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para la confección de las cuales acumulara el respectivo material. Ellas fueron las siguientes: León de los Caballeros (Huánuco), Los Huamalies (1812), Tacna (1813), Pumacahua (1814), Arica y Tarapacá (1815 a 1816), Abascal (1816), El Conde de Dundonald (1819) y Arenales (1820). Es decir, por orden cronológico, el doctor Gálvez se proponía historiar todos los sucesos ocurridos durante esta etapa de la gesta heroica, y que inevitablemente, preparando el terreno habían de alcanzar su ansiada culminación con la independencia del Perú.

El doctor Gálvez en un afán indesmayable por perennizar el culto a los próceres y a los héroes, escribió diversos artículos en El Comercio y La Prensa de Lima y en las revistas ilustradas Prisma y Variedades. Por su dinamismo y capacidad fué designado por el Gobierno como miembro de la Comisión Pro-centenario de Zela, que presidió el General Juan Norberto Eléspuru.

Militó el doctor Gálvez en las filas del Partido liberal, aunque no sintió mayor aliciente por la política. Sin embargo, se preocupaba por e bienestar de los trabajadores, y la prueba de ello es que en su mocedad, dió a la luz puública un opúsculo que tituló: Condición de la clase obrera en el Perú y medios de mejorarla, que fué bien acogida y alcanzó bastante difusión, siendo premiado con diploma de honor por el Concejo Provincial de Lima el 29 de Julio de 1894.

El doctor Gálvez perteneció a la Sociedad Geográfica, al Instituto Histórico y al Ilustre Colegio de Abogados de Lima. Su inteligencia se puso de relieve en diferentes oportunidades, siendo muy elogiados los libros y folletos que publicó, en especial los relacionados con la historia patria. Don Ricardo Palma en carta que le dirigiera al doctor Gálvez, a propósito de El Real Felipe, en que el autor se encumbrara narrando aquella conspiración, infelizmente abortada, entre otras cosas le decía: "No son páginas efímeras las por usted publicadas, sino de las que se buscan y perduran, como fuente valiosa de información y de estudio para los hombres de la nueva generación que se engolosinan con la lectura de narraciones sobre sucesos y personajes que fueron. Inspírese usted en este concepto, y convénzase de que hace utilísima obra de patriotismo, que habrá de conquistarle, por lo menos la gratitud de los pósteros". Gálvez nació en Cajamarca en 1865 y falleció en Lima el 9 de enero de 1922.

E. S. C.

MONS. CARLOS GARCIA IRIGOYEN

(1857-1937)

En el seno de una distinguida familia limeña, nació Mons. Carlos García Irigoyen el 6 de Noviembre de 1857. Fueron sus padres D. Pedro Mariano García y García y Da. Manuela Irigoyen y Arias de Larrea.

Desde muy joven se sintió atraído al sacerdocio y en su hogar profundamente cristiano no halló sino alicientes para seguir su destino. Hizo sus primeros estudios en el Colegio dirijido por D. Agustín de la Rosa Toro y luego pasó al Seminario Conciliar de Santo Toribio. En este plantel, uno de los más acreditados de la época se entregó por entero al estudio de las ciencias eclesiásticas y alcanzó a figurar entre los primeros así por su piedad como por su aprovechamiento.

Terminados sus estudios se ordenó de sacerdote el 21 de Noviembre de 1880 en la Iglesia de la Magdalena Vieja. Ese mismo año cantaba su primera misa, el 4 de Diciembre, en la Iglesia de la Trinidad. Dedicóse desde entonces a su ministerio, alternando las clases en el Seminario con la predicación y el confesionario, así en la Iglesia del Prado, donde fué capellán como en la hoy desaparecida Iglesia del Hospital de la Caridad.

Sus méritos le hicieron acreedor a una silla en el coro metropolitano, donde ejerció el cargo de Secretario del Cabildo. Aquí comenzaron a despertarse sus aficiones históricas. No sólo ordenó e hizo encuadernar los libros de Cabildo sino que entresacó de los mismos y de otros papeles de este rico archivo las biografías de los más notables prebendados del coro de Lima, biografías que comenzó a publicar en la revista El Amigo del Clero en pliegos separados, todos los cuales vienen a formar un volumen de más de 300 páginas. Por desdicha dejó su obra incompleta.

Al ser elevado a la silla metropolitana Mons. Manuel Tovar, que había sido su Rector en el Seminario y apreciaba sus cualidades, pasó a ser Secretario Privado del Arzobispo y en calidad de tal asistió en el año 1900 al Congreso Plenario de la América Latina, convocado en Roma por León XIII. Tuvo también a su cargo la dirección de El Amigo del Clero y en las páginas de esta Revista dió a luz muchos documentos olvidados y de gran valor para la Historia Eclesiástica y aún civil del Perú. Parece que ya entonces concibió la idea de escribir la Historia de la Iglesia Peruana y comenzó a acopiar materiales con este objeto.

