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esplendor del cetro y la corona le apartó un momento de la rectitud de sus operaciones" (36). Garcilaso relata también que muertos Huásar y Atahualpa, quedaban los vasallos del Imperio como "ovejas sin pastor” y que por ello “procuraron hacer un Inca, de su mano; porque no les fuese tan contrario, como si fuera por la ajena". Expresa Garcilaso que los generales quiteños “eligieron a Paullu, hijo de Huayna Cápac, uno de los que escaparon de la crueldad de Atahuallpa. Fué el principal autor desta elección, el mastre de campo Quízquiz, que estava en Cuntisuyo, donde le tomó la nueva de la prisión de Atahuallpa : aunque hasta entonces, era contrario de Paullu. Es de notar—y recalcamos el hecho—que Garcilaso, al relatar la elección de Paullu, expresa que los generales lo escogieron porque buscaban un Inca que fuese favorable a ambos partidos. También en Garcilaso consta la negativa de Paullu a aceptar el Imperio, lo que atribuye al reconocimiento que hizo éste de la preeminencia del derecho de Manco. (37).

Morúa consigna igualmente el nombramiento de Paullu por Quízquiz, aunque sin especificar la renuncia de éste : "y luego el gran capitán Quisquis levantó por rey a Paulo, el último de los hijos del valeroso Huaina Cápac y hubo con los cristianos algunas guerras y como por la mayor parte de todos salían vencidos, le rogaron a este fuerte Quisquis que

hiciese paces con los cristianos, y porque no quiso le mataron sus propios indios” (38). Fray Pedro Ruíz Naharro menciona también esta elección, aunque a raíz de ella da una versión errada de la muerte de Paullu, según veremos en su oportunidad (39).

(36) Sahuaraura, ob. cit., pág. 19.
(37) Garcilaso, ob. cit., Segunda parte, Libro I, Cap. XXXIX. fol.

52.

(38) Morúa, ob. cit., Primera Parte, Libro Segundo, Cap. 14, pág 96.

(39) El P. Ruíz Naharro, Relación sumaria acerca de la Conquista.— Col. de Libros y Documentos referentes a la Historia del Perú public. Urteaga—Romero.—Tomo VI.—Lima, Imp. y Lib. Sanmarti & Cia., 1917. —pág. 209.

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Las opiniones de los cronistas citados se uniformizan al consignar la elección de Paullu por Quízquiz, y, como dicen Sahuaraura y Garcilaso —de sobra confirmados por los hechos posteriores de la conquista—, el electo renunció este nombramiento.

Hemos visto que Sahuaraura ensalza esta actitud de Paullu como signo de desprendimiento en favor de Manco, quien tenía mayores títulos al Incazgo; pero examinando la posición posterior de Paullu, es preciso desechar tan favorable juicio de su descendiente, y despojarlo del que sería un aislado rasgo de nobleza en su vida. Paullu no aceptó la propuesta de Quízquiz porque con la inteligente visión de los hechos que acompañaba a su astucia, comprendió claramente que la monarquía que se le ofrecía, además de ser débil, era preciso conquistarla haciendo frente a los españoles y porque seguramente ya tenía planeado el acogerse a la protección de los invasores. Ese presunto desprendimiento en favor del Incazgo no existió en el ambicioso Paullu, porque cuando posteriormente Pizarro nombró Inca a Manco, Paullu no oculto —y hay cronistas que consignan el hecho—su secreta decepción, convirtiéndose desde entonces en solapado enemigo de este conquistador, haciéndose en cambio adicto de Almagro, a quien siguió a Chile, y de quien recibió la borla imperial, a la cual ya no miró con la misma indiferencia que cuando le fué ofrecida por sus hermanos de raza con los riesgos consiguientes. Por lo demás, los españoles repararon desde el principio en Paullu y en su utilidad, y el mismo Pizarro se lamentó muchas veces de no haberlo coronado Inca en lugar del soberbio Manco, porque veían que Paullu, a pesar de su doblez, sabía conservar dominio sobre los inconstantes y sumisos indios.

Mientras se sucedían los primeros encuentros entre los indios de Quízquiz y los españoles, y antes del avance de éstos al Cuzco, Paullu, cuya negativa a colaborar con los generales incaicos le había granjeado seguramente animosidad entre éstos prefirió esconderse a la espera del resultado de los acontecimientos. Su lugar de retiro habitual fué el Collao, donde dejó descendencia.

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Calancha (40) dice así que “quando entraron los españoles en la tierra, vino a Copacavana Paullo Túpac Inga, que después se llamó don Cristóval Vaca Túpac, uno de los ijos de Guayna Cápac en busca de su ermana, (hija de Huayna Cápac, recogida en la casa de las vírgenes de la isla del Titicaca) i a usanza de los Ingas la sacó del recogimiento, i se casó con ella, en quien tuvo algunos ijos y por esto muchos indios de Copacavana se aventajan en nobleza a los demás”. La Declaración de los quipocamayos a Vaca de Castro, (41) a su vez, consigna también su retiro a Copacabana, en el Collao.

Fué, pues, entonces cuando fugó Paullu al Collao, y no anteriormente, a raíz de la entrada de los generales de Atahualpa al Cuzco. Allí en el Collao, como en Charcas, la in

(40) Calancha, Corónica moralizada, del orden de San Agustín en el Perú. Tomo II, Lima, Jorge López de Herrera, Impresor, 1653. Libro I, Cap. II, pág. 6.

