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que se

últimamente con su llegada á Nápoles, que fué á los diez y ocho de octubre, reforzó grandemente y animó á los guian su partido, Ayudóla con gentes que le envió, el Papa Eugenio, y ella por sí ganaba las voluntades del pueblo por su gran nobleza, excelente ingenio, condicion y trato muy apacible. España cuydadosa y triste por el trabaxo de los Reyes revolvia varias práticas de guerra y de paz. Juntáronse córtes de Aragon en Zaragoza, en que á peticion de la Reyna se trató de apercebir una armada para conservar las islas de Cerdeña y de Sicilia que sospechaban serian acometidas por los vencedores que ya nadie se acordaba ni tenia esperanza del reyno de Nápoles. En Soria á los confines de Aragon y de Castilla hobo habla entre el Rey de Castilla y la Reyna de Aragon su herma na. Allí se concluyó que las treguas asentadas entre los dos reynos durasen y se prolongasen por otros cinco meses. Parecia cosa injusta aprovecharse del desastre ageno; y los ánimos de los grandes de Castilla por la desgracia de aquellos Reyes se movian á compasion. Partiéronse de Soria : en el camino se supo que la Reyna Doña Leonor madre de los dos Reyes falleció en Medina del Campo mediado el mes de diciembre: la fuerza del dolor que recibió por el desastre de sus hijos, súbitamente le arrancó el alma; la muerte repentina hizo se creyese era esta la causa. Fué una señora muy principal y madre de Príncipes tan grandes. Hiciéronle honras en muchos lugares; y en especial el Rey Don Juan se las hizo en Alcalá de Henares y la Reyna su muger en Madrigal. Fué sepultada en San Juan de las dueñas, un monasterio de monjas que ella levantó á su costa fuera de aquella villa, en que pasaba su vida con mucha santidad. En Milan últimamente se hizo confederacion y avenencia entre aquel Duque y los Príncipes sus prisioneros, cuyas capitulaciones eran : que sin exceptuar á ninguno tuviesen los mismos por amigos y por enemigos: el Duque para recobrar el reyno de Nápoles prometió de ayudar con sus fuerzas y gentes : lo mismo hizo el Rey de Aragon, que pro, metió toda su ayuda para hacer la guerra á los enemigos del Duque de Milan. En gran cuydado puso este asiento asi á los Italianos como á las demas naciones. El Rey de Navarra fué enviado en España con poderes muy bastantes para gobernar el reyno de Aragon. Era necesario allegar dinero, hacer nue

vas levas de soldados, y apercebir una gruesa armada. El Prín-cipe de Taranto y el Duque de Sessa fueron á Nápoles para animar y esforzar á los de su parcialidad, y para que avisasen al infante Don Pedro en nombre del Rey su hermano que les acudiese con la armada que tenia aprestada en Sicilia. Executóse con gran presteza lo que el Rey mandaba: llegada que fué la armada de Sicilia á la isla de Ischia, se apoderó de la ciudad de Gaeta por entrega que della hizo Lanciloto su gobernador, natural que era de Nápoles, á veinte y cinco de diciembre dia 1436. de Navidad, y principio del año mil y quatrocientos y treinta y seis. Pocos dias despues el Rey de Aragon, puesto en libertad por el Duque como está dicho, llegó á Portovenere, el qual castillo y el de Lerice entre tan grandes tempestades, dado que están en las marinas de Génova, se conservaron en la fe del Rey de Aragon, y se tenian por él mas por miedo de la guarnicion Aragonesa que tenian, que por voluntad de los naturales. Algunos dicen que del desastre y libertad del Rey de Aragon se dieron diversas señales y se vieron milagros: cada qual les dará el crédito por sí mismo que la cosa merece, á mí no me pareció pasar en silencio cosas tan públicas y tan recebidas comunmente. El mismo dia que se dió la batalla cerca de la isla de Ponza, en la puente que en Zaragoza se edificaba sobre Ebro de obra muy prima y muy ancha, como á medio dia sin bastante ocasion para ello se cayó el arco principal, y con su caida mató cinco hombres. Dirá alguno que las cosas casuales suele el vulgo muchas veces, quando son pasadas, publicallas por milagros y sacar dellas mysterios: sea asi, ¿pero qué dirémos de lo que se sigue? Nueve leguas inas abaxo de Zaragoza á la ribera del mismo rio Ebro está un pueblo llamado Velilla, edificado de una colonia de los Romanos que en los pueblos Ilergetes se llamaba Celsa. En este tiempo y en el de nuestros abuelos por ninguna cosa es el dicho pueblo mas conocido que por una campana que allí hay, la qual aquellos hombres están persuadidos que diversas veces por sí misma con una manera extraordinaria se toca, sin que ninguno la mueva, para anunciar cosas grandes que han de venir, buenas ó malas. Yo no trato de la verdad que esto tiene ni lo tomo á mi cargo. Consta por lo menos que autores graves lo refieren, y citan testigos de vista de aquel milagro. Di

