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Tenia deudo con otros muchos, ca era tio de madama Ana duquesa de Bretaña, hermano de su abuela materna, primo hermano de Don Fernando Rey de Nápoles, tio mayor de Doña Cathalina Reyna de Navarra, hermano asimismo de su abuela. En esto cargan sobre todo lo al al Rey Don Fernando, que sin tener respeto al parentesco, solo por la demasiada codicia de ensanchar sus estados, los años adelante echó á esta señora y á su marido del reyno que heredaron de sus antepasados y les forzó á retirarse á Francia: otros le escusan con color de religion, y con la voluntad del Sumo Pontífice que así lo mandó, de que todavía resultaron grandes y largas alteraciones. Enrique Labrit hijo destos señores pretendió recobrar el reyno de sus padres con mayor porfía que ventura : tuvo en madama Margarita hermana que era del Rey Francisco de Francia, una hija y heredera de sus estados Hamada Juana que casó con Antonio Borbon duque de Vandoma, madre de aquel Enrique que casó con madama Margarita hermana de tres Reyes de Francia, Francisco el Segundo, Cárlos y Enrique; y por ser el pariente mas cercano por línea de varon, y por faltar todos sus cuñados sin sucesion quedó por sucesor de aquella corona, sin embargo que abrazó desde su tierna edad las nuevas heregías desamparada la Religion verdadera de sus antepasados, y que los señores y pueblos de Francia pretendian no podia poseer aquella corona persona manchada con opiniones semejantes, y que en su lugar se debia nombrar otro sucesor: pleyto que ya el Papa le ha determinado. Nos llegados al puerto y puesto fin á este trabaxo, calarémos las velas, y harémos fin á esta escritura en este lugar. Concluyo con decir que con la entrada de los Reyes en Granada, y quedar apoderados de aquella ciudad, los Moros por voluntad de Dios dichosamente y para siempre se sugetaron en aquella parte de España al señorío de los Christianos, 1492. que fué el año de nuestra salvacion de mil y quatrocientos y noventa y dos á seis de enero, dia viernes: conforme á la cuen. ta de los Arabes el año ochocientos y noventa y siete de la Egira, á ocho del mes que ellos llaman Rahib Haraba. El qual dia como quier que para todos los Christianos por costumbre antigua es muy alegre y solemne por ser fiesta de los Reyes y de la Epiphania, asi bien por esta nueva victoria no menos

fué saludable, dichoso y alegre para toda España, que para los Moros aciago; pues con desarraygar en él y derribar la impiedad, la mengua pasada de nuestra nacion y sus daños se repararon, y no pequeña parte de España se allegó á lo demas del pueblo Christiano, y recibió el gobierno y leyes que le fueron dadas alegría grande de que participaron asimismo las demas naciones de la Christiandad. En particular se escribieron en esta razon cartas al Pontífice Inocencio y á los Reyes, y despacharon embaxadores que les diesen aquellas nuevas tan alegres, y avisasen que la guerra de los Moros quedaba acabada, muertos y sugetados los enemigos de Christo, puesto el yugo á Granada, ciudad antiguamente edificada y soberbia con los despojos de Christianos. Por conclusion, que toda España con esta victoria quedaba por Christo Nuestro Señor, cuya era antes. Las ciudades y provincias asi las comarcanas como las que caian lexos, festejaban esta nueva con regocijos, fuegos y invenciones. Asi hombres como mugeres de qualquiera edad ó calidad que fuesen, acudian en procesiones á los templos, y postrados delante los altares daban gracias a Dios por merced tan señalada. Estaba Roma alegre por paces que tres dias antes se asentaran entre el Pontífice Y los Reyes de Nápoles, quando llegó de España primer dia de febrero Juan de Estrada embaxador del Rey Don Fernando, y con la nueva de aquella victoria colmó y aumentó la alegría pasada. Para muestra de contento y para reconocer aquella merced por de quien era, el Papa, cardenales y pueblo Romano ordenaron y hicieron uua solemne procesion á la iglesia de Santiago de los Españoles. Allí se celebraron los oficios, y en un sermon á propósito del tiempo alabó el predicador y engrandeció como era justo á los Reyes y toda la nacion de España, sus proezas, su valor y sus victorias notables.

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LIBRO VIGÉSIMOSEXTO.

Capítulo primero.

Que los Judios fueron echados de Espafia.

ONCLUIDA la guerra de Granada con tanta honra y provecho de toda España, y echado por tierra el señorío de los Moros á cabo de tantos años que en ella duraba; los Reyes Don Fernando y Doña Isabel volvieron su pensamiento á nuevas empresas, mayores y mas gloriosas que las pasadas. Valerosos príncipes y grandes, pues ni de dia ni de noche sabian el reposar, ni pensaban sino como pasarian adelante, y por camino que habian tomado, llevarian al cabo sus intentos muy santos, que todos se enderezaban á la gloria de Dios y al ensal zamiento de la Religion Christiana; y no era razon que con la paz tan deseada de España su valor y grandeza de ánimo reposasen, ni que sus nobles soldados, que por causa de las guerras pasadas tenian muchos y muy señalados, con los deleytes y ocio, fruto muy ordinario de la abundancia y prosperidad, se marchitasen, antes que pues en sus tierras no quedaba en que mostrar su esfuerzo, los empleasen lexos dellas, y los enviasen á conquistar gentes y reynos estraños, como sucedió al presente: camino y traza por donde el nombre y valor de España conocido de pocos, y apretado dentro de los angostos térmi nos de España, en breve pasó tan adelante que con gran glo

