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de la villa de Fuente-Rabía. Vinieron con el Francés los dos Gastones padre y hijo, condes que eran de Fox, el duque de Borbon, el arzobispo de Turon y el almirante de Francia. Al de Castilla acompañaban el arzobispo de Toledo, y los obispos de Burgos, Leon, Segovia y Calahorra, el marqués de Villena, el maestre de Alcántara y el gran prior de San Juan, todos y cada qual arreados muy ricamente, y con libreas y mucha representacion de magestad. Entre todos se señalaba el conde de Ledesma, gran competidor del de Villena : salió arreado de vestidos muy ricos, recamados de oro y sembrados de perlas. El vestido y trage de los Franceses era muy ordinario, especial el del Rey, que era causa á los Castellanos de burlarse de ellos, y de motejallos con palabras agudas y motes. Pasaron los nuestros en muchas barcas el rio Vedaso ó Vidasoa. Puédese sospechar se hizo esto por reconocer ventaja á la magestad de Francia: nuestros historiadores dicen otra causa, que todo aquel rio pertenece al señorío de España; y consta por escrituras públicas, acordadas en diferentes tiempos en tre los Reyes de Castilla y Francia, y de lo procesado en esta razon, en que se declara que pasando el Rey Don Enrique el rio de Vidasoa en un barco, llegó hasta donde llegaba el agua, y allí puso el pie, y al tiempo que quiso hablar con el Rey Luis, tenia un baston en la mano: desembarcado en la orilla y arenal donde el agua podia llegar en la mayor creciente, dixo que allí estaba en lo suyo, y que aquella era la raya dentre Castilla y Francia, y poniendo el pie mas adelante, dixo ahora estoy en España y Francia; y el Rey Luis respondió en su lengua: Il est vrai, decís la verdad. En estas vistas y habla se leyó de nuevo la sentencia que poco antes pronunció en Bayona el Rey de Francia elegido por juez árbitro entre Castilla y Aragon, en que se contenian estas principales cabezas : que las gentes de Castilla saliesen de Cataluña, y se quitasen las guarniciones que tenian en Navarra, la ciudad de Estella con toda su merindad quedase en Navarra por el Rey Don Enrique: la Reyna de Aragon y su hija estuviesen en Raga en poder del arzobispo de Toledo para seguridad que se guardaria lo concertado. Esta sentencia ofendia mucho á la una nacion y á la otra, á los de Castilla y de Aragon, sobre todo á los de Navarra; quexábanse que aquel asiento y sentencia era en gran perjuicio suyo: nin

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gun otro provecho se sacó de juntarse estos Príncipes. Pero de todo esto y aun de toda esta manera de juntas y hablas entre los Príncipes será á propósito referir aquí lo que siente Philipe de Comines historiador muy señalado de las cosas de Francia que pasaron en esta era, y que se puede comparar con qualquiera de los antiguos. Sus palabras traducidas de francés en castellano dicen asi: « Neciamente lo hacen los Príncipes de igual poder quando por sí mismos se juntan á habla, en espej cial pasados los años de la mocedad, quando en lugar de los juegos y burlas (á que aquella edad es aficionada) entra la envidia y emulacion ni carecen de peligro juntas semejantes; y si esto no, ninguno otro provecho resulta dellas sino encenderse mas la ira y el odio, de manera que tengo por mas acer. tado concertar las diferencias entre los Reyes, y qualquier otro negocio que haya, por sus embaxadores que sean personas prudentes. Muchas cosas me ha enseñado la experiencia, de las quales tengo por conveniente poner aquí algunos exemplos. Ningunas provincias entre Christianos están entre sí trabadas con mayor confederacion que Castilla con Francia, por estar asentada con grandes sacramentos amistad de Reyes con Reyes, y de nacion con nacion. Fiados de esta amistad el Rey Luis Onceno de Francia poco despues que se coronó por Rey, y Don Enrique Rey de Castilla se juntaron á la raya de los dos reynos. Don Enrique llegó á Fuente-Rabía rodeado de grande acompañamiento, seguíanle el gran maestre de Santiago y el arzobispo de Toledo y el conde de Ledesma, que entre todos se señalaba por ser su gran privado, El Rey de Francia paró en San Juan de Angelin, acompañado como es de costumbre de muchos grandes. Gran número de la una nacion y de la otra alojaba en Bayona, los quales luego que llegaron, se barajaron malamente. Hallóse presente la Reyna de Aragon, que tenia diferencias con el Rey Don Enrique sobre Estella y otros pueblos de Navarra que dexaran en manos del Rey. Una ó dos veces se hablaron, y vieron á la ribera del rio que divide á Francia de España; pero brevisimamente quanto pareció al maestre de Santiago y al arzobispo de Toledo que lo gobernaban todo, y por esto fueron por el Rey de Francia festejados grandemente en San Juan de Angelin quando allí le visitaron, El conde de Ledesma pasó el rio en una barca que llevaba la

