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da: Era Iñigo de Zúñiga alcayde del castillo de aquella ciudad, con esta comodidad el Rey que cansado estaba de Don Alvaro, acordó llamar al conde de Plasencia su hermano del alcayde, con órden que viniese con gente bastante para atropellar á Don Alvaro su enemigo declarado. Importaba que el negocio fuese secreto: por esto envió la Reyna á la condesa de Ribadeo señora principal y prudente, y sobrina que era del mismo Conde de parte de madre, para que mas le animase y le hiciese apresurar. Hizo ella lo que le mandaron : avisó á su tio que D. Alvaro quedaba metido en la red y en el lazo; que como á bestia fiera era justo que cada qual acudiese con sus dardos, y vengasen con su muerte las injurias comunes y daños de tantos buenos. El Conde no pudo ir por estar enfermo de la gota: envió en su lugar á su hijo mayor Don Alvaro, que paró en Curiel pueblo no lexos de Búrgos para juntar gente de á caballo. Avisó el Rey á Don Alvaro de Luna que se fuese á su estado, pues no ignoraba quanto era el odio que le tenian: que él pretendia gobernar el reyno por consejo de los grandes. Debia el Rey estar arrepentido del acuerdo que tomara de hacer morir á Don Alvaro, ó temia lo que de aquel negocio podia resultar. Escusábase Don Alvaro, y no venia en salir'de la corte si no fuese que en su lugar quedase el arzobispo de Toledo : lo peor fué que por sospechar de las palabras del Rey (que entendia no las dixera sin causa ) le tenian puestas algunas asechanzas, hizo una nueva maldad con que parecia quitalle Dios el entendimiento, y fué que mató en su posada á Alonso de Vivero, y desde la ventana de su aposento le hizo echar en el rio que corria por debaxo de su posada, sin tener respeto á que era ministro del Rey y su contador mayor, ni al tiempo, que era viernes de la semana Santa á treinta de marzo año de mil 1453. y quatrocientos y cinqüenta y tres. Este exceso hizo apresurar su perdicion, y que el Rey enviase á toda priesa un mensage para acuciar á Don Alvaro de Zúñiga. Llegó á la ciudad arrebozado: seguíanle de trecho en trecho hasta ochenta de á caballo. Como fué de noche, llamaron algunos ciudadanos al castillo, y los avisaron que con las armas se apoderasen de las calles de la ciudad. No pudo todo esto hacerse tan secretamente que no corriese la fama de cosa tan grande y se dixese que el dia siguiente querian prender á Don Alvaro ; ninguno em

pero leavisaba del peligro en que se hallaba, que parece todos estaban atónitos y espantados. Solo un criado suyo llamado Diego de Gotor le avisó de lo que se decia, y le amonestaba que pues era de noche se saliese á un meson del arrabal. No. recibió él este saludable consejo; que por estar alterado con diversos pensamientos no hallaba traza que le contentase. A la verdad ¿dónde se podia recoger? dónde estar escondido ? de quién se podia fiar? en la ciudad no tenia parte segura, muy lexos sus castillos en que se pudiera salvar por ser muy fuertes. Despedido Gotor, se resolvió á esperar lo que sucediese : fiaba en sí mismo, y menospreciaba sus enemigos: lo uno y lo otro quando alguno está en peligro, demasiado y muy perjudicial. Ya que todo estaba á punto, á cinco de abril, que era jueves, al amanecer cercaron con gente armada las casas de Pedro de Cartagena en que Don Alvaro de Luna posaba. No pareció usar de fuerza, bien que algunos soldados fueron heridos por los criados de Don Alvaro, que les tiraban con ballestas desde las ventanas de la casa. Anduvieron recados de una parte á otra por conclusion Don Alvaro de Luna, visto que no se podia hacer al, y que le era forzoso, demas que el Rey por una cédula firmada de su mano que le envió, le prometia no le seria hecho agravio, que era todo dalle buenas palabras, finalmente se rindió. En las mismas casas de su posada fué puesto en prision, á las quales vino el Rey á comer despues de oida misa. El obispo de Avila Don Alonso de Fonseca venia al lado del Rey: Don Alvaro como le viese desde una ventana, puesta la mano en la barba dixo: Por estas cleriguillo que me la habeis de pagar. Respondió el obispo : pongo señor á Dios por testigo, que no he tenido parte alguna en este consejo y acuerdo que se ha tomado, no mas que el Rey de Granada; aun no tenia sus brios amansados con los males. Acabada la comida, y quitadas las mesas, pidió licencia para hablar al Rey no se la dieron; envióle un billete en esta sustancia: «Quarenta y cinco años ha que os comencé, señor, á servir; no me quexo de las mercedes, que antes han sido mayores que mis méritos, y mayores que yo esperaba, no lo negaré. Una cosa ha faltado para mi felicidad, que es retirarme con tiempo. Pudiera bien recogerme á mi casa y descanso, en que imitara el exemplo de grandes varones que así lo hicieron. Escogí

