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na Condesa de Lemos, doña Ana de Borja, esposa del Virrey del Perú, don Pedro Fernández de Castro, IX Conde de Lemos", t. I, págs. 39 a 59; "Un inédito sobre Bartolomé de las Casas", págs. 65 a 69; "Disturbios religiosos en Lima, en el siglo XVII. Notas bibliográficas", págs. 393 a 401 y 562 a 564. Año 1907: "Descripción de las Indias del R. P. Lizárraga. Dos palabras sobre el libro y su autor", t. II, págs. 261 a 267. Año 1909: "Informe sobre las ruinas de Choquequirao", t. IV, págs. 55 a 103; “Las divinidades de Pachacamac del museo del Trocadero”, págs. 184 a 193; “Un poema del siglo XVI inédito”, págs. 269 a 285; “Los preliminares de la traducción de los Diálogos de amor de León Hebreo por el Inca Garcilaso de la Vega”, págs. 348 a 365. Año 1913: "Don Carlos Prince y el Instituto Histórico del Perú", t. V, págs. 121 a 124; "El Licenciado Juan Polo de Ondegardo", págs. 452 a 469. Año 1918: "Los dos Cristóbal de Molina”, t. VI, págs. 71 a 87; "Los de la Isla del Gallo", págs. 105 a 170; "El Padre Pablo Joseph de Arriaga", págs. 277 a 284; "El Padre Miguel Cabello Balboa", págs. 370 a 375; "Los Salazar y Muñatones”, págs. 382 a 385. Año 1921: “Correcciones en la Colección de libros y documentos referentes a la Historia del Perú de los señores Carlos A. Romero y Horacio H. Urteaga", t. VII, págs. 16 a 20; "Un soldado de la Independencia. El Gran Mariscal de Zepita don Blas Cerdeña", págs. 90 a 111; "Libro de la visita general del Virrey don Francisco de Toledo. 1570-1575", págs. 113 a 216; “Centenario de la batalla de Junín”, págs. 233 a 269; "La batalla de Ayacucho", págs. 293 a 369. Año 1925: "Dos cartas inéditas del Padre Bernabé Cobo", t. VIII, págs. 26 a 50; "Centenario de la capitulación de Rodil. 1824-1826. Reseña Histórica del segundo sitio del Callao", págs. 158 a 192; "La batalla blanca ganada por el General San Martín, en los alrededores de Lima en Setiembre de 1821", págs. 351 a 365; "El héroe de Junín Mariano Necochea", págs. 276 a 395. Año 1928: "Un libro interesante. Sermones de Quaresma en lengua quechua, por el padre Fr. Diego de Molina de la Orden de San Francisco, cura de Huánuco, etc. Año 1649", t. IX, págs. 51 a 87; "Un patriota tacneño. Mariscal Eléspuru", págs. 100 a 106; "Los trabajos lingüísticos del Padre Buenaventura Marques", págs. 111 a 228; "Rebeliones indígenas en Lima durante la Colonia", págs. 317 a 337; "La fundación de Chancay", págs. 381 a 387; "Informe sobre el escudo de Jauja", págs. 426 a 428; "Informe sobre la fecha de la fundación de Trujillo", págs. 431 a 453. Año 1936: “Una supervivencia del Incanato durante la colonia", t. X, págs. 76 a 94; "Algunos documentos sobre la misión geodésica francesa de 1736", págs. 107 a 117; "Noticias", págs. 118 a 120; "Paliques bibliográficos. Algunos documentos inéditos sobre idolatrías de los indios. Clamores y Ayacuchanos. Un libro limeño impreso dos veces en 1616. Un sabio peruano del siglo XVIII”, págs. 192 a 228; "Un manuscrito interesante", págs. 289 a 363; "El camello en el Perú", págs. 264 a 372; "Apuntes históricos. Fundación de las ciudades de Chachapoyas y Celendín. Idolatrías de los indios del Titicaca", págs.