Al acercarse la fecha del tercer centenario de la muerte del gran Arzobispo, Toribio de Mogrovejo, se resolvió a publicar no una Vida del Santo sino más bien una serie de datos que la ilustran y podrían servir para tejerla. Fruto de sus afanes fué la obra titulada: Santo Toribio, que en cuatro volúmenes apareció en Lima en 1906. A ella se siguieron otros 2 tomos en que se refieren todas las fiestas que con motivo de la celebración del Centenario tuvieron lugar así en el Perú como en América y aún en Europa.

El diario El Bien Social, que por aquellos años se editaba en Lima, le contó también entre sus colaboradores, dando muestras de un celo y una actividad nada comunes. Elegido para la silla de Trujillo el 12 de Octubre de 1909, fué preconizado por Su Santidad Pío X el 21 de Marzo de 1910 y en ese mismo año fué consagrado en la Catedral de Lima por el Arzobispo Mons. Pedro García y Naranjo.

Durante 27 años rigió aquella extensa sede, dividida más tarde,

aunque los últimos cuatro años de su vida, el estado de su salud le impidió regirla por sí misma y hubo de confiar el Gobierno a un Vicario General. No nos detendremos en su labor pastoral, porque no es ese nuestro intento. La pesada tarea que recayó sobre él, no fué obstáculo para que dedicara algún tiempo a los estudios históricos. Fundó en 1928 en su misma sede el Centro de Estudios de Historia Eclesiástica del Perú y como fruto del mismo y debido a su personal esfuerzo vieron la luz pública los tres volúmenes que denominó: Monografía de la Diócesis de Trujillo, (Trujillo, 1930-31).

Debilitado por los años hubo de volver a su ciudad natal, al lado de sus familiares y en medio de ellos vino a extinguirse el 18 de Octubre de 1937, después de una vida empleada provechosamente, al servicio de la Iglesia y de la patria. El Instituto Histórico del Perú lo contó entre sus miembros fundadores y, por lo que sumariamente se ha dicho arriba, su contribución a los estudios de la historia patria es verdaderamente apreciable.

R. V. U.

RICARDO GARCIA ROSELL

(1850-1924)

Por sus vastos conocimientos en los ramos de la historia y geografía patrias, al igual que por su dinamismo como funcionario idóneo en los cargos elevados que desempeñó al servicio de la administración pública, don Ricardo García Rosell, ocupa un rol destacado en la galería de los escritores y publicistas peruanos, y en el ordenamiento de la vida nacional.

Nació en Lima el 10 de Agosto de 1850, siendo sus padres, el Teniente Coronel don Manuel García Rosell y doña Andrea Orié. Por vinculaciones familiares se relacionaba con prominentes ciudadanos de los primeros años de la República. Concluída satisfactoriamente su instrucción elemental, ingresó al Colegio Militar del Espíritu Santo, donde se educaba lo mejor de la juventud que se enrolaba en las filas del ejército, pero no permaneció mucho tiempo en aquellas aulas, debido a la clausura del establecimiento, por lo que, y truncada en esta forma su carrera, se dedicó a actividades comerciales, laborando al lado de un relacionado suyo, don Ramón Valle Riestra, desde las oficinas de una agencia de aduana, que fundaran en el vecino puerto.

Vinculado con elementos representativos del Callao, don Ricardo García Rosell, durante la guerra con Chile, fué nombrado alcalde provincial, en circunstancias que los dos probos funcionarios que le antecedieron en tan elevado cargo, tuvieron que dejarlo para salir a campaña. La situación no podía ser más difícil, pues el año 1880, el conflicto del Pacífico se desencadenaba cada vez con mayor fuerza, soportando el

Perú los más penosos sacrificios. García Rosell no se amilanó ante tan deplorable situación, sino que por el contrario, agigantándose en el esfuerzo, desplegó una energía extraordinaria frente a las desventuras de la patria. Pero habiéndose producido el desastre de las armas peruanas en San Juan y Miraflores y ocupados Lima y el Callao por los invasores, García Rosell marchó hacia el interior, reuniéndose en Jauja con las pocas fuerzas que acompañaban a don Nicolás de Piérola, y continuando seguidamente a Ayacucho, donde a instancias del Dictador se reunió una Asamblea, para tratar de lo que debía hacerse para continuar la resistencia, y de la que García Rosell formó parte en su condición de diputado secretario, habiendo llevado al seno de aquella corporación algunas ponencias de orden financiero, que no llegaron a cristalizarse en algo efectivo por el giro que en tal emergencia tomaron los acontecimientos.

