Imágenes de páginas
PDF
EPUB
[merged small][ocr errors]

Lichamp ri99464 %

Debor, oine is

end is email a 1.5 D asing s

Capítulo primero.

Del estado en que las cosas estaban.

[ocr errors]
[ocr errors]

3secap tolar y cobi siv

1876 sb co : Jung oboj ob siɔs.9

MEJOR se encaminaban las cosas y partido de los Españo

les en Italia, que en España. Las condiciones y natúrar les de la gente eran casi los mismos, de Aragoneses y Castella, nos los sucesos y la fortuna conforme á la calidad, ingenio y valor de los que gobernaban. El Rey de Aragon tenia el ánimo muy levantado, mayor deseo de honra que de deleytes ! ¡vela ba, trabaxaba, hallábase en todos los lugares y negocios, no se cansaba con ningun ətrabaxo, y era igualmente sufridor de calor y de frio con las quales virtudes, y con la clemencia y li beralidad, y condición fácil y humána en que no tenia pari, nó cesaba de grangear las vóluntades de la una y de la otra nacion Española y Italiana, como el que no ignorabá, que en la benes volencia de los vasallos consiste la seguridad de los señores y del estado, en el miedo el peligro, y en el odio su perdicion. En Castilla los desafueros y mando de Don Alvaro con su au sencia no cesaban, antes mudado sólo el sugeto, continuaban los males. El Rey de Navarra no pretendió quitar los descontentos y reformar los desórdenes, sino en lugar de Dom Alvaro apoderarse del Rey de Castilla, que nunca sália de pupilage, y siempre se gobernaba por otro grande desgracia y causa de

[ocr errors]

nuevas revueltas. Tenia el Rey de Castilla algunas buenas partes, mas sobrepujaban en él las faltas. El cuerpo alto y blanco, pero metido de hombros y las facciones del rostro desgraciadas. Exercitábase en estudios de poesía y de música, y para ello tenia ingenio bastante. Era dado á la caza y deleytábase en hacer justas y torneos: por lo demas era de corazon pequeño, menguado, y no á propósito para sufrir y llevar los cuydados del gobierno, antes le eran intolerables. Con pocas palabras que oia, concluia qualquier negocio por grave que fuese, y parecia que tenia por el principal fruto de su reynado darse al ocio, floxedad y deportes. Sus cortesanos, en especial aquel á quien él daba la mano en las cosas, oian las embaxadas de los Príncipes, hacian las confederaciones, daban las honras y cargos, y por decillo en una palabra, reynaban en nombre de su amo, pues eran los que gobernaban, en el tiempo de la paz y de la guerra daban leyes, y hacian ordenanzas: vergonzosa floxedad del príncipe y torpeza muy fea. El buen natural, las virtudes y valor que los antiguos Reyes de Castilla tenian, descaecia de todo punto: no de otra manera que los sembrados y animales, la raza' de los hombres y casta con la propiedad del cielo y de la tierra, sobre todo con el tiempo, se muda embastarda, en especial quando mudan lugar y cielo así el ingenio ardiente de los Príncipes muchas veces con la abun dancia de los regalos se apaga en sus descendientes y desfallecep , si los vicios no se corrigen con la buena enseñanza, y la sangre floxa y muelle no se recuece, y se reforma, y vuelve en su antiguo estado con dalles por mugeres doncellas escogidas de alguna nacion y linage mas robusto y varonil, con que en los hijos se repare la molicie y blandura de sus padres. En los grandes imperios ninguna cosa se debes menospreciar; y el atrevimiento de los cortesanos antes que se arraygue y eche hondas raíces en el mismo principio se ha de reprimir, por que si se envegece, cobra fuerzas grandemente, y no se reme dia sino á grande costa de muchos, y á las veces toma debaxo á los que le quieren derribar. Cosa superflua fuera tachar las faltas pasadas, si de las menguas agenas no se tomasen avisos para ordenar y reformar la vida de los Príncipes, y es justo que por exemplo de dos poderosísimos Reyes de España, com parando el uno con el otro, se entienda quanto se aventaje la

