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cial pugnaba de traer á su servicio al de Toledo. No se podia entender de su condicion le vencerian con benignidad: pareció seria acertado usar de alguna fuerza; asi Vasco de Contreras por órden del Rey, ó con intento de serville, le tomó un su pueblo llamado Perales. El arzobispo como era de gran corage con gentes que llegó en su arzobispado, acudió á valer sus vasallos: púsose sobre aquella villa, y en su compañía Don Juan Arias obispo de Segovia. Acordó el Rey atajar aquellos bullicios, porque de aquel principio no se emprendiese alguna llama: partió luego para Madrid por año nuevo de mil quatro1471, cientos y setenta y uno. Dende acudió al cerco acompañado de ochocientos de á daballo: por esto el arzobispo dió la vuelta, alzado el cerco, à Alcalá, el Rey á Madrid. Buscóse una nueva traza para sosegar los prelados alborotados, en particular al de Toledo y al de Segovia. Ganó el Rey dos bulas del Padre Santo: en la una citaba al de Segovia para que dentro de noventa dias despues de la notificacion de aquellas letras parecie se personalmente en Roma; por el otro breve mandaba al arzobispo que se emendase, y obedeciese al Rey Don Enrique, y en caso que no cumpliese lo que le mandaba, cometia sus vecés á quatro canónigos de Toledo para que sustanciasen el proceso y cerrado se lo enviasen á Roma. Fueron estos quatro jueces nombrados y señalados, como en el breve se contenia, por el cabildo de la Santa Iglesia de Toledo; pero el maestre de Santiago con sus mañas hizo tanto que no pasaron adelante; y era cosa maravillosa que en aquella sazon no se tenia por afrenta jugar á dos hitos y usar de tratos dobles, especial entre los grandes, para cuyo acrecentamiento era provechoso que las cosas anduviesen revueltas, sin respeto alguno á lo que era honesto: tan grande era su codicia, y tal su ambicion. Asi todo el reyno parecia estar dado en presa, y cada qual de los señores se apoderaba de todo lo que podia. El Rey hizo merced al maestre de Santiago de la ciudad de Alcaraz, á Don Rodrigo Ponce conde de Arcos dió la isla de Cádiz con nombre de mar qués á instancia del mismo maestre de Santiago, y como por dote del público porque en aquella sazon, muerto el Conde su padre, casó con Doña Beatriz hija del maestre: parentesco enderezado y á propósito para hacer rostro al duque de Medina Sidonia, con quien el maestre y el Conde tenian grande enemi

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ga. Vizcaya se volvió á alborotar por causa que las dos cabezas de los bandos, Avendaño y Moxica, tornaron del destierro á la patria por el favor que el conde de Treviño les dió. Hizo él de mejor gana este oficio por estar encontrado con el conde de Haro Pero Fernandez de Velasco que los desterró. Acudieron estos dos señores cada qual con sus gentes, y entraron en Vizcaya movidos de aquellos alborotos: vinieron á las manos cerca de un pueblo llamado Monguia á veinte y siete de abril ; fué la pelea muy reñida. El de Treviño tenia mas infantería, gente mas á propósito que la caballería, por la áspereza de la tierra que es fragosa y doblada: los naturales otrosí tenian de su parte gente valiente, y conforme á la calidad y aspereza de los lugares sufridora de trabaxos: asi los contrarios fueron desbaratados y puestos en huida con muerte de algunos, mayormente de los hidalgos y gente noble y prision de muchos mas. El Rey Don Enrique avisado del peligro y de lo que pasaba, sin dilacion se partió para Burgos, de allí pasó á Orduña á grandes jornadas. Con su venida todo se apaciguó: mandó á los unos y á los otros desembarazasen la tierra, y pusiesen entre sí treguas entretanto que se trataba de concertar todos aquellos debates; y en particular hizo que á los que prendie ron en el encuentro pasado, los pusiesen en libertad. Tras es to en todo el reyno de Castilla se hicieron grandes levas de gentes, en especial fueron llamados los grandes: todo se enderezaba á forzar á Don Fernando y á Doña Isabel á que saliesen de todo el reyno. Verdad es que por consejo del maestre de Santiago se dexó este intento: decia seria mas á propósito vencellos por maña que con fuerza; que aquel género de victo ria era mas excelente, y necesario para la república trabaxada con tantos males. Este parecer prevaleció, que ninguno se atrevió á contradecille, ni aun el mismo Rey, dado que enten dia lo contrario. Toledo y Sevilla á un mismo tiempo se albo. rotaron por estar de tiempo antiguo divididas en parcialidades: los de Toledo en Ayalas y Silvas; cabeza de los Silvas era el conde de Cifuentes, y de los Ayalas el de Fuensalida. Para remedio deste daño á instancia del obispo fray Pedro de Silva casó el conde de Cifuentes con Doña Leonor hija del conde de Fuensalida: lo que pensaban seria para sosegarse, fué ocasion de mayor revuelta por haber dado en trada contra la voluntad