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cen pues que aquella campana un dia antes que los Reyes fuesen presos se tañó por sí misma, y otra vez á treinta de octubre, y la tercera á cinco del mes de enero próximo siguiente, dia en que hecha la alianza en Milan, el Rey de Aragon fué puesto en libertad. Muchas plegarias se hicieron, y muchas misas se dixeron para aplacar la ira de Dios que por estas señales entendian les amenazaba : congoxa y cuydado de que se libraron los naturales con la buena nueva que vino de la libertad dada á sus Príncipes: y la tristeza que recibieran por aquel grave desman, y el miedo de algun nuevo mal que sospechaban se daba á entender por aquellas señales, se trocó en pública alegría de toda aquella nacion, y aun de lo demas de España.

Capítulo XI.

De las paces que se hicieron entre los Reyes de Castilla y de

Aragon.

DE las paces que se hicieron en Milan, resultó una nueva y pesada guerra: los Ginoveses tomaron las armas, y públicamente se revolvieron contra el Duque de Milan. Tenian aquellos ciudadanos por cosa pesada que el fruto de la victoria ganada con su peligro y esfuerzo otros se lo quitasen, y que Philipo Duque de Milan se llevase las gracias de las paces hechas con los Reyes, y de ponellos en libertad con presentes que les dió: liberalidad con que quedaban cargados del odio que por fuerza les tendrian los Aragoneses y Catalanes, naciones con las quales antiguamente tuvieron grande enemiga. Querellábanse demas desto que el amparo de los Duques de Milan, á que forzados acudieron el tiempo pasado, le mudasen en señorío y en una dura servidumbre. Alterados con esta indignacion, hecha liga en puridad con el Pontífice Eugenio y con Renato, Duque de Anjou, tomaron las armas. Gobernaba aquella ciudad en nombre del Duque Philipo Paccino Alciato que fué muerto en aquella revuelta y alboroto del pueblo : á otros que estaban por el Duque, pusieron las espadas á los pechos, y algunos quedaron heridos, algunos muertos ; mirá

