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Tomaron resolucion de cercar á Tanger, ciudad de Romanos antiguamente muy noble, á la sazon pequeña. Está puesta al estrecho enfrente de Tarifa: al derredor tiene grandes arenales, por donde el campo no se puede sembrar y estéril, fuera de algunos baxos y valles que hay, que por regarse con las aguas de cierta fuente que cerca tienen, son de gran frescura y fertilidad. Los cercados, puesto que por espacio de treinta y siete dias fueron combatidos gallardamente, nunca perdieron el ánimo, antes por la esperanza que tenian de ser presto socorridos, se animaban á defender la ciudad. Acudieron á socorrella los Reyes de Fez y de Marruecos y otros señores Africanos con seiscientos mil hombres que traian de á pie, y setenta mil de á caballo, maravilloso número, si verdadero : la fama y el ruido suele ser mas que la verdad. A tanta gente ¿cómo podian resistir los Portugueses? Pelearon al principio fuertemente, despues cercados por todas partes de muchedumbre tan grande, se hicieron fuertes en sus reales, pero tristes, fixados los ojos en tierra, ni respondian, ni preguntaban, antes todo el tiempo que podian se estaban dentro de las tiendas: la misma luz y trato por la afliccion les era pesada. Trataron de huir; ¿pero á donde, ó por qué parte, estando todo el campo cubierto de sus contrarios? mayormente que las piedras se levantan contra el que huye. Forzados de necesidad enviaron mensageros de paz. Los Bárbaros respondieron que se despidiesen de ningun concierto, si no fuese que, entregada Ceuta, saliesen de toda Africa. Era cosa muy pesada lo que pedian, y que no estaba en su mano prometello : todavía por el deseo que tenian de salvarse, otorgaron, y por rehenes el general Don Fernando y otras personas principales : los demas rotos, sucios y maltratados se fueron primero á Ceuta, y de allí pasaron á Portugal al cabo del año. Tratóse en Ebora en una junta de señores del asiento que tomaron, y del cumplimiento dél. De comun acuerdo salió decretado que aquellas condicio

nes,

como otorgadas sin voluntad del Rey, eran en sí ningunas, y que no se debian cumplir: que la fe dada y la jura se cumplia bastantemente con dexalles los rehenes que en Africa quedaran, para que con sus cabezas pagasen lo que necia y locamente asentaron. ¿Por ventura si con la misma soberbia los necesitaran los Bárbaros á prometer que entregarian todo Por

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tugal, era de cumplir la tal promesa, y sufrir que de nuevo los Moros pusiesen el pie y el yugo de su imperio y señorío en España? Que si prometieran otras muchas cosas muy indignas, como pudiera ser estuvieran por ventura obligados los Portugueses á pasar por ellas? El cautiverio pues de Don Fernando fué perpetuo, padeció menguas y prisiones muy graves. Su sepulcro se muestra en la ciudad de Fez puesto en un lugar alto como tropheo que levantaron de nuestra nacion y por memoria de la victoria que ganaron : asi el que fué principal en la culpa, acaso, ό por voluntad de Dios fué mas gravemenlos demas castigado.

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Capítulo XIII.

Como el Infante Don Pedro fué muerto en el cerco de Nápoles.

En España revolvian sospechas de nuevos alborotos por estar gran parte de los grandes aversos de su Rey por la prision injusta (como ellos decian) que se hizo en la persona de Pedro Manrique. Asimismo se veian por todas partes entre las personas eclesiásticas grandes contiendas y debates, á causa que el Pontífice Eugenio, por tener desde el principio de su pontificado por sospechoso el concilio de Basilea, procuraba disolvelle; que era un camino inventado á propósito para hacer burla y enflaquecer las fuerzas de los concilios, que enfrenaban y ponian algun espanto á los Pontífices Romanos; pero desistió deste intento por entonces por cartas que en esta razon le vinieron muy graves del Emperador Sigismundo, y del cardenal Cesarino su legado. Los padres de Basilea tomando mas autoridad y mano de lo que por ventura fuera justo, y irritados por lo que el Papa intentara, le hicieron intimar que si no venia en persona al concilio, pronunciarian contra él lo que se acostumbra contra los que desamparan su oficio, y no cumplen con lo que son obligados y con el deber en caso semejante. No quiso obedecer: amenazabán de deponelle y quitalle la autoridad pontifical que tenia. Este era el intento de Jos obispos los Príncipes Christianos no se conformaban en un parecer, algunos resistian á aquel intento como arrojado

