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Doña Leonor pretendia volvella á recobrar con sus fuerzas y las de Castilla. Al mismo tiempo un nuevo miedo puso á los Reyes en mucho cuydado, y fué que Albóhacen Rey de Granana sin respeto de las treguas que se continuaban de algunos años atrás, rompió de repente por el reyno de Murcia con quatro mil de á caballo y hasta treinta mil de á pie. Causó aquel acometimiento mucho espanto, en especial por estar los Fieles seguros y descuydados. Tanto fué el miedo mayor, que á seis de abril dia de Pascua de Resurreccion tomó por fuerza en aquella comarca un pequeño lugar Hamado Ciesa, que quemó y derribó pasados á cuchillo los moradores. Demas desto hizo grandes presas de ganado mayor y menor con que los Moros dieron la vuelta á su tierra sin recibir algun daño, dado que Pedro Faxardo adelantado de Murcia salió á la defensa. El interés y daño no era de tanta consideracion quanto el peligro y molestia que sin estar apaciguados los alborotos de dentro se ofreciese ocasion de nueva guerra, y necesidad de vengar aquel agravio. Deseaban para todo abreviar con lo de Castilla. Los dos castillos que todavía se tenian por los Portugueses, el de Cantalapiedra y el de Castronuño, fueron de nuevo cercados y combatidos con toda la fuerza posible sin cesar hasta que se rindieron, primero Cantalapiedra á veinte y ocho de mayo, porque Castronuño por el esfuerzo de su capitan Mendavia se tuvo mas tiempo; pero al fin hizo lo mismo. Era tan grande el desgusto de los naturales por los daños que de aquel castillo recibieron, que acudieron, y porque no fuese en algun tiempo acogida de ladrones por ser de sitio muy fuerte, le abatieron por tierra. A los soldados destos dos castillos se dió licencia conformé á lo capitulado para que libremente y con su bagage se fuesen á Portugal; demas desto á Mendavia le contaron siete mil florines : capitan en lo demas esforzado, y que en particular ganó y merece gran renombre por haber defendido aquel castillo tanto tiempo contra el poder y voluntad de Reyes tan poderosos. La Rey na ponia no menor diligencia en sugetar á Truxillo, cuyo alcázar se tenia por el marqués de Villena. Avisaron á Pedro de Baeza, que tenia allí alpor cayde, rindiese aquella fuerza respondió al principio que no lo haria, si no fuese á tal que al marqués su señor restituyesen á Villena con las otras villas de aquel estado, segun que tenían

antes concertado; en que dió muestra de persona de mucha constancia y valor. La Reyna no rehusaba poner aquellos pueblos en tercería en poder de quien el alcayde nombrase, para que pasados seis meses se entregasen al marqués de Villena; mas él por sospechar algun engaño se entretenia, y no venia en hacer la entrega: finalmente por contentar á la Reyna el mismo marqués de Villena entró en el alcázar, y apenas pudo acabar con él hiciese la entrega que pedia la Reyna. Grande fué el desgusto que desta resolucion y mandato recibió el alcayde: no miraba su particular, sino por el deseo que tenia del pro y autoridad de su señor. Llegó á tanto, que hecha la entrega, se despidió del marqués y de su servicio enfadado de su mal término : quexábase que ni se movia por lo que á él le tocaba, ni tenia cuydado de la vida y libertad de los suyos; esto decia porque con la priesa no se acordó de capitular que al dicho alcayde y á sus soldados no se les hiciese daño. Deseaba el Rey Don Fernando por una parte ir al Andalucía para donde la Reyna Doña Isabel le llamaba, por otra visitar á Doña Juana su hermana antes que se embarcase para Italia; las cosas de Navarra le entretenian, y no le daban lugar para alzar dellas la mano. Hízose á la vela aquella señora por el mes de agosto en la playa de Barcelona en una armada en que vinieron para llevalla Don Alonso su antenado, y Don Pedro de Guevara marqués del Basto y otras personas principales: tocaron á Génova, en que fué muy festejada; últimamente apor. tó á Nápoles allí celebraron las bodas con toda suerte de juegos, convites, regocijos y galas á porfía asi bien los ciudadanos, como los cortesanos. En Sigüenza fundó un colegio de trece colegiales, y un monasterio de Gerónimos, título de San Anton, Juan Lopez de Medinaceli arcediano de Almazan y canónigo de Toledo, criado que fué del cardenal Pedro Gonzalez de Mendoza prelado á la sazon de Sevilla y de Sigüenza.

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Capítulo xv.

Como el Andalucia se apaciguó.

LAs demas partes de Castilla apenas sosegaban : las alteraciones del Andalucía todavía continuaban á causa que los señores cada qual por su parte se apoderaban de ciudades y castillos, y conforme á las fuerzas que tenia, robaba là gente y parece se burlaban de la magestad Real. El duque de Medina Sidonia tenia á Sevilla, el marqués de Cádiz á Xerez; Don Alonso de Aguilar estaba apoderado de Córdoba. El color que tomaban, era afirmarse contra los intentos de sus contrarios, y hacer resistencia á los Portugueses por caelles aquel reyno cerca. Lo que á la verdad pretendian, era acrecentar sus estados con los despojos y daños de la provincia: cosa que ordinariamente acaece quando los temporales andan revueltos, que se disminuyen las riquezas públicas, y crecen las particulares. Resultaba asimismo otro daño, que dentro de aquellas ciudades andaba la gente dividida en parcialidades: en la ciudad de Sevilla unos seguian al duque de Medina Sidonia, otros al marqués de Cádiz; en Córdoba traian bandos Don Alonso de Aguilar y el conde de Cabra, muy grandes y muy pesados. La Reyna Doña Isabel, aunque muchos se lo desaconsejaban por no tener bastante gente para si fuese necesario usar de fuerza, acudió primero á Sevilla: allí se apoderó del castillo de Triana y de las atarazanas que tenia el duque de Medina Sidonia, con mayor ánimo y esfuerzo que de muger se esperaba. El Rey Don Fernando desamparadas las cosas de Navarra, y en alguna manera asentadas las de Castilla la Vieja nombró por gobernador de Galicia á Pedro de Villandrando conde de Ribadeo: de lo demas de Castilla á su hermano don Alonso de Aragon y al condestable. Hecho esto, se resolvió de ir en persona al Andalucía para dar en todo el órden que convenia. De camino en Nuestra Señora de Guadalupe hizo sus votos y devociones; dió otrosí órden al duque de Alba y al conde de Benavente fuesen en su compañía, ca se recelaba dellos y tenia aviso que entre sí y con otros grandes trataban de

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