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no excederían de 30, el Instituto Histórico del Perú contó en su iniciación con 40 miembros. Y paulatinamente fué reduciéndose sólo a los primeros: porque la designación de correspondientes de academias extranjeras consagradas a la Historia recayó desde entonces en los miembros de número; y porque, al cesar los miembros natos en las funciones que determinaron su incorporación y hallarse dudoso si consecuentemente debían abandonar su posición académica, o mantenerla al mismo tiempo que sus sucesores, no se proveyó a la continuidad ni al reemplazo. La disposición pertinente cayó también en desuso, por no haberse introducido en ella las modificaciones que debieron seguir a los cambios en la nomenclatura y la jerarquía de los cargos mencionados. Pero, de otra parte, correspondía este hecho a las previsiones sobre la designación de nuevos miembros, que el reglamento atribuye a la decisión de la Junta General; y, fundamentalmente, a una equilibrada adecuación de sus individuos a los fines funcionales del Instituto Histórico del Perú.

La primera sesión efectuóse el 31 de marzo de 1905, bajo la presidencia del Ministro de Justicia e Instrucción, Jorge Polar, con el exclusivo propósito de consumar la fundación y elegir una junta directiva provisional que redactase un proyecto de estatutos. En efecto, fueron designados Eugenio Larrabure y Unánue, José Toribio Polo, Emilio Gutiérrez de Quintanilla y Carlos A. Romero, quienes sometieron a la consideración del gobierno el referido proyecto, aprobado por resolución suprema del 10 de julio; y promovieron la reunión de una nueva junta general,para elegir a la directiva que regiría las actividades institucionales durante el primer bienio. Misión tan espectable correspondió a: Eugenio Larrabure y Unánue, presidente; Mariano Ignacio Prado y Ugarteche y Pablo Patrón, primero y segundo vicepresidentes; José Toribio Polo, secretario; Rosendo Melo, pro-secretario; José A. de Izcue, director del Museo Histórico; Carlos A. Romero, director de la Revista Histórica; Carlos Paz Soldán, inspector del Archivo Nacional; y Julio R. Loredo, tesorero. E inmediatamente organizaron éstos una velada pública, a fin de solemnizar el comienzo de los trabajos corporativos. En ella tocó el discurso de orden al presidente del Instituto Histórico del Perú, quien definió los alcances de la tarea que había sido confiada a sus miembros, estableciendo la necesidad de "rehacer la Historia del Perú, casi íntegra", para superar las exageraciones y los errores que en las versiones del pasado habían introducido la improvisación y el desconocimiento de las fuentes históricas; y destacando luego los principales problemas que a la sazón afrontaba el estudio de las diversas épocas, aludiendo a las luces que su esclarecimiento podría hallar en los testimonios y documentos pertinentes. "Nuestro trabajo tiene que ser, por ahora, de preparación y de clasificación, acumulando ordenadamente los materiales, sin miras egoístas, para que los futuros historiadores, con el cabal conocimiento de los hechos, levanten el edificio; reunir las obras antiguas, cuya rareza aumenta cada día; organizar el Archivo Nacional, enriqueciéndolo con colecciones que están dispersas y descuida

das; sacar copias de los archivos de España; formar un Museo Histórico; publicar preciosos manuscritos inéditos; promover certámenes; y encami. nar a los intelectuales por la senda de los estudios serios y de importancia”. A su vez, el Ministro de Justicia e Instrucción enalteció el valor civil de la Historia: "Fortificar la nacionalidad es alta misión de la Historia... [y] por eso en ninguna parte abandona el Estado el cuidado de la Historia al esfuerzo individual, sino que crea, estimula, honra corporaciones que presten ese alto servicio al país". Y el Presidente de la República hizo saber el significado que su gobierno asignaba a la creación del Instituto Histórico del Perú: "En la labor de estímulo de parte del Estado a la cultura nacional, el estudio de la Historia patria es el que debe tener lugar preferente, porque de las ramas del saber es la que concurre con mayor influencia a formar el carácter nacional". Por tanto, el criterio oficial acataba las formulaciones del especialista acerca de la repercusión que en la vida social tiene el conocimiento del pasado; aceptaba reivindicar los testimonios arqueológicos y documentales, para efectuar la ordenación que su estudio requiere; y auspiciaba la formación de una entidad destinada a congregar a los historiadores, para favorecer la atención a sus problemas comunes. A poco (18-VIII-1905) fué acreditado Eugenio Larrabure y Unánue como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario ante el gobierno de Brasil, y la presidencia del Instituto Histórico del Perú fué ejercida durante su ausencia por Mariano Ignacio Prado y Ugarteche y Pablo Patrón. Al cesar en el cargo mencionado (2-II-1908), reasumió aquel su posición académica, y la mantuvo ya hasta su muerte (12-V-1916). Luego han ocupado la presidencia: el general Juan Norberto Eléspuru (8), primer vicepresidente al producirse el fallecimiento de Eugenio Larrabure y Unánue; Felipe de Osma y Pardo y, a su muerte, el vicepresidente Emilio Gutiérrez de Quintanilla; Mariano Ignacio Prado y Ugarteche, durante un vasto lapso de dos décadas, que se extienden hasta su muerte (25-III1946); Víctor Andrés Belaúnde, elegido el 12 de junio de 1947, y, por su ausencia, el vicepresidente coronel Manuel C. Bonilla, desde el 22 de octubre de 1948; y Oscar Miró Quesada, elegido el 11 de noviembre de 1949 (9).

