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es que dentro de pocos dias allanado lo de Calabria, y rendida aquella fortaleza, pasó á Nola, y dexadas allí sus gentes, fué á visitar las Reynas y consolallas de la muerte del Rey. Púsose el nuevo Res sobre Gaeta con toda su gente: sucedió que el señor de Aubeni, que por tierra iba la via de Roma, llegó allí en sazon que los de dentro se hallaban muy apretados; entró pues, é hizo que se rindiesen á partido. Saliéronse los Franceses en un galeon y dos naves cargadas de los despojos y plata de las iglesias: la una nave con tormenta se perdió la otra junto á Tarracina dió al través ; que se tuvo por castigo de Dios. Por otra parte el César como tenian acordado pasados los Alpes entró en Lombardía con mil de á caballo y con cinco mil infantes. Juntósele con su gente el duque de Milan : llamó desde Aste á los duques de Saboya y marqués de Monferrat como feudatarios del imperio: su reputacion era tan poca, que no le quisieron acudir; lo mismo el duque de Ferrara, que le tenia obligado por lo de Módena y Regio, ciudades y feudos del imperio. Lo que pretendia el César era defender lo de Génova, que no se apoderase de aquel estado el Francés, como lo intentó por medio de una armada que envió allá para este efecto, y con inteligencias que tenia con el cardenal de San Pedro y algunos otros naturales, esperaba llevar á cabo aquel desiño. Demas desto quando el Francés pasó por Pisa, de camino que iba á Nápoles, puso aquella ciudad en libertad, sacándola del señorío de Florentines que la tenian de tiempo atrás en su poder. Para defender esta libertad los paysanos acudieron á valerse de los otros Príncipes de Italia, y en especial de Venecianos que fueron los que mas se señalaron en su defensa. El duque de Milan deseaba grandemente enseñorearse de aquella ciudad, y quitar aquella presa á los Venecianos. Para esto persuadió cautelosamente al César que ayudase á los paysanos, hiciese la guerra á Florentines: con este intento el César en persona sitió á Liorna ; el cerco no fué de efecto alguno, y al fin se hobo de levantar. Andaba muy vario en sus deliberaciones, y fiábase poco de los Príncipes que le llamaron: por esto trataba de verás de dar la vuelta para Alemaña con menos réputacion de lo que se esperaba. Tuvo sobre el caso junta en Pavía en que se hallaron el duque de Milan y el cardenal Bernardino de Carvajal, que en Lombardía era legado del Papa

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para adelantar las cosas de la liga. Este prelado persuadió al César se entretuviese algun tiempo, y acudiese á lo de Génova que corria gran peligro por el esfuerzo que hacia el Rey de Francia para apoderarse della, quando vino nueva que lo desbarató todo, é hizo que el Emperador apresurase su partida, es á saber que los Reyes de España y de Francia tenian entre sí concertadas treguas, que entendian era principio para concordarse del todo. El caso pasó en esta manera: al mismo tiempo que la guerra de Nápoles se hacia con mas fervor, en España tenian recelos de guerra á causa de diversas entradas y correrías que se continuaban á hacer en Francia por la parte de Ruysellon; y por los grandes apercebimientos que en Francia se hacian, temian no quisiese aquel Rey satisfacerse de tantos agravios. Por esta causa el Rey Cathólico se acercó por aquellas fronteras, y por algun tiempo estuvo en Girona acompañado de muy buena gente que tenia allí juntada de todas partes; pero como el otoño se pasase, y él estuviese deseoso de volver á Castilla y á Búrgos, donde tenia dado órden fuese la Reyna para celebrar las bodas del Príncipe, despedida la mayor parte de la gente, dió la vuelta. El Rey de Francia avisado de lo que pasaba, hizo con gran presteza juntar un exército de pasados diez y ocho mil combatientes. Carlos de Albonia señor de Santander tenia á su cargo aquellas fronteras por el duque de Borbon gobernador de Lenguadoc: asi con esta gente rompió por lo de Ruysellon, y un viernes siete de octubre se puso sobre Salsas llave de aquel condado, bien que mal pertrechada, porque aunque tenia muchos y buenos soldados, la cerca era vieja y muy delgada; que fué ocasion que el dia siguiente la villa fué entrada por combate, y el castillo rendido á partido con muerte de muchos de los de dentro. Acudió el conde Don Enrique Enriquez con la gente que pudo llevar: reparó en Ribasaltas á una legua de Salsas á tiempo que el daño estaba hecho. Siguió al enemigo, que desamparó el lugar por no poder dexalle en defensa, y se retiró á la sierra que está sobre Salsas con intencion de no venir á las manos. Estuvieron los campos algunos dias á una legua el uno del otro: moviéronse tratos de concierto, y al fin se asentaron treguas por aquella parte que durasen hasta diez y siete dias de enero del año luego siguiente de mil y quatrocientos y noventa y sie

te. Resultó gran sospecha deste concierto en los Príncipes confederados, que se recelaban que el Rey Cathólico los queria desamparar y tomar consejo á parte; y fué ocasion que el Emperador alzase mano de lo de Italia, y diese en breve vuelta á Alemaña sin dexar hecho efecto que fuese de consideracion.