182 a 201; "Ratas y ratones”, págs. 264 a 276. Año 1939: “Los oríge nes del periodismo en el Perú", t. XII, págs. 246 a 312. Año 1941: “La fundación española del Cuzco, t. XIV, págs. 123 a 155; "Palabras de introducción al conmemorarse el septuagenario quinto aniversario del combate del Dos de Mayo", pág. 179; "Descripción de la ciudad de Lima, págs. 325 a 344. Año 1942: "El Callao desde sus orígenes más remotos hasta el siglo XVI", t. XV, págs. 205 a 247. Año 1943: "El gran Mariscal Juan Gregorio de Las Heras, primer soldado de la expedición libertadora que pisó tierra peruana", t. XVI, págs. 78 a 97; "Algunos documentos inéditos sobre el Perú colonial”, págs. 124 a 152; “Un tesoro famoso", págs. 153 a 159; "Los Virreyes del Perú. Donde murieron y donde yacen enterrados", págs. 160 a 205.

Durante años don Carlos Romero se entrega a una labor paciente investigando manuscritos y papeles varios de la Biblioteca Nacional, acumulando entonces un enorme material que le permite adicionar La Imprenta en Lima de José Toribio Medina, aunque esto no ha merecido todavía los honores de la publicidad. Las piezas selectas discriminadas por Romero y no citadas por el sabio bibliógrafo chileno, posiblemente sean dadas a la luz pública por Guillermo Feliú Cruz, reputado historiador y publicista, empeñado en los presentes momentos en realzar y darle palpitante actualidad a la obra polifacética de Medina tan justamente elogiada y celebrada.

En la Colección de historiadores clásicos que publicó el Dr. Horacio H. Urteaga, Romero corrió a cargo de las biografías, aprovechando de esta circunstancia, para rectificar algunos apuntes erróneos del afamado americanista don Marcos Jiménez de la Espada. El 7 de enero de 1909 publicó Romero un estudio muy interesante al que nominó Iconografía de Francisco Pizarro, que se registró en el semanario gráfico Ilustración Peruana, correspondiente a aquella fecha, y al que acompañó 7 retratos del conquistador del Perú.

Años después, en la Biblioteca Internacional de obras famosas, y en las páginas 12418 a 12430, del tomo XXV, Romero publicó un erudito trabajo al que tituló Un proceso original, que fue muy elogiado. De su labor dan también elocuente testimonio los numerosos Informes que suscribió sobre cuestiones de historia y geografía, en los que se produjo con entera imparcialidad y rectitud.

Perteneció don Carlos Alberto Romero al Instituto Histórico del Perú, al antiguo Ateneo de Lima, a la Sociedad Geográfica y a la Facultad de Letras de la Universidad Mayor de San Marcos, en su condición de doctor honoris causa. Reputadas Instituciones del extranjero, como la Academia de la Historia de Madrid y el Instituto de Americanistas de París, por no citar otras, lo contaron en su seno al lado de connotadas personalidades. Ingresado a la Biblioteca Nacional el año 1883 como auxiliar, fué ascendiendo hasta llegar a ser Director, cargo en el que sucediera a maestros de la talla de Francisco de Paula Gonzales Vigil, Ma

nuel de Odriozola, Ricardo Palma, Miguel Gonzales Prada, Luis Ulloa y Alejandro O. Deustua. Colaboró Romero durante muchos años en El Comercio de Lima, del cual se apartó después de largo trabajo ininterrumpido y fecundo. Su producción histórica de subidos quilates se encuentra dispersa en su mayor parte en la Revista Histórica que él dirigiera con competencia manifiesta por más de 40 años. Alejado de toda actividad debido a su ancianidad y achaques, falleció en esta capital y ya nonagenario el 31 de agosto de 1955.

E. S. C.

MANUEL NEMESIO VARGAS

(1849-1921)

"Digna de reverente recuerdo es la figura de Manuel Nemesio Vargas, historiador, literato, infatigable trabajador intelectual y patriota sobre toda ponderación", decía el Dr. Teobaldo González López, al conmemorarse el centenario de su muerte.

