Imágenes de páginas
PDF
EPUB

que aquel dia ninguno de los enemigos volvió las espaldas, Retirados que fueron los Moros, los reales del Rey se asentaron á la halda del monte de Elvira, fortificados de foso y trincheas. Los Moros eran cinco mil de á caballo, y como docientos mil infantes, todos número, parte alojada en la ciudad y parte en sus reales, que tenian cerca de las murallas á causa que dentro de la ciudad no cabia tanta muchedumbre. El domingo adelante ordenaron los Moros sus haces én guisa de pelear. Allanaba el maestre de Calatrava con los gastadores el campo, que á causa de los valladares y acequias estaba desigual y embarazado. Acometieronle los Moros , y cargaron sobre él y sus gastadores que hacian las explanadas. Visto el peligro en que estaba, acudieron Don Enrique Conde de Niebla y Diego de Zúñiga, que mas cerca se hallaban, desde los reales á socorrelle: la pelea se encendia, y el calor del sol por ser medio dia era muy grande. El Rey enojado porque no pensaba pelear aquel dia, y turbado por la locura y atrevimiento de los suyos, envió á Don Alvaro de Luna para que hiciese retirar á los soldados y dexar la pelea. La escaramuza estaba tan adelante, y los Moros tan mezclados por todas partes, que á los Christianos, si no vol. vian las espaldas, no era posible obedecer. Lo qual como supiese el Rey, hizo con presteza poner en ordenanza su gente. Hablóles brevemente en esta sustancia : « Como aquellos mismos eran los que poco antes les pagaban parias, los mismos capitanes y corazones. Que el Rey no salia á la batalla por no fiarse de las voluntades de los ciudadanos, cuya mayor parte favorecia á Benalmao, que se ha acogido á nuestro amparo, y pasado á nuestros Reales. Acometed pues con brio y gallardía á los enemigos que teneis delante, flacos y desarmados. No os espante la muchedumbre, que ella misma los embarazará en la pelea. ¿Con qué cara volverá qualquiera de vos á su casa, si no fuere con la victoria ganada? A los que temieron los Aragoneses, los Navarros, los Franceses, ¿ podrá por ventura espantar esta canalla y tropel de bárbaros, mal juntada y sin órden? afuera tan gran mal, nó permita Dios ni sus Santos cosa tan fea. Este dia echará el sello á todos los trabaxos y victorias ganadas, ó (lo que tiemblo en pensallo) acarreará á nuestro nombre y nacion vergüenza, afrenta y perpetua infamja.

Dicho esto, mandó tocar las trompetas en señal de pelear.› Acometieron á los Moros, que los recibieron con mucho ánimo: fué el alarido grande de ambas partes, estuvieron algun espacio las haces mezcladas sin reconocerse ventaja. La manera de la pelea era brava, dudosa, fea, miserable: unos huian, otros los seguian, todo andaba mezclado, armas, caballos y hombres; no habia lugar de tomar consejo, ni atender á lo que les mandaban. Andaba el Rey mismo entre los primeros como testigo del esfuerzo de cada qual, y para animallos á todos. Su presencia los avivó tanto que vueltos á ponerse en ordenanza, les parecia que entonces comenzaban á pelear. Con este esfuerzo los enemigos, vueltas las espaldas, á toda furia se recogieron párte á la ciudad, parte por el conocimiento que tenian de los lugares, y confiados en su aspereza, se retiraron por aquellos montes cercanos, sin que los nuestros cesasen de herir en ellos y matar hasta tánto que sobrevino y cerró la noche. El número de los muertos no se puede saber al justo, entendióse que seria como diez mil. Los reales de los Moros que tenian asentados entre las viñas y los olivares, ganó y entró Don Juan de Cerezuela. Los demas eclesiásticos con cruces y ornamentos, y mucha muestra de alegría salieron á recebir al Rey que acabada la pelea, volvia á sus reales. Daban todos gracias a Dios por merced y victoria tan señalada. Detuviéronse en los mismos lugares por espacio de diez dias. Los Moros dado que ni aun á las viñas se atrevian á salir, pero ninguna mencion hicieron de concertarse y bacer confederacion, sea por confiar demasiado en sus fuerzas, sea por tener perdida la esperanza de ser perdonados. Por ventura tambien un extraordinario pasmo tenia embarazados los entendimientos del pueblo y de los principales para que no atendiesen á lo que les estaba bien. Dióse el gasto á los campos sin que alguno fuese á la mano. Hecho esto, el Rey de Castilla con su gente dió la vuelta. Quedó el cargo de la frontera al maestre de Calatrava y al adelantado Diego de Ribera y con ellos Benalmao con título y nombre de Rey para efecto (si se ofreciese ocasion) de apoderarse con el ayuda de su parcialidad del reyno de Granada. Este faé el suceso desta empresa tan memorable, y de la batalla muy nombrada, que vulgarmente se llamó de la Higuera, por una puesta y plan