y se

วา

fuerza del ánimo á la floxedad. El Rey de Aragon despues dẹ tomada Nápoles, y sugetadas á su señorío las demas ciudades y castillos que se tenian por los Angevinos, concluida la guer ra, entró en Nápoles á veinte y seis dias del mes de febrero del año mil quatrocientos y quarenta y tres con triumpho a la ma- 1443. nera y traza de los antiguos Romanos, asentado en un carro dorado que tiraban quatro caballos muy blancos, con otro que iba adelante asimismo blanco. Acompañaban el carro á pie los/ señores y grandes de todo el reyno: los eclesiásticos delante con sus cruces y pendones cantaban alabanzas á Dios y á los Santos el pueblo derramado por todas partes á voces pedia para su Rey un largo, feliz y dichoso imperio y vida. No se puso corona ni guirnalda en la cabeza: decia que aquella hon ra era debida á los Santos, con cuyo favor él ganara la victoria: las calles sembradas de flores, las paredes colgadas de rie cas tapicerías, todas las partes llenas de suavidad de olores, de perfumes y de fragancia. Ningun dia amaneció mas alegre y mas claro así para los vencidos como para los vencedores. Restaba solo un cuydado de ganar al Pontífice Eugenio que à la sazon no estaba muy inclinado á los Franceses. Tratóse de ha-i cer con él asiento en la ciudad de Sena, do el Pontífice se hallaba; concluyóse á quince de julio con estas condiciones: que el reyno de Nápoles quedase por el Rey de Aragon, y despues dél le heredase su hijo Don Fernando, el qual aunque habido fuera de matrimonio, en una junta de grandes señaló su padre por su heredero, solo en aquel estado: el Rey de Aragon) / pechase cada un año ocho mil onzas (que es cierto género de moneda) al Pontífice Romano, y pusiese diligencia en reprimir á Francisco Esforcia, que ensoberbecido y orgulloso por estar casado con hija del duque de Milan, se habia apoderado en gran parte de la Marca de Ancona. Hecha esta avenencia en lo que tocaba á la guerra, cumplió el Rey, y pasó mas adelante de lo que se obligó, porque él mismo se encargó della, y en la Marca quitó muchos pueblos y castillos á los Esforcianos, que restituyó al Pontífice; cuyos nombres y el suceso de toda la guerra no es de nuestro propósito referirlo en este lugar. Tambien á instancia de los Ginoveses se asentó la paz con ellos, con condicion que cada un año presentasen al Rey Don Alonso mientras que viviese, una fuente de oro bien grande; la

