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antes le echaron: tanto puede muchas veces un poco de tiempo para trocar las cosas y los corazones: muchos despues de desterrado y ido se movian á tenelle compasion. Vuelto al reyno, en lugar del Abencerrage nombró por gobernador de Granada á un hombre poderoso llamado Andilbar. Puso treguas con el Rey de Castilla, que le fueron (bien que por breve tiempo) otorgadas, A la raya de Portugal los Infantes de Ara◄ gon no cesaban de alborotar la tierra. Los tesoros del Rey consumidos con gastos tan continuos no bastaban para acudir á tantas partes. Esta fué la causa de asentar con los Moros aquellas treguas. Demas desto en parte pareció condescender con los ruegos del Rey de Tunez, el qual con una embaxada que envió á Castilla, trabaxaba de ayudar aquel Rey por ser su amigo y aliado. Para reducir al maestre de Alcántara, y apartalle de los Aragoneses, fué por órden del Rey Don Alva, ro de Isorna obispo de Cuenca, por si con la autoridad de Perlado

ysel deudo que tenian los dos, pudiesen detener al que se despeñaba en su perdicion, y reducille á mejor partido. Toda esta diligencia fué de ningun efecto: no se pudo con él acabar cosa algnna, si bien no mucho despues entendiendo que el maestre éstaba arrepentido, se dió cuydado al doctor Franco de aplacalle y atraelle á lo que era razon. El como hombre de ingenio mudable y deseoso de novedades, al qual desagradabą lo que era seguro, y tenia puesta su esperanza en mostrarse temerario, de repente como alterado el juicio entregó el casti llo de Alcántara al Infante de Aragon Don Pedro, y al dicho Franco puso en poder de Don Enrique su hermano: exceso tan señalado, que cerró del todo la puerta para volver en gracia del Rey: la gente eso mismo comenzó á aborrecelle como á hombre aleve, y que con engaño quebrantara el derecho de las gentes en maltratar al que para su remedio le buscaba. Al almirante Don Fadrique y al adelantado Pedro Manrique con buen número de soldados dieron cargo de cercar á Alburquerque, y de hacer la guerra á los hermanos Infantes de Aragon. Gutierre de Sotomayor comendador mayor de Alcántara prendió de noche en la cama al Infante Don Pedro primer dia de julio, no se sabe si con parecer del maestre su tio que temia no le maltratasen los Aragoneses, si porque él mismo aborrecia el parecer del tio en seguir el partido de los Aragoneses, y

pretendia con tan señalado servicio ganat la yoluntad del Rey> la suma es que por premio de lo que hizo fué puesto, en el Jugar de su tio. A instancia del Rey los comendadores de Alcántara se juntaron á capítulo: allí Don Juan de Sotomayor fué acusado de muchos excesos, y absuelto de la dignidad; he cho esto, eligieron para aquel maestrazgo á Don Gutierre sú sobrino. El paradero de cada uno suele ser conforme al parti do que toma, y el remate semejable á sus pasos y méritos. Los señores de Castilla que tenian presos, fuéron puestos en libertad sea por no probárseles lo que les achacaban, sea porque muchas veces es forzoso que los grandes Príncipes ‹ disimulen, especial quando el delito ha cundido mucho.

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Con la vuelta que dió á España Don Alonso Rey de Aragon (como arriba queda demostrado ) hobo en Nápoles gran mu→ danza de las cosas y mayor de los corazones. Muy gran parte de aquel reyno estaba en poder y señorío de los enemigos: los mas señores favorecian á los Angevinos pocos, y estos de se→ creto, seguian el partido de Aragon, cuyas fuerzas como apel nas fuesen bastantes para una guerra, en un mismo tiempo se dividieron en muchas ; y sin mirar que tenian tan grande guer. ra dentro de su casa y entre las manos, buscaron guerras estrañas. Fué así que los Fregosos, una muy poderosa parcialidad entre los ciudadanos de Génova, echados que fueron de su patria y despojados del principado que en ella tenian, por Philipo duque de Milan, acudieron con humildad á buscar socorros estraños. Llamaron en su ayuda á Don Pedro Infante de Aragon, que á la sazon en Nápoles con pequeñas esperan zas sustentaba el partido del Rey su hermano. Fué él de buena gana con su armada, por la esperanza que le dieron de hacelle señor de aquella ciudad; á lo menos pretendia con aquel so corro que daba á los Fregosos, vengar las injurias que en la guerra pasada les hizo el duque de Milan. No fué vana esta empresa, ca juntadas sus fuerzas con los Fregosos y con los Flis

