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la mitra y roquete. Philipo duque de Borgoña por el contrario envió á Don Pedro una banda de Borgoñones, ayuda de poco momento para negocio tan grande. Con su venida la gente y compañías de Catalanes se juntaron en la villa de Manresa hasta en número de dos mil infantes y sobre seiscientos de á caballo. Estaba el conde de Prades por parte del Rey de Aragon puesto sobre Cervera: el cerco se apretaba, y los cercados forzados de la hambre y falta de otras cosas trataban de rendirse; para prevenir este daño y por la defensa determinó Don Pedro de ir en persona á socorrellos. La gente del Rey de Ara, gon, lo principal de su exército y la fuerza, se tenia á la raya de Navarra á propósito de sosegar las alteraciones de aquella nacion; mandó el Rey á su hijo el Príncipe Don Fernando que con parte del exército marchase á toda priesa para juntarse con el conde de Prades. Era Don Fernando de muy tierna edad, tenia solos trece años: la necesidad forzó á que en aquella guerra comenzase su padre á valerse dél, y él á exercitarse en las armas; por esto no tuvo tiempo para aprender las pri meras letras bastantemente: sus mismas firmas muestran şer esto verdad. Llegaron los del condestable de Portugal á un lugar llamado los Prados del Rey con determinacion de dar la batalla: asi lo avisaban las espías. El Príncipe Don Fernando que cerca se hallaba, apercebidas todas las cosas y aparejadas, fué en busca del enemigo. Hizo alto en un ribazo, de do se veian los reales de los Catalanes. El Portugués hizo al tanto, que se mejoró de lugar y trincheó los reales en un collado cercano. Parecia queria escusar la batalla, bien que ordenó sus haces en forma de pelear. En la avanguardia iba Pedro de Deza con espaldas de los Borgoñones, que cerraban aquel esquadron en el segundo esquadron iban por capitanes de los soldados Navarros y Castellanos Beltran y Juan Armendarios; el cuydado de la retaguardia llevaba el mismo Don Pedro de Portugal. Las gentes de Don Fernando eran menos en número, que no pasaban de setecientos caballos y mil infantes: ordenáronlas desta manera: la avanguardia se encomendó al conde de Prades: Hugon de Rocaberti Castellan de Amposta y Matheo Moncada fortificaban los costados; Don Enrique hijo del Infante de Aragon Don Enrique quedó de respeto para socorrer donde fuese necesario: en el postrer esquadron ibá el Prín

cipe Don Fernando acompañado de muchos nobles; Bernardo Gascon natural de Navarra con la infantería de su cargo llevó órden de tomar la parte de la montaña para que no les pudie sen acometer por aquel lado. Antes que se diese la señal de pelear, el Príncipe Don Fernando armó caballeros algunas personas nobles. Comenzaron á pelear los adalides, que iban delante, con grande vocería que levantaron: cargaron los demas, y en breve espacio el primero y segundo esqua dron de los Portugueses fueron forzados á retirarse, y en fin todos se desbarataron por el esfuerzo de los Aragoneses. Con tanto atemorizados los demas que pusieron en la retaguardia, en que se hallaba el mismo Don Pedro de Portugal y la fuerza del exército, poca resistencia pudieron hacer. Volvieron las espaldas, y huyeron desapoderadamente la gente de á pie por los montes cercanos, los de á caballo por los Hlanos. Don Pedro de Portugal se valió de maña para escapar: quitóse la sobreveste, y mezclado con los vencedores, el dia siguiente sin ser conocido se puso en salvo. Los Borgoñones á los quales se dió la primera carga, casi todos quedaron en el campo: peleaban entre los primeros, y conforme á su costum. bre tienen por cosa muy fea volver el pie atrás. De los demas muchos fueron presos, y entre ellos el conde de Pallas, prin. cipal atizador de toda esta guerra. Dióse esta batalla postrero dia de febrero del año mil y quatrocientos y sesenta y cinco. 1465. La victoria fué tanto mas alegre que de los Aragoneses pocos quedaron heridos, ninguno muerto. Don Pedro de Portugal se volvió á Manresa; Beltran Armendario sin embargo fortificó con gente el lugar de Cervera, en que metió parte del exército, bien que desbaratado, no con menor ánimo que si ganara la victoria. De allí pasó la fuerza de la guerra á la comarca de Ampurias, en que llevaban siempre lo mejor los Aragoneses, y los Portugueses, lo peor. Parecia que todas las cosas eran fá. ciles á los vencedores, tanto mas que los alborotos de Navarra estaban casi acabados, y los Biamonteses reducidos á la obe, diencia del Rey con el perdon que otorgó á Don Luis y á Don Cárlos hijos de Don Luis ya difunto conde de Lerin y condes, table de Navarra, y juntamente les fueron restituidos sus bie nes, cargos y dignidades que solian tener: lo mismo se hizo con Don Juan de Biamonte hermano del dicho condestable,