Puede decirse, que a partir de esta época, comienzan las actividades políticas de García Rosell. Efectivamente, celebrada la paz con Chile, concurre a la Asamblea de Cajamarca de 1884 convocada por Iglesias, pero al caer este gobierno llamado de la Regeneración, García Rosell se aparta momentáneamente de la política y se dedica a las faenas mineras, de las que lo saca el movimiento coalicionista de 1895, incorporándose a la Cámara de Diputados como su representante por la provincia de Sandia el año 1896. Desde su escaño secundó las iniciativas del Gobierno, abogando de preferencia por el establecimiento del patrón de oro, que constituye evidentemente uno de los timbres de orgullo de aquella administración. Aparte de ésta su proficua labor parlamentaria, don Ricardo García Rosell fué en varias oportunidades, miembro connotado de las Municipalidades de Lima y el Callao, de la Junta Electoral Departamental y Conjuez de Minería de la Iltma. Corte Superior de Lima. En todos estos cargos se desempeñó con notorio conocimiento de sus funciones y con manifiesta honorabilidad.

Don Ricardo García Rosell, fué como ya lo hemos dicho, un escritor y publicista de nota. No obstante su modestia, su vasta obra se diversifica en los más variados géneros. Escribe en El Bien Público, del que llega a ser eficiente Director, y suscribe numerosos artículos y editoriales, enfocando la situación crítica por la que en ese año (1884) atraviesa el Perú. En las horas de la tranquilidad y del reposo da comienzo a sus faenas investigatorias que se traducen en la publicación de varios libros y opúsculos. Sus novelas El círculo polar, Las mujeres del Polo, La Puerta de Montes Claros y Una mujer como hay muchas, revelan al escritor que se perfila en este género literario con promisores bríos, y que no lo desmienten sus ensayos filosóficos El éxito de la vida y La Providencia y la Fortuna juzgados muy favorablemente por la crítica nacional y extranjera. Al igual, sus temas científicos, le dan ocasión para lanzar a la publicidad sus libros de esta índole titulados El asiento minero del Cerro de Pasco, Sandia y Carabaya, Irrigaciones en la costa del Perú y Monografía de Piura, en cuyas páginas se revelan sus profundos conocimientos de

la materia tratada que se confirman en el magnífico Atlas Geográfico del Perú, cuya impresión corre a cargo de la editorial Alberto Martín, Barcelona, y que sirve a menudo de consulta para ulteriores estudios. Cuando don Carlos Larrabure y Correa publica su monumental obra Colección de leyes y documentos referentes a Loreto, incorpora en su contenido un magnífico trabajo de García Rosell, de carácter histórico y relacionado con las excursiones a la selva de los aguerridos soldados del Imperio. Quería con este trabajo demostrar García Rosell, cómo habían sido los hombres del Incanato, los que desde tiempo inmemorial habían puesto la planta en esas regiones desconocidas e inhóspitas.

Después de una intensa labor cultural de más de cuarenta años, falleció don Ricardo García Rosell en esta capital el 18 de Noviembre de 1924.

E. S. C.

JOSE ROMAN DE IDIAQUEZ

(1851-1905)

Nació en Lima el año 1851, destacándose en el curso de su vida como un funcionario modelo en los diversos cargos que desempeñó en la administración pública a partir de 1880 hasta la época de su fallecimiento. De preferencia dedicóse al ramo de las finanzas, teniendo destacada actuación por su honorabilidad y competencia, como Vocal de la Junta Depuradora de Créditos. Pero al mismo tiempo, Idiáquez compartía estas tareas con el estudio de la historia y geografía patrias. Se dedicó a los viajes y exploraciones en la región oriental, y tomó muy minuciosos apuntes relacionados con las grandes arterias fluviales, y que después habían de servir para completar los fundamentos en que el Perú apoyaba sus derechos en sus viejas disputas de fronteras con los países limítrofes. Algunos de estos apuntes reposan en la Cancillería, pero los más, aparecen registrados en periódicos y publicaciones oficiales.

Perteneció don José Román de Idiáquez a las Sociedades Geográfica, de Minería y de Agricultura, y figuró en la nómina de los 30 miembros fundadores del Instituto Histórico del Perú, al seno del cual fué propuesto ante la consideración del Gobierno, por el que después fuera primer Presidente de la destacada Institución, señor Eugenio Larrabure y Unanue.

Desempeñando las elevadas funciones de Vocal del Tribunal Mayor de Cuentas, falleció el señor de Idiáquez en esta capital el 14 de agosto de 1905.

E. S. C.

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