cos, quitó al duque de Milan muchos pueblos y castillos por todas aquellas marinas de Génova. Despertóse por toda la provincia un miedo de mayor guerra : los naturales entraron con aquella ayuda en esperanza de librarse del señorío del duque por el deseo que tenian de novedades. El duque de Milan cuydadoso que si perdia á Génova, podia correr peligro lo demas de su estado, se determinó de hacer paces con los Aragoneses. Para esto por sus embaxadores que envió á España, prometió al Rey sin sabello los Ginoveses que le entregaria la ciudad de Bonifacio cabeza de Córcega, sobre la qual isla por tanto tiempo los Aragoneses tenian diferencia con los de Génova. Pareció no se debia desechar la amistad que el Duque ofrecia con partido tan aventajado por esto el Rey de Aragon envió á Italia sus embaxadores con poder de tratar y concluir las paces. No se pudo entregar Bonifacio por la resistencia que hizo el senado de Génova, pero dieron en su lugar los castillos y plazas de Portuveneris y Lerici. Tomada esta resolucion, el Infante Don Pedro llamado desde Sicilia donde se habia vuelto, puso guarnicion en aquellos castillos, y dexando seis galeras al sueldo del duque Philipo para guarda de aquellas marinas, se partió con la demas armada. En conclusion talado que hobo y sa→ queado una isla de Africa llamada Cercina, hoy Charcana, y del número de los cautivos por tener grandes fuerzas suplido los remeros que faltaban, compuestas las cosas en Sicilia y en Nápoles como sufria el estado presente de las cosas, se hizo á la vela para España (como arriba queda dicho) en socorro de sus hermanos, y para ayudallos en la guerra que hacian contra Castilla, ni con gran esperanza, ni con ninguna de poderse en algun tiempo recobrar el reyno de Nápoles: las fuerzas de la parcialidad contraria le hacian dudar por ser mayores que las de Aragon : poníale esperanza la condicion de aquella nacion, acostumbrada muchas veces á ganar mas fácilmente estados de fuera con las armas que sabellos conservar, como de ordinario á los grandes Príncipes antes les falta industria para mantener en paz los pueblos y vasallos que para vencer con las armas á los enemigos. Representábasele que las costumbres de las dos naciones Francesa y Neapolitana eran diferentes, los deseños contrarios: por donde en breve se alborotarian, y entraria la discordia entre ellos, que es el postrero de los males.

