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no duque de Sessa, que tenia el primer lugar de privanza y'au toridad con la Reyna y aborrecia á Caracciolo con un odió mortal. Todo era abrir camino para que recobrase aquel reynó el Rey Don Alonso que no faltaba á la ocasión, antes solicita ba para que le acudiesen, á los señores de Nápoles. Envió una embaxada á la Reyna, y él se pasó á la isla de Ischla¦ que an tiguamente llamaron Enaria, para de mas cerca entender lò que pasaba. Decia la Reyna estar arrepentida del concierto que tenia hecho con el de Anjou & que deseaba en ocasion volver a sus primeros intentos, como se pudiese hacer sin venir á las armas. En tratar y asentar las condiciones se pasó lo demas del estío. Llevaron tan adelante estas práticas, que la Reyna revocada la adopcion con que prohíjó á Ludovico - deque de Anjou, renovó la que hiciera antes en la persona de Don Alonso Rey de Aragon : decia que la primera confederacion era de mayor fuerza que el asiento que en contrário della tos mara con los Franceses. Dió sus provisiones desto en secretoj y solo firmadas de su mano, para que el negocio no se diyuł» gase, todo por consejo y amonestación de Cobella, por cuyos consejos la Reyna en todo se gobernaba como nuger sugeta al parecer ageno, y lo que era peor, al presente de otra mut ger, en tanto grado que ella sola gobernaba todas las cosas así de la paz como de la guerra : ́afrenta vergonzosa y mengual de todos. Pero la ciudad inclinada á sus deleytes (por la grań abundancia que dellos tiene) y con los entretenimientos y pat satiempos de todas maneras, á trueco de sus comodidades nin! gun cuydado tenia de lo que era honesto, en especial el pueblo que ordinariamente suele tener poco caydado de cosas seme› jantes, y mas en aquel tiempo en que comunmente prevalecia en los hombres este descuydo. Entretanto que esto pasaba en Nápoles, los Infantes de Aragón se hallaban en riesgo a el uno preso, y á Don Enrique tenian los de Castilla cercado dentro de Alburquerque. Teníanse sospechas de mayor guerra, pov no haber guardado la fe de lo que quedó concertado: desórden de que los embaxadores de Castilla se quexaron como les fué mandado en presencia del Rey de Navarra por ser hermas no de los Infantes, y que quedaba por lugar-teniente del Rey de Aragon para gobernar aquel reyno. Concertaron finalmente que entregando á Alburquerque, y todos los demas pueblos y

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castillos de que estaban apoderados los dos hermanos Infantes, saliesen de toda Castilla. Tomado que se hobo este asiento, con intervencion y por industria del Rey de Portugal los dos hermanos, y la Infanta Doña Cathalina muger de Don Enrique, y el maestre que era antes de Alcántara, y con ellos el obispo de Coria se embarcaron en Lisbona, y desde allí fueron á Valencia con intento de acometer nuevas esperanzas y pretensiones en España; donde esto no les saliese á su propósito, por lo menos pasar en Italia, que era lo que el Rey su hermano abincadamente les exhortaba, por el deseo que tenia de recobrar por las armas el reyno de Nápoles, como el que tenia por muy cierto que la Reyna solo le entretenia con buenas palabras, y que con el corazon se inclinaba á su competidor y contrario; que la discordia doméstica no sufre que alguna cosa esté encubierta, todos los intentos asi buenos como malos echa en la plaza. Don Fadrique conde de Luna con diversas inteligencias que tenia, y diversos tratos, pretendia entregar en poder del Rey de Castilla á Tarazona y Calatayud, pueblos asentados á la raya de Aragon. Queria que este fuese el fruto de su huida, como hombre desapoderado que era, de ingenio mudable, atrevido y temerario. Daba ocasion para salir con esto la contienda que muy fuera de tiempo en aquella comarca se levantó sobre el primado de Toledo con esta ocasion. Don Juan de Contreras arzobispo de Toledo, con otros seis nombrado por el Rey de Castilla como juez árbitro para componer las contiendas y diferencias con el Aragonés, primero en Agreda, despues en Tarazona donde los jueces residian, llevaba delante la cruz ó guion, divisa de su dignidad. El obispo de Tarazona se quexaba, y alegaba ser esto contra la costumbre de sus antepasados y contra lo que estaba en Aragon establecido, en especial se agraviaba Dalmao arzobispo de Zaragoza, cuyo sufragáneo es el de Tarazona. Decian que se hacia perjuicio á la iglesia de Tarragona y á su autoridad, y que pues otras veces reprimieron los de Toledo, no era razon que con aquel nuevo exemplo se quebrantasen sus costumbres y derechos antiguos. El de Toledo se defendia con los privilegios y bulas antiguas de los Sumos Pontífices; sin embargo se entretenia en Agreda, y no entraba en Aragon por recelo que de la contienda de las palabras no se viniese y pasase á las manos. Este

