Imágenes de página
PDF
ePub

..

En suma, los Concilios limenses llenaron su época. Ellos fueron en las Indias de tanta importancia, como lo fueron antaño los toledanos en el imperio visigodo.

D. Angulo.

[graphic][merged small]
[ocr errors]

Desde que los primeros españoles aportaron a estas tierras vinieron trayendo animales útiles al hombre o necesarios para su alimentación, o para su entretenimiento, especialmente aves de corral, que aquí no las había, y ganado de matanza, que tampoco lo había, salvo el llama de la sierra; pero a ninguno de los conquistadores y primeros pobladores se le habría ocurrido, ni aun por espíritu de malevolencia, traer animales de cualquier especie, molestos o dañinos, y los que vinieron de la Península para azote del naciente vecindario de las poblaciones fundadas por los peninsulares, y de los indígenas, lo hicieron por cuenta propia y sin formalidades de viaje, ni mimos en la entonces larguísima navegación. A este númerode intrusos dañinos y molestos, pertenecen las ratas y los ratɔnes.

Los antiguos cronistas e historiadores del Perú no están acordes sobre si hubo antes de la conquista ratas y ratones. Para unos, los hubo sólo del género pequeño, y el género mayor vino importado; para otros, no los hubo de ni una ni otra clase, y chicos y grandes vinieron de lejanas tierras. Hagamos un ligero recuento de esos historiadores y cronistas. Cuenta López de Gómara, (1553) que “Tampoco havía ratones hasta en tiempo de Blasco Núñez Vela, que remanecieron tantos de improviso en San Miguel, y otras tierras, que roieron todos

[graphic]
[graphic]

6

[ocr errors]

los Arboles, Cañas de Açucar, Maicales, Hortaliças, y Ropa, sin remedio ninguno, y no dejaban dormir los Españoies, y espantaban los Indios”.

Según Cobo (1642) la abundancia de ratones fué causa para que Piura mudase del lugar en que fué fundadn. “Fipalmente, dice el prolijo historiador jesuíta, ocupándose de dichos roedores, baste para encarecimiento de cuán perniciosos suelen ser los ratones en esta tierra, decir que fueron ellos parte para que despoblase la más antigua ciudad de españoles del Perú, que es Piura, y se pasase al sitio en

que ahora está".

El Contador Agustín de Zárate (1555) refiere que el obispo de Plasencia don Gutierre de Carvajal envió un navío de la armada española al Mar del Sur por la vía del estrecho de Magallanes y que en dicho barco vinieron los primeros ratones “que en el Perú huvo, porque antes no los havía, y después acá, han acudido en gran número, por todas las ciudades del Perú, créese que iendo las crías entre Caxas, o Fardeles de inercaderías, que van de vnas partes a otras, y así los llaman los Indios Ocochas, que quiere decir, cosa salida de la mar". Lo cual no es cierto, porque el nombre queshua del ratón es Ticucha y no ococha.

Refiere el cronista general de Indias Herrera (1615) que cuando Hernando de Magallanes corría las costas de la Patagonia, siguiendo derrota hacia el sur, algo más abajo del río de Santa Cruz, que acababa de descubrir, llegaron algunos indios que entablaron relaciones con los navegantes. Uno de ellos les llevó una danta y manifestó su deseo de ser cristiano. “Pusiéronle por nombre Juan Gigante, dice el cronista, y viendo hechar a la Mar ciertos Ratones, dixo que se los diesen, que los quería comer: y en seis Días, no hizo sino llevar a Tierra quantos Ratones se mataban, y al cabo no vol. vió más''.

Huaman Poma de Ayala (1612) aporta curiosas noticias sobre los ratones. Dice que en tiempo de Pachacútec hubo una serie de “pestilencias”': plagas como las de Egipto, que

no llovió en diez años, que se helaron las sementeras, que hubo temblor en que murió mucha gente; “pestilencia de los ratones que destruyó toda la cordillera de los llanos.... Estos roedores debieron ser muy abundantes, pues según el mismo cronista, estaba sujeto su bienestar a las variaciones climatológicas: felices y satisfechos en tiempo de abundancia; pasando necesidades en tiempo de

escasez. En

"abril incaraimiquilla” que era época de abundancia, refiere el historiador indio, que en "este mes las aues del Cielo y los. rratones tenían que comer”.

