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Al organizarse el gobierno provisional del General Cáceres, por decreto expedido en Huancayo en julio de 1884, Dancuart fué nominado "Director General de Contabilidad y Crédito", con este título primero y más tarde con el de "Director General de Hacienda", hizo toda esa campaña, desempeñando otras varias comisiones, como la Prefectura de Junín, el "Comisariato de Guerra y de Marina" y el "Ordenamiento del Ejército”. En tan penosa y prolongada acción militar, se distinguió por su labor e integridad.

Otros menesteres como funcionario de Hacienda le cupo actuar en su vida. Recordemos preferentemente la "Dirección General de Aduanas”, en cuyo cometido redactó sus aranceles; sus funciones como "Visitador de Consulados del Perú" y como resultado de su enorme práctica en las oficinas del Estado y su preparación financiera, fué elegido Presidente de la Comisión Codificadora de Hacienda. En los últimos años de su vida fué designado Gerente de la Sociedad Nacional de Industrias.

En el tráfago de la política, le cupo ejercer varias veces representación parlamentaria en la Cámara baja; salió elegido diputado por la provincia de Tayacaja en diversas legislaturas y en el Senado, ocupó en 1879 una curul por el departamento de Huancavelica. Años antes fué director de El Liberal que se caracterizó, por su oposición al gobierno del General Mariano Ignacio Prado.

Su labor histórica es extensa y valiosa por su seria investigación, en un afán encaminado a dos ángulos del panorama de la realidad nacional. Le interesaron sobre manera, la institución del Parlamento y las complejas fases, del discurrir temporal de la economía y de las finanzas de su patria. Sobre el primer aspecto, elaboró: La Crónica Parlamentaria del Perú. Siguiendo la ruta, emprendida antes, por Manuel Jesús de Obín y Ricardo Aranda, autores que en 1895, dieron publicidad a Los Anales Parlamentarios circunscritos a nuestra primera Constituyente.

Producto de su inquietud sobre el pasado, en el segundo aspecto es, la monumental obra: Los Anales de la Hacienda Pública del Perú. Empeño muy vasto, que no le fué dable llevar a término con su sólo esfuerzo, pero que, a su muerte lo continuaría el economista José Manuel Rodríguez, a partir del volumen once, mas siguiendo el plan y marco que trazó Dancuart originariamente. El primero salió a luz en 1905, bajo la Presidencia de Eduardo López de la Romaña. Tres años, casi los últimos de su existencia, dedica a esta ímproba labor y en lapso tan corto, entregó a la publicidad diez tomos con abundantísimo material.

Contienen ellos, sin duda alguna, los elementos básicos para construir la historia fiscal del Perú, principalmente en su etapa republicana, pero sin olvidar los orígenes coloniales, ya que el tomo primero lo consagró a los siglos del Virreinato. En esas páginas, trae una recopilación, ciertamente útil aunque fraccionada de los impuestos más en uso, según los textos de pragmáticas y reales cédulas, a las que acompaña informaciones y antecedentes, que recogió de ordinario, del tratado clásico sobre la

materia, el escrito en el siglo XVII, por el jurista Gaspar de Escalona y Agüero con el título de Gazophilaciun Regiun Peruvicum.

Del acaecer republicano alcanzó a informarnos hasta el año de 1878, en nueve volúmenes. A cada momento gubernamental, le antecede un análisis crítico, ponderado en sus juicios, trabando sin pasión alguna el ajetreo político con el cuadro fiscal. Se advierte objetividad y justeza en sus apreciaciones liberadas de resquemor o de resentimiento tan frecuentemente influídas por simpatías o antagonismos personales.

La parte consagrada a los anexos, es un riquísimo archivo de la legislación tributaria, de la documentación contractual, de los presupuestos vigentes, del crédito público manifestado en la deuda interna y empréstitos exteriores, de las reclamaciones contra el Estado, de las relaciones comerciales con otros países, de las obras públicas, de los bienes nacionales, de tarifas aduaneras, de la amonedación, de privilegios industriales, de la administración pública y contabilidad fiscal. Como resumen de cada ejercicio, se insertan las memorias que legaron los Ministros de Hacienda. Dancuart ha recopilado así, las piezas más útiles, del enorme repositorio de papeles de nuestros fondos del Ministerio de Hacienda.

Estudiando y clasificando la documentación reseñada, Dancuart nos ofrece el primer bosquejo de la historia económico-fiscal del Perú. Muestra los orígenes, desarrollo y proceso de su estructura clave: agricultura, minería, comercio, industrias, ferrocarriles, obras públicas y régimen tributario. Dancuart, en los diez volúmenes de los Anales, nos hace conccer con pormenorizado detalle, el amplísimo panorama de la vida fiscal del Estado, en su faz rectora, tanto pasiva: la de administrador de la riqueza pública; como en la dinámica, de rumbos o reformas, con aciertos impulsadores hacia el progreso o derroteros infelices, camino hacia el estancamiento o la regresión.