Vargas nació el 19 de diciembre de 1849 en esta ciudad, del matrimonio de D. Isidro Vargas y de Da. Santos Valdivieso. Sus antepasados procedían del valle de Chancay, en donde los hallamos establecidos ya a fines del siglo XVII. Educóse en el Seminario de Santo Toribio, plantel frecuentado entonces por lo más escogido de la juventud limeña y aquí, como en el Colegio de Guadalupe, en donde terminó sus estudios, adquirió entre profesores y alumnos, fama de buen estudiante. No menos se distinguió en San Marcos, donde ingresó en la Facultad de Jurisprudencia, graduándose de Bachiller el 19 de febrero de 1872, cuando apenas contaba 22 años de edad. Algunos de sus maestros, como el Dr. Pasapera, Fuentes Castro y, sobre todo, el insigne jurisconsulto francés Pradier Foderé, le consideraron como uno de sus mejores discípulos.

Cuando el último se alejó del Perú, la juventud sanmarquina le rindió público homenaje de agradecimiento y Vargas fué el encargado de expresarlo en su nombre. La guerra se cernía amenazadora y Vargas, truncando en cierto modo su porvenir, acudió adonde le llamaba su deber. El 6 de abril de 1879 tuvo lugar un mitin, convocado por los alumnos de San Marcos y entre los oradores citaba al día siguiente El Nacional a nuestro biografiado. Pero no se contentó con las palabras; desde 1880 mudó el estudio por el cuartel y se le nombró segundo jefe del batallón de reserva No 46. Puso en el desempeño de su cargo todo el entusiasmo y la inteligencia que solía poner en las cosas que emprendía y los resultados correspondieron a sus afanes. Su cuerpo era uno de los mejor adiestrados y disciplinados. En noviembre de 1880, después de un ejercicio de fuego, oficiales y soldados se reunieron en torno del

clásico rancho y Vargas les dirigió una patriótica arenga que registran los periódicos de entonces.

En vísperas de los aciagos días de S. Juan y Miraflores el 46 pasó a ser el 14 de la Reserva y se le situó en el ala izquierda de la extensa línea de batalla, entre la hacienda de S. Juan y Monterrico. Varió luego de posición, pero, como es sabido, todo ese sector del ejército, salvo algunos encuentros de avanzada, hubo de ser testigo inerte de nuestra derrota.

Su condición de militar y su propósito de no pactar con el enemigo le obligaron a abandonar Lima e internarse en la sierra. Sólo más tarde pudo volver a ella y, al poco tiempo, contrajo matrimonio con la Srta. Josefina Ugarte y Ramos, nieta del Coronel Clemente Ramos, fundador de nuestra independencia.

Desde joven había sido aficionado a los libros y gracias a su tesón y bien cultivada memoria, pudo aprender con soltura casi todas las lenguas modernas. Leía mucho y con selección pero ya desde muy joven le atraía la historia. Sus primeros apuntes de la Historia del Perú datan de su edad juvenil. Los acaecimientos de entonces y las labores de su profesión retardaron su obra, pero en cuanto se lo permitieron sus asuntos, volvió de nuevo a repasar sus manuscritos y a revolver los libros y papeles de nuestra antigua Biblioteca Nacional.

Como fruto de sus investigaciones, fuera de otros trabajos de índole literaria, nos ha legado su "Historia del Perú Independiente”, en 9 volúmenes, el último de los cuales fué publicado después de su muerte, ocurrida el 18 de junio de 1921, en Miraflores.

Su historia llega puede decirse hasta el desastre de Ingavi y, por tanto, va más allá de la que nos dejó Paz Soldán. Hasta cierto punto ella se acerca más a la historia clasicista que a la moderna, pero hay que reconocer que su exactitud y prolijidad son verdaderamente notables. No escribe al azar y, aunque es cierto que muchas veces no cita los documentos en que se apoya, pero es indudable que los ha consultado y manejado con escrupulosidad. Por esta razón y por la sobriedad de su estilo, a veces lapidario, alguno de sus críticos no ha vacilado en asimilarle a Tácito.

