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antes se puso entre las ciudades, como cosa pesada y que los enfrenaba, y que era muy contraria á sus particulares intereses y pretensiones. No pararon hasta tanto que los años adelante en unas córtes que se tuvieron en Tarazona, alcanzaron que aquella hermandad se deshiciese por espacio de diez años. Para librar á Maximiliano de la prision en que le tenian los de Brujas, los Reyes despacharon á Flándes por sus embaxadores á Juan de Fonseca y á Alvaro Arronio. Gobernáronse ellos prudentemente; en fin concluyeron aquel negocio como se deseaba, y Maximiliano se apaciguó con sus vasallos. Pretendia él por estar viudo de madama María su primera muger, señora propietaria de aquellos estados, de casar con Doña Isabel infanta de Castilla. En esto no vinieron sus padres por estar prometida al príncipe de Portugal, si bien dieron intencion que una de las hermanas de la infanta Doña Isabel podia casar con Philipe su hijo y heredero luego que tuviese edad para ello. Con este deseño de casarle en España su abuelo el Emperador Federico en aquella sazon le dió título de archiduque de Austria como quier que los señores de aquel estado antes deste tiempo solamente se intitulasen duques. En Roma hacian oficio de embaxadores por los Reyes Cathólicos acerca del Papa el doctor Medina, y el protonotario Bernardino de Carvajal, poco despues obispo de Astorga en lugar de Don García de Toledo, y adelante el dicho Bernardino fué cardenal y obispo de Osma, de Badajoz, de Cartagena, de Sigüenza y de Plasencia sucesivamente. Mandaron los Reyes á estos embaxadores que por quanto Maximiliano Rey de Romanos envió sus embaxadores al Papa fuera de lo que se acostumbraba, como algunos pretendian, por ser vivo el Emperador su padre, que les diesen el primer lugar solamente en caso que los embaxadores de Francia hiciesen lo mismo: que advirtiesen no los dexasen asentar en medio de los de Francia y ellos, sino que si los de Francia precedian, ellos al tanto tomasen mejor lugar. Ayudó mucho para poner en libertad á Maximiliano el recelo que los de Brujas tuvieron de la armada que el señor de Labrit aparejaba en las marinas de Vizcaya como quedó concertado. Pasó á Bretaña la armada: la pérdida y daño que allí se recibió fué grande: el duque de Orliens y sus confederados quedaron desbaratados por las gentes del Rey de Francia en una

batalla que se dió junto á San Albin; el Duque y Juan Gralla que era capitan de los Españoles, vinieron en poder de los vencedores, desbaratada y destrozada gran parte de la gente que llevaban, como se dirá algo mas adelante.

Capitulo xu.

Tres ciudades se ganaron de los Moros.

EN un mismo tiempo y sazon la corona de Castilla se aumentaba con nuevas riquezas y estados, y los Turcos enemigos continuos y grandes de Christianos ponian gran temor por el gran poder que tenian por mar y por tierra. Al fin deste año falleció Don Garci Lopez de Padilla maestre de Calatrava: el letrero de su sepulcro que está en la capilla mayor de la iglesia de aquella villa, señala el año pasado. Por su muerte, como quier que muchos pretendiesen aquella dignidad, el Rey Don Fernando por bula del Pontífice Inocencio la tomó para sí en administracion, y la incorporó en su corona con todas sus rentas y estado: principio que pasó adelante á los demas maestrazgos por la misma órden y traza, con que se aumentó el poder de los Reyes; pero la autoridad de aquellas órdenes y fuerzas se enflaquecieron á causa que los premios que se acostumbraban dar á los soldados esforzados y que servian en la guerra, mudadas las cosas, se dan por la mayor parte á los que siguen la corte. Las revueltas y pretensiones que resultaban en las elecciones de los maestres y los tesoros Reales que estaban gastados, dieron ocasion á esto. Verdad es que ordinariamente de buenos principios las cosas con el tiempo desdicen algun tanto; y do quiera hay lisongeros que dan color á todo lo que se hace. Mejor será pasar por esto, aunque ¿quién podrá dexar de sentir que las riquezas que los antepasados dieron para hacer la guerra á los enemigos de Christianos se derramen y gasten en otros usos diferentes? quán gran parte de la tierra y del mar se pudiera con ellas conquistar? De Levante venian nuevas que el gran Turco Bayazete juntaba grandes gentes de á caballo y de á pie, y que tenia cubierto y quaxado el mar con una gruesa armada: recelábanse no volviese sus