vela de brocado, el arreo de su persona era conforme á esto, en particular llevaba unos hermosos borceguíes sembrados de pedrería. Don Enrique era feo de rostro: la forma del vestido sin primor, y que descontentaba á los Franceses. Nuestro Rey se señalaba por el hábito muy ordinario: el vestido corto, sombrero comun, con una imágen de plomo en él cosida, ocasion de mofa y remoquetes: los Españoles echaban aquel trage á poquedad y avaricia. Desta manera se acabó la junta, sin que della resultase otró, provecho mas de conjuraciones y monipodios qué entre los unos y otros grandes se forjaron, por las quales yo mismo ví al Rey Don Enrique envuelto en grandes trabaxos y afanes que se continuaron hasta su muerte, desamparado de sus vasallos, y puesto en un estado miserable. » Hasta aquí son palabras de Philipe de Comines; lo demas que dice se dexa por abreviar. Este año, á los doce de noviembre, pasó desta vida á lá eterna el Santo fray Diego en el su monasterio de Franciscos de Alcalá de Henares que fundó Don Alonso Carrillo arzobispo de Toledo (1). Fué natural de San Nicolás diócesi de Sevilla. Su vida tál, y los milagros que Dios por él hizo tantos, que el Papa Sixto Quinto le canonizó á los dos de julio año del Señor de mil y quinientos y ochenta ocho.

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Los Catalanes llamaron en su ayuda á Don Pedro condestable de Portugal.

HALLARONSE presentes á la junta destos Príncipes dos embaxadores de Barcelona, llamados el uno Cardona y el otro Copones: quexáronse al de Castilla que se hacia agravio á su nación en desamparallos contra lo que tenian capitulado. Estas quexas no fueron de efecto alguno, las orejas destos Príncipes estaban cerradas á sus ruegos por respetos que mas á ellos les importaban. En Tolosa pueblo de Guipúzcoa el comun del pueblo mató á seis de mayo á un judío llamado Gaon: fué la

(1) Garib. lib. 17. c. 7. dice que finó el año de 1461.

