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tó -y parece lo logró—de obtener su confianza. Se explica este interés de Paullu porque la situación de Manco Inca era momentáneamente estable, ya que estaba reconocido como monarca y aparentemente en buenas relaciones con los españoles. Estas consideraciones dan la clave de su intervención en el incidente que relata Molina el almagrista (46). Cuenta este cronista que estando los Gobernadores en el Cuzco tratando sus capitulaciones para las futuras conquistas de Almagro, Manco y los indios principales se habían hecho eco de las divisiones existentes entre los españoles, partiéndose en bandos a favor de Almagro y de Pizarro; mantuvieron fuertes polémicas, hasta el extremo de que Manco ordenó la muerte de uno de sus hermanos, haciéndose seguir y guardar por españoles del partido de Almagro, hacia el cual se inclinaba. Un tío del Inca, llamado Pasca, y otros hermanos y parientes de Manco, favorecían el partido de Pizarro, y con el objeto de remediar estas diferencias se reunieron los gobernadores con Manco, Pasca y los indios principales. Parece que Pasca, vali- . do del favor de Pizarro, olvidó la dignidad real de Manco, interpelándolo desabridamente. Relata el cronista que Paullu Inca, testigo de la escena, reprendió fuertemente a Pasca y a los demás en los siguiente términos: “¿Por qué vosotros os atrevéis a hablar al Inga, vuestro señor, tan libremente y le decís lo que queréis con favor de los cristianos? Os podéis poner de rodillas delante de él y pedirle perdón de tan gran atrevimiento como habéis tenido: poneros igual con su persona”. Molina agrega que Paullu.“habló estas cosas tan señaladamente y con tanto aire y autoridad, que el Marqués y los que presentes estaban miraron en ello mucho y preguntó el Marqués que qué indio era aquél y qué era lo que había hablado". Y que Pizarro, sabedor por el intérprete del discurso y de la

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(46) Cristóbal de Molina (Sochantre de la Catedral de Santiago de Chile), Relación de la Conquista y Población del Perú. Col. Libros y Documentos referentes a la Historia del Perú, public. Urteaga-Romero.—Lima, Lib. e Imp. Sanmarti, 1916.—Págs. 157-158.

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calidad de Paullu, se enojó mucho "y le dió un bofetón, y pesóle de ello mucho al Inga, y, en fin, no se pudieron concluir las paces entre el Inga y sus deudos, y cada uno se fué a posada”.

Este relato demuestra la división de los indios entre los bandos de Almagro y Pizarro y la oposición latente de Paullu Inca hacia los pizarristas. En cuanto a la presunta ignorancia de Pizarro sobre Paullu, ciertamente que no debió ser tanta, puesto que ya lo conocía en el Cuzco, y no era posible que le hubiera pasado desapercibido. De todos modos, con esta interesada intervención de Paullu, que de ser cierta desentonaría con su actitud posterior hacia su hermano, Paullu supo granjearse la voluntad de Manco, quien tal vez estaba receloso de él, y además llamar la atención de los españoles hacia su persona, doble finalidad que consiguió.

Parece que Manco demostró su confianza a Paullu en una ocasión importante. Titu Cusi Yupanqui, cuyo testimonio es de consideración, con mayor razón desde que sólo cita a Paullu en esta ocasión; relata que cuando Manco fué en compañía de los españoles contra Quízquiz, dejó en el gobierno a Paullu, hecho que naturalmente sólo se explica mediante cierta actitud cordial de Manco hacia su hermano (47).

Posteriormente, cuando la situación de Manco se había hecho ya intolerable, y él planeaba de antemano, y no de improviso como algunos sostienen-su rebelión, Almagro deci

, dió emprender su expedición a Chile; y como necesitaba auxiliares indios, se dirigió a Manco para que se los proporcio

(47) Diego do Castro Tito Cussi Yupangui Inca, Relación de la Conquista del Perú y hechos del Inca Manco 11.Colección de Libros y Documentos referentes a la Historia del Perú, public. Urteaga-Romero.-Tomo II.-Lima, Imp. y Lib. Sanmarti & Cia., 1916.- pág 27: “Refformado que se ubo el dho. mi padre de las cosas necesarias para su vieje y dado horden en el gobierno del pueblo, dexando en su lugar a Paullu, su harmano, y Ticoc y otros capitanes, y despidiéndose del Marqués con omenaje que no había de volvuer hasta que matase aquel traidor de Quisquis, se salió otro día del Cuzco".