(41) Declaración de los quipoca mayos a Vaca de Castro, ob. cit., pág 33 y 34: “Paulo Topa Inga que fué hijo de Guaina Capac Inga, Señor que fué destos reynos, fué persona de mucho valor y de buen entendimiento e mui brioso e bienquisto en toda la tierra de indios. Al tiempo que los tiranos llegaron en la tierra victoriosos, juntándose con otros ingas de la misma generación, se habían ido, y metídose en una isla de la laguna de Collao junto a Copacabana, que tiene por nombre Titicaca; e sabido que los cristianos amparaban a los ingas e hacian por ellos y el buen tratamiento que habían hecho a Mango Inga y el castigo, salido de la isla Paullo Topa Inga, fué al Cuzco con otros ingas que con él estaban retraídos; y es ansi que adonde quiera que él estaba, era muy servido y respetado de todas las provincias del Collao y Charcas, hasta los Chonies (sic) e Chichas, y le tenían reconocido por Señor en toda la tierra de los Charcas y Collao, como a hijo que fué de Guaina Cápac Inga, Señor deste reyno. El marqués don Francisco Pissaro con los demás cristianos y capitanes habían tenido noticia que en toda la tierra del Collao y provincias de las Charcas estaba otro inga mucho más Señor que Mango Inga; porque sabido en toda la tierra del Collao y Charcas, de como Guascar Inga era muerto, toda la tierra hasta Chile le reconocieron por tal Señor, como a hijo que era de Guaina Capac Inga, y por tal le servan en posesión com) al mismo Guaina Capac con mucho respecto''.

fluencia de Paullu era muy poderosa entre los indios, como se demostró cuando acompañó a Almagro a Chile y posteriormente en las entradas de los Pizarro.

Después del avance español al Cuzco y de la proclamación de Manco por Inca, Paullu, ya seguro del giro de los acontecimientos y viendo el buen recibimiento hecho a su hermano, abandonó el Collao y se presentó en el Cuzco. La Declaración de los quipocamayos relata la fastuosa entrada de Paullu al Cuzco, quien se presentó con un brillante acompañamiento y con gran majestad, haciendo notar su presencia a Pizarro, el cual, como dicen la Declaración y otros documentos de la época, sintió no haberle dado la borla imperial (42). En verdad, el sentimiento de Pizarro debió ser posterior, cuando los primeros indicios levantiscos de Manco se produjeron, pero evidentemente debió sorprenderse de la influencia de Paullu entre los indios.

Paullu, una vez en el Cuzco, acató aparentemente la decisión de Pizarro, aunque desde un principio notó la animadversión mutua que se tenían los socios, inclinándole su despecho hacia Almagro. Sus relaciones con Manco nos demuestran una vez más lo peculiar de la personalidad de Paullu. Las crónicas traen relatos de crueldades de Manco para con sus hers manos, debidas probablemente al ejemplo que tenía de la muerte alevosa de Huáscar por Atahualpa, y tal vez también a la actitud poco cordial que debió observar en ellos y que se demostró más tarde en el cerco del Cuzco, donde no

(42) Ibidem, pág. 34: “A tal tiempo y ocasión Paullo 'Topa fué al Cusco mui acompañado de toda la tierra de indios del Collao y Charcas, con muestras de gran valor de su persona y de muchos ingas principales que habían andado amontonados. El marqués don Francisco Pissarro y el adelantado don Diego de Almagro, visto el valor y autoridad de tan gran Señor, no dejaron de mostrar sentimiento por haber dado la borla y el señorío a Mango Inga. A Paullo Topa Inga toda la tierra de indios le servía con mucho amor y voluntad y respecto; ansimesmo los gobernadores como todos los demás del reino le tenían el respecto y honor como a tal Señor').

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faltaron hermanos de Manco al lado de los españoles. No obstante, Manco no mató a Paullu, pese a que fué éste quien mayores sospechas debió inspirarle. Antes bien, según veremos, le demostró en alguna ocasión su confianza.

Pedro Pizarro (43) declara que Paullu no murió a manos de Manco como sus otros hermanos porque por ser bastardo y muchacho no hizo caso del”. Cobo (44) relata también-casi en idénticos términos— que Manco no mató a Paullu por su mocedad.

Herrera relata que Paullu andaba con Almagro para asegurar su vida y salvarse de las crueldades de Manco (45). Esta afirmación puede aceptarse parcialmente, porque, en efecto, Paullu andaba con Almagro, pero no precisamente por temor a Manco, sino por las razones ya expuestas; y además, Manco se inclinaba también, ya después de algún tiempo, al lado de Almagro. La política de transacción que adoptó Paullu con respecto a Manco, fué la que lo libro de la muerte y nó consideraciones de edad o bastardía, en las cuales ciertamente no hubiera reparado Manco, con tanta mayor razón cuanto que sus otros hermanos también eran bastardos. Además, en cuanto a edad, Paullu no era tan mozo en aquella época, y la diferencia entre él y Manco no pasaba de días, y cuando más le jneses.

Paullu, indudablemente, no sólo se avino con su hermano, al cual demostró luego odiar cordialmente, sino que tra

(43) Pedro Pizarro, ob. cit., pág. 76.
(44) Bernabó Cobo, ob. cit., pág. 204.

(45) Antonio de Herrera, ob. cit., Década Sexta, Libro Segundo, cap. I pág. 20. “i así, andaba su hermano Paullo siempre con Almagro, por asegurar la vida, i con una espada que traía, con sus manos, quando se airaba, mataba los indios, que fué una de las causas porque se pacificó antes la Tierra”.

Mendiburu, siguiendo a Herrera, declara también que las crueldades de Manco “influyeron no poco en que Paullu se mantuviese por su propia seguridad, bajo la protección de los españoles” (Mendiburu, Diccionario histórico y Biográfico. 2a. edición public. por E. San CristóbalLima 1931. Tom. VIII pág. 355,

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