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por esto no le nombró en su testamento; antes por su mandado, y por ser ellos de nacion Franceses comenzaron los gobernadores á inclinarse á la parte de Francia: cosa muy perjudicial para ellos, y ocasion que en breve perdiesen aquel su antiguo reyno. Esto era la que se hacia en Navarra. En Caatilla andaban algunas opiniones nuevas en materia de religion. Fué asi que pedro Oxoniense lector que era de theología en Salamanca, hombre de ingenio atrevido y malo, publicó un libro lleno de muchas mentiras que no será necesario relatar aqui por me nudo, basta saber que principalmente se enderezaba contra la magestad de la Iglesia Romana, y el sacramento de la confesion: por una parte décia que el Sumo Pontifice en sus decre tos y determinaciones puede errar, por otra porfiaba que los sacerdotes no tenian poder para perdonar los pecados, y que la confesion no era institucion de Christo, sino remedio inventado por los hombres, aunque provechoso para enfrenar la maldad y la libertad de pecar. Para reprimir este atrevi miento el arzobispo de Toledo por mandado del Papa Sixto juntó én Alcalá, donde era su ordinaria residencia, personas muy doctas, con cuya consulta condenó aquellas opiniones, ŷ puso pena de descomunion á su autor, si no las dexaba y retrataba: pronuncióse esta sentencia á veinte y quatro de mayo, y poco despues el Pontífice Sixto la confirmó en una bula suya. Escribió contra el dicho Pedro un libró asaz grande Juan Prexano, the logo señalado en aquella edad, y adelante obis po de Ciudad Rodrigo: su estilo es grosero, conforme al tiempo, el ingenio agudo y escolástico. Hacíase la guerra sobre el estado de Villena, ca el marqués porque no cumplian con él, acudió a las armas, y en sazon que la gente del Rey se puso sobre Chinchilla, el marqués de Villena vino á dalle socorro, y con su venitla forzó á los contrários á álzar el cerco. Demas desto de los dos capitanes principales que hacian la guerra por el Rey, Pero Ruiz de Alarcon fué desbaratado cerca del Alverca por Pedro de Baeza, y Don Jorge Manrique en una nueva refriega que tuvo con el mismo Pedro de Baeza cerca de Cañavete, salió herido, de que poco despues murió: gran lástima que tal ingenio faltase en lo mejor de su edad. El marqués de Villena quedaba por el mismo caso cargado de haber tomado las armas contra la gente del Rey: él se escusaba con las insolen

cias de aquellos capitanes que le forzaron á defendérse; alegaba otrosí que no tenia otros nuevos tratos ni con el Rey de Portu gal, ni con el arzobispo de Toledo. Estas escusas, sea verdaderas, sea aparentes, ültimamente le valierón para que no fuese mas maltratado, ni se procediese con mas aspereza contra él. Sucedió en esta guerra un caso extraordinario y digno que se sepa. Los del Rey bicieron ahorcar á seis de los muchos prisioneros que tenian: en venganza destó Juan Berrio capitan por el Marqués mandó que se hiciese otro tanto con los cautivos que tomára de los contrarios. Echaron suerte entre todos para se executar: tenían presos dos hermanos, el uno que tenia muger y hijos, el otro mancebo, cuyos nombres no se saben, el caso és muy cierto; cupo la triste suertè al casa dó, y executárase si no fuera por la instancia del otro hermano que se ofreció en su lugar para ser puesto en el paló, como al fin se hizo des-pues de muchas lágrimas y porfía que hobo entre los dos, con grande lástima de todos los que se hallaron presentes á un tan C triste y tan cruel espectáculo.

1.

Capitulo xx.

Dé las paces que se hicieron entre Castilla y Portugal.