el

ria suya se derramó no solo por Italia y por Francia y Berbería, sino llegó hasta los últimos fines de la tierra; de manera que de Levante á Poniente no quedó parte alguna do no hayan puesto los tropheos y blasones de sus victorias y esfuerzo. Grande balumba de cosas se nos pone delante y mayor peso que tan pequeñas fuerzas puedan llevar: inmenso piélago y hondura que con dificultad podrán apear aun los grandes ingenios. Por lo qual estaba resuelto, como se dixo en la prefacion latina desta obra, de hacer punto en la guerra de Granada y no pasar adelante, pues es justo que cada uno se mida con el trabaxo que emprende, y haga balanzo de sus fuerzas, fuera de otras dificultades que se ofrecian y en el mismo lugar se apuntaron. Pero deste parecer me hicieron apartar algun tanto personas doctas y graves, las quales pretendian que esta obra sin lo de adelante quedaba imperfecta y falta de lo que naturalmente mas se deseaba saber; que son las cosas modernas, sin hacer mucho caso de las antiguas : además que las cosas que sucedieron poco adelante por ser tan gloriosas y grandes, y la puerta que se abrió para la grandeza y imperio de que hoy goza España, darian á esta obra el mas noble remate que se pudiese desear; lustre de muy grande importancia, que á imitacion de los que escriben y representan comedias, el acto postrero se aventaje á lo demas, para que el lector con aquel postre y dexo quede con mayor gusto y agrado, y toda la obra mas hermosa. Razones eran estas de mucho peso. ¿Qué era justo que yo hiciese? ó qué partido debia seguir y qué traza? Resolvíme en condescender algun tanto, y para acudir á todo continuar esta historia algunos pocos años adelante, en que acontecieron las cosas mas grandes y dignas de memoria que jamás los Españoles acometieron y acabaron; ni aun sé yo que alguna otra nacion en el mundo en tan breve espacio pasase tan adelante, ni ensanchase tanto los términos de su imperio. Pero antes que pongamos la mano á cosas tan grandes, es bien que el lector se acuerde de lo que arriba queda apuntado, es á saber que Francisco duque de Bretaña casó con Margarita hija de Doña Leonor Reyna que fué de Navarra, por el mismo caso sobrina del Rey Don Fernando. Deste matrimonio quedaron dos hijas, sus nombres de la mayor Ana y de la menor Isabel, y ningun hijo varon. Por esta causa mu

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1488.

chos príncipes pretendian casar con estas doncellas, mayor. mente con la mayor. Entre los demas: Cárlos Octavo Rey de Francia se aventajaba por tener mas fuerzas y caer mas cerca de Bretaña, fuera de otras álianzas y correspondencia que con aquel estado tenia como moviente de su corona, sin embargo que de años antes se concertara con Margarita hija del Rey de Romanos, y que el mismo Maximiliano por estar viudo de María su primera muger pretendia para sí este casamiento, y aun le tuvo concertado. Al Francés ni faltaban mañas ni fuerzas, y con ocasion que algunos señores de su reyno, en particular Luis duque de Orliens su cuñado, casado con Juana su herma na menor, por ciertos disgustos se recogió á Bretaña por ser aquel Duque su primo hermano hijo de Margarita hermana de Cárlos padre del de Orliens, determinó tomar las armas contra el Duque, y por medio de aquel torcedor traéllé á lo que deseaba. El Breton en este aprieto acudió á Ingalaterra y Alemania para que le valiesen, y en particular hizo recurso á Es paña : para esto Alano de Labrit padre del Rey de Navarra con intencion que se le dió de aquel casamiento tan pretendido, los años pasados se vió en Valencia con el Rey Don Fernando, y dél alcanzó enviase en su compañía una buena armada que se juntó en San Sebastian, y por su capitan á Miguel Juan Gralla su maestresala. Hobo diversos encuentros que no son de nuestro propósito: finalmente junto á San Albin se vino á batalla, en que los Bretones quedaron vencidos, y presos el general de la armada española y el duque de Orliens, y Juan Chalon príncipe de Oranges que asistia al duque de Bretaña por ser su sobrino hijo de Catharina su hermana. Dióse esta batalla, que fué en aquel tiempo muy famosa, por el mes de agosto del año que se contaba mil y quatrocientos y ochenta y ocho. Despues se tomó asiento con el Francés, que soltó los presos, aunque no en un mismo tiempo ni por la misma ocasion ; y el Breton se obligó de no casar sus hijas sin su consen timiento: condicion que él cumplió porque sin disponer dellas falleció luego el año siguiente. Dexó por tutor de sus hijas y gobernador de aquel estado al mariscal de Bretaña, persona aficionada al casamiento de monsieur de Labrit, como lo tenian concertado aun antes del asiento que se tomó con Francia. Pero el conde de Dunois y el chânciller de Bretaña le eran

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