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que poco adelante le hizo el Rey Don Juan deste título. Quiso ablandar aquel dolor y gratificar aquel servicio y voluntad con esta honra hecha á la familia nobilísima, y de las mas poderosas de España, de los Guzmanes. Hallábase el Rey en Toledo, do era vuelto despues que visitó á Alcalá y á Madrid. La corte se ocupaba en juegos y regocijos con poco ó ningun cuydado de la guerra. En aquella ciudad á dos de setiembre se concluyeron las paces entre Castilla, Aragon y Navarra: ocasion y materia para todos de gran alegría. Entendieron en hacer el asiento D Alonso de Borgia obispo de Valencia, y D. Juan de Luna y otras personas principales que vinieron de Aragon, y con ellos el arzobispo de Toledo: el maestre de Calatrava y D. Rodrigo conde de Benavente, que despues de muchas porfías se acordaron en estas condiciones: Doña Blanca hija mayor del Rey de Navarra case con D. Enrique príncipe de Castilla: en dote á la doncella se den Medina del Campo, Olmedo, Roa y el estado de Villena si deste matrimonio no quedare sucesion, estos pueblos vuelvan al señorío de Castilla, y en tal caso se dé cier'ta cantidad de dineros (en que se concertaron) al Rey de Navarra en recompensa de aquellos lugares: á Don Enrique de Aragon se den cada un año cinco mil florines y á su muger tres mil: los pueblos y castillos que de una y otra parte se tomaron durante la guerra á la raya de aquellos reynos, se vuelvan á los señores antiguos: á los que de una y otra parte se pasaron, sea otorgado perdon, fuera del conde de Castro y el maestre de Alcántara; demas destos sacó el de Navarra por sù parte á Jofre marqués de Cortes por ser hombre inquieto, deseoso de novedades, y que por ser de sangre Real pretendia apoderarse del reyno. Con estas capitulaciones las treguas se mudaron en paces, y concertaron de hacer liga contra todas las naciones y príncipes. Solamente el Rey de Castilla sacó al de Portugal y al Francés. Y de parte de los Aragoneses exceptuaron al duque de Milan y Gaston conde de Fox, cuyo padre Ilamado Juan falleció poco antes desto, y él heredó aquel estado en edad de quince años, y era yerno del Rey de Navarra concertado con Doña Leonor su hija menor. Divulgado este concierto, en todas partes se hicieron procesiones, alegrías y regocijos: gozábanse que quitado el miedo de la guerra cesaban los males, y parecia que en España las cosas irian grande

mente en mejoría. El conde de Castro en breve alcanzó per don, y volvió á Castilla, y hostigado con destierro tan largo en lo de adelante se mostró mas recatado que antes. Lo que aquí se dice y en otras partes del conde de Castro se sacó de las corónicas destos reynos: los de su casa muestran cédulas Reales en aprobacion del Conde, y en que le prometen recompensą jurada por lo que en estas revueltas le quitaron muchas alegaciones y procesos que se causaron en defensa de su lealtad, en que holgáramos se procediera á sentencia para que todos nos conformáramos. Lo que se puede decir con verdad, es que fué un gran caballero, y en todas sus obras de los mas señalados de aquel tiempo. La nota á mi ver es de poca consideracion por correr la misma fortuna muchas de las mejores casas de Castilla, como del almirante, conde de Benavente y conde de Alba, con otro gran número de nobleza que entra ron á la parte, sin qué por ello hayan perdido punto de su re putacion, y en el Conde fué mas escusable lo que hizo, por la obligacion que le corria de seguir y acompañar á los hijos dél con quien se crió desde su niñez, que fué el Infante Don Fernando que despues fué Rey de Aragon, demas que los tempo rales corrieron tan turbios y ásperos que apenas se puede des. lindar de qué parte de las dos estuviese la razon y la justicia, y es ordinario que en tiempos semejantes los mejores padez. can mas razones todas de momento para no reparar en este punto ni hacer desto mucho caso. En el entretanto el Rey de Aragon no dexaba de atraer y ganar los corazones de los Neapolitanos, y ayudar con industria sus fuerzas. Juntósele Balthasar Rata, conde de Caserta, que era uno de los gobernadores nombrados por el pueblo: lo mesmo Ramon Ursino conde de Nola. Para ganalle y obligalle le prometieron por muger á Doña Leonor, doncella de sangre Real, hija del conde de Ur gel que poco antes desto falleció en Xátiva. Con tanto el Rey, de la ciudad de Cápua en que se hacia la masa de la gente, salió en campaña con intento en ocasion de combatir á los enemigos, y apoderarse (como en breve, se apoderó) del valle de San Severino, de la ciudad de Salerno, y de las marinas de Amalfi. Puso guarniciones en todos estos lugares, con que las fuerzas de Aragon se afirmaron, y enflaquecieron las de los Angevinos. Quedaba entre otras la ciudad de Nápoles cabeza