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ocasion que por estar el Rey cerca, entretanto que se entretenia en Fuente-Rabía, comenzó el Judío á cobrar cierta imposicion que se llamaba el Pedido, sobre que antiguamente hobo grandes alteraciones entre los de aquella nacion, y al presente llevaban mal que se les quebrantasen sus privilegios y libertades. No se castigó este delito, y esta muerte, antes poco despues en Segovia, do se fué el Rey Don Enrique, hobo entre los frayles y se encendió una grave reyerta. El uno afirmaba en sus sermones que muchos Christianos se volvian Judíos, en que pretendia tachar el libre trato que con los de aquella nacion y los Moros se tenia; y era asi que muchos de aquellas naciones enemigos de Christo libremente andaban en la casa Real y por toda la provincia: el otro frayle lo negaba todo mas en gracia de los Príncipes, como yo creo, que por ser asi verdad. Nunca sin duda en España se vió mayor estrago de costumbres ni corrieron tiempos mas miserables; en particular el pueblo en Sevilla andaba muy alborotado en gran manera, á causa que Don Alonso de Fonseca el mas viejo pedia que le fuese restituida aquella iglesia, que diera los años pasados en confianza á su pariente llamado tambien Don Alonso Fonseca: alegaba que asi estaba establecido por los derechos yorecebido por la costumbre, y que así lo mandaba el Padre Santo. El pueblo, y la nobleza, divididos en parcialidades, unos favorecian al pretensor, otros al contrario; de que resultaban alteraciones y corria riesgo no viniesen á las manos. Acudió á grandes jornadas el Rey Don Enrique, y con su venida en, tregó la iglesia á Don Alonso de Fonseca el mas viejo, y pagaron con las cabezas y con la vida seis personas que fueron los principales movedores de aquel motin y alboroto. El Rey de Portugal á la sazon con una gruesa armada volvió á Africa: iban en su compañía Don Fernando se hermano, y Don Pedro su primo que era condestable de Portugal. Los Catalanes de samparados de la ayuda de Castilla, y visto que los Franceses é Italianos los tenian prevenidos por el Rey de Aragon, acor daron ( lo que solo les faltaba y quedaba ) llamar socorros de mas lexos : con este acuerdo enviaron á convidar á Don Pedro condestable de Portugal para que desde Ceuta viniese á tomar posesion de aquel principado, que decian le pertenecia por su madre, que era la hija mayor del conde de Urgel: en

mal pleyto ninguna cosa se dexa de intentar. Parecíale al condestable buena ocasion esta : hízose á la vela, llegó á la playa de Barcelona, y surgió en ella á veinte y uno de enero princi1464. pio del año mil y quatrocientos y sesenta y quatro. Allí sin dilacion fué llamado conde de Barcelona y Rey de Aragon: acometimiento que por falta de fuerzas salió en vano, y la honra le acarreó la muerte demas de otros daños que resultaron: lo primero con la partida de Don Pedro las fuerzas de Portugal se enflaquecieron en Africa, por donde de Tanger que pretendian tomar, fueron con daño rechazados los fieles por los Moros, y algunas entradas que se hicieron en los campos comarcanos, no fueron de consideracion ni de algun efecto notable; solo junto al monte Benasa en un encuentro que tuvieron con Jos enemigos, el mismo Rey de Portugal estuvo gran riesgo de perderse con toda su gente. Duarte de Meneses como quier que por defender á su Rey se metiese con grande ánimo entre los enemigos, fué muerto en la pelea y otros con él. El conde de Villareal defendió aquel dia la retaguardia, por lo qual mereció mucha loa por testimonio del mismo Rey que despues de la pelea le dixo: «Hoy en vos solo ha quedado la fe. » El Rey Don Enrique desde Sevilla fué á Gibraltar : allí á su instancia y por sus ruegos aportó el Rey de Portugal á la vuelta de Africa y de Ceuta. Estuvieron en aquel pueblo por espacio de ocho dias: despues dellos el de Portugal se volvió á su reyno. El Rey Don Enrique por la parte de Ecija rompió por el reyno de Granada, sin desistir de la empresa hasta tanto que le pagaron el tributo que tenian antes concertado, y le hicieron otros presentes de grande estima: con esto por Jaen, do residia Miguel Iranzu su condestable por frontero, pasó el Rey de priesa á Madrid. Queria recebir y festejar otra vez al de Portugal que por voto que tenia hecho, se encaminaba para visitar á Guadalupe, casa de mucha devocion: viéronse los dos Reyes y habláronse en la puente del Arzobispo raya del reyno de Toledo : hallóse presente la Reyna de Castilla que en compañía de su marido iba para verse con su hermano el Rey de Portugal. En esta junta se concertaron dos casamientos, uno del Rey de Portugal con Doña Isabel hermana del Rey Don Enrique, y otro de Doña Juana su hija con el Príncipe y heredero de Portugal: dilatáronse para otro tiempo las bodas:

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