El legado histórico de Pedro Emilio Dancuart es en verdad notable. Se materializó, en los cuatro tomos de la Crónica Parlamentaria y en los Anales de la Hacienda Pública del Perú. Este conjunto le dieron merecidísimo renombre y con evidente acierto y ejecutoriado derecho, el gobierno de Don José Pardo, lo designó en 1905, como a uno de los miembros fundadores del "Instituto Histórico del Perú". Falleció en promisora madurez a los 64 años de edad el 15 de diciembre de 1911. Recordemos que estaba casado con la dama limeña doña Carmen O'Higgins, vinculada a la familia del Marqués de Osorno.

M. M.

JUAN NORBERTO ELESPURU

(1846-1923)

Fué uno de los militares ilustres con que contó el ejército del Perú, en la segunda mitad del siglo pasado y comienzos del presente.

Había nacido en Lima el 26 de Octubre de 1846, como fruto del matrimonio del General Norberto Eléspuru y de doña Juana Manuela Lasso de la Vega. Por sus entroncamientos, se vinculaba estrechamente a familias que tuvieron destacada actuación en tiempos pasados. Su abuelo paterno fué el Mariscal Don Juan Bautista Eléspuru, que jugara papel descollante durante la época de la Confederación; en tanto que su abuelo materno don Benito Lasso, resultó un jurisconsulto distinguido que honró con su sapiencia el foro y la administración, y cuyo nombre se exaltó aún más, con el brillo que en el arte nacional, alcanzara su hijo, el genial pintor don Francisco Laso.

Todo un conjunto de virtudes abonaban pues el hogar del General Eléspuru, que dió pruebas de su clara inteligencia en el colegio de Molinieri Mayurí y Edmond, donde cursó con éxito su instrucción, y de cuyas aulas pasó a continuación a la Escuela Militar del Espríritu Santo, regentada en aquella época por el Contralmirante de la Armada don Juan José Manuel Panizo. En esta casa de estudios hicieron honor a su carrera, entre otros, destacados oficiales como Enrique Delhorme, José Palomino y José Selaya.

Poco a poco el joven Eléspuru fué ganando sus ascensos, no por el favor ni la influencia, sino por sus méritos.

El 20 de Diciembre de 1863, se dió de alta en el ejército concurriendo con el grado de Capitán al combate del Dos de Mayo de 1866, siendo destacado a la torre de la Merced, desde la cual le tocó hacer frente al enemigo, resultando gravemente herido en la refriega.

Su carrera militar fué rápida y brillante. Verdadero soldado se comportò como debía en los diferentes cargos que sirvió, y dejó su nombre muy bien puesto en los grandes conflictos nacionales. Cuando se produjo la guerra con Chile, Eléspuru acudió de los primeros al llamado de la patria en peligro, concurriendo a las improvisadas baterías del Callao en 1880, para contestar el fuego de la escuadra invasora, acompañando después al General Cáceres como su Ayudante en la campaña del Centro que trágicamente se epilogó en Huamachuco.

Fué el General Eléspuru de un dinamismo poco común. Infatigable para el trabajo se prodigó cuanto pudo en el campo de su profesión. La antigua Escuela Militar de Guadalupe, la Academia de Guerra y la Escuela Superior de Guerra, fueron dirigidas por él con indiscutida sapiencia. Intensamente laboró redactando proyectos en orden a la profesión militar, muchos de los cuales fueron aprobados por los Gobiernos a cuyo conocimiento los sometió la superioridad.

Como muestras de su talento dejó escritas varias obras, entre las cuales cabe destacar las siguientes: Consideraciones sobre la infantería (1868); Proyecto de reforma de táctica española (1868); La táctica modema (1879); Derecho de guerra; Lecciones del arte Militar; Manual para el desarrollo del arma; y Reglamento de ejercicios y maniobras para la infantería del Perú; aparte de una serie de leyes relacionadas con el Re

tiro Militar, Guardia Nacional, Conscripción Militar y Ascensos, a lo que se podría agregar sus Proyectos relativos a la Inmigración y a las Colonias Militares.

En 1876 fundó la Revista Militar que hasta el presente subsiste. Le dió una importancia inigualada a esta publicación y aprovechando de sus vinculaciones con prominentes mentalidades sudamericanas, consiguió que aceptasen las respectivas corresponsalias en sus países, los Generales Bartolomé Mitre, Narciso Campero, Francisco Vidal Gormaz y Ambrosio Letellier. En esta interesante publicación, el General Eléspuru, escribió una biografía del Coronel Bolognesi, que ha servido con posterioridad como fuente veraz de consulta, para quienes han querido profundizar en la vida y obra gloriosas del héroe de Arica.