debate tan fuera de sazon era causa que no se atendia al nego→ cio comun de la paz, y por la contienda particular se dexaba lo mas importante y que tocaba á todos. Por donde se tenia y corria peligro que pasado que fuese el tiempo de las treguas, de nuevo volverian á las armas por este recelo los unos y los otros se apercebian para la guerra, dado que tenian gran falta de dinero, y mas los de Aragon por estar gastados con guerras de tantos años.

Capítulo VI.

Del concilio de Basilea.

Los ánimos de los Españoles suspensos con las sospechas de una nueva guerra nuevas señales que se vieron en el cielo los pusieron mayor espanto. En especial en Ciudad-Rodrigo, do á la sazon se hallaba el Rey de Castilla por causa de acudir á la guerra que se hacia contra los Infantes de Aragon, se vió una grande llama que discurrió por buen espacio, y se remató en un trueno descomunal que mas de treinta millas de allí le oyeron muchos. Al principio del año mil y quatrocientos y trein. 1433. ta y tres en Navarra y Aragon nevó quarenta dias continuos con grande estrago de ganados y de aves que perecieron, las mismas fieras forzadas de la hambre concurrian á los pueblos para matar ó ser muertas. De Ciudad-Rodrigo se fué el Rey á Madrid á tener córtes: acudió tanta gente, que la villa con ser bien grande como quier que no fuese bastante para tantos, gran parte de la gente aloxaba por las aldeas de allí cerca. Tratóse en las cortes de la guerra de Granada, y por haber espira do el tiempo de las treguas Fernan Alvarez de Toledo señor de Valdecorneja fué enviado para dar principio á la guerra y ganó algunos castillos de Moros. Por lo demas este año hobo sosiego en España. Los grandes en Madrid á porfía hacian gastos y sacaban galas y libreas, exercitábanse en hacer justas y torneos, todo á propósito de hacer muestra de grandeza y de la magestad del reyno, y para regocijar al pueblo, de que tenian mas cuydado que de apercebirse para la guerra. En Lisboa hobo este año peste, en que murieron gran número de gente,

TOMO V.

