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con que pretendian escarmentar á los demas. Perdida pues esta esperanza el Rey hizo traer tiros mas gruesos de Antequera, y con ellos adelantó sus reales y los puso á quince de mayo a vista de Málaga. Está aquella ciudad asentada en un llano sino es por la parte que se levanta un recuesto en que están edifica dos dos castillos : el mas baxo se llama Alcazaba, y el que está en lo mas alto se llama Gebalfaro: la ciudad es pequeña de circuito, pero muy hermosa y conforme a su grandeza llená de gente. Tiene puerto y atárazanas por la parte que es bañada del mar por las espaldas se levantan ciertos montes y colla dos plantados de viñas y de huertas, en que los ciudadanos tienen muchas casas de placer. Del un castillo al otro van dos muros tirados con que se juntan entre sí, y se pasa del uno al otro. La campiña es hermosa, el cielo alegre, la vista del mar muy ancha, y en aquel tiempo era rica y muy nobles por el comercio y contratacion de Africa y de Levante. Hallábanse en los reales del Rey y en su compañía el maestre de Santiago, el almirante de Castilla, el de Villena, el de Benavente, el maes tre de Alcántara, y Don Andrés de Cabrera marqués de Moya: demas destos casi todos los señores del Andalucía, y muy buenos socorros que acudieron de Aragoneses. Pareció cercar aquella ciudad de mar á mar con foso, con trincheas y albarradas, y poner golpe de gente en el collado en que está el castillo menor: hízose lo uno y lo otro; dióse cuydado de los que pusieron en el collado, al marqués de Cádiz. La Reyna otrosi vino al cerco, y en su compañía el cardenal Don Pero Gonzalez de Mendoza, y fray Hernando de Talavera por su buena y santa vida de frayle de San Gerónimo (como queda dicho) promovido en obispo de Avila. Antes que se acabasen los fosos y valladar salieron algunas veces á escaramuzar los Moros, al contrario los Christianos asimismo acometian las murallas. En uno destos rebates fué muerto Juan de Ortega, soldado que se señaló mucho en esta guerra asi bien en la toma del castillo de Alhama como en muchas otras empresas memorables. A veinte y nueve de mayo salieron tres mil Moros de la ciudad con intento de acometer las estancias del marqués de Cádiz : mataron las escuchas, rompieron el primer cuerpo de guarda, y hecho esto entraron en los reales. El marqués de Cádiz, sin perder el ánimo por aquel sobresalto,

con su gente puesta en ordenanza salió al encuentro á los ene. migos: la pelea fue brava: muchos de los fieles cayeron muerlos, el mismo marqués quedó herido; el estrago de los enemigos fué mayor, si bien los mas escaparon por tener la acogida cerca. Sucedió que en la ciudad por la gran çuita en que se veian puestos, algunos se resolvieron de matar al Rey, en particular un Moro tenido por santo entre aquella gente para salir con este dañado intento se dexó prender; pidió le llevasen al Rey. Fué Dios servido que á la sazon reposaba: mandó la Reyna le llevasen á la tienda del marqués de Moya: el Moro por el arreo y riquezas que veia, se persuadió que era aquella la tienda Real. Puso mano á un alfange que por poca advertencia no le quitaron, y con él se fué denodado, ferozy con aspecto y rostro espantable para Don Alvaro de Portugal, que acaso estaba hablando con la marquesa Doña Beatriz de Bovadilla: Don Alvaro, abaxado el cuerpo, huyó el golpe ; el Moro fué preso y muerto por la gente que acudió al ruido. Desta manera por merced de Dios se evitó este peligro. Aumentóse el número de la gente con la venida del duque de Medina Sidonia: asimismo desde Flandes Maximiliano duque de Austria, que poco despues fué César y Rey de Romanos, envió dos naves gruesas cargadas de todos los pertrechos y municiones de guerra, y por capitan á Don Ladron de Guevara. El número de los enemigos asimismo se acrecentó á causa que algunos Moros por los reparos que caian junto al mar, se metieron en la ciudad para socorrer á los cercados. Apretábalos la hambre, y con todo esto los Berberiscos no se doblegaban á querer partido los ciudadanos, cuyo asi riesgo como miedo era mayor, se inclinaban á rendirse. Uno dellos persona en autoridad y riquezas de los mas principales, llamado Dordux, salió á los reales á tratar de conciertos: respondió el Rey que en ningun partido vendria si no fuese que entregasen la ciudad á su voluntad. Esto en público; mas de secreto y en puridad prometió á Dordux que si terciaba bien y lealmente, daria libertad á él y á todos sus parientes sin que recibiesen algun mal, demas de las mercedes que le haria muy grandes. Dió el Moro la palabra de hacello asi : llevó consigo gente del Rey, y dióles entrada en el castillo y puso el estandarte Real en lo mas alto de la torre del homenage. El espanto de los ciudada