del Rey en aquella ciudad no solo al conde de Cifuentes, sino á Don Juan de Ribera su tio de parte de madre, que venian el uno á desposarse, y el otro á hallarse en los regocijos y honrar la fiesta. Los Silvas por hallarse con su cabeza tomaron las armas contra sus contrarios con tanta rabia que el Rey Don Enrique fué forzado á acudir con toda presteza, y pacificado el alboroto, quitó al conde de Fuensalida el gobierno de la ciudad en que por muchos años continuára, y puso en su lu→ gar á Garci Lopez con nombre de asistente para que la gobernase. En Sevilla el marqués de Cádiz fué echado por el duque de Medina Sidonia de aquella ciudad. El Marqués en venganza en cierto encuentro mató dos hermanos bastardos de su contrario, y junto con esto tomó por fuerza á Medina Sidonia. Resultó desta reyerta una guerra formada, la qual Don Iñigo Lopez de Mendoza conde de Tendilla enviado para este efecto sosegó mas por maña que por fuerza y severidad. Medina Sidonia al tanto se restituyó á cuya era. Hizo grande falta para todo lo de Castilla la muerte del Papa Paulo Segundo: falleció á veinte y cinco de julio. En el tiempo de su pontificado concedió grandes bienes y favores á toda nuestra nacion. Sucedió en su lugar á nueve del mes de agosto el cardenal Francisco de la Ruvere frayle de la órden de los Menores: Hla móse Sixto Quarto; persona de no menor bondad que el pasa do, ni menos aficionado á nuestra España. A la misma sazon un esquadron de Moros rompió por la parte del Andalucía la tierra adentro, y hizo grandes estragos en la comarca de Alcántara: fué tan grande la presa y los despojos, que apenas los Moros por ir tan cargados podian marchar en ordenanza. Pará satisfacerse deste daño, y para divertir al enemigo, por mandado del Rey el marqués de Cádiz con sus gentes tomó en el reyno de Granada por fuerza de armas. la villa de Cardella: dexó en ella poca gente de guarnicion, y así en breve tørnó á perderse y á poder de Moros.

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Capítulo XVII.

Como falleció Cárlos Duque de Guiena.

