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nian de muchos años atrás. En Florencia hizo su entrada el mismo dia que Pico Mirándula falleció en ella en edad de treinta y quatro años: persona de raro ingenio y excelente erudicion, por donde le dieron renombre de Fenix. Concertóse el Rey con los Florentines en que acabada aquella guerra les res, tituiria sus fortalezas, y que ellos por contemplacion suya perdonarian á Pedro de Médicis y á sus hermanos, y para el gasto de la guerra contribuirian con ciento y veinte mil flori nes. Estaba á la sazon Roma muy alborotada, los cardenales poco conformes, la nobleza dividida porque Próspero y Fabris cio Colona seguian el partido de Francia, y Virginio Ursino ek de Nápoles, y los Coloneses junto con el cardenal Ascanio Esforcia se habian los dias pasados apoderado de la ciudad de Os. tia, por donde tenian á Roma puesta en grande aprieto y falta de bastimentos, que no le podian entrar por el mar. Tódos tenian entendido que el Papa se concertaria con el Rey de Francia, ó que preténdia salirse de Roma: por esto el pueblo comenzó á alterarse, y el Papa fué forzado en consistorio á de sengañar los cardenales y caballeros Romanos con decilles que su intento era favorecer la justicia, y si el Rey de Francia por fiase á entrar con el exército en Roma, hacelle rostro y defendérselo hasta morir en la demanda. Todas sus razones eran de poco momento para animar la gente que tenian atemorizada las nuevas que cada dia venian de la llegada del Rey, y de los pueblos de la iglesia de que los Franceses continuamente se apoderaban. El mismo Pontífice visto que no era parte para defender la entrada á enemigo tan poderoso ni con sus fuerzas, ní con las de Nápoles, dado que Don Fernando duque de Calabria estaba á la sazon aposentado en el Burgo con buen número de gente, despedido el Duque porque no le fuese hecho algun agravio, se retiró al castillo de Santángel. Finalmen. te el Rey con toda su gente entró en Roma postrero de diciembre, principio del año mil y quatrocientos y noventa y 1495. cinco con grandes demostraciones que todo aquel pueblo y aun algunos de los cardenales: hicieron de alegría y contentamiento. Aposentóse en el palacio de San Marcos. En esta sazon el cardenal de España Don Pedro Gonzalez de Mendoza falleció en Guadalaxara á once dias del mes de enero en edad de sesenta y siete años y tres meses : persona de mucha noble

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za y partes aventajadas, y que todo el tiempo que vivió, tova gran inano en el gobierno del reyno. En vida edificó un colegio en Valladolid en su testamento mandó se fundase á sus expensas un hospital en Toledo y le nombró por su heredero; el título de ambas fábricas, de Santa Cruz. Vacó por su fin la iglesia de Toledo. Quisiérala el Rey para Don Alonso su hijo arzobispo de Zaragoza : la Reyna no vino en ello, ofrecióla al doctor Pedro de Oropesa, del su consejo, persona de virtud muy aventajada, natural de Torralva aldea de Oropesa; no aceptó por mucha instancia que sobre ello le hicieron (1) Fi halmente se diótá fray Francisco Ximenez de Cisneros, frayle menor de virtud muy conocida y de altos pensamientos: su natural Tordelagúna, sus padres pobres; estudió derechos, adelante fué capellan mayor, y provisor de Sigüenza por el cardenal de España. Tomó el hábito de San Francisco en San Juan de los Reyes en Toledo: vivió tiempo en el Castañar y en la Sazęda, monasterios Recoletos de aquella órden. Quando le nombraron por arzobispo era confesor de la Reyna : algunos años adelante le dieron el capelo y le hicieron cardenal. En Roma se trataba de concierto entre el Papa y el Rey de Franeia: intervinieron personas de autoridad, por cuya medio se concertó que el cardenal. de Valencia fuese en compañía del Rey con título de legado, y que le entregase el hermano del gran Turco, y que se pusiesen en su poder los castillos de Civita Vieja, Terracina y Espoleto para que durante aquella guer ra se tuviesen por él. Con esto se obligó el Rey, fenécida aquella guerra, de hacer restituir la ciudad de Ostia á la igles sia, y que antes de su partida daria en persona la obediencia al Papa, como lo hizo pocos dias adelante en el palacio de San Pedro. Ayudó mucho á facilitar estos conciertos el capelo que se dió entonces á Brissoneto obispo de San Maló. Hecho esto, el Rey partió de Roma á veinte y ocho dias de enero la via de 6. Nápoles, donde tenia aviso que la ciudad del Aguila y otros muchos lugares sin ponerse en resistencia, ni esperar los ene migos, se le habian rendido y alzado por él banderas. El Rey Don Fernando avisado de lo que pasaba, y particularmente del