Algún otro, como Luis A. Sánchez, reconoce que Vargas excede a Mendiburu y Paz Soldán, que son dos eruditos, pues en él hay ensayos de interpretación y más que nada calor y emoción. Como nunca mendigó un puesto público y se creó una situación independiente, no tuvo reparo en fustigar a quien lo merecía y lo hizo sin atenuaciones, viniendo a ser un caso raro en nuestro medio, siempre propenso al disimulo y a contemporizar o mostrarse indulgente con los hombres y las cosas.

Por esta razón y otros méritos que avo!oran su obra fué llamado a fundar el Instituto Histórico del Perú que se honra con haberlo contado entre sus miembros.

R. V. U.

CARLOS WIESSE

(1859-1945)

Historiador y consagrado publicista en asuntos internacionales y diplomáticos, el doctor Carlos Wiese se destaca en la segunda mitad del siglo pasado y comienzos del presente. Había nacido en Tacna el 4 de setiembre de 1859, como fruto del matrimonio de don Carlos Wiesse y doña Jesús Portocarrero. Sus primeros estudios los efectuó en la escuela que en su ciudad natal, regentara el maestro Van Broock, pasando a continuarlos después a Cochabamba y finalmente en Lima, matriculándose al efecto en el colegio inglés que dirigía el acreditado pedagogo Varin. Egresado de las aulas, ingresó a la Universidad Mayor de San Marcos, siguiendo los cursos reglamentarios en las Facultades de Letras, Jurisprudencia y Ciencias Políticas y Administrativas. En estos claustros se distinguió como debía, y después de rendir lucidas pruebas, se graduó de doctor en Jurisprudencia el 27 de noviembre de 1879, fecha que para él tenía gran significación, por el hecho de haber ocurrido en ese día la victoria de las armas peruanas sobre las de Chile en las alturas de Tarapacá. Las circunstancias dolorosas de la Guerra del Pacífico, no le permitieron recibirse de inmediato de abogado, pues solamente alcanzó esta distinción el 19 de mayo de 1884 ante la Iltma. Corte Superior de Trujillo. El 23 de este mismo mes y año, Wiesse se graduó de doctor en Letras, presentando al efecto una tesis sobre La conquista del Perú, la que fué mandada insertar en los Anales Universitarios. Ya con anterioridad, Wiesse había optado los grados de licenciado y de bachiller en la misma Facultad, suscribiendo dos tesis que versaron respectivamente, sobre La Providencia divina y la Filosofía de la India. Por su versación en las disciplinas literarias e históricas, Wiesse se hizo acreedor a los elogios de los doctores Sebastián Lorente y Carlos Lissón que así lo testimoniaron en repetidas oportunidades.

En el ejercicio de su prefesión, Wiesse que había sido un alumno sobresaliente en los claustros sanmarquinos, hizo su práctica en el estudio del doctor Emilio Forero, ejerciendo a poco la relatoría de la Excma. Corte Suprema y el interinato del Juzgado en lo Criminal de Lima. En Trujillo fué también relator de la Corte Superior de aquella circunscripción.

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Sin embargo,

Però la carrera forense no lo atraía mayormente. obtuvo un sonado triunfo al defender en 1898 a la Peruvian Corporation, presentando sus respectivos Alegatos ante el Tribunal arbitral franchochileno que funcionaba en Lausana (Berna) con el objeto de atender "las reclamaciones de Dreyfus y otros pretendidos acreedores del Perú". La defensa de Wiesse fué concluyente por las pruebas y acopio de doctrinas que sustentó en sus Informes. De aquí, que el nombre de Wiesse se hiciese conocido en Suiza y más aún, cuando el joven abogado peruano contendía con éxito ante un Tribunal especializado, que pudo apre

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