragon se hiciesen treguas hasta tanto que jueces señalados por ambas partes tratasen entre sí, y asentasen las condiciones de la paz. No tuvo esto efecto por no estar aun sazonadas las cosas. En Peñíscola este año el domingo de Ramos, que fué á los nueve de abril, y el jueves adelante salió del sepulcro del Papa Benedicto tan grande y tan sua

ve olor, que se hinchó del todo el castillo: así lo testifican algunos autores (1), como yo pienso, mas por aficion que con verdad. Esta fama por lo menos fué ocasion que Juan de Luna su sobrino le hiciese trasladar á Illueca, villa suya puesta entre Tarazona y Calatayud. La licencia para hacello alcanzó debaxo de condicion que ni le hiciesen honras, ni fuese enterrado en lugar sagrado en pena de su contumacia, y de haber por ella muerto descomulgado. Aprestábase el Rey de Castilla para la guerra, y con gran cuydado juntaba una hueste muy grande, como el que estaba determinado de hacer de nuevo con mayor fuerza y pujanza otra entrada en Aragon. Junto con esto tenia mandado á Don Fadrique Enriquez, almirante del mar que con su armada que tenia á punto, trabaxase las riberas y mares de Aragon con todo género de daños. Hecho esto, movió con sus gentes y llegó á Osma. El Rey de Aragon en Tarazona se aparejaba para la guerra, el de Navarra en Tudela: ambos con mayor porfía y diligencia que recaudo, á causa que aquellas dos naciones aborrecian aquella guerra como mala y desgraciada. Fueron sobre el caso enviados embaxadores de Aragon, que llegaron á Osma á catorce dias de junio. Dióseles luego audiencia: Don Domingo obispo de Lérida, que era el principal y cabeza en aquella embaxada, habida licencia de has blar, con un largo razonamiento que hizo, relató quan grane des beneficios tenian los Aragoneses recebidos de los Reyes de Castilla. Que la memoria dellos seria perpetua, sin embargo que tomaron las armas no por voluntad sino forzados de los engaños de algunos señores, que se aprovechaban de la facili dad y nobleza de su Rey para echar sus deudos de la corte, sin dar lugar aun de hablalle como los que estaban con la privan za hinchados y acostumbrados á malas mañas. Que de buena gana las dexarian, si con reputacion lo pudiesen hacer y que los partidos fuesen honrosos y tolerables. Ninguno ignoraba quan grande seria el estrago y desventura de todos si se viniese á las manos de poder á poder. Las espadas que una vez se tiñen en sangre de parientes, con dificultad y tarde se limpian no de otra manera que sí los muertos y sus cenizas anduviesen por las familias y casas pegando fuego y furia á los vivos, to

(1) Zurit, lib. 13. cap. 70.