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mas aina servir como era obligado, y como entendí que las cosas lo pedian: engañéme, que ha sido la causa de caer en este desman. Siento mucho verme privado de la libertad ; que por darla á vuestra Alteza no una vez he arriscado vida y estado. Bien sé que por mis grandes pecados tengo enojado á Dios, y tendré por grande dicha que con estos mis trabaxos se aplaque su saña. No puedo llevar adelante la carga de las riquezas, que por ser tantas me han traido á este término. Renunciáralas de buena gana, si todas no estuviesen en vuestras manos. Pésame de haberme quitado el poder de mostrar á los hombres que como para adquirir las riquezas, así tenia pecho para menospreeiallas y volvellas á quien me las dió. Solo suplico que por tener cargada la conciencia á causa de la mucha falta de los tesoros Reales en diez ó doce mil escudos que se hallarán en mi recámara y en mis cofres, se dé órden como se restituyan enteramente á quién yo los tomé; lo qual si no alcanzo por mis servicios, tales quales ellos han sido, es justo que lo aleanee por ser la peticion tan justa y razonable. » A estas cosas respondió el Rey : « Quanto á lo que decia de sus servicios y de las mercedes recebidas, que era verdad que eran mayores que ningun Rey ó Emperador en tiempo alguno hobiese hecho á alguna persona particular. Que si le ayudó á recobrar la libertad que por su respeto le quitaran, no merecia por esta causa menos reprehension que alabanza. A la pobreza y falta dé dinero, pues él fué della la principal causa, fuera mas justo que ayudara con sus riquezas que con agraviar á nadie; pero que sin embargo se tendria cuenta con que de sus bienes se hiciese la satisfaccion que decia, en que se tendria mas cuenta con la conciencia que con los enojos y desacatos pasados.» Es cosa maravillosa y digna de considerar que entre tantos como tenia obligados D. Alvaro con grandes beneficios y favores, ninguno le acudió en este trabaxo: la verdad es que todos desam, paran á los miserables, y perdida la gracia del Rey, luego todo se les muda en contrario. Lleváronle preso á Portillo, y por su guarda Diego de Zúñiga hijo del mariscal Iñigo de Zúñiga. Este año tan señalado para los Españoles por la justicia que se executó en un tan gran personage, fué en comun á los Christia nos muy desgraciado, y en que se derramaron muchas lágrimas por la pérdida de la ciudad de Constantinopla de que los