(1) Alvar Gómez lib. 1. de la vida del carden. Ximenez.

poco respeto que se tuvo al Papa, determinó declararse: para este efecto desde Ocaña, do estaba á fin del año pasado, desi pachó á Antonio de Fonseca y Juan de Albion para requerir al Francés que desistiese de hacer guerra á Roma y á las tierras de la iglesia, pues sabia que en el asiento que se tomó el año pasado, exceptuaron la persona del Papa y sus cosas. Juntamente despachó al conde de Trivento para que fuese general del armada que tenia aprestada en Alicante: por otra parte enviába á Gonzalo Fernandez de Córdoba con quinientas lanzas para que hiciese la guerra por tierra. Los embaxadores llegaron á Roma el mismo dia que partió el Rey de Fran cia: sin detenerse le siguieron, y como le hallaron en, el campo á caballo, le presentaron las cartas que llevaban de creencia, y le protestaron no pasase adelante sin satisfacer primero á la Iglesia, Turbóse el Rey con esta embaxada : respondió que llet gado á Velitre les daria audiencia. En aquel lugar declararon mas por estenso su embaxada la suma era quexarse de los agravios y desacatos hechos al Papa; y en quanto á la empresa del reyno protestalle no pasase adelante, sin que primero por términos de justicia se declarase á quién pertenecia. Hobo des mandas y quexas de una y otra parte: por conclusion el Rey se resolvió, y dió por respuesta que tenia las cosas tan adelan, te que no se podia volver atrás: que conquistado aquel reyno, holgaria se viese por términos de justicia el derecho de cada qual. Entonces Antonio de Fonseca replicó: « Pues vuestra magestad asi lo quiere, y sin dar lugar á la razon determiną proceder por via de fuerza, Dios nuestro Señor que está en el cielo, y suele volver por la inocencia, será juez desta causa: por lo menos. el Rey mi señor, con hacer esto ha cumpli do con lo que debe, y de aquí adelante quedará libre para dis poner de sí y de sus cosas, y acudir con sus fuerzas donde y como le pareciere.» Esto dixo, y juntamente en presencia del Rey y de su consejo rasgó la escritura de la concordia que se concertara últimamente: grande osadía, y que faltó poco para que no pusiesen en él las manos; pero en fin los dexaron vol ver á Roma. Fué esta embaxada de grande efecto; porque el Papa se animó con ella, y se determinó de no pasar por el concierto hecho con el Francés; y la noche siguiente el cardenal de Valencia se salió disfrazado de Velitre, aunque no tomó el

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camino de Roma porque no se entendiese huia con órden del Papa, sino fuese á Espoleto ciudad de la Iglesia muy fuerte.

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-AL mismo tiempo que el Francés estaba en Roma, Don Alonso Rey de Nápoles, perdida la esperanza de poderse defender, trataba de renunciar aquella corona que aun no habia tenido un año entero. Juntó para esto los grandes de su reyno y los principales de su consejo; juntos les habló en esta manera: « Bien veis, amigos y parientes, el aprieto en que están las cosas: el enemigo poderoso y bravo á las puertas, en los nuestros poca seguridad; no se dan mas priesa á entrar los Franceses, que los del reyno á rendirse y alzar por ellos las banderas. Los socorros de fuera están lexos; y los que eran mas obligados á valernos, muestran cuydar menos de nuestra afrenta. No pretendo quexarme de nadie, ni mostrar en esta parte flaqueza: mis pecados son, bien lo veo, y es justo que lo laste quien lo hizo. La vida no está en poder y en mano de los hombres: Dios es el que alarga y acorta sus plazos como es servido. Con lo que yo puedo satisfacer, es con esta corona que quito de mi cabeza, como indigno de traella, y la paso á la del Duque mi hijo de las esperanzas y valor que todos sabeis trueque de mucha ganancia, pues en lugar de un viejo y enfermo os doy un Rey mozo, valiente, y que tiene fuerzas y ánimo para poner el pecho al trabaxo. Mucho quisiera que las cosas estuvieran en estado con que pudiera mostrar al mundo quan poco caso hago de sus grandezas. Esto fuera muestra de valor; y no lo será de menor prudencia rendirme á la necesidad, cuyas fuerzas son muy grandes, pues no todas veces el sabio piloto debe contrastar á las olas y al viento, antés caladas las velas dexar pasar la tormenta. Finalmente esta és mi determinada resolucion; y pues no puedo ayudar en este aprieto, quiero aunque lo siento á par de muerte salirme desterrado de mi cara patria siquiera por no ver los trabaxos de mi casa y de mi reyno. Por ventura con este sacrificio que

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