nos por esta causa y de los Africanos fué grande, bien que mezclado con alguna esperanza: persuadíanse los mas que lo que se asentara con Dordnx, guardarian los vencedores con los otros; con esta persuasion enfardelaban, resueltos de par tirse. Engañóles su pensamiento: acudieron los nuestros, y les quitaron todos sus bienes junto con la libertad : lo mismo se executó con los soldados que tenian de guarnicion en los castillos, y por semejante yerro para irse se salieron al mar; en particular los Africanos con su capitan Zegri fueron presos. Los que de los Christianos se pasaran á los Moros, que eran muchos, pagaron con las vidas: á los Judíos que despues de bautizados apostataron de la Religion Christiana, quemaron; á los demas asi Judíos como Moros naturales de aquella ciu. dad se les hizo gracia que se librasen por un pequeño rescate y talla. La toma de aquella nobilísima ciudad sucedió á los diez y ocho de agosto: hiciéronse alegrías en toda España por esta victoria, procesiones y rogativas para dar gracias por tanta merced á Dios Nuestro Señor. Averiguóse que aquella ciudad en tiempo de los Godos tuvo obispo propio, y asi con bula que para ello se ganó del Pontífice Inocencio, le fué restituida aquella dignidad. Enturbióse algun tanto esta alegría con un aviso que vino de Levante que el gran Turco Bayazete con una gruesa armada que tenia jnnta, pretendia baxar á Sicilia para divertir las fuerzas de España y hacer que afloxasen en la guerra de Granada, y aun se rugia que para este efecto y quedar desembarazado hizo paces con el gran Soldan de Egypto.

Capítulo XI.

En Aragon se asentó la hermandad entre las ciudades.

Los Moros de Granada se hallaban apretados y á punto de perderse por la guerra que les hacia el Rey Don Fernando. Los Portugueses por el contrario con las navegaciones que hacian, flotas que enviaban cada un año, se abrian camino para las provincias de Levante empresa grande, á que dió principio como arriba queda dicho el Infante Don Enrique, que hizo los años pasados descubrir las marinas exteriores de Africa.

TOMO V.