dos se embravecen, sin tener fin ni término la locura y los males Punzados por el razonamiento del obispo Don Alvaro y el conde de Benavente respondieron por sí y por los demás, Hegaron á malas palabras, y parece buscaban ocasion de pá sar adelante. Ramon Perellos, uno de los embaxadores, 'con loco atrevimiento, se ofreció á hacer campo y probar con las armas á qualquiera que quisiese salir á la causa, que tenian la razon de su parte : grande resolucion y brava; pero por estar el Rey presente no se pasó á mas que palabras. Con esto se acabó aquella junta': despues los embaxadores de Aragon ha blaron de uno en uno á los grandes de Castilla, y hicieron con sub amonestaciones tanto que los inclinaron á la paz. Esta bán los reales de Castilla á la puente de Garay, sitio en que se entiendo estuvo asentada la antigua Numancia, mas por las medidas y sitio de los lugares, que porque hay algun rastro cierto désta antigüedad. Pasó el Rey con su campo á Majano! AllF por gran diligencia que los embaxadores hicieron, asentaron treguas por parte de Castilla Don Alvaro de Luna y Don Los pez de Mendoza arzobispo de Santiago, que nombraron para tratar de las capitulaciones con los embaxadores de los dos Reyes. Concertaron finalmente que durasen las treguas por espal eio de cinco años con estas condiciones : dexadas por ambas partes las armas, se abriese la contratacion como antes : los Infantes de Aragon restituyesen á Alburquerque dentro de treinta dias y que no pudiesen entrar en Castillo en todo el tiempo de las treguas į ni tampoco el Rey de Castilla les quîtasellos pueblos que por ellos se tenian : últimamente que Don Fadrique conde de Lunay y Don Jofre marqués de Cortes hijo de Don Carlos Rey de Navarra, que andaban foragidos en Castilla no fuesen maltratados por los Reyes de Aragon y Navarra Para las demas diferencias ose nombrasen catorde jueces siete de cada parte: y que hasta concluir estuviesem y residie sencen Tarazona y Agreda pueblos á la raya de Aragon. Luego que estas condiciones fueron aprobadas por los Reyes, se pregonaron las treguas en los reales la misma fiesta del Apóstol Santiago lo mismo se hizo en las ciudades y lugares de los tres reynos con grande alegría de todos, que se regocijaban no solo por el bien presente, sino mucho mas por la esperanza que cobraron de asentar una paz muy larga. Despacháronse

correos á todas partes que llevasen puevas tan alegres ; y en particular al Rey de Portugal, el qiral con su embaxada y gran de instancia que hizo muchas veces ¦¦ procurarà se compusiesen estos debates de los Reyes; y en aquella sazon se mostraba alegre por los desposorios que, festejaba de Doña Isabel su hija con Philipe duque de Borgoña viudo de su segunda muger Deste matrimonio hació Cárlos llamado el Atrevidol, duque que fué adelante de Borgoña y conocido no mas pori da grande za de sus hechos y valor, que por elatriste y desgraciado fin que tuvo. El Rey de Aragon despachó una armada á Portugal para llamar á sus hermanos: Pretendia) él que dèxando a Al↳ burquerque, legacompañasen y empleallos en la guerra de Italia, que le tenia ensimachocuydado, y de dialy del noche no pensaban sino envolver a ella paunque la ida de los Infantes no sẽ1éfectuó luego. Las gentes de Castilla fueron desde Osma déspédidas con órden que á la primavera no faltasen de acudir á sus banderas para dar principio â la guerra de los Moroside Granada. Hecho esta el Rey pasó lb demas del estio em Ma drigal villa1amuy conocida; do ́á›la sazon la Reyna' sei hallabaq zul sb 25 201 on y 20sndrid 201 2oloz ofzo mosd stoluor roizstong al ob anlong oz. andaron lo asagit sup a gionla

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БОЛЕЛЬ

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Capitulo IIT Connilera) ob ob „baye yoʻl is òguojo 92 zobaten zol ec bol of boluulov nog ,miboq zoi oup LDerla guerra de Granadallamp sing org.ab -29b mit Is 709.20nsilimiƆ ob 20gita949 261 silaon 675 suproq EL finde la guerra de Aragon fué príncipio de otras dos guerras : de la que á los Maros șe hizo loy de la de Nápoles como quier que nunca los Reyes sosiégan, en especial quando su imperio está muy estendido antes unas diferencias se traban de otras y se mueven de nuevo cada dia, ademas de la ambicion mal desapoderado y cruel y que no tiene límite alguno: el que mas tiene, mas desea, y de mas cosas está menguado: miè serable y torpe condicion de la naturaleza de los mortales, sil bien á Don Juan Rey de Castilla puede escusar el deseo que tenía de ensanchar el nombre Christiano y extirpar la nacion de los Moros, por lo menos en España. El Rey Mahomad lla mado el Izquierdo, restituido que fué en el reyno (como antes desto queda dicho ) rehusabà sin embargo de pagar el tributo y parias que asi él como sus antepasados tenian costumbre de

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