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segun que adelante se verá. Los Vizcaynos de tiempo muy antiguo divididos en dos parcialidades, Oñez y Gamboas, por este tiempo gravemente se alborotaron. Para sosegarlos envió el Rey á Pero Fernandez de Velasco, el qual por muerte de su padre (que tenia el mismo nombre y fué enterrado en Medina de Pomar) poco antes sucedió en el condado de Haro. Este caballero luego que partido de Madrid llegó á Vizcaya, apaciguó aquella provincia que de mucho tiempo atrás andaba alborotada. Acordó para sosegallo todo desterrar de toda la tierra las cabezas de los dos bandos, que se llamaban el uno Pedro de Avendaño y el otro Juan de Moxica. Concedió el Papa Paulo Segundo en esta sazon jubileo y perdon de los pecados á los que acudiesen con cierta limosna, los ricos de quatro reales, los medianos de tres, y los mas pobres de dos: del dinero que se juntase, las dos partes queria fuesen para el edi. ficio de la iglesia mayor de Segovia, la tercera parte se reservaba para el mismo Papa. Publicóse el jubileo en Segovia: acudió desde Madrid el Rey Don Enrique para ganalle, que fué devocion señalada. En Portugal en la villa de Setubal falleció el Duque de Viseo á ocho de setiembre en edad de treinta y siete años. Dexó por heredero á su hijo Don Diego. Su cuerpo del monasterio de San Francisco de aquella villa en que le depositaron, trasladaron á Beja, ciudad púesta á la raya de Pórtugal: allí le sepultaron en la iglesia de là Concepcion, la qual con un monasterio de monjas que tenia pegado, á su costa fundó la Duquesa Doña Beatriz su muger. En Valladolid á la misma sazon un grande alboroto se levantó: el pueblo tomó las armas contra los que venian de raza de Judios, dado que fuesen bautizados. Acudieron desde la villa de Dueñas el Rey Don Fernando y Doña Isabel para enfrenar los alborotados: poco faltó que no les perdiesen el respeto los amotinados, y les hiciesen algun desaguisado. La parte mas flaca, y que era mas aborrecida por ser de linage de Judíos, Hamó en su favor al Rey Don Enrique, que fué medio para reducir á su › servicio aquel pueblo. Para su gobierno y seguridad nombró al Conde de Benavente : hízole otrosí merced de las casas de Juan der Bivero, persona que por favorecer grandemente á la otra parcialidad, y seguir con grande aficion el partido de Doña Isabel y de Don Fernando, tenia muy ofendido al Rey Don Enrique.

TOMO V.

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Volviéronse los Príncipes á Dueñas : en aquella villa Doña Isabel á dos de octubre parió una hija que tuvo su mismo nombre. Los embaxadores que tornaron de Francia, volvieron á hacer instancia sobre el casamiento de que se trató antes: vino el Rey en que se hiciese, el Marqués de Santillana ya que lo tenian todo á punto, traxo consigo á la Princesa Doña Juana. Por este servicio, y habella guardado, le hizo el Rey la merced de Alcocer, Valdolivas y Salmeron, villas muy principales del Infantado. Pertenecian al Marqués de Villena como dote que eran de la Condesa de Santistevan su muger: en recompensa le dieron y en trueque la villa de Requena con los derechos del puerto, que son de mucho interés por estar aquel pueblo á la raya del reyno de Valencia. Para concluir los desposorios señalaron el valle de Lozoya, que está entre Segovia y Buytrago, y en él el monasterio muy señalado y muy rico de Cartuxos, que se llama el Paular. Acudieron allí (como lo tenian concertado) el Rey y la Reyna con su hija: demas desto el maestre de Santiago, el arzobispo de Sevilla, el Duque de Arévalo, el obispo de Sigüenza y sus hermanos: el acompaña miento y libreas muy lucidas y costosas. Como estuvieron juntos, en un público auto que para esto se hizo, renunciaron todos los presentes los homenages hechos á la infanta Doña Isabel. Tras esto se celebraron los desposorios de la Princesa Doña Juana un dia viérnés á veinte y seis de octubre : el Rey y la Reyna juraron que era su hija legítima; los grandes otro sí le hicieron pleyto homenage, con que quedó jurada por Princesa y por heredera del reyno. Desposóse como procurador y en nombre del Duque Cárlos con la doncella y pretensa Princesa el Conde de Boloña. Hizo la ceremonia y desposólos el cardenal Albigense. Concluida toda la solemnidad, y despedida la junta, se levantó un torbellino al volver á Segovia de vientos, de agua y de nieves tan grande que los embaxadores de Francia se vieron en peligro de perder la vida y murieron algunos de sus criados. Algunos pronosticaban por esto que aquel desposorio seria desgraciado, gente curiosa y dada á se mejantes vanidades. Desde Segovia los embaxadores alegres por dexar concluido lo que pretendian, șe volvieron á Francia: para mas honrallos los acompañó hasta Búrgos el obispo de Sigüenza Don Pero Gonzalez de Mendoza por órden del