En las aulas, el General Eléspuru fué un verdadero maestro. Enseñaba a conciencia y procuraba llevar a sus alumnos los últimos conocimientos relacionados con el arte militar, explicando en forma debida los principios más avanzados en que se apoyaban la estrategia y la táctica puestas en juego en las guerras modernas. Con clara dicción explicaba sus cursos de Geografía Militar y Arte y Administración Militar, que figuraban como obligatorios para los que seguían la carrera de las armas.

En el Ejército, el General Eléspuru desempeñó altos y delicados cargos. Fué Jefe de Estado Mayor en 1894, Ministro de Guerra y Marina en 30 de Diciembre de 1907 y Vocal del Consejo de Oficiales Generales en 1o de Abril de 1909. En atención a su meritísima foja de servicios, el Congreso de la Nación lo ascendió a la alta clase de General de Brigada en 3 de Octubre de 1907.

Publicista de nota como lo acreditan sus varios opúsculos y numerosos artículos de prensa, Eléspuru fué también político ponderado, habiendo actuado en dos períodos consecutivos como diputado por la provincia de Huamalíes, y en 1883 en una época difícil, como Senador por el departamento de Huánuco en el Congreso que funcionó en Arequipa. Pasados dos decenios volvió a estas actividades ocupando una curul en el Senado el año 1913 como Representante por Lima, siendo llevado por votación unánime a la Presidente de ese alto cuerpo.

En el orden diplomático, el General Eléspuru fué acreditado el año 1912 como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Perú en la República Argentina, donde desarrolló labor atinada y proficua.

Perteneció el General Eléspuru a la Sociedad Fundadores de la Independencia, de la que llegó a ser por doce años uno de sus esclarecidos Presidentes, a la Sociedad Geográfica de Lima, al Ateneo, al Instituto Histórico de Montevideo, al Club Literario de Arequipa y al Instituto Histórico del Perú, cuya Presidencia ejerciera interinamente el año 1921 y siguientes en su condición de Primer Vice-presidente y por licencia concedida al titular doctor Mariano Ignacio Prado y Ugarteche.

Compartiendo las faenas militares con los estudios literarios e históricos, el General Eléspuru fué designado el año 1911 Presidente del

Comité Centenario de Zela, al frente del cual desarrolló labor intensa, en los grandes homenajes tributados al prócer. Llevado de su amor a la patria compuso una Oda el Perú, que fué muy celebrada.

El General Eléspuru había contraído matrimonio con la señora Elena Pérez y falleció septuagenario en Charlottemburgo (Berlín) el 20 de Febrero de 1923.

E. S. C.

ANIBAL GALVEZ VALDERRAMA

(1865-1922)

Abogado, escritor y publicista, el doctor Gálvez consagró un tercio de su existencia a la investigación histórica. Dada su vocación por el estudio del pasado peruano, y debido a la feliz circunstancia de desempeñar el cargo de Relator en la Iltma. Corte Superior de Lima, compulsó numerosos documentos del archivo de la extinguida Real Audiencia, lo que le permitió seleccionar un material inédito y de primera mano, que utilizaría más tarde en la confección de sus obras.

Trabajando así, con asiduidad, se dedicó de preferencia a estudiar la guerra de la emancipación, ocupándose de los primeros levantamientos que tuvieron lugar en las diversas circunscripciones del país, no sin que por ello, se remontase a épocas más distantes, hurgando en las páginas de la tradición y la historia.

Muy joven aún, publicó el doctor Gálvez un conjunto de crónicas, al que intituló Cosas de antaño, y que fué bien recibido por la crítica, siguiendo a continuación sus dos obras principales, Zela y El Real Felipe, esta última en dos tomos, y que su autor dedicó al Honorable Concejo Provincial del Callao.

En ambos libros, el doctor Gálvez estudia aquellos acontecimientos, teniendo como fuentes, documentos auténticos de comprobado valor. Nadie antes que él había usado de tal prolijidad en la compulsa de semejantes papeles que se encerraban en los protocolos, puede decirse, intocados todavía. El doctor Gálvez pudo así analizar los procesos que tenía a la vista y discriminarlos con justicia y sin pasión. El pronunciamiento de Zela y el juicio que se le sigue, así como a los complotados del Callao, Gómez, Alcázar y Espejo, pasan todos bajo la mirada del doctor Gálvez, quien con pericia reconocida, disecciona las diferentes piezas de los expedientes prolijos. Declaraciones, versiones de testigos, exposiciones de los protagonistas, instructivas, expedición de autos y sentencias, absorbieron por entero la atención prolija del doctor Gálvez, y pudo así presentar una visión de conjunto de aquellos gloriosos episodios de Tacna y del Callao, que desbaratados por las autoridades españolas, vinieron a epilogarse para sus promotores, con los destierros y el cadalso.

Dejó el doctor Gálvez algunas otras obras que venía preparando, y

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