A los Reyes Don Fernando y Doña Isabel vino nueva de la muerte del Rey Don Juan, y de la herencia que por el mismo caso les venia de la corona de Aragon en sazón que en Estremadura se ocupaban en apaciguar los alborotos que en aquella tierra causaban la condesa de Medellin Doña Beatriz Pacheco y él clavero de Alcántara Don Alonso de Monroy. La Condesa era de ánimo más que de muger, pues tuvo preso algunos años a su mismo hijo Don Juan Portocarrero, y por remate le echo de su casa; que fué la causa para tomar las armas, ca temia no la forzasen por justicia á restituir á su hijo aquel condado como herencia de su padre, sobre lo qual le tenia puesta demanda: pretendia otrosí no le quitasen la ciudad de Mérida', en que tenia puesta guarnicion de soldados. El clavero sentia mucho que le hobiesen injustamente, como él se quexaba ́, quitado el maestrazgo de su órden para dársele á Don Juan de

Zúñiga. Con este color se apoderaba con las armas de muchos Jugares de aquella órden. Demas desto trataban los Reyes de apercebirse para la guerra de Portugal, que se temia seria mas brava que antes. Pero como quier que todos se hallasen cansados, y entendiesen quán miserable cosa sea la guerra civil, que hace á los hombres furiosos, y al vencedor por gratificar á los que le ayudan, pone en necesidad de hacer muchos desaguisados contra su voluntad, acordaron de mover tratos de paz; de que tanto mayor deseo tenian los Portugueses que junto al Albufera dos leguas de Mérida quedaron rotos en una batalla señalada que les dió el maestre de Santiago á los veinte y quatro de febrero. El destrozo fué tan grande que pocos pudieron salvarse en Mérida, que como se ha dicho se tenia por la condesa de Medellin. En esta batalla el maestre se mostró muy prudente y esforzado; con él otros capitanes, entre los demas Diego de Vera, que mató al alférez Real y le tomó el estandarte. El premio al maestre quitalle la pension de tres cuentos que le pusieron quando los Reyes le dieron el maestrazgo: á Diego de Vera y á otros capitanes diferentes mercedes. Con esta ocasion Doña Beatriz, tia que era de la Reyna Doña Isabel de parte de madre, y duquesa de Viseo, viuda y tambien suegra de Don Juan Príncipe de Portugal, señora por todo esto de grande autoridad, y prudencia no menor, tomó la mano para concertar estas diferencias entre Portugal y Castilla. Era cosa muy larga para el Rey Don Fernando esperar el remate en que estas práticas paraban, por el deseo que tenia de ir a tomar posesion del reyno de su padre en que resultaban novedades en tanto grado que para enfrenar el orgullo de los Navarros, que en aquel reyno se habian apoderado de algunos castillos mal apercebidos, y no dexaban de hacer robos y cabalgadas en la tierra, los Aragoneses convocaron córtes sin dar al nuevo Rey dello parte resolucion que si bien no se tiene por ilícita conforme á los fueros de Aragon, era muy pesada, y convenia atajalla. Todo esto le puso en necesidad de remitir á la Reyna el cuydado de tratar y concluir las paces con su tia. Para este efecto se acordó entre las dos habla en la villa de Alcántara. Esto concertado, él se fué á Guadalupe para de camino visitar aquella santa casa, y hacer en ella sus votos y plegarias. Desde allí por Santolalla, villa no lexos de Toledo, y por Hariza y