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Rey. Todo era abrir las zanjas para una nueva y gravísima guer, ra que resultara entre España y Francia, si los Santos desde el cielo con ojos piadosos no desbarataran aquella tempestad. Fué asi que al Rey de Francia poco antes desto nació un hijo que se llamó Cárlos, con que el Duque de Guiena perdió la esperanza que tenia de suceder en el reyno de su hermano; y aun poco adelante, que no pasaron dos años, perdió el mismo tambien la vida : con que se desbarataron estas tramas, según que se tornará á referir en su propio lugar.

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Capítulo XVI.

De la muerte de tres Principes.

En un mismo tiempo las fuerzas de Aragon se aumentaron con el casamiento de Castilla, y en otras partes andaban trabaxadas porque la guerra de Cataluña continuaba en su mayor fuerza, la isla de Cerdeña y el reyno de Navarra se alborotaron de nuevo: la ocasion fué diferente, la porfía y rabia semejante. Los Sardos se movian á contemplacion, y debaxo de la conducta de Leonardo de Alagon, hijo que era de Artal de Alagon señor de Pina y de Sástago, y de parte de su madre Benedicta Arborea venia de los Arboreas, casa antigua y poderosa en aquella isla. Fundado pues en este derecho, por muerte del marqués de Oristan Salvador Arborea que falleció sín hijos tomó las armas para apoderarse de aquel estado, por no asegurarse de podelle alcanzar por las leyes y en juicio. Hobo en la prosecucion desto encuentros en diversos lugares con que ganó al Rey y á otros señores muchos pueblos y castillos. Era virey Nicolas Carroz, persona de mas autoridad que de fuerzas y poder para sosegar aquellos movimientos, que fué causa de alargarse la guerra. En Navarra el conde de Fox con codicia de reynar acudió á las armas, y ayudado de los Biamonteses se apoderó de gran parte de la tierra, y tenia sus estancias puestas sobre Tudela con tan gran determinacion, que perdida la esperanza de que por su voluntad hobiese dé desistir, el Rey envió delante con gentes al arzobispo de Zaragoza, No pareció bastante esta prevencion para allanar al