tada en el mismo lugar en que pelearon. Poços de los fieles fueron muertos ni en la batalla ni en toda la guerra, y ningu, Da persona notable y de cuenta con que el alegría de todo el reyno fué mas pura y mas colmada.

Capítulo IV.

De las paces que se hicieron entre los Reyes de Castilla y de

Portugal.

1

ESTABA desde los años pasados retirado Don Nuño Alvarez Pereyra condestable que era de Portugal, Conde de Barcelos y de Oren, no solo de la guerra, sino de las cosas del gobierno, y por su mucha edad se recogió en el monasterio de los Carmelitas que á su costa de los despojos de la guerra edificó en Lisboa. Recelábase de la inconstancia de las cosas, temia que la larga vida no le fuese ocasion (como á muchos ) de tropezar y caer; junto con esto pretendia con mucho euydado alcanzar perdon de los pecados de su vida pasada, y aplacar á Dios con limosnas que hacia á los pobres, y templos que edificaba en honra de los Santos, como hoy en Portugal se veen no pocos fundados por él, y entre ellos uno en Aljubarrota de San Jorge, y otro de Santa María en Villaviciosa: muestras claras de su piedad, y tropheos señalados de las victorias que ganó de los enemigos. En estas buenas obras se ocupaba quando le sobrevino la muerte en edad de setenta y un años, y quarenta y seis años despues que fué hecho condestable. Su fama y au loridad, y memoria durará siempre en España: su cuerpo enterraron en el mismo monasterio en que estaba retirado. Hallóse el Rey mismo á su enterramiento muy 'solemne, á que concurrieron toda suerte de gentes. Esta prenda y muestra de amor dió el Rey á los merecimientos del difunto, al qual debia lo que era. Tuvo una sola hija por nombre Doña Beatriz, que casó con Don Alonso duque de Berganza, hijo bastardo del mismo Rey de Portugal. Entre los nietos que deste matrimo. nio le nacieron, antes de su muerte dividió todo su estado. El Rey de Portugal avisado por la muerte de su amigo que era de la misma edad, que su fin no podia estar lexos, lo que una y