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banles las palabras, los meneos que hacian y visages, por ver si daban alguna muestra de aborrecer lo que de presente se hacia, y favorecer á los de Milan. Con esto (lo que acontece en los alborotos del pueblo) en breve á lo que acudió la mayor parte, se allegaron todos los demas: si algunos sentian lo contrario, en lò público aprobaban y adulaban los intentos de los alborotados. El principal movedor deste motin fué Francisco Espínula, que ganó nombre de valiente por la defensa de Gaeta que hizo poco antes, de que cobrara gran soberbia: sobre todo se movia por ser enemigo de los Fliscos y de los Fregosos, linages que se arrimaban á los Aragoneses. Muchos pueblos por aquella comarca á exemplo de Génova y por su autoridad, despertados con la dulzura y esperanza que se prometian de la libertad, se levantaron y echaron de sí la guarnicion que tenian por el Duque de Milan. Detuvieron los Españoles que tenian cautivos, por los quales y para librallos el Rey de Aragon les hobo de pagar setenta mil escudos. Con los Sicilianos se hobieron mas mansamente por causa de la antigua amistad, buen acogimiento y contratacion que con aque- r lla isla tenian: así los soltaron sin rescate; solo tres hijos de Juan de Veintemilla quedaron por largo tiempo en Génova, no se sabe si por aborrecimiento que les tuviesen, si por pretender dellos alguna grande cantidad. El Rey de Aragon á instancia del Duque Philipo procuraba sosegar las alteraciones 'de Génova con la armada que Don Pedro su hermano le envió desde Gaeta, pero desistió de la empresa por parecelle cosa < larga esperar hasta tanto que sosegase aquella gente tan albo rotada: : para la priesa que él tenia de acudir á las cosas y reyno de Nápoles, qualquiera tardanza le era muy pesada: sábia muy bien que en las guerras civiles un dia y una hora, sino se acude con tiempo suele causar grandes mudanzas, y ser causa que grandes ocasiones se desbaraten'; ninguna cosa es mas saJudable que la presteza. Con esta resolucion de Portovenere envió á Don Enrique su hermano á España. Hízole merced del estado de Ampurias, y mandóle que ayudase en la guerra, si el Rey de Castilla se la hiciese por aquella parte, de que se recelaban á causa que el tiempo de las treguas espiraba. El mismo Rey con la armada se hizo á la vela, y llegó á Gaeta á dos de febrero en este medio Don Pedro su hermano se apodera

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ra de Terracina con gran sentimiento del Pontífice Eugenio, cuya era aquella ciudad, por pensar que los Aragoneses eran tan arrogantes que no contentos con el reyno de Nápoles pretendian apoderarse de toda Italia sin tener respeto á la magestad sacrosanta, ni moverse por algun escrúpulo por ser feroces, ralea de hombres fiera y mala, como él decia. Con la venida del Rey los señores Neapolitanos y los soldados acudieron á Gaela. Nombró por general del exército á Francisco Picino (en que tuvo consideracion á hacer placer al duque Philipo, acerca del qual Nicolao padre de Francisco tenia en todas las cosas el principal lugar de autoridad y mando) en aquella sazon capitan muy señalado, de grande exercicio en las armas, y que se podia comparar con los caudillos antiguos. Ardia Italia en ruidos y asonadas de guerra; unas ciudades suspensas con las sospechas que tenian de una nueva guerra ; otras hacian ligas y confederaciones entre sí para echar los Aragoneses de Italia. En particular los Venecianos, Florentines y Ginoveses á persuasion y con ayuda del Pontífice Eugenio quien por odio de nuestra nacion, quien por amor de la Francesa se ligaban para este efecto, y juntaban sus fuerzas. En España por el mismo tiempo se hacia la guerra á los Moros. Entre los demas Reyes estaban para concluirse las paces por la gran instancia y diligencia que en ello puso el Rey de Navarra. Su intento era volver las fuerzas de aquella nacion contra Italia sin cuydar de las cosas de España. Dos castillos llamados el uno Galea y el otro Castilleja se rindieron en tierra de Moros á Rodrigo Mənrique, que andaba con gente por aquellas partes. El alegría que resultó de desta buena nueva, en breve se mudó en mayor cuyta por el desastre muy triste del conde de Niebla Don Enrique de Guzman, el qual por hacer muestra de su esfuerzo y ganar la gracia de su Rey tenia puesto cerco sobre Gibraltar, pueblo asentado sobre el estrecho. Allí como despues de cierta escaramuza se recogiese á su armada, se ahogó con otros quarenta compañeros por dar lado y hundirse el batel á causa de los muchos que acudieron, y estar el mar con la ordinaria creciente alterado. Don Juan de Guzman con el dolor que recibió del desastre de su padre, y desconfiado de salir con la empresa, alzado sin tardar el cerco, se retiró á Sevilla. Este caballero fué el primer duque de Medina Sidonia por merced

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