nara. Muchos cronistas anotan que Paullu fué a Chile exclusivamente por iniciativa de Almagro, opinión que puede parecer plausible en la ignorancia de los antecedentes, y si se considera tan solo la actitud de Paullu en contra de Manco; pero del conocimiento de los hechos se deduce más bien que Almagro llevó a Paullu a Chile por haber reca ido en éste la elección de Manco, aunque seguramente el Inca efectuó el nombramiento accediendo a instancias del mismo Paullu. La designación de Paullu por Manco la veremos confirmada por muchos documentos, pero naturalmente no podemos aducir igual probanza sobre los móviles que impulsaron a aquél en esta ocasión. Probablemente debió desear salir del Cuzco para escapar en los momentos en que la revuelta era inminente, y en la cual corría riesgo tanto con los españoles al descubrirse los planes de los indios que de hecho conoció, como con los indios al abandonar sus filas. Tal vez también quiso seguir a Almagro previendo el influjo decisivo que podía adquirir cerca de él, ya que, conocedor como era de las regiones de Chile, debió comprender que su ayuda sería muy necesaria a Almagro. La aparente incongruencia de la actitud de Paullu se explica así: Paullu logró que Manco lo nombrara para acompañar a Almagro, poniéndose de acuerdo con el Villac-umu y el Inca para asesinar a Almagro y a los españoles que con él iban, y huír al Cuzco con el objeto de incrementar las fuerzas de Manco y disminuir la de los conquistadores. La formidable sublevación de Manco debió ser planeada con mucha anticipación, y los insultos y vejaciones que el Inca recibió de los Pi. zarro harían cuando más que aquél se fortaleciera en su resolución, la cual debió existir poco después de su nombramiento, cuando comprendió lo ilusorio de su incazgo. Por otra parte, era en verdad imposible que el intrigante Paullu —quien estaba, como hemos visto, aparentemente en buenas relaciones con Manco —, quedara al margen de la combinación entre el Villac-umu y Manco. Era impolítico que estos omitieran considerarlo en su plan, siendo Paullu tan poderoso auxiliar. Ade

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más, no podía escapar a su previsión que en Chile, la huída del Villac-umu y la prosecución del plan concebido, tenía que dificultarse hasta la imposibilidad si no contaban con la cooperación de Paullu. Sólo así se explica que éste no diera aviso a Almagro o se opusiera a la huída del Sumo Sacerdote.

Concertado el plan entre estos poderoso jefes de la nobleza imperial incaica, Paullu fué en la expedición de Almagro por el camino del Collao, donde hizo uso de su gran influencia y relaciones familiares para predisponer a los indios a favor del Adelantado. Pero una vez fuera de la acción de Manco, Paullu inició sus trabajos para captarse la consideración de Almagro. Consiguió así no sólo la ayuda de los indios sino que logró arrastrar al Adelantado con el incentivo del oro que continuamente le presentaba. En ninguna crónica consta, en efecto, que Paullu —gran conocedor como era de la pobreza del reino de Chile, intentase disuadir a Almagro de su expedición. Por el contrario, le obsequiaba con tejos de oro del tributo del Inca, sabiendo perfectamente que con ello Almagro cerraría los ojos a las dificultades del camino, y demoraría el regreso, objetivo probable de Paullu.

Cuando el Villac-umu recibió el aviso de Manco para que huyese con Paullu, éste se negó a huír, o más bien logró convencer al Sumo Sacerdote —como se deduce del relato de Garcilaso—para que él huyera, quedándose a su vez Paullu en Chile, a fin de no inspirar sospechas. Con tan sabia política, quedó bien con indios y españoles, pero hizo fracasar el plan de asesinar a Almagro, lo que se habría conseguido si Paullu hubiera estado dispuesto a ello. La Información de servicios de Paullu (48) contiene la siguiente interrogación sintomática: "item si saben y es público e notorio que volví de la dicha jornada con el dicho adelantado, haciendo siempre lo que mandava como buen amigo, escusando el daño e tra

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(48) Probanza fecha ad perpetuam rei memorian en esta ciudad del Cuzco ante la justicia mayor della a pedimento de Pablo Ynga, etc., ob. cit., pág. 342.

bajando el bien de los cristianos hasta volver a este Cuzco, etc”. No fué ciertamente este un acto de adhesión de que era incapaz el acomodaticio Paullu, según lo demostró al mismo Almagro antes de las Salinas, sino de política previsora, porque Paullu había estado en el núcleo de las fuerzas españolas, y su mismo deseo de imitarla le había hecho comprender toda la energía de esa raza. Había, pues, previsto la inutilidad de la heroica actitud de Manco —como se lo enrostró más tarde, y tal vez calculado también que su oposición sería un factor más en contra del Inca, cuya posición envidiaba y ambicionaba secretamente. Por lo demás, a Almagro no se le debió escapar del todo esa doblez de su indispensable auxiliar, desde que, a pesar de la respuesta negativa dada por Paullu cuando le preguntaron si conocía la fuga del Villac-umu, le puso al vizcaíno Martín de Cote como guardia de vista.

Aquella desastrosa expedición a Chile —que tantas veces se repitió en la historia de la conquista de ese reino- es de sobra conocida, y nuestro objeto no es historiarla sino tan solo destacar en ella la intervención de Paullu, Para ello, haremos una ligera revisión de las principales fuentes que la consignan, con el propósito de demostrar que del cotejo de esos documentos hemos obtenido la anterior interpretación de la conducta de Paullu en Chile. Como este Inca fué el más activo y eficaz auxiliar de Almagro, casi todas las crónicas у

relatos de esa expedición consignan su intervención.

Garcilaso de la Vega (49), relatando la expedición de Almagro a Chile, dice que salió con Paullu y el Villac-umu, y que éstos habían concertado con Manco asesinar a Almagro, mandando el Inca después la orden con mensajeros especiales, tal como estaba dispuesto. En cuanto a la intervención de Paullu en la jornada, cuenta que éste le aconsejó al Adelantado que escogiera el camino de la costa, porque el de la sierra

(49) Garcilaso de la Vega, ob. cit., Segunda Parte, Libro Segundo, Cap. XX, págs. 87 y sgtes.—Cap. XXII, pág. 91 y sgtes.-Cap. XXIII, pag. 93.-Cap. XXIX, pág. 108.

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