y temerario, por la memoria que tenian de las flagas que en el scisma pasado recibió la Iglesia Christiana, que apenas se habian encorado y sanado: en particular hizo resistencia el Emperador Sigismundo, dado que no era nada amigo del Pontífi ee. Poco prestó su autoridad á causa que en el mismo tiempo que estas pláticas se comenzaron, pasó desta vida á nueve de diciembre, mas señalado por la paz de la Iglesia que fundó, y por habella ahora defendido, que por los muchos años que imperó. Sucedió en su lugar su yerno Alberto duque de Austria, que ya era Rey de Romanos. Coronóse primer dia de enero principio del año mil y quatrocientos y treinta y ocho, 1438. en tiempo que en un lugar que tenia Don Alvaro de Luna en Castilla la vieja llamado Maderuelo, cayeron piedras tan gran. des como almohadas pequeñas, que no hacian daño por ser la materia liviana. Para averiguar el caso y informarse de todo enviaron á Juan de Agreda adalid del Rey que traxo á Roa do halló al Rey de Castilla, algunas de aquellas piedras. Dudábase si era buen agüero ó malo, pero ni aun del suceso de la guerra de los Moros se entendió bastantemente que era lo que aquellas piedras pronosticaban ca por una parte Huelma (pueblo que los antiguos llamaron Onova) dado que estaba fortificado con número de soldados y con murallas bien fuertes, fué ganada de los Moros por la buena industria y esfuerzo de Iñi go Lopez de Mendoza señor de Hita, á cuyo cuydado estaba la frontera de Jaen: por otra parte el alegría no duró mucho á causa que Rodrigo Perea adelantado de Cazorla en una entrada que hizo en tierra de Moros, fué muerto por mucho mayor número de enemigos que cargó sobre él, y de mil y quatrocientos soldados que llevaba, solos veinte escaparon por los pies. Tampoco los Moros ganaron la victoria sin sangre, que el mismo capitan que era de los Bencerrages, y gobernador de Granada, pereció en el encuentro con otros muchos, que fué algun alivio del desastre. El Rey de Aragon por estar agraviado y sentido del Pontífice Eugenio parecia ayudar los intentos de los de Basilea, en especial que demas de los desaguisados pasados al presente Juan Vitelesco patriarcha de Alexandría con gente del Pontífice y por su órden hizo entrada por las fronteras del reyno de Nápoles, y con su venida se alteraron y trocaron mucho los ánimos de los naturales, tan