De la Reyna y de los cortesanos, como de la cabeza „laocor, rupcion y males se derramaban en los demas miembros de la república. Juzgaba por ende queren breve pereceria aquel est tado forzosamente, y se despeñaria en su perdicion,¡ aunque ninguno le contrastase. No fué vana esta consideracion, por, que el de Anjou fué enviado por la Reyna á Calabria con órden que desde allí cuydase solo de la guerra, sin embarazarse en alguna otra parte del gobierno ni poner en él maño. El que dió este consejo, fué Caracciolo senescal de Nápoles : pretendia, alexado su competidor, reynar él solo en nombre ageno : cosa que le acarreó odjo, y al reyno mucho mal. Deste principio como quier que se aumentasén los odios, pasó el negocio tan adelante que el Aragonés fué por Caracciolo Hamado al reynol Prometíale que todo le seria fácil por haberse envegecido y en, flaquecido con el tiempo el poder de los Franceses : que él y los de sú valía se conservarian en su fe, y seguirian su partido, No se sabe si prométia esto de corazon, ó por ser hombre, de ingenio recatado y sagaz queria tener aquel arrimo y ayuda para todo lo que pudiese suceder. Con mas llaneza Antonio Ur? sino príncipe de Taranto seguia, la amistad del Rey, hombre noble, diligente, parcial, deseoso de, poder y, de riquezas F por esto con mas cuydado solicitaba la vuelta del Rey de Araf gon. Avisaba qué ya los tenia cansados la liviandad francesa (como él hablaba){ yɛsul arrogancia : que la aficion de los Aragoneses y su bando estaba en pie de los otros muchos de secreto le favorecian : que luego que llegase, toda la nobleza y aun el pueblo por odio de la torpeza y soltura de la Reyna se juntaria con él, y todavía si se detenia, no dexaria de buscar otras ayudas de fuera, Despertó el Aragonés con estas letras y fama; pero ni se fiaba mucho de aquellas promesas magníficas, ni tampoco menospreciaba lo que le ofrecian. Tenia por cosa grave y peligrosa, si no fuese con voluntad de la Reyna, con, trastar de nuevo con las armas sobre el reyno de Nápoles. Sin embargo, dexados sus hermanos en España, él apercebida una armada en que se contaban veinte y seis galeras y nueve naves gruesas; se determinó acometer las marinas de Africa, por parecelle esto á propósito para ganar reputacion, y entretener de mas cerca en Italia la aficion de su parcialidad. Hízose con este intento á la vela desde la ribera de Valencia, y despues

de tocar á Cerdeña llegó á Sicilia. Tenian los Franceses cerca! do en Calabria un castillo muy fuerte llamado Trupia. Apres tabante de tab maqera que los de dentro concertaron de ren, diyse y si dentro de veinte dias no les viniese socorro Deseába el Rey de Aragon acudir desde Sicilia, do fué avisado de lo que pasaba. No pudo llegar á tiempo por las tempestades que se levantaron, que firé la causa de rendirse el castillo al mismo tiempo que él llegabas En Mecina se juntaron con la armada aragonesa otros setenta baxeles, y todos juntos fueron la vuel→ ta de: los Gelves gouna isla en ta riberande Africa, que se ene tiende por los antiguos fué llamadas Ivotophagite o Meninge. Está cercana á la sirte menoroj yblena de muchos y peligrosos baxíos, que se mudan con la tempestad del mar por pasarse el cieno y la arena de una parte á otra apartada de tierra fir! me obra de quatro millas, llena de moradores, y de mucha fresċtíra¿Por la parte, de Poniente se junta mas con la tierra por una puente que tiene para pasar á ellagode una milla de Hatgo. Era dificultosa la empresa y el acometer das isla por su fortaleza y los muchos Moros que guardaban la riberal; porque Bofferriz Rey de Túnez, avisado del intento del Rey Don Alon 30, acudió sin dilación á la defensa. Tomaron doşide Aragon la puente luego que llegaron, dieron otrosí la batalla á aquel Rey bárbarog fueron vencidos los Moros y forzados á retirar, se dentro de sus reales. Entraron en ellos los Aragoneses 9 y por algun espacio se peleó cerca de la tienda del Rey con muer te de los mas valientes Moros. El mismo Bofferriz perdida la esperanza escapó á uña de caballo, los demas se pusieron al tanto en huida. La matanza no fue muy grande, ni los despo jos que se g ganarono dado que les [tomaron veinte tiros cón todo esto no se pudieron apoderar de la isla. Detuviéronse de propósito los Isleños con engaño mucho tiempo en asentar las condiciones, con que mostraban quererse rendir. Por esto la armada (coino ellos.1o pretendian) fué forzada por falta de vituállas de volverse a Mecina. Allí se trató de la manera que se podria tener para recobrar á Nápoles. Ofrecíase nueva ocasion; * fué que Juan Caracciolo por conjuracion de sus enemigos, que engañosamente le dixeron que la Reyna le llamaba, al ir a palacio faé muerto á diez y ocho de agosto. La principal mo vedora désté trato fué Cobella Ráfa muger de Antonio Marsa

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