Turcos se apoderaron. Fué así que el Gran Turco Mahomad ensoberbecido por las muchas victorias que de los nuestros ganara, despues que se apoderó de las demas ciudades y pueblos de la Thracia (que hoy se llama Romanía) asentó sus reales junto á Constantinopla, nobilísima ciudad, que fué por espacio de cinquenta y quatro dias batida por mar y tierra con toda manera de ingenios y de trabucos hasta tanto que un dia á veinte y nueve de mayo un Ginovés por nombre Longo Justiniano dió entrada á los Turcos en la ciudad (1). Algunos señalan el año pasado, y dicen fué el lunes de Pasqua de Espíritu Santo, si bien en el dia del mes concuerdan con los demas: sospecho se engañan. La suma es que en los miserables ciudadanos se executó todo género de crueldad y fiereza bárbara, sin hacer diferencia de mugeres, niños y viejos. Pone grima traer á la memoria las desventuras de aquella nacion, y nuestra afrenta; en que manera las riquezas y poder de aquel Imperio que antiguamente fué muy florido, en un momento de tiempo se asolaron. Bien que tenian asaz merecido este castigo por la fe que en el concilio Florentino dieron de ser Cathólicos junto con su Emperador Juan Paleólogo, y poco despues la quebrantaron. Muerto él los dias pasados, sucedió en el Imperio su hermano Constantino. Este Príncipe como viese entrada la ciudad, por no ser escarnecido, si le prendian, dexada la sobreveste Imperial, se metió en la mayor carga y priesa de los enemigos y allí fué muerto : antepuso la muerte honrosa á la servidumbre torpe; muestra que dió de su esfuerzo en aquel trance. Sus hermanos Demetrio y Thomás escaparon con la vida, pero para ser mas afrentados con trabaxos y desastres que les avinieron adelante. Alteró como era razon esta nueva los ánimos de todos los Christianos: derramaban lágrimas, afligíanse fuera de razon y tarde despues de tan grande y tan irreparable daño. Desde aquel tiempo aquella ciudad ha sido silla y asiento del imperio de los Turcos, conocida asaz y señalada por nuestros males. Don Carlos Príncipe de Viana fué llevado á Zaragoza, y á instancia de los Aragoneses le perdonó su padre y le puso en libertad á veinte y dos de junio. La suma del concierto fué que el Príncipe obedeciese á su

(1) Gerar. Merc. En su chronología.

padre, y que de las ciudades y castillos que por él se tenian, quitase la guarnicion de soldados. Para cumplir esto dió en rehenes á Don Luis de Biamonte conde que era de Lerin y condestable de Navarra, y con él á sus hijos y otros hombres principales de aquel reyno. La alegría que hobo por este concierto, duró poco, ca en breve se levantaron nuevos alborotos. La codicia del padre y poco sufrimiento del hijo fueron causa que el reyno de Navarra por largo tiempo padeciese trabaxos y daños segun que adelante se apuntará en sus lugares.

Capítulo XII.

Como se hizo justicia de Don Alvaro de Luna.

En un mismo tiempo el Rey de Castilla se apoderaba del estado y tesoros de Don Alvaro de Luna, y él mismo desde la cárcel en que le tenian, trataba de descargarse de los delitos que le achacaban, por tela de juicio, del qual no podia salir bien pues tenia por contrario al Rey, y mas irritado contra él por tantas causas. Los jueces señalados para negocio tan grave sustanciado el proceso y cerrado, pronunciaron contra él sentencia de muerte. Para executalla: desde Portillo do le llevaron en prision le traxeron á Valladolid. Hiciéronle confesar y comulgar: concluido esto, le sacaron en una mula al lugar en que fué executado, con un pregon que decia : « Esta es la justicia que manda hacer nuestro señor el Rey á este cruel tyrano por quanto él con grande orgullo é soberbia, y loca osadía, y injuria de la Real magestad, la qual tiene lugar de Dios en la tierra, se apoderó de la casa y corte y palacio del Rey nuestro señor, usurpando el lugar que no era suyo, ni le pertenecia: é hizo é cometió en deservicio de nuestro Señor Dios é del dicho señor Rey, é menguamiento y abaxamiento de su persona y dignidad, y del estado y corona Real, y en gran daño Ꭹ deservicio de su corona y patrimonio, y perturbacion y mengua de la justicia, muchos y diversos crímenes y excesos, delitos, maleficios, tyranías, cohechos: en pena de lo qual le mandan degollar porque la justicia de Dios y del Rey sea executada, y á todos sea exemplo que no se atrevan á hacer ni cometer tales

TOMO V.

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