to que el Príncipe de Taranto y el Conde de Caserta se pasaron á la parte del Papa, como personas que eran poco constantes en la fe, de ingenio mudable y vario. Al contrario Antonio Colona se reconcilió con el Rey de Aragon con esperanza que se le dió de recobrar el principado de Salerno que antes le quitaran. El patriarchâ fué en breve desbaratado por los de Aragon, y farzado á salirse del reyno de Nápoles, si bien venia armado de censuras y con valientes soldados. Los otros señores se reduxeron al deber en el mismo tiempo que Renato duque de Anjou, rescatado de la prision en que le tenian, con su armada llegó á Nápoles á diez y nueve de mayo. Su venida fué de poco momento por no traer dinero alguno para los gastos de la guerra, solo los ánimos de muchos se despertaron á la esperanza y deseo de novedades. En muchas partes se emprendió la llama de la guerra. La mayor fuerza della andaba en las tierras del Abruzo: Jacobo Caldora, capitan muy experimentado, sustentaba en aquella comarca el partido de Renato: él mismo desque supo su venida, le acudió luego en persona, magüer que no muy confiado de la victoria á causa que muchos el partido de Aragon de cada dia mas se adelantaba, pueblos y castillos por aquella comarca venian en poder de los Aragoneses. Renato para ganar reputacion y entretener acordó desafiar al enemigo á hacer campo, y en señal del riepto le envió una manopla, si de corazon no se sabe. Lo que consta es que el Aragonés aceptó, y todo aquel acometimiento se fué en humo, por las diferencias que resultaron, como era forzoso, sobre el dia y el lugar y otras circunstancias del combate. En Burgos el Rey de Francia en una junta que hizo de todos los estados de su reyno, aprobó los decretos de Basilea por una ley que vulgarmente se llama Pragmática Sancion, por la qual mandó se sentenciasen los pleytos. Dió gran pesadumbre al Papa Eugenio aquella ley, porque con ella parecia se quitaba casi toda la autoridad al Sumo Pontificado en Francia sea en conferir los beneficios, sea en sentenciar los pleytos. Asi con mayor resolucion se determinó de disolver el concilio de Basilea, de do procedian tales efectos, demas de otros nuevos miedos que se mostraban. Hizo pues un nuevo edicto, en que pronunció trasladaba el concilio á Ferrara ciudad de la Italia. El legado Cesarino, sabida la voluntad del

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Pontífice, y con él de siete cardenales que eran, los cinco se. pasaron á Ferrara: los otros dos se quedaron en Basilea. La causa que se alegaba para mudar el lugar, era la venida del Emperador Juan Paleólogo, y del patriarcha de Constantinopla, que pasaron á Italia con intento de unir las Iglesias de Oriente con las de Occidente, y hacer la paz que todos tanto deseaban. Llegados que fueron á Ferrara, les hicieron mucha honra. Sobrevino peste, que forzó de nuevo á pasar el concilio á Florencia cabeza de Toscana. En aquella ciudad con trabaxo de muchos dias se disputaron las controversias que entre los Latinos y los Griegos hay, con mayor ruido y esperanza de presente que provecho para adelante. Los padres de Basilea al principio pretendieron y trataron que los Griegos fuesen allá : no salieron con ello. Por esto y por la disolucion del concilio mas irritados contra el Pontífice Eugenio que amedrentados, nombraron por presidente en lugar de Cesarino á Ludovico cardenal Arelatense. Demas desto trataban de cosas á la república y a la Iglesia perjudiciales y malas. Amenazaban que quitarian á Eugenio el pontificado, y él depuesto, nombrarian otro Papa en su lugar. En Italia á la sazon que Renato duque de Anjou se ocupaba en combatir los castillos que en el Abruzo se tenian por sus enemigos, el Rey de Aragon animado con la prosperidad de sus cosas se determinó marchar la vuelta de Nápoles, ciudad que era cabeza de la guerra y del reyno, y por seguir la gente moza á Renato se hallaba sin bastante guarnicion, ni aun tenia vituallas para muchos dias. En el campo aragonés pasaron alarde hasta quince mil hombres, y en la armada se contaban quatro galeras, siete naves gruesas, y otro mayor número de baxeles pequeños á propósito que por la mar no entrasen en la ciudad bastimentos. Con este aparejo cercaron por mar y por tierra á veinte y dos de setiembre aquella ciudad, que es de las mas señaladas que tiene Italia, en número de ciudadanos y arreo, magestad de edificios, y en todo lo al. Hallábanse presentes con el Rey y en su exército y campo Matheo Aquaviva duque de Atri, el Conde de Nola, Juan Veintemilla, Pedro Cardona. Luego que hobieron barreado y fortificado los Reales, comenzaron á aparejar escalas y otros ingenios para la batería. Repartiéronse los esquadrones por lugares á propósito para apretar los cercados. Estaban

TOMO V.

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