otra vez tenia intentado, se determinó con mayor fuerza y con una nueva embaxada de tratar y concluir con el Rey de Castilla que se hiciesen las paces. Partióse el Rey Don Juan arrebatadamente del reyno de Granada, con que parecia á muchos que se perdió muy buena coyuntura de adelantar las cosas. Vulgarmente se murmuraba que Don Alvaro fué sobornado para hacer esto con cantidad de oro que de Granada le enviaron en un presente que le hicieron de higos pasados: creíase esto fácilmente á causa qué ninguna cosa, ni grande ni pequeña, se hacia sino por su parecer, demas que el pueblo ordinariamente se inclina á creer lo peor. Llegaron á Córdoba á veinte de julio: partidos de allí, en Toledo cumplieron sus promesas y dieron gracias á Dios por la victoria que les otorgara. De Toledo muy presto pasados los puertos se fueron á Medina del Campo para donde tenian convocadas córtes generales del reyno, que en ninguna cosa fueron mas señaladas que en mudar como se mudaron las treguas que tenian con Portugal, en paces perpetuas. La confederacion se hizo con honrosas capitulaciones para las dos naciones, y á treinta de octubre se pregonaron en las córtes de Castilla y en Lisboa. Para este efecto de Castilla fué por embaxador el doctor Diego Franco. Por otra parte á la misma sazon el Conde de Castro fué condenado de crímen contra la magestad Real. Confiscaron otrosí los pueblos del maestre de Alcántara, y pusieron guarniciones en ellos en nombre del Rey. Prendieron al tanto á Pedro Fernandez de Velasco Conde de Haro, á Fernan Alvarez de Toledo, y al obispo de Palencia su tio Don Gutierre de Toledo. Cargábanlos de estar hermanados con los Infantes de Aragon, y que con deseo de novedades trataban de dar la inuerte á Don Alvaro. Estas sentencias y prisiones fueron causa de alterarse mucho los ánimos, por tener entendido los grandes que contra el poder de Don Alvaro y sus engaños ninguna seguridad era bastante, y que les era fuerza acudir á las armas; en particular Iñigo Lopez de Mendoza se determinó (para lo que podia suceder) de fortificar la su villa de Hita con soldados y armas. Tratóse en las córtes de juntar dinero (como se hizo) para el gasto de la guerra contra los Moros, que parecia estar en buenos términos á causa que el adelantado y el maestre de Calatrava ganaron á la sazon muchos pue

blos de Moros, Ronda, Cambil, Illora, Archidona, Setenil, sin otros de menos cuenta. La misma ciudad de Loxa rindieron, que era muy fuerte: pusieron cerco á la fortaleza, do parte de la gente se fortificara, en cuyo favor vino de Granada Juzeph Abencerrage; pero fué vencido en batalla, y muerto por los nuestros que acudieron á estorballe el paso. La lealtad y constancia le fué perjudicial, y querer continuar en servir al Rey Mahomad su señor, sin embargo que los naturales en gran parte por el odio que tenian al gobierno presente, se inclinaban á dar el reyno á Benalmao. Por esto el Rey Mahomad el Izquierdo, visto que no tenia fuerzas iguales á sus contrarios asi por ser ellos muchos, como porque los nuestros con diversas mañas los atizaban y animaban contra él, dexada la ciudad de Granada en que prevalecia aquella parcialidad, se resolvió de irse á Málaga y alli esperar mejores temporales. Con su partida Benalmao fué recebido en la ciudad el primer dia del año de mil y quatrocientos y treinta y dos, que se contara de 1432. los Moros ochocientos y treinta y cinco años, el mes Iamad el primero; en el qual mes al Infante de Portugal Don Duarte nació de su muger Doña Leonor un hijo que se llamó Don Alonso, y fué adelante muy conocido por muchas desgracias que le acontecieron. Los ciudadanos de Granada á porfía se adelan taban á servir al nuevo Rey, la mayor parte con voluntades llanas, otros acomodándose al tiempo, y por el mismo caso con mayor diligencia y rostro mas alegre, que en gran manera sirve á representaciones y ficciones semejantes. El mismo Rey hizo juramento que estaria á devocion de Castilla, y sin engaño pagaria cada año de tributo cierta suma de dineros, segun que lo tenian concertado, de lo qual se hicieron escrituras públicas. Las cosas estaban desta manera asentadas, quando la fortuna, ó fuerza mas alta poderosa en todas las cosas humanas, y mas en dar y quitar principados, las desbarató en breve con la muerte que sobrevino á Benalmao. Era ya de mucha edad, y asi falleció el sexto mes de su reynado á veinte y quatro de junio en el mes que los Moros llaman Iavel. Con esto Mahomad el Izquierdo de Málaga do se entretenia con poca esperanza de mejorar sus cosas, sabida la muerte de su contrario, fué de nuevo llamado al reyno, y recebido en la ciudad no con menor muestra de aficion que el odio con que

« AnteriorContinuar »