Desde la creación del Instituto Histórico del Perú, sólo se ha suprimido en la Junta Directiva el cargo reservado al Director del Museo Histórico. Inicialmente fué desempeñado por José A. de Izcue, a quien se reservó en 1907 la Sección Colonial y Republicana del mismo, en tanto que la sección arqueológica era confiada a Max Uhle. A fines de ese año

(8) Durante su mandato, y haciéndose eco de un acuerdo de la Real Academia Española de la Historia, tres correspondientes -Felipe de Osma, Pedro José Rada y Gamio y José de la Riva Agüero- solicitaron que corporativamente se reconociera al Instituto Histórico del Perú en esa categoría. Y el 25 de julio de 1920 quedó "incorporada a la de Madrid la [Academia] que en el Perú lleva el nombre de Instituto Histórico".

(9) El doctor Oscar Miró Quesada ejerció la presidencia del Instituto Histó rico del Perú hasta el 14 de julio de 1956, fecha en la cual fué elegido por la Junta General el doctor Jorge Basadre.

volvió a consolidarse el cargo, bajo la responsabilidad del notable arqueólogo; pero, en cambio, no se lo menciona en 1909, ni en 1910; al año siguiente integra la junta Carlos Wiesse, como Inspector del Museo; desde 1919 hasta 1926 aparecen dos vocales, sin función específica, en lugar de los inspectores del Museo y el Archivo; y a partir de 1927 sólo se incluye en la Junta Directiva al Inspector del Archivo Nacional. Tales alternativas parecen coincidir con la asunción de Emilio Gutiérrez de Quintanilla a la dirección del Museo Nacional, en 1911; la vigilancia que el Estado ha mantenido sobre el patrimonio artístico y arqueológico del país; y la progresiva organización de esa entidad, sintetizada en el reglamento de 1931. Pero también advierten que el Instituto Histórico del Perú mantiene el deber de controlar y asesorar las labores del Archivo Nacional, en armonía con los exigentes requerimientos de la investigación.

De otra parte, cabe destacar la reiterada confianza que la Junta General discernió a Carlos A. Romero, quien tuvo a su cargo la dirección de la Revista Histórica desde 1905 hasta 1943 y a través de esos largos años alcanzó a editar 16 tomos. Transitoriamente se la encargó luego a una comisión, integrada por Luis Alayza Paz-Soldán, Luis E. Valcárcel y Raúl Porras Barrenechea; y, por ausencia de éste, incorporóse a la misma Manuel Moreyra Paz-Soldán, quien a la postre ha asumido la total responsabilidad de la edición. Cierto que la Revista Histórica ha aparecido a veces muy esporádicamente como lo denota el hecho de abarcar un extenso lapso de 27 años con los volúmenes IV a IX-; pero debe reconocerse que su publicación ha mantenido la tradición y la prestancia que representa el Instituto Histórico del Perú, pues en ella se han difundido estudios y documentos de fundamental valor para el conocimiento del pasado nacional, y varias generaciones de historiadores han vertido en sus páginas los resultados de sus pacientes investigaciones.

Tempranamente inició también el Instituto Histórico del Perú una serie de publicaciones documentales, con la edición separada que en 1908 consagró Carlos A. Romero a la Descripción y población de las Indias, escrita por el dominico fray Reginaldo de Lizárraga en la última década del siglo XVI; pero el editor dispuso de un ejemplar incompleto y, no obstante el cuidado puesto en tal transcripción, el erudito debe acudir al texto que al cabo de veinte años dió a la publicidad Ricardo Rojas. En verdad, la mencionada serie ha perfeccionado su calidad y sus proyecciones merced a los volúmenes que desde 1954 han sido incorporados a ella: la compilación de 391 cartas dirigidas a las autoridades peninsulares por el virrey Conde de la Monclova, a través de los dieciseis años (1689-1705) de su dilatada administración, cuyo valor histórico aparece cabalmente puntualizado en los prólogos y las notas aclaratorias de Guillermo Céspedes del Castillo y Manuel Moreyra Paz-Soldán; la Memoria Militar del general Joaquín de la Pezuela acerca de su campaña

en el Alto Perú (1813-1815), editada por Félix Denegri Luna; y el “Cuaderno de Juntas" del Tribunal del Consulado de Lima, que Manuel Moreyra Paz-Soldán ha empezado a publicar y de cuyo contenido ha de provenir un definitivo esclarecimiento de la historia económica del Perú virreinal.

