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Jante muy privado suyo. Deseaba el Rey, por hallarse cerca de Navarra, ayudar al Príncipe Don Carlos su amigo y confederado: dexólo de hacer á causa que por el mismo tiempo el Príncipe huyó y desamparó la tierra por no tener bastantes fuerzas para contrastar con las de Aragon y del conde de Fox, en especial que se decia tenia el Rey de Francia parte en aquella liga, causa de mayor miedo. Esto lo movió á pasar á Francia para reconciliarse con aquel Rey tan poderoso, pero mudado de repente parecer por su natural facilidad, ó por fiarse poco de aquella nacion, ca estaba ya prevenida de sus contrarios que ganarán por la mano, se determinó pasar á Nápoles para verse con su tio el Rey de Aragon que por sus cartas le llamaba, y con determinacion que si movido de su justicia y razon no le ayudaba, de pasar su vida en destierro. De camino visitó al Pontífice, al qual se quexó de la aspereza de su padre y de su ambicion ofrecia que de buena gana pondria en manos de su Santidad todas aquellas diferencias y pasaria por lo que determinase; no se hizo algun efecto. Partió de Roma por la via Apia, y en Nápoles fué recebido bien, y tratado muy regaladamente. Solo le reprehendió el Rey su tio amorosamente por haber tomado las armas contra su padre; que si bien la razon y justicia estuviese claramente de su parte, debia obedecer y sugetarse al que le engendró, y disimular el dolor que tenia, conforme á las leyes divinas, que no discrepan de las humanas. A todo esto se escusó el Príncipe en pocas palabras de lo hecho, y en lo demas dixo se ponia en sus manos: presto de hacer lo que fuese su voluntad y merced. Cortad, señor, por donde os diere contento: solamente os acordad que todos los hombres cometemos yerros, hacemos y tenemos faltas: este peca en una cosa y aquel en otra. ¿ Por ventura los viejos no cometisteis en la mocedad cosas que podian reprehender vuestros padres? piense pues mi padre que yo soy mozo, y que él mismo en algun tiempo lo fué. » Despues desto un hombre principal llamado Rodrigo Vidal, enviado de Nápoles sobre el caso á España, trataba muy de veras de concertar aquellas diferencias. Desbarató estos tratados un nuevo caso, y fué que los parciales del Príncipe sin embargo que estaba ausente, le alzaron por Rey en Pamplona, que fué causa luego que se supo, de dexar por entonces de tratar de la paz. El

Rey de Castilla á instancia del de Navarra, que para el efecto entregó en rehenes á su hijo Don Fernando, se partió de la ciudad de Victoria por el mes de marzo, y tuyo habla con él en la villa de Alfaro, Halláronse presentes las Reynas de Castilla y de Aragon. Los regocijos y fiestas en estas vistas fueron grandes, Asentáronse paces entre los dos reyes. Demas desto por diligencia de Don Luis Despuch maestre de Montesa, que de nuevo venia por embaxador del Rey de Aragon, y á su persuasion se revocó la liga que tenian asentada entre el de Fox y el Navarro, y todas las diferencias de aquel reyno de Navarrą por consentimiento de las partes y por su voluntad se comprometieron en el Rey de Aragon como juez árbitro. La esperanza que todos destos principios concebieron de una paz duradera despues de tantas alteraciones, y que con tanto cuydado se encaminaba, salió vana y fué de poco efecto, como se verá adelante. En el Andalucía los reales de Castilla y la gente estaban cerca de la frontera de los Moros. El Rey Don Enrique, despedidas las vistas, llegó allá por el mes de abril, Con su venida se hizo entrada por tierra de Moros no con menor impetu que antes, ni con menor exército, Llegaron hasta dar vista á la misma ciudad de Granada. Talaban los campos, y ponian fuego á los sembrados. Sin esto cierto número de los nuestros se adelantó sin orden de sus capitanes para pelear con los enemigos, que por todas partes se mostraban. Eran pocos, y cargó mucha gente de los contrarios: así fueron desbaratados con muerte de algunos, y entre ellos de Carci Lasso, que era un caballero de Santiago de grande valor y esfuerzo. Este revés y la pérdida de persona tan noble irritó al Rey de suerte que no solo quemó las mieses (como lo tenia antes de costumbre) sino que puso fuego á las viñas y arboledas á que no solian antes tocar. Demas desto en un pueblo que tomaron por fuerza, llamado Mena, pasaron todos los moradores á cuchillo sin perdonar á chicos ni á grandes, ni aun á las mismas mugeres, que fué gran crueldad, pero con que se vengaron del atrevimiento y daño pasado. Con estos daños quedaron tan humillados los Moros que pidieron y alcanzaron perdon. Concertaron treguas por algunos años, con que pagasen cada un año de tributo doce mil ducados, y pusiesen en libertad seiscientos cautivos Christianos, y si no los tuviesen, supliesen el número