fuerzas contra las tierras de Christianos, y era así que no le faltaba voluntad de estender su imperio ácia el Poniente y vengar el sentimiento que tenia por no le entregar (como él lo pretendia) á Gemes su hermano. Lo que le detenia, era el Soldan de Egypto, al qual pesaba mucho que el poder y mando de los Turcos creciese tanto ; volvió pues sus fuerzas contra el Soldan. Solas once galeotas de cosarios, apartados de la demas armada, fueron sobre la isla de Malta, y toda casi la pusieron á saco y la robaron hasta los mismos arrabales de la ciudad. Esta isla por tener dos puertos es capaz de qualquiera armada por grande que sea. Divide estos dos puertos una punta de tierra que llaman de Santelmo: pareció seria bien edificar allí un fuerte y castillo á propósito de impedir que los enemigos con sus armadas no se apoderasen de aquella isla, y desde allí acometiesen á nuestras riberas, como lo comenzaban á hacer. De Sicilia fué una armada contra estos cosarios; pero llegó tarde el socorro en sazon que el enemigo era ya partido con la presa. De España al tanto enviaron una nueva armada, por general Fernando de Acuña que iba de nuevo á ser virey de Sicilia. Pretendian con esto no solo defender nues. tras riberas sino acometer asimismo las de Africa. Demas des. to el Rey Don Fernando puso confederacion y hizo de nuevo liga con los Reyes de Ingalaterra y casa de Austria contra las fuerzas del Rey de Francia. Todas estas práticas se enderezaban para apoderarse por las armas del reyno de Nápoles: con que los señores Neapolitanos que andaban desterrados de su tierra, unos convidaban al Rey Don Fernando, otros al Francés, en quien hacian mas fundamento por ser mayores sus fuerzas, y mayor el odio contra los de Aragon. Pasó esto tan adelante, que al principio del año siguiente que se contaba de nuestra salvacion mil y quatrocientos y ochenta y nueve, fue- 1489. ron desde España mil caballos, y dos mil infantes en socorro de Bretaña contra el poder y intentos del Rey de Francia, y en defensa de madama Ana que por muerte de su padre el Duque habia heredado aquel estado. Iba por capitan desta gente Don Pedro Sarmiento conde de Salinas: atendíase á esto como quier que la guerra de los Moros de Granada ponia en mayor cuydado; y cuanto mayor era la esperanza y mas de cerca se mostraba de deshacer aquel reyno, tanto crecia mas el fervor