prior que era de San Juan en Navarra. Declararon otrosí por herederos de aquel reyno á Gaston conde de Fox y Doña Leonor su muger, que ya se intitulaban Príncipes de Viana. Ismael Rey de Granada gozaba de tiempo atrás de una paz muy sosegada, quando le sobrevino la muerte a siete de abril, que fué domingo, año de los Arabes ochocientos y sesenta y nueve á diez dias del mes de xavan. Sucedióle Albohacen su hijo, varon de grande ánimo y de grande esfuerzo en las armas. Tuvo este Rey dos mugeres, la una mora de nacion, cuyo hijo fué Boabdil que adelante se llamó el Rey Chiquito, la otra era Christiana renegada, por nombre Zoroyra: della tuvo dos hijos llamados el uno Cado y el otro Nacre, los quales en tiempo del Rey Don Fernando el Cathólico, quando se ganó Granada, se volvieron Christianos: el mayor se llamó Don Fernando, y el menor Don Juan; su madre al tanto movida del exemplo de sus hijos se reduxo á nuestra fe, y se llamó Doña Isabel. En tiempo deste Rey Albohacen hobo por algun tiempo paz con los Moros: por frontero á la parte de Jaen estaba Iranzu el condestable, por la parte de Ecija Don Martin de Córdoba. Por el mismo tiempo Don Fernando Rey de Nápoles, vencidos y desbaratados sus enemigos asi los de dentro como los de fuera, afirmaba su imperio en Italia. Despues que en una batalla muy señalada que se dió cerca de Sarno en tierra de labor, quedó vencido, se rehizo de fuerzas, y ayudado de nuevos socorros del Papa y duque de Milan y de Seanderberchio (como arriba queda dicho) el año siguiente despues que perdió aquella jornada, humilló al enemigo que soberbio quedaba, en una batalla que le ganó cerca de Troya ciudad de la Pulla. No paró hasta tanto que forzó á Juan duque de Lorena á retirarse á la isla de Ischia; de donde sosegadas las alteraciones de los barones y apaciguada la provincia, perdida toda esperanza, fué forzado con poca honra á dar vuelta á Francia: era este Príncipe igual en esfuerzo á sus antepasados, y dexó gran fama de su mucha bondad; la fortuna y el cielo no le fueron mas que á ellos favorables. Desta manera el Rey Don Fernando, puesto fin á la guerra de los barones de Nápoles, que fué muy dudosa y muy larga, entró en Nápoles como en triumpho de sus enemigos á catorce del mes de setiembre: grande magnificencia y aparato, concurso del pueblo y de los nobles extraor