qual como acostumbrase á recebir delante del pueblo como tropheo de la victoria ganada contra aquella ciudad, por parecelles á los Ginoveses cosa pesada no duró la confederacion múcho tiempo, ni pagaron los parias adelante de quatro años. . En Castilla otrosí el Rey de Navarra usaba del poder que tenia usurpado, con alguna aspereza, por donde su mando no duró mucho tiempo, como quier que las cosas templadas se conservan, y las demasías presto se acaban. Tenia como preso al Rey de Castilla, que fué un señalado atrevimiento y resolucion ex-: traordinaria: en reyno ageno, en tiempo de paz, á tan gran Príncipe quitalle la libertad de hablar con quien quisiese. Púsole por guardas á Don Enrique hermano del Almirante, y á Rodrigo de Mendoza mayordomo de la casa Real para que notasen las palabras y aun los meneos de los que entraban á hablalle. Estaban metidos en el mismo enredo el Almirante y el conde de Benavente como personas obligadas por la afinidad contraida con los Infantes; y aun el Príncipe de Castilla y la Reyna andaban en los mismos tratos. Visitaba el Rey de Castilla á Ramaga, á Madrigal y á Tordesillas, pueblos de Castilla la Vieja. Fray Lope de Barrientos, ya obispo de Avila movido por la indignidad del caso, y porque de secreto favorecia á Don Alvaro, pensó era buena ocasion aquella para volvelle en su privanza. Resolvióse sobre el caso de hablar con Juan Pacheco lloró con él el estado en que las cosas andaban, maldecia la locura de los Aragoneses. Decia que todo el desacato. que se hiciese al Rey, era mengua del Príncipe Don Enrique, que en fin tal que fuese, era su padre: si no era bastante para el gobierno, que no era razon, echado Don Alvaro, que sucediesen en su lugar hombres estraños, sino que él mismo Príncipe supliese la floxedad y mengua de su padre, y comenzase á gobernar. «¿Qué prestá alegrarnos de la caida de Don Alvaro, si quitado él todavía nos tratan como á esclavos, y nos hacen sufrir gobierno mas pesado, por la mayor aspereza de los que mandan y por su ambicion mas desenfrenada? Por venturá pensais que los Aragoneses se han de contentar con tener solo: el gobierno como lugartenientes? Segun el corazon de los hombres es insaciable, creedme que pasarán adelante. Ganado el reyno de Nápoles, es tanta su soberbia que tratan de adquirir nuevos reynos en España. Cuydais que están olvidados de

Don Enrique el Segundo? tienen muy asentado en sus ánimos que se apoderó de Castilla contra razon. Pretenden abatir la familia Real de Castilla, y estan determinados de aventurar las vidas en la demanda. » Movíase Juan Pacheco con el razonamiento del obispo : sabia muy bien que decia verdad, y que su amonestacion era saludable, pero espantábale la dificultad de la empresa, y recelábase que sus fuerzas no se podrian igualar á las de los Aragoneses; todavía se resolvieron de acometer á dár un tiento á los grandes, y entender si tenian ánimo bastan te para abatir la tiranía de los Aragoneses y chocar con ellos. A fin que estas práticas anduviesen mas secretas, persuadieron al Príncipe Don Enrique que partido de Tordesillas, se fuese á Segovia con muestra de quererse recrear en la caza. Desde allí escribieron sus cartas á Don Alvaro para comunicar con él lo que trataban. Acaso los condes de Haro y el de Ledesma, que por merced del Rey ya se intitulaba conde de Plasencia : juntándose en Curiel, trataban de poner en libertad al Rey esto fué causa que el Príncipe Don Enrique volviese á Tordesillas para ver lo que se podria hacer. Verdad es que los intentos de aquellos señores fueron por los Aragoneses desbaratados, y ellos forzados á huir: principios todos y zanjas que se abrian de nuevas (alteraciones. Las bodas del Rey de Navarra con su esposa se hicieron en Lobaton primero de setiembre del año del Señor de mil y quatrocientos y quarenta y quatro: asistie 1444. ron casi todos los Príncipes y las dos Reynas, es á saber la de Castilla y la de Portugal. El infante Don Enrique por el mismo tiempo, celebrado que hobo sus bodas en la ciudad de Córdoba, con diligencia afirmaba en el Andalucía las fuerzas de su parcialidad. Diego Valera fué por embaxador al Rey de Francia con intento de alcanzar diese libertad al conde de Armeñaque, al qual poco antes prendió el Delphin, y Don Martin hijo de Don Alonso conde de Gijon. Achacábanle que tenia tratos con los Ingleses. Diéronle libertad con condicion que si en algun tiempo faltase en la fidelidad debida, fuese despojado de los pueblos de Ribadeo y de Cangas que poseja en las Asturias por merced de los Reyes de Castilla, ó por habellos heredado. Fuera desto se obligó el Rey de Castilla en tal caso de le hacer guerra con las fuerzas de Vizcaya cercana á su estado. Con el Principe Don Enrique á un mismo tiempo unos trataban de

« AnteriorContinuar »