y el ánimo. Asi los Reyes partieron de Medina del Campo, á veinte Ꭹ siete de marzo para el Andalucía con intento de volver á las armas y á la guerra. Hacıase la masa del exército en Jaen. Llegados allí los Reyes, despues de pasar por Córdoba, hicieron alarde de la gente: hallaron que eran doce mil de á caballo, y cinqüenta mil infantes, los mas escogidos y animosos soldados de todo el reyno. Un buen golpe de gente vino de sola Vizcaya y los lugares comarcanos: provincia que por ser gobernada con mucha blandura es muy leal á sus Reyes, y por tener los cuerpos endurecidos por la aspereza y falta de la tierra es muy á propósito para los trabaxos de la guerra. Pareció ir con esta gente sobre Baza : en la entrada para que no les hiciese algun embarazo, se apoderaron de un pueblo llamado Cujar, aunque pequeño, pero de sitio muy fuerte. Hecho esto por principio del mes de junio se pusieron nuestras gentes sobre Baza, cuyo sitio despues que el Rey Don Fernando le consideró bien, con pocas palabras animó á los soldados y los mandó apercebirse para el combate. Esta ciudad está asentada en la ladera de un collado por do y la llanura que está debaxo dél, pasa un rio pequeño, las otras partes tiene rodeadas de otros recuestos: teníanla guarnecida de hombres y armas, bastecida de almacen y de trigo para quince meses. El sitio no daba lugar para arrimarse á la muralla con mantas ni con otros pertrechos de guerra: salieron de la ciudad los soldados de guarnicion, con que se trabó una escaramuza muy brava en el llano. Cada qual de las partes peleaba con grande ánimo: los nuestros á causa de las acequias por do va el agua encañada, y fosos encubiertos, andaban embarazados, y no se podian aprovechar del enemigo; acudiéronles nuevas compañías de refresco de los reales con que cobraron ánimo, y forzaron á los enemigos á retirarse dentro de la ciudad con mayor daño del que hicieron, por ser mucho menos en número, que no pasaban de mil de á caballo y dos mil peones. Desta manera otras muchas veces con los Moros que salian á pelear, se hicieron delante de los reales otras escaramuzas. Los nuestros talaban los sembrados y las huertas con gran sentimiento de los ciudadanos. Murió en estas refriegas Don Juan de Luna hijo de Don Pedro de Luna señor de Illueca, mozo de poca edad y muy privado del Rey, y por sus buenas prendas entre

todos señalado, como lo testifica Pedro Martyr Angleria hombre natural de Milán, que estuvo mucho tiempo en España (1), y como testigo de vista compuso comentarios desta guerra. Los Christianos, tantos á tantos, no eran iguales á los Moros en las escaramuzas y rebates por estar aquella gente acostum brada á retirarse y volver las espaldas, y luego con una increible presteza revolver sobre los contrarios, herir en ellos y matallos: ayudábales el lugar en que eran pláticos, y la manera del pelear; los Christianos eran mas en número, y se aventajaban en el esfuerzo. Desta manera el cerco se alargaba mucho tiempo, tanto que el Rey congoxado de la tardanza pensaba si seria bien desistir de aquella empresa, pues no se hacia nada, ni esperar el remate, que muchas veces sin embargo de dificultades semejantes le habia sucedido prósperamente. Lo que mayor espanto le ponia, eran las muchas enfermedades y muertes de los suyos á causa de ser el tiempo caluroso , y los manjares de que se sustentaban, no muy sanos; demas que la infeccion de la peste que anduvo los años pasados, no quedaba de todo punto apagada. El marqués de Cádiz, al qual por aquellos dias se dió título de Duque, era de parecer que se alzase el cerco: decia que no era justo comprar con el riesgo de tan grande exército aquella pequeña ciudad: «Es asi que quando los premios y lo que se interesa, es igual al peligro, si la empresa sucede bien, el provecho es mayor, y si mal, menor la pena y desconsuelo. Si el cerco durase hasta el invierno, quando los rios van crecidos, ¿cómo se podrán retirar? Forzosa cosa será que todos perezcamos, si no miramos con tiempo lo que conviene. Pone espanto solo el pensallo, y el decillo es atrevimiento parece, señor, que haceis poco caso de vuestra salud, con la qual todos vivimos y vencemos. » Todos entendian que el de Cádiz tenia razon, sin embargo venció la constancia del Rey, y Dios que en las dificultades acudia á su buen ánimo. Resolviéronse pues de llevar adelante lo comenzado, y para apretar mas el cerco rodear todas las murallas con un foso y con su valladar, y nueve castillos que levantaron á trechos, y en ellos gente de guarda, á propósito todo que los enemigos no pudiesen de sobresalto hacer alguna salida: las de

(1) Zurit. lib. 20 cap. 81.

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