Conde: el mismo Rey de Aragon, sin embargo de su edad, acompañado de buen número de soldados, acudió al peligro, y forzó al yerno á levantar el cerco. Tratóse de concertarse por medio de embaxadores que de ambas partes se enviaron; en fin en Olite se hizo la avenencia, y se dexaron las armas. Quedó el de Aragon conforme á lo que concertaron, con el nombre y título solo de Rey de Navarra, el gobierno se encargó para siempre al conde de Fox y á su muger, quando una muy triste nueva que vino de Francia, alteró grandemente la una y á la otra parte, como desgracia que á todos tocaba. Esto fué que entre los demas regocijos que Cárlos duque de Guiena hacia por sus desposorios concertados con la princesa Doña Juana, banquetes, juegos y saraos, en una justa que se tuvo, hirió grave y mortalmente á Gaston hijo del conde de Fox una astilla que de su misma lanza, que quebró en los pechos del contrario, se le entró por la visera: sucedió este desastré á veinte y tres de noviembre dia viernes. Murió en edad de vein. te y seis años: su cuerpo de Liburna, donde falleció, por mandado de su cuñado el duque de Guiena fué llevado á Burdeos, y sepultado en San Andrés, que es la Iglesia mayor de aquella ciudad. Dexó dos hijos de su muger madama Madalena, el uno se llamó Francisco Phebo y la hija madama Catharina, entonces de poca edad, y adelante consecutivamente Reyes de Navarra. Todo esto ponia en gran cuydado, y aquexaba el corazon del Rey de Aragon: sobre todo le atormentaba el peligro en que via puesto á su hijo Don Fernando, porque ni era seguro dexalle en Castilla, do tenia muchos contrarios al Rey por enemigo, ni era á propósito llamalle por no estar asegurado el derecho de su sucesion, ni saberse en qué pararian aquellos debates, en especial que se rugia que el arzobispo de Toledo, persona de tanta importancia para todo, andaba desabrido. Por su mucha ambicion y deseo que tenia de mandallo todo llevaba mal que Don Fernando se aconsejase y comunicase sus puridades con Gutierre de Cárdenas y con el Almirante Don Alonso Enriquez su tio : ademas que en cierta ocasion como mozo se dexó una vez decir que estaba determinado no sufrir que nadie se le calzase y le gobernase, cosa que á otros Príncipes acarreó mucho daño y afrenta. Esta palabra penetró mas hondo en el pecho del arzobispo de lo

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que fuera razon: estaba con resolucion de ausentarse. El Rey de Aragon avisado del desgusto, con maña procuró apartalle de aquel propósito y voluntad con una carta que escribió á su hijo, en que le reprehendia, y mandaba que en todas las cosas hiciese mas caso del consejo y parecer del arzobispo que de todos los demas, á quien decia debia respetar y regalar como á padre: no fué de mucho efecto esta diligencia por estar muy irritado el arzobispo, sin querer de todo punto recebir satisfaccion alguna. Por otra parte las cosas de Aragon en Catalu ña mejoraban, y parecia que en breve se acabaria la guerra, por la muerte que sobrevino á Juan duque de Lorena, que finó (muy á propósito) de una enfermedad á diez y seis de diciembre en Barcelona, do habia ido á invernar: su cuerpo sepultaron en la Iglesia mayor con enterramiento y honras muy moderadas. Verdad es que los alterados no por faltalles aque. lla cabeza y ayuda perdieron el ánimo, antes acordaron llamar en su socorro al Rey Francés, que entendian no dexaria de aceptar el partido para juntar con lo de Ruysellon y Cerda→ nia todo aquel principado. Con este intento publicaron un de2ereto y echaron bando en que mandaban que ninguno en los castillos y ciudades que se hallaban sin cabeza, fuese recebido por gobernador, ó alcayde, si no viniese en persona ó el mismo Renato duque de Anjou, ó Nicolas su nieto hijo del difunto, que ya se intitulaba príncipe de Aragon y duque de * Calabria, apellidos vanos y sin provecho. Buscaban ocasion de descompadrar para con buen color quitalles la obediencia y el mando, y ayudarse de brazo mas fuerte, por ser la edad del del otro poco á propósito para la guerra, y las fuerzas : no muy grandes. En Castilla tenia el Rey de Aragon diversas práticas para grangear los grandes: á Don Juan Pacheco prometian muy mayor estado, de que era muy codicioso: al arzobispo de Toledo, que parecia y se mostraba muy inclinado á mudar partido, aseguraban que á sus hijos Troylo y Lope se darian rentas y lugares, y se les harian otras ventajas: lo mismo hacian con los demas, que conforme á como los sentian aficionados, á unos conquistaban con promesas de dineros, á otros de diversas mercedes; mas ni Don Juan Pacheco ni el arzobispo se cebaron de esperanzas semejantes para dexars e engañar. Trataba de lo mismo el Rey Don Enrique, en esper

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