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DESPUES que por órden del Papa prendieron en Nápoles sobre concierto á Virginio Ursino y á su hijo, hecho de muy mala sonada, el Papa movió guerra á las tierras y estados de aquel linage de los Ursinos, que eran muy grandes. Nombró por capitanes de sus gentes á los duques de Gandía y de Urbino y á Fabricio Colona, que al principio se apoderaron de algunos lugares, y últimamente se pusieron sobre la fortaleza de Brachano. Carlo Ursino y Vitelocio con dinero que truxeron de Francia, levantaron buen número de gente de á pie y de á caballo : acudieron al socorro de aquella fuerza con trecientos hombres de armas, quatrocientos caballos ligeros, y dos mil y quinientos infantes; para divertir á los contrarios pusiéronse sobre Vasano villa de la Iglesia. Los enemigos da do que no eran tantos en número, alzado su campo fueron en busca de los Ursinos. Trabóse la batalla, que fué á veinte y quatro de enero, en que al principio la gente de la iglesia forzaron á los contrarios á retirarse, y subir un montecillo para mejorarse de lugar. Fabricio Colona con parte de la gente acordó subir por el otro lado para dar en los enemigos por las espaldas. Los Ursinos antes que llegase á do pretendia, revol vieron sobre la demas gente del Papa con tal denuedo que lix geramente los desbarataron y pusieron en huida. El duque de Gandia salió herido en el rostro y el de Urbino fué preso. Con esta victoria los Ursinos recobraron los lugares que les habian tomado, y el Papa fué forzado recebillos en su gracia y concertarse con ellos. Tuvo en este concierto gran parte el gran Capitan, en que se gobernó de tal suerte que los Ursinos que

daron muy obligados al Rey Cathólico. Vino en esta sazón el gran Capitan á Roma con su gente para ayudar al Pápa en esta guerra, si bien la de Nápoles no quedaba de todo punto acabada. Hecho el concierto con los Ursinos, á ruegos del Pontífice fué á cercar á Ostia, fuerza que todavía se tenia por Francia debaxo del gobierno de Menaut de Guerri, por donde Roma padecía grande falta de bastimentos, no de otra manera que si estuviera cercada y tuvieran los enemigos á las puertas, La empresa era dificultosa, pero los Españoles se dieron tan buena maña que dentro de ocho dias la tomaron á escala vista; sin embargo el capitan Francés fué recebido á merced y tratado con mucha humanidad. Ayudó mucho en este cerco la buena industria de Garcilasso embaxador que era por el Rey Cathólico en corte Romana. Tenia el gran Capitan deseo de dar presto la vuelta para acabar de ganar ciertas fuerzas que se tenian en el reyno por el cardenal de San Pedro muy parcial de Francia. Al despedirse como quier que en el discurso de la plática el Papa dixese que sus Reyes le tenian muchos cargos, y que no respondian á lo que era ràzon, que nadie los conocia como él; le respondió con grande libertad que creia bien los conocía, pues era su natural, pero en lo qué decia que no les tenia cargo, parecia notoria ingratitud, pues sabia muy bien que con su favor se sustentaba en aquel grado sin embargo de la libertad de su persona y de toda su casa: que le suplicaba atendiese á reformar todo esto antes que el Rey su señor por escrúpulò de que con su sombra se escandalizase la iglesia, fuese forzado á desamparalle; tráxole á la memoria otras cosas particulares y cargos á que el Papa no supo responder. A la verdad la disolucion era tan grande que dió libertad á un hombre de capa y espada para perdelle el respeto, y forzó á los Príncipes, en particular á los Reyes de Castilla y de Portugal, á hacelle instancia sobre lo mismo con diversos embaxadores que sobre esto le enviaron. Ninguna diligencia bastó, tanto que poco despues en un consistorio en que se trató de dar la investidura del reyno de Nápoles á Don Fadrique, juntamente propuso de dar en cierta forma al duque de Gandía la ciudad de Benevento, patrimonio de la Iglesia en aquel reyno; ademas que tenia concertado de hacer suelta del tributo con que aquellos Reyes acudian á la Iglesia cada un año, por cien mil

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ducados que aquel Rey ofrecia de dar en cierto estado al dicho Duque. Contradixo lo de Benevento el embaxador Garcilasso, con protesto que hizo que no se lo permitiria el Rey su señor. Ninguna cosa bastara para enfrenalle si no desbaratara todas sus tramas la muerte que en breve sobrevino al duque de Gandía muy desgraciada. Una noche catorce de junio venian de un jardin en que cenaron el Duque y los cardenales de Valencia y de Borgia. Apartóse el Duque solo con un lacayo que envió despues por unas armas á la vuelta el lacayo no halló á su señor, ni en todo otro dia se pudo saber algun rastro dél mas de que en la via del Pópulo hallaron la mula en que iba. Hiciéronse mas diligencias, y un barquero dixo que á media noche vió que en una mala dos hombres á los lados y otro á las ancas llevaban cierta persona, y que llegados á la postrera puente do él estaba, le echaron en el rio; y el que iba á las ancas preguntó si se iba á fondo: respondieron los otros que sí, y con tanto se fueron, Buscaron el lugar que señaló el barquero; hallaron el cuerpo con nueve heridas, con sus vestidos y joyas sin que le faltase nada. Nunca se pudo averiguar quién fuese el matador: unos decian que los mos le hicieron matar por estar muy agraviados del Papa, otros que el cardenal Ascanio; la voz comun del pueblo fué que su hermano el cardenal de Valencia Don Don César cometió aquel caso tan atroz por estar muy sentido que siendo menor que él, se le hubiese antepuesto en el ducado de Gandía. ¿ La verdad quién la podrá averiguar? quién enfrenar el vulgo que no hable? el odio que al Papa tenian, entiendo yo fué la causa que en lo que le tocaba, siempre se dixese y creyese lo peor. Dexó el Duque un hijo que se llamó Don Juan como su padre, y le sucedió en aquel estado de Gandía.

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Capitulo XVI.

Del casamiento del Principe Don Juan.

En la misma armada que llevó á Flandes á la Infanta Doña Juana, vino á España, aunque despues de algunas dilaciones, la Princesa Margarita hermana del Archiduque para casar á

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