del reyno. Tenian no pequeña esperanza de ganalla por estar los ánimos muy inclinados al Aragonés, ý por ser grandes las fuerzas de su parcialidad. Lo que sobre todo les ponía buen corazon y animaba, erán los dos castillos que en aquella ciudad en medio de tan grandes tempestades todavía se tenian por Aragon: cosa que parecia milagro, y era como buen agüe, ro para la guerra que restaba.

Capitulo xu.

Que los Portugueses fueron maltratados en Africa.

FUE este invierno áspero por las heladas grandes y por las muchas nieves que cayeron en España : nadie se acordaba de frios tan recios; en particular estando el Rey en Guadalaxara, siete leñadores que salieron por leña á los montes comarca. nós, perecieron y se quedaron helados por la gran fuerza del 1437. frió el mismo dia de año nuevo de mil y quatrocientos y treinta y siete. Sobre las nieves cayeron heladas, y sobre lo uno y lo otro corrieron cierzos, con que mucha gente pereció, Queria el Rey en tan recio tiempo pasar á Castilla la Vieja, y por estar los puertos muy cubiertos de nieve fué necesario enviar delante trecientos peones, que abrieron el camino, y apartaron la nieve á la una y á la otra parte con montones que hacian á manera de valladar de la altura de un hombre á caballo. Con esta diligencia pasaron los montes con que parten término las dos Castillas, la Nueva y la Vieja; y el Rey acudió á cosas que lé forzaron á ponerse en aquel trabaxo. De Roa por el mes de marzo pasó á Osmå, desde allí envió al Príncipe Don Enrique su hijo á Alfaro villa principal á la raya de Navarra. Fueron en su compañía los mas de los grandes, entre todos el que mas se señalaba era Don Alvaro de Luna, que poco antes sacó á la Reyna por pura importunidad el castillo de Montalvan, y le juntó con Escalona que ya poseia cerca de Toledo, sin acordarse que quanto crecia en poder tanto era la envidia mayor, contra la qual ningunas fuerzas bastan á contrastar. Dos dias despues que el Príncipe llegó á Alfaro, vino al mismo lugar la Reyna de Navarra acompañada de sus hijos, y de mucha gente