Calatayud entró en Aragon. En Zaragoza hizo su entrada á veinte y ocho de junio con toda solemnidad y grande aplauso de la ciudad y concurso del pueblo que le salió al encuentro. Iba á su lado Luis Naia, el principal y cabeza de los jurados: el Rey quitado el luto, á caballo debaxo de un palio, vestido de brocado y con un sombrero muy rico. El pueblo á voces pedia á Dios fuese su reynado dichoso y de muchos años. Ocupóse en aquella ciudad en hacer justicia y dar grata audiencia á todos los que se tenian por agraviados. Poco despues pasó á Barcelona. Allí trató de recobrar lo de Ruysellon y de Cerdania, si bien por entonces no tuvo efecto: no estaba aun el negocio sazonado, dado que no andaba muy lexos de madurarse; solo por entonces se nombraron los quatro jueces para concertar todas las diferencias que resultaban entre el Rey de Francia y el de Aragon, conforme al acuerdo que en Bayona se tomó. De Barcelona dió el Rey vuelta á Valencia: allí fué recebido con las mismas muestras de alegría que en los otros estados. En aquella ciudad atendió á sosegar ciertos alborotos nuevos que se levantaron á causa que Don Ximeno de Urrea vizconde de Biota con mano armada al improviso prendió á Don Jayme de Pallas vizconde de Chelva, y con él á su muger: el achaque era que le pertenecian á él los pueblos de Chelva y de Manzanera que su contrario poseia. El que pudiera seguir su justicia, por acudir á las armas y usar de fuerza perdió su pretension, como era justo. Lo primero por mandado del Rey dexaron las armas: despues á cabo de tres años que duró el pleyto, los jueces movidos por el atrevimiento de Don Ximeno dieron contra él la sentencia, y adjudicaron aquellos pueblos á su contrario Don Jayme de Pallas. En el mismo tiempo la Reyna Doña Isabel y Doña Beatriz su tia se juntaron en Alcántara. Gastáronse dias en demandas y respuestas. Por conclusion pusieron por escrito estas capitulaciones: Que el Rey de Portugal no se intitulase Rey de Castilla, ni traxese en sus escudos las armas de aquel reyno; lo mismo hiciese el Rey Don Fernando en lo tocante al reyno de Portugal: que la pretensa princesa Doña Juana casase con el príncipe Don Juan hijo del Rey Don Fernando luego que él tuviese edad bastansi el Príncipe llegado á los años de discrecion no viniese en aquel casamiento, pagasen en tal caso sus padres á Doña

te:

que

TOMO V.

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Juana cien mil ducados: que todavía ella tuviese libertad, si le pareciese mucha la tardanza y no quisiese aguardar, de meterse monja: item que con Don Alonso nieto del Rey de Portugal y su heredero casase Doña Isabel hija de los Reyes de Castilla: á los nobles de Castilla no se les diese acogida en Portugal por ser ocasion de revueltas y alteraciones: de la navegacion y descubrimiento y conquista de las riberas de Africa á la parte del mar Océano, acordaron quedase para siempre por los Reyes de Portugal, sin que nadie les pusiese en ello impedimento: últimamente para seguridad que todas estas capitulaciones se cumplirian, la misma Doña Juana y Doña Isabel hija del Rey Don Fernando, y Don Alonso nieto del Rey de Portugal fuesen puestos como en rehenes para que la duquesa misma Doña Beatriz los tuviese en su poder en el casti llo de Mora; demas desto el Rey de Portugal á la raya de Castilla diese en prendas de que guardaria to concertado, otros quatro castillos. Desta manera se dexaron las armas, y cesó la guerra que duró tanto tiempo en gran daño de las dos nacio'nes, 'mayor de la Portuguesa. Los regocijos y procesiones que por estas paces el mes de octubre se hicieron en toda España, fueron extraordinarios. La una nacion y la otra, que antes se hallaban temerosas y cuydadosas del suceso y remate de aque lla guerra, trocaban el temor en alegría, y concebian en sus ánimos mejor esperanza para adelante. Todos alababan mucho la prudencia y valor de la duquesa de Viseo Doña Beatriz. El mismo Rey Don Fernando desde Valencia, dò le tomó esta alegre nueva, acudió á Toledo al fin deste año. Doña Isabel su muger Reyna mas esclarecida que antes y de mayor crédito por las paces que hizo tan á ventaja suya, le aguardaba en aquella ciudad. Allí se dobló aquella alegría á causa que la Reyna Doña Isabel parió á seis de noviembre una hija que se lla mó Doña Juana, la qual tenia determinado el cielo heredase finalmente los reynos de sus padres y de sus abuelos. Poco despues desto la pretensa princesa Doña Juana vista la burla que della se hizo, bien que con muestra de querella honrar, se metió monja en Santa Clara de Coimbra: manera de vida que si bien la tomó forzada de la necesidad, perseveró en ella muchos años en mucha virtud hasta lo postrero de su vida, enfadada de la inconstancia y variedad de las cosas que por

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