con dar otros tantos Moros. Erales afrentosa esta condicion, pero el espanto que les entró era tan grande que les hizo alla-' narse y pasar por todo. Añadióse en el concierto que sin embargo quedase abierta la guerra por las fronteras de Jaen, do quedó por general Don García Manrique conde de Castañeda con dos mil hombres de á caballo. Para ayuda á esta guerra envió el Papa Calixto al principio deste año (1) una bula de la Cruzada para vivos y muertos, cosa nueva en España. Predicóla fray Alonso de Espina, que avisó al Rey en Palencia do estaba, que el dinero que se llegase, no se podia gastar sino en la guerra contra Moros. Traia facultad para que en el artículo de la muerte pudiese el que fuese á la guerra, ó acudiese para ella con docientos maravedís, ser absuelto por qualquier sacerdote de sus pecados, puesto que perdida la habla, no pudiese mas que dar señales de alguna contricion: item que los muertos fuesen libres de purgatorio: concedióse por espacio de quatro años. Juntáronse con ella casi trecientos mil ducados: ¡quán poco de todo esto se gastó contra los Moros! Concluida la guerra, vino de Roma á Madrid un embaxador que traia al Rey de parte del Papa un estoque y un sombrero, que se acostumbra de bendecir la noche de Navidad, y enviar en presente á los grandes Príncipes qual se entendia por la fama era Don Enrique: traia tambien cartas muy honoríficas para el Rey. No hay alegría entera en este mundo: á la sazon vino nueva que el conde Castañeda como fuese en busca de cierto esquadron de Moros, cayó en una celada, y él quedó preso y gran número de los suyos destrozados. Pusieron en su lugar otro general de mas ánimo, mas prudencia y entereza. El Conde fué rescatado por gran suma de dinero, y las treguas mudaron en paces, que fué el remate desta guerra de los Moros y principio de cosas nuevas. En Italia estaba la ciudad de Génova puesta en armas, dividida en parcialidades: el Rey de Aragon favorecia á los Adornos; Juan duque de Lorena hijo de Renato duque de Anjou, que se llamaba duque de Calabria, era venido para acudir á los Fregosos bando contrario. El cuydado en que estos movimientos pusieron, fué tanto mayor porque el Rey de Aragon adoleció á ocho de mayo del

(1) Alonso de Palenc. año 4 del Rey Don Enrique cap. 3.

año mil y quatrocientos y cinqüenta y ocho de una enferme- 1458. dad que de repente le sobrevino en Nápoles. Della estuvo trabaxado en Castelnovo hasta los trece de junio: agravábasele el mal, mandóse llevar á Castel del Ovo; las bascas de la muerte hacen que todo se pruebe: no prestó nada la mudanza del lugar, rindió el alma á veinte y siete de junio al quebrar del alba Príncipe en su tiempo muy esclarecido, y que ninguno de los antiguos le hizo ventaja, lumbre y honra perpetua de la nacion Española. Entre otras virtudes hizo estima de las letras, y tuvo tanta aficion á las personas señaladas en erudicion, que aunque era de grande edad, se holgaba de aprender dellos y que le enseñasen. Tuvo familiaridad con Laurencio Valla, con Antonio Panhormita y con Georgio Trapezuncio, varones dignos de inmortal renombre por sus letras muy aventajadas. Sintió mucho la muerte de Bartholomé Faccio, cuya historia anda de las cosas deste Rey, que falleció por el mes de noviembre próximo pasado. Como una vez oyese que un Rey de España era de parecer que el Príncipe no se debe dar á las letras, replicó que aquella palabra no era de Rey, sino de buey. Cuéntanse muchas gracias, donayres y dichos agudos deste Príncipe para muestra de su grande ingenio, elegante, presto y levantado, mas no me pareció referillos aquí. Poco antes de su muerte se vió un cometa entre Cancro y Leon con la cola que tenia la largura de dos signos, ó de sesenta grados: cosa prodigiosa, y que segun se tiene comunmente, amenaza á las cabezas de grandes Príncipes. Otorgó su testamento un dia antes de su muerte. En él nombró á Don Juan su hermano Rey que era de Navarra, por su sucesor en el reyno de Aragon : el de Nápoles como ganado por la espada mandó á su hijo Don Fernando, ocasion en lo de adelante de grandes alteraciones y guerras. De la Reyna su muger no hizo mencion alguna. Hobo fama, y así lo atestiguan graves autores, que trató de repudialla y de casarse con una su combleza llamada Lucrecia Alania. Hállase una carta del Pontífice Calixto toda de su mano para la Reyna, en que dice que le debia mas que á su madre: pero que no conviene se sepa cosa tan grande. Que Lucrecia vino á Roma con acompañamiento Real, pero que no alcanzó lo que principalmente deseaba y esperaba, porque no quiso ser juntamente con ellos castigado por tan grave

maldad. El mayor vicio que se puede tachar en el Alonso, fué este de la incontinencia y poca honest dad es que dió muestras de penitencia en que á la m fesó sus pecados con grande humildad, y recibió los cramentos á fuer de buen Christiano. Mandó otro cuerpo sin túmulo alguno, sino en lo llano y á la mi ta de la iglesia, fuese enterrado en Poblete, entier antepasados, que fué señal de modestia y humildad por el mismo tiempo Don Alonso de Cartagena obis gos, cuyas andan algunas obras, como de suso se breve historia en latin de los Reyes de España, q Anacephaleosis, sin los demas libros suyos, que la refiere por menudo, y aquí no se cuentan. Por su su lugar fué puesto Don Luis de Acuña.

Capítulo XIX.

Del Pontifice Pio Segundo.

Con la muerte del Rey Don Alonso se acabó la p de Italia, las fuerzas otrosí del reyno de Nápoles baxadas, que parecia estar fortificadas contra toc venes de la fortuna. Una nueva y cruelísima gue emprendió en aquella parte, lo puso todo en condi derse; con cuyo suceso mas verdaderamente se ga que se conservó lo ganado. Tenia el Rey Don Fern poles ingenio levantado, cultivado con los estudi chos, y era no menos exercitado en las armas muy á propósito para gobernar su reyno en guer No reconocia ventaja á ninguno en luchar, salta en hacer mal á un caballo: sabia sufrir los calore bambre, el trabaxo; era muy cortés y modesto, ¿ gia muy bien, á ninguno desabria, y á todos hal nignidad. Todas estas grandes virtudes no fuerc que no fuese aborrecido de los varones del reyno me á la costumbre natural de los hombres deseal en el estado. Quanto á lo primero Don Carlos pr na fué inducido por muchos á pretender aquel r

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