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Continuose esto los años siguientes sin cesar de llevarlo siempre adelante; pero como quier que el provecho no respon diese á tan grandes trabaxos y gastos, trataban de pasar á las ricas provincias de la India con intento de encaminar á su tierra las riquezas de aquellas partes, de que era grande la fama; y el cielo con mano liberal repartió mas copiosamente de sus biennes con aquellas gentes que con otras, todo género de drogas y especias, piedras preciosas, perlas, oro, marfil, plata sin otras cosas, que mas la ambicion de los hombres que la nece sidad ha hecho estimar en mucho. Nunca se refieren las cosas puntualmente como pasan: siempre la fama las acrecienta y pone mucho de su casa. Decíase que tenian bosques de árboles muy grandes y en estremo altos de canela, cañafístola y clavos, grande abundancia de pimienta y gengibre, animales de formas estrañas, y hombres de costumbres y rostros extraordinarios. Parecia á las personas prudentes cosa de grande locura acometer y pretender con las fuerzas de Portugal que eran muy pequeñas, de pasar á aquellas regiones y gentes puestas en lo postrero del mundo por tan grande espacio de tierra y de mar; vencia emperó todas estas dificultades la codicia de tener y el deseo de ganar honra. Con esta resolucion los años pasados el Rey de Portugal envió á Bartholomé Diaz piloto muy experimentado para que fuese al cabo de Buena Esperanza, en que ácia la parte del Mediodía muy adelante de la equinoccial adelgazándose las riberas por la parte de Poniente y por la otra de Levante, se remata la grande provincia de Africa, tercera parte del mundo. Este pues pasado aquel cabo, llegó hasta un rio que llamaron el rio del Infante: fué este grande acometimiento y porfía extraordinaria. Fray Antonio, de la órden de San Francisco, iba en compañía de Bartholomé Diaz, y era persona diligente, sagaz y atrevida. Este desde allí por tierra, considerada gran parte de la Africa y de la Asia, llegó á Jerusalem; últimamente él por tierra, y Bartholomé Diaz por el mar, vueltos á Portugal, dieron aviso al Rey y á los Portugueses de lo que vieron por los ojos : animados pues con tan buen principio cobraron mayor ánimo para llevar al cabo lo comenzado. Para mejor executar esto escogieron dos personas de grande ánimo y experiencia, y sobre todo muy diestros y exercitados en la lengua arábiga, para que pa

sasen adelante, el uno se llamaba Pedro Covillan, y el otro Alonso Payva. Por escusar el gran gasto que se hiciera si los enviaran por el mar con armada, les ordenaron que por la tierra fuesen á ver y atalayar las partes mas interiores de Africa y de Asia. Con este órden salieron de Lisboa á los quince de mayo, pasaron á Nápoles, tocaron á Rhodas, visitaron á Jerusalem, dieron vuelta á Alexandría, y llegaron al Cayro, ciudad la mas principal de Egypto. Allí se apartaron, Pedro Covillan para Ormuz, que es una isla á la boca del seno Pérsico; dende pasó á Calicut: Alonso de Payva tomó cuydado de mirar y calar las partes interiores de Ethiopia, en que le sobrevino la muerte. Por esta causa y por cartas que vinieron de su Rey á Pedro Covillan en que le mandaba no volviese á su tierra antes de tomar noticia de todas aquellas provincias, pasó á Ethiopia. Pagáronse de sus costumbres y su ingenio Alexandro, al qual vulgarmente llaman Preste Juan, y Nahu y David sus sucesores; no le dexaron por ende partir, antes le casaron heredaron y dieron con que se sustentase. Visto que no podią volver, desde allí envió por escrito al Rey de Portugal una informacion de todo lo que vió y halló. Avisaba que Calicut era una plaza y mercado el mas rico y famoso de todo el Oriente los naturales de color bazo y de membrillo, poco valientes, y de costumbres muy extravagantes. Que de la cinta arriba andaban desnudos, vestidos solo de la cintura abaxo, los mas con mucho oro y seda, y los brazos cargados de perlas, de los hombros fiada una cimitarra, con que peleaban : lo que mas espanta, que una muger casaba y casa con muchos maridos, por la qual causa como quier que nadie conozca su padre, ni sepa con certidumbre quien le engendró, los hijos no heredan, sino los sobrinos hijos de hermanas. Avisaba otrosí que Ethiopia hay muchas naciones muy estendidas, todas de negro, y que tienen nombre de Christianos, la antigua en gran garte estragada y mezclada con ceremonias de Judíos y errores de heregías. Todas obedecen á un Rey muy poderoso, que tiene grandes exércitos de á pie y de á caballo, y siempre se aloja en los pabellones y reales. Que cuydaba se podria reducir aquella gente, si con embaxadas que se enviasen de la una á la otra parte, se asentase con aquellos Reyes alguna confederacion; pero lo mas desto sucedió los años si

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