FUE este año dichoso para los Portugueses, y no menos pa; ra el reyno de Aragon. En Portugal el Rey Don Alonso con una gruesa armada que juntó de no menos que trecientos baxeles entre mayores y menores, desde Lisboa se hizo á la vela mediado el mes de agosto con intento de volver á la guerra de Africa. Llevaba en su compañía al príncipe Don Juan su hijo para que en aquella guerra sagrada diese principio al exercicio de las armas, y con él de todo el reyno lo mas granado y mas noble: todo el exército era como de treinta mil hombres. Con estas gentes de su primera llegada tomó por fuerza á los Moros la villa de Arcilla: murieron dos mil enemigos demas de cinco mil que vendieron por esclavos, con que se juntó buena suma de dineros. Costó la victoria sangre á los Portugueses, ca murió mucha gente noble, en particular los condes, el de Montesanto llamado Don Alvaro de Castro, y el de Marialva por nombre Don Juan Coutiño cuyo cuerpo muerto como el Rey le viese, vuelto á su hijo: « Oxalá (dixo ) Dios te haga tal y tan grande soldado. » Con el aviso de lo que pasó en Arcilla, espantados los Moros de Tanger á la hora desamparada la ciudad se huyeron : encomendóla el Rey á Rodrigo Merlo para que la guardase. En Arcilla y en Alcázar dexó á Don Enrique de Meneses conde de Valencia, y concluidas en breve tiempo cosas tan grandes, volvió triumphante con su armada entera á su tierra. Hizo en esta jornada a Don Alonso Basconcelo conde de Panella en recompensa de muchos servicios que le hizo. En Cataluña la ciudad de Girona despues de la muerte del duque de Lorena volvió á poder del Rey de Aragon por entrega de los ciudadanos. Los enemigos que restaban, cuyos principales capitanes eran Reyner hijo bastardo del duque de Lorena, y Jacobo Galeoto, fueron parte apretados con cerco que los de Aragon pusieron sobre un pueblo llamado San Adrian á la ribera del rio Bese, otra parte yendo desde Barcelona que cae cerca, á dar socorro á los cercados, fué en una pelea muy

brava vencida y desbaratada por Don Alonso de Aragon, que era general en aquella guerra por su padre. El Rey aunque se hallaba en tan larga edad, no cesaba de perseguir á los enemigos con gran diligencia en la comarca de Ampurias. Tenia sus reales cerca de Toroella: vió en sueños segun dicen la imágen de un valiente soldado que murió en aquella guerra; amonestábale no moviese de allí sus reales, que de otra manera corria peligro. El Rey por no hacer caso de cosas semejantes, como casuales, partió de allí con sus gentes, y ganado que hobo á Roses, en el cerco que tenia sobre la villa de Peralada, de noche en una encamisada con que dió sobre él el conde de Campobasso capitan de los contrarios, estuvo á punto de perecer. La priesa y sobresalto fué tal que muertas las centinelas, de. sarmado y medio desnudo fué forzado á recogerse para salvarse dentro de la villa de Figueras: sin embargo el dia siguiente volvió al cerco, y dió la tala á los campos, con que últimamente los cercados fueron forzados á rendirse. Allanada toda aquella comarca, pasó con sus reales sobre Barcelona: fué este cerco de la ciudad de Barcelona muy largo. El de Aragon estaba determinado de no usar de fuerza y antes ganar aquella gente con maña; ¿mas qué le prestara destruir, saquear y quemar aquella nobilísima ciudad? á qué propósito darla en prenda á los soldados, y no mas aina con la clemencia, y conservar la vida y riqueza de sus ciudadanos, ganar para sí gloria inmortal y provecho muy colmado? En Castilla la Vieja los Reyes Don Fernando y Doña Isabel procuraban atraer á sí muchos pueblos: algunos se les entregaron entre ellos Sepúlveda. Determinaron con esto de llamar al arzobispo de Toledo que se entretenia en Castilla la Nueva; y conforme á lo que mandó su padre el Rey de Aragon, le prometian de poner á sí y á sus cosas en sus manos, y para mas obligalle luego que le tuvieron aplacado, en su compañía con buen número de caballos que les seguian, se fueron á Tordelaguna villa del mismo arzobispo en el reyno de Toledo, de sitio y tierra apacible, Cárlos duque de Guiena en esta sazon sin hacer caso del casamiento de Doña Juana por no saberse cuya hija era, y andar el dote en balanzas, trataba de casarse con hija del duque de Borgoña á instancia del padre de la doncella y tambien por su voluntad. Asi luego que esto vino á noticia del Rey Don Enrique, desde

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