dinário, que le honraron á porfía con todas sus fuerzaș, regocijos y alegrías que se hicieron muy grandes. La Reyna Doña Isabel su muger, como quier que atribuia la victoria á Dios y á los Santos visitaba las iglesias con sus hijos pequeños que llevaba delante de sí, arrodillábase delante los altares, cum, plia sus votos, hacia sus plegarias: hembra que era muy señať. lada en Religion y bondad, y que merecia, gozar de mas larga vida para que el fruto de la victoria fuera m as colmado. Todo lo atajó la muerte: falleció casi al mismo tiempo que el reyno quedaba apaciguado. El Rey Don Fernando su marido, fundat da la paz y ordenadas las demas cosas á su voluntad, tuvo el reyno mas de treinta años. Emprendió en lo de adelante y acabó muchas guerras felizmente en ayuda de sus amigos y confe derados. Fuera desto á los Turcos, que se apoderaron pasados algunos años de Otranto y de buena parte de aquella comarca, desbarató y echó de Italia por su mandado Don Alonso su hijó duque de Calabria en conclusion si este Rey en el tiempo de la páz continuara las virtudes con que alcanzó y se mantuvo en el reyno, como fué tenido por muy dichoso, asi se pudiera contar entre los buenos Príncipes y en virtud señalados; mas! hay pocos que en la prosperidad y abundancia no se dexen vencer de sus pasiones, y sepan con la razon enfrenar la libertad..

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Que el Infante Don Alonso fué alzado por Rey de Castilla.

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No sosegaron las alteraciones de Castilla por quedar el Infante Don Alonso en poder de los grandes, antes fué para mayor daño lo que se pensó seria para remediar los males: como: fueron los intentos y consejos errados, asi tuvieron los rėmates no buenos. El Rey, de Cabezon, cerca de donde fué la junta y la habla que tuvo con Don Juan Pacheco, se partió para el reyno de Toledo; los grandes se fueron á Plasencia. El maestre de Calatrava Don Pedro Giron, que, en Castilla la Vieja era señor de Ureña, se partió para el Andalucía, do tenia tambien la villa de Osuna, con intento de mover los Anda14

TOMO V.

Juces y persuadilles que tomasen las armas contra 34 Rey. Era el maestre hombre vario, y no de mucha constancia, ni muy firme en la amistad, y que tenia mas quenta con llevar adelante sus pretensiones y satir con lo que deseaba', que con lo que era honesto y santo. Quitaron el priorado de San Juan á Don Juan de Valenzuela, y al obispo de Jaen despojaron de sus bienes y rentas no por otra causa sino porque eran leales al Rey: delito que se tiene por muy grave entre los que están alborotados y amotinados. Por toda aquella provincia trató de levantar la gente en especial de meter en la misma qulpa á loș› señores y nobles: prometia á cada qual conforme á lo que era y á su calidad, cosas muy grandes, con que muchos se alenta-i ron y resolvieron de juntarse con los alborotados, en particular las comunidades y regimientos de Sevilla y de Córdoba, y el duque de' Medina Sidonia y conde de Arcos y Don Alonso de Aguilar. El Rey Don Enrique vista la tempestad que se aparejaba y armaba, en Madrid hizo una junta para tratar del remedio. Preguntó á los congregados lo que les parecia se debia hacer, si acudir á las armas, ó pues las cosas no se encaminaban como se pensó, si seria bien tornar á mover tratos de paz. Callaron los demas el arzobispo de Toledo dixo que su parecer era debian procurar que el Infante Don Alonso volviese á poder del Rey, ¿por qué quien seria mas á propósito para guardalle como prenda de la paz, y para seguridad del casamiento poco antes concertado, que su mismo hermano, y que poco despues seria su suegro? que si no obedeciesen en tal caso se podria acudir á las armas y á la fuerza, y castigar la contumacia de los que se desmandasen; para lo qual debia la corte con brevedad pasarse á Salamanca, por estar aquella ciudad eerca de donde los conjurados se hallaban, y por esta causa ser muy a propósito para asentar la paz ó hacer la guerra. Pa recia á algunos que estas cosas las decia con llaneza : asi vinie. ron los demas en el mismo parecer, sin que ninguno de los que mejor sentian, se atreviese a chistar; todo procedia no por razon y justicia sino por fuerza y violencia. Envióse pues por una parte embaxada á los grandes, y por otra mandaron que las compañías de soldados acudiesen á Salamanca : pasó el Rey á Castilla la Vieja y á Salamanca, y con las gentes que llevaba y allí bakló, puso cerco sobre Arévalo que se tenia por

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