de los suyos, en especial del obispo de Pamplona y de Pedro Peralta mayordomo mayor de la casa Real, y de otros seño res. Hiciéronse con grande solemnidad los desposorios del Príncipe y de Doña Blanca en edad que tenian de cada doce años. Desposólos el obispo de Osma Don Pedro de Castilla, persona muy noble, y de sangre Real. Gastáronse en regocijos quatro dias, los quales pasados, la Reyna de Navarra y la des posada su hija se volvieron á su tierra. El Rey de Castilla y su hijo el Príncipe Don Enrique fueron á Medina del Campo. En aquella villa por consejo de Don Alvaro de Luna y del conde de Benavente fué preso el adelantado Pedro Manrique por man dado del Rey, y enviado al castillo de Fuentidueña para que allí le guardasen. Sucedió esta prision por el mes de agosto, que fué un nuevo principio de alborotarse el reyno, de que grandes males resultaron. Las causas que hobo para hacer aquella prision no se saben; lo que con el tiempo y por el su‐ ceso de las cosas se entendió, fué que con otros señores tenian comunicado en que forma podrian derribar á Don Alvaro de Luna, cosa que en aquella sazon se tenia por crímen contra Ja magestad, y aleve. Fué este año memorable y desgraciado á los Portugueses por el estrago muy grande que en ellos hicieron los Moros en Africa. Ardian los cinco hermanos del Rey de Portugal en deseo de ganar nombre y ensanchar su señorío: ¿ en España cómo podian por ser aquel reyno tan pequeño, y tener hechas poco antes paces con los comarcanos? Cuydaron seria mas honrosa empresa la de Africa como contra gente enemiga de Christianos. Deteníalos la falta de dinero para la paga y socorro de los soldados. Para remedio desta dificultad por medio del conde de Oren embaxador de Portugal en corte Romana alcanzaron del Pontífice Eugenio indulgencia para todos aquellos que tomasen la señal de la Cruz por divisa y se alistasen para aquella jornada. Fué grande la muchedumbre y canalla de gente que sabido esto acudió á tomar las armas. Don Fernando maestre de Avis, como el mas ferviente que era de sus hermanos, se ofreció para ser general en aquella empresa. Tratóse de la manera que se debia hacer la guer ra, en una junta del reyno que para esto tuvieron. Don Juan maestre de Santiago en Portugal, uno de los hermanos, era de ingenio mas sosegado y mas prudente : como tal fué de pa

recer (el qual puso por escrito) que no debian acometer á Africa si no fuese con todas las fuerzas del reyno, por ser aquella provincia poderosa en armas, gente y caballos. Decia que muchas veces con gran daño fuera acometida, y al presente seria su perdicion, si no se median con sus fuerzas, y si no sabian enfrenar aquel orgullo, ó celo desapoderado. « Oxalá yo salga mentiroso; pero si no sosegais esta gana de pelear, y la gobernais con la razon, los campos de Africa quedarán cubiertos con nuestra sangre. ¿En esta gente y soldados confiais? antes de la pelea se muestran bravos, y venidos á las manos, en el peligro y trance cobardes; pues no tienen uso de las armas, ni fortaleza, ni vigor en sus corazones, solo número y no mas. ¿Por ventura menospreciais á los Moros? temo que este me. nosprecio ha de acarrear algun gran mal. Mirad que irritais una gente muy determinada, sin número y sin cuento, y que por su ley, por sus casas, por sus hijos, y mugeres pelearán con mayor ánimo. Diréis que vais confiados en el ayuda de Dios: eso seria, si las vidas y costumbres fueran á propósito para aplacalle mejores de lo que vemos en esta gente, y si con madureza y con prudencia se tomaren las armas; que los Santos no favorecen los locos atrevimientos y sandios, antes será por demas cansallos con plegarias y rogativas no limpias. Alguna experiencia que tengo de las cosas, y el amor ferviente de la patria y de la salud comun me hacen hablar asi, y temer no cueste á todos muy caro esta resolucion que teneis en vuestros ánimos concebida.» Aprobaban este parecer todas las personas mas recatadas, en especial los Infantes Don Pedro y Don Alonso; solo Don Enrique era el que fomentaba los intentos de Don Fernando : tenia grande autoridad por ser el que era, y por sus riquezas y estudios de letras con que acreditaba todo lo demas. Sucedió lo que es ordinario, que los mas y su parecer, aunque peor, prevaleció contra lo que sentia la mejor -parte: de suerte que por comun acuerdo se resolvieron en pasar adelante. Apercibieron una armada, y en ella embarcaron hasta seis mil soldados: sonaba la fama que el número de la gente era doblado, es á saber doce mil combatientes, que fué otro nuevo daño. A doce de agosto se hicieron á la vela, y dentro de quince dias llegaron á Africa. En Ceuta donde surgieron, hicieron consulta en qué manera se haria la guerra,

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