En esta excepcional coyuntura, que para la vida del Instituto Histórico del Perú entraña la celebración de su cincuentenario, destaca nítidamente la eficiencia y la seriedad de la labor cumplida. Quizá no ha sido muy intensa, ni ha mantenido siempre el mismo ritmo. Pero, aún en sus fases de relativa postración, ha dado inequívocas muestras de lealtad a su misión y ha pugnado por renovarse. Hoy lo hace, con criterio estrictamente funcional y atento a la magnitud de las tareas que impone el estudio del pasado, desde la organización metódica de las fuentes hasta la elucidación historiográfica. A ello tienden los trabajos de sus treinta miembros de número: Luis Alayza Paz-Soldán, Felipe Barreda y Laos, Jorge Basadre, Víctor Andrés Belaúnde, Juan C. Bromley, José Gabriel Cosio, Víctor L. Criado y Tejada, Félix Denegri Luna, Luis Antonio Eguiguren, José Gálvez, Juan Bautista de Lavalle, Guillermo Lohmann Villena, Rafael Loredo, Oscar Miró Quesada, Aurelio Miró Quesada Sosa, Manuel Moreyra Paz-Soldán, Jorge C. Muelle, Raúl Porras Barrenechea, Carlos A. Romero, Emilio Romero, Luis Alberto Sánchez, Evaristo San Cristóbal, Alberto Tauro, Ella Dunbar Temple, General Oscar N. Torres, Pedro Ugarteche, Luis E. Valcárcel, José M. Valega, Rubén Vargas Ugarte y Pedro Villar Córdoba. Creemos que a sus esfuerzos debe muy decisivos aportes el conocimiento de nuestro pasado. Y esperamos que el Instituto Histórico del Perú ofrezca especial resonancia a la difusión de sus valores en el ámbito de la conciencia nacional.

Al concluir la documentada exposición del doctor Alberto Tauro, escuchóse una nutrida ovación. Acto contínuo, tomó nuevamente la palabra el doctor Oscar Miró-Quesada, quien expresó su agradecimiento a las distinguidas personas que habían querido honrar con su presencia la celebración del cincuentenario del Instituto Histórico del Perú, llamado a depurar y difundir el conocimiento de la historia nacional. Y, finalmente, levantó la sesión.

Actas de la sesión solemne del 27 de

diciembre de 1955

Bajo la Presidencia del Dr. Oscar Miró Quesada y con asistencia de los señores miembros de la Junta Directiva, doctores Luis E. Valcárcel, R. P. Rubén Vargas Ugarte, Evaristo San Cristóval, Pedro Ugarteche, Alberto Tauro, Félix Denegri Luna e Ingeniero Manuel Moreyra y Paz Soldán, así como de la casi totalidad de los miembros de número de la Institución, celebró sesión solemne el Instituto Histórico, con el objeto de conmemorar la fecha de sus bodas de oro (29 de Julio de 1955) que se había postergado, debido a que ella coincidía con la de las fiestas patrias, para la que se había confeccionado nutrido programa. La actuación se verificó en el Auditorium de la Biblioteca Nacional cedido galantemente por su Director Ing. Cristóbal de Losada y Puga. En el estrado tomaron asiento el Edecán del Presidente de la República, el Ministro General Juan Mendoza Rodríguez, el Nuncio Apostólico de Su Santidad y miembros de la Junta Directiva del Instituto. La sala estaba totalmente ocupada por miembros del Cuerpo Diplomático, de las sociedades culturales de la capital, del magisterio y de los Poderes Públicos.

A las 7 p.m. el Presidente declaró abierta la sesión, dando enseguida el Secretario lectura al Decreto de fundación del Instituto (18 de Febrero de 1905), así como a la nómina de los miembros que compusieron su primera Junta Directiva.

A continuación, el doctor Oscar Miró Quesada pronunció un elocuente discurso, haciendo referencia a la fecha que en esos momentos se recordaba y a la labor desplegada por la Institución al cumplir sus cincuenta años, la que dijo quedaba de manifiesto en su órgano de publicidad la Revista Histórica, en cuyas páginas podían encontrarse magníficos estudios y ensayos sobre el pasado del Perú y de la América. Tributó el doctor Miró Quesada su homenaje a los miembros desaparecidos y formuló votos fervientes por el progreso y acrescentamiento de la Institución. Al finalizar su magnífico discurso, el doctor Miró Quesada fué calurosamente aplaudido por el selecto auditorio que llenaba la sala. Seguidamente ocupó la tribuna el doctor Alberto Tauro del Pino quien pronunció el discurso de orden para el que había sido designado. El doctor Tauro hizo una exposición detallada de la forma cómo se habían dado los primeros pasos en la capital, para organizar una Sociedad que se encargara de difundir y exaltar la historia nacional, lo que no había podido cristalizarse en una forma definitiva hasta el año 1905 en que el Pre

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