Más adelante veremos la opinión del padre Cobo: mientras tanto, dediquemos breves líneas a otra valiosa fuente de información: La filología. En el Vocabulario keshua de González Holguín (Lima 1607) encontramos Hucucha, ratón. En e! de Francisco del Canto; (Lima, 1614) Hucucha, ratón; hucucha hapina, ratonera. Torres Rubio, Arte y Vocabulario de la lengua aymara (Lima, 1616) achacu, ratón. En conibo, según el P. Fr. Buenaventura Marqués (1800), rata de las. grandes macca; de las pequeñas, suya.

Cerca del pueblo de Huambalpa, antigua intendencia de Huamanga, existía una hacienda con el nombre de Ucuscha, posiblemente originado por la abundancia de roedores aquel lugar.

Vistas, pues, las noticias dadas por cronistas e historiadores, yo me inclino a creer que en el Perú había ratones, pero no ratas, y que estas vinieron en la bodegas de los buques procedentes de Panamá con mercaderías de España.

Ratas y ratones se reproducían de una manera asombrosa, poniendo en aprietos a las autoridades civiles y eclesiásticas para conseguir su extirpación, sin omitir medios propios del obscurantismo de la época. El deleitoso Inca Garcilaso de la Vega, nos cuenta donosamente, algo sobre las grandes plagas de ratas y ratones”. “Por la costa del Perú, dice el historiador mestizo, en diversas partes y en diversos años hasta el año de mil y quinientos y setenta y dos, por tres

veces hub.). grandes plagas causadas por las ratas y ratones, que criando

en

se innumerables dellos, corrían mucha tierra y destruían los campos, así las sementeras como las heredades, con todos los árboles frutales que desde el suelo hasta los pimpollos les roían las cortezas; de manera que los árboles se secaron, que fué menester plantarlos de nuevo, y las gentes temieron desamparar sus pueblos; y sucediera el hecho según la plaga se encendía, sino que Dios por su misericordia la apagaba cuan. do más encendida andaba la peste. Daños increíbles hicieron que dejamos de contar en particular por huir de la proligidad....."

“De la multitud dellas (las ratas) se me ofrece un cuento estraño, por el cual se verá las que andan en los navíos, mayormente si son navíos viejos; atrévome a contarlo en la bondad y crédito de un hombre noble, llamado Hernán Bravo de Lagunas, de quien se hace mención en la historia del Perú, que tubo indips en el Cosco, a quien yo se lo oí que lo había visto; y fué que un navío que iba de Panamá a los Reyes, to. mó un puerto de los de aquella costa, y fué el de Trujillo. La gente que en él venía, saltó en tierra a tomar refresco y a holgarse aquel día y otro que el navío había de parar allí; en el cual no quedó hombre alguno, sino fué un enfermo que por no estar para caminar dos leguas que hay del puerto a la ciudad, se quiso quedar en el navío, el cual quedaba seguro, así de la tempestad de la mar, que es mansa en aquella costa, como de los corsarios, que aun no había pasado Francisco Drac, que enseñó a navegar por aquel mar, y a que se recatasen de los corsarios. Pues como las ratas sintiesen el navío desembarazado de gente, salieron a campear, y hallando al enfermo sobre cubierta, le acometieron para comérselo; porque es así verdad, que muchas veces ha acaecido en aquella navegación, dejar los enfermos vivos a prima noche, y morirse sin que lo sientan por no tener quien les duela, y hallarles por la mañana comidas las caras y parte del cuerpo, de brazos y piernas, que por todas partes los acometen. Así quisieron hacer aquel enfermo, el cual temiendo el ejército que contra él ve nía, se levantó como pudo, y tomando un asador del fogón,

a

con

« AnteriorContinuar »