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el mismo Rey Don Juan falleció á catorce de agosto. Era ya ́de grande edad, vivió setenta y seis años, quatro meses y tres dias reyno quarenta y ocho años, quatro meses y nueve dias! Fué muy esclarecido y de gran nombre por dexar fundada pa→ rasus descendientes la posesion de aquel reyno en tiempos tan revueltos y de tạn grande alteracion. Sucedióle su hijo Don Duarte, que sin tardanza en una grande junta de fidalgos fué alzado por Rey de Portugal. Era de edad de quarenta y un años y nueve meses y catorce dias. Fuera de las otras prosperidades tuvo este Rey muchos hijos habidos de un matrimonio: el mayor se llamó Don Alonso, que entre los Portugueses fué el primero que tuvo nombre de Príncipe, el segundo Don Fernando, que nació este mismo año, Doña Philipa que murió niña, Doña Leonor, Doña Cathalina y Doña Juana, que adelante casaron con diversos Príncipes. El mismo dia que coroparbó, ál nuevo Rey, dicen qué un cierto médico judío llamado Gudiala le amonestó se hiciese la ceremonia y solemni dad despues de medio dia, porque si se apresuraba, estrellas amenazaban algun revés y desastre; y que, con todo eso pasó adelante en coronarse por la mañana segun lo tenian ordenado, por menospreciar semejantes agüeros como sin .COM propósito y desvariados. Tomado que hobo el cuydado del reyno, y sosegada la peste de Lisbona, lo primero que hizo, fué las honras y exêquias de su padre con aparato muy solemne: el cuerpo con pompa y acompañamiento el mayor que hasta èntonces se vió, llevaron á Aljubarrota, y enterraron en el monasterio de la Batalla, que él mismo (como de susó queda dicho) fundó en memoria de la victoria que ganó de los Castellanos. Acompañaron él cuerpo el mismo Rey y sus hermanos los grandes, personas eclesiásticas en gran número, todos eubiertos de luto y con muy verdaderas lágrimas. Conforme á este principio y reverencia que tuvo este Rey á su padre, fueron los medios y remate de su reynado. Esto en España. Habia Martino Pontífice Romano convocado el postrer año de su pontificado los obispos para tener concilio en la ciudad de Basilea en razon de reformar las costumbres de la gente que se apartaban mucho de la antigua santidad, y para reducir los bohemos á la fe que andaban con heregías alterados. Fué desde Roma por legado para abrir el concilio y presidir en él el

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cardenal Julian Cesarino, persona en aquella sazon muy señalada. Eugenio sucesor de Martino procuraba trasladar los obis pos á Italia por parecelle que estando mas cerca, tendrian' menos ocasion de hacer algunas novedades que se sospecha ban: oponíase á esto el Emperador Sigismundo por favorecer mas á Alemaña que á Italia; los demas Príncipes fueron por la una y por la otra parte solicitados, en particular el de Aragon con el deseo que tenia de apoderarse del reyno de Nápoles, acordó llegarse al parecer de Sigismundo de quien tenia mas esperanza que le ayudaria. Por esta causa mandó que de Aragon fuesen por sus embaxadores á Basilea Don Alonso de Borgia obispo de Valencia, y otros dos en su compañía, el uno theólogo, y el otro de la nobleza lo mismo por su exemplo hicieron los demas Reyes de España, el de Portugal envió á Don Diego Conde de Oren por su embaxador, y en su compa ñía los obispos y otras personas eclesiásticas. Al principio del año mil y quatrocientos y treinta y quatro falleció en Basilea 1434. el cardenal Don Alonso Carrillo, varon de gran crédito por su doctrina y prudencia, amparo y protector de nuestra nacion. Sucedióle en el obispado de Sigüenza que tenia, Don Alonso Carrillo el mas mozo, que era su sobrino hijo de su hermana : era protonotario y andaba en corte Romana, y aun á la sazon se halló á la muerte de su tio; por estos grados llegó finalmento á ser arzobispo de Toledo. La falta del cardenal fué ocasion que el Rey de Castilla pusiese mas diligencia en enviar sus embaxadores al concilio, que fueron Don Alvaro de Isorna obispo de Cuenca, y Juan de Silva señor de Cifuentes y alférez del Rey, y Alonso de Cartagena hijo del obispo. Pablo Burgense, persona que ni en la erudicion ni en las demas virtudes reconocia á su padre ventaja: á la sazon era dean de Santiago y de Segovia, y adelante por promocion que de sa padre se hizo en patriarcha de Aquileya, fué él en su lugar nombrado por obispo de Burgos; premio debido á los méritos de su padre y á sus propias virtudes, y en particular porque defendió en Basilea con valor delante los prelados y el concilio la dignidad de Castilla contra los embaxadores Ingleses que pretendian ser preferidos y tener mejor asiento que Castilla. Hizo una informacion sobre el caso, y púsola por escrito, la qual presentada que fué á los prelados, quebrantó y abaxó el orgullo de los

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