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dignamente al Perú en los Congresos Panamericanos de Río Janeiro (1906) y Buenos Aires (1910), habiendo llevado la representación oficial del Gobierno del Perú en la segunda de estas capitales con motivo dei Centenario de la Independencia de la República Argentina. Falleció don Eugenio Larrabure y Unanue en Lima el 12 de mayo

de 1916.

E. S. C

MIGUEL ANTONIO DE LA LAMA
(1839-1912)

Figura culminante del foro peruano, el doctor Miguel Antonio de la Lama, llena con su sapiencia cuarenta años de la vida judicial del Perú. Se impone por sus vastos conocimientos en el estudio e interpretación de las legislaciones nacional y extranjera, y no hay quien lo aventaje en lo copioso de su producción.

Desde su juventud corona con éxito sobresaliente sus estudios, mereciendo de sus profesores las más altas notas, en atención a sus méritos. Su ilustración es multiforme, y por eso es que su inteligencia abarca por igual las disciplinas más disímiles.

Había nacido en Lima el 13 de julio de 1839. Egresado de las aulas, y siendo muy joven aún, se incorpora al cuerpo de profesores del Seminario de Santo Toribio, en su condición de catedrático de astronomía, que desempeña durante el bienio de 1857 a 1859, y sucesivamente dicta en el mismo plantel los cursos de Cálculo, Gramática Castellana, Filosofía y Derecho Natural y Público.

El 19 de agosto de 1862 se recibe de abogado en la Universidad Mayor de San Marcos, después de rendir lucidas pruebas, abriendo de inmediato su bufete, reputado como uno de los más acreditados de la capital. Sucesivamente, y a partir de esta fecha, fué relator adjunto e interino de la Corte Suprema, Notario Público de Lima, Secretario Mayor del Tribunal del Consulado y del Juzgado de Alzadas, Conjuez de Primera Instancia de la capital, Fiscal accidental de la Suprema, Fiscal Accidental del Tribunal de Responsabilidad Judicial, Conjuez de la Corte Suprema, Abogado Fiscal, Vocal principal del Supremo Tribunal de Responsabilidad Judicial, Fiscal Principal del mismo y Director General del Registro de la Propiedad inmueble de Lima. Demás está decir, que en todos estos puestos, se desempeñó con notoria maestría, dejando una estela luminosa en la senda tan brillantemente recorrida. En el último de estos cargos, que sirvió desde 1890 hasta la fecha de su fallecimiento, el doctor de la Lama elaboró los proyectos relacionados con las hipotecas legales y títulos supletorios, los que fueron fundamentados debidamente en una nutrida exposición de motivos.

Aparte de la carrera forente, el doctor de la Lama hizo honor a otros cargos, como lo fueron, los de Secretario de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima (1871 a 1879), Secretario de la Comisión Reformadora de la Legislación Civil, Abogado de la misma Institución, Visitador de los escribanos públicos de Lima y Callao, Secretario General del Gobierno que se constituyó en Lima en 1880, Vocal del Consejo Superior de Instrucción Pública durante varios años consecutivos, regidor del Concejo Provincial de Lima, de 1880 a 1893, Director de la Penitenciaría, miembro de la Comisión Reformadora y Revisora del Reglamento de Comercio y de los Códigos Penal y de Enjuiciamientos, respectivamente, Vocal de la Comisión Consultiva de Justicia, Asesor de la Comisión Consultiva de Guerra, Asesor de la Junta de Generales, Vocal de la Junta Inspectora de la Penitenciaría, miembro de la Comisión Revisora de la ley reglamentaria de policía, Presidente del jurado examinador de aspirantes al preceptorado y Vocal de la Comisión Consultiva de Beneficencia.

Dada su versación indiscutible en el ramo de la Jurisprudencia, el doctor de la Lama formó parte del Congreso Americano de Jurisconsu!tos, y como quiera que fuera el que redactara el respectivo proyecto de su organización y funcionamiento, se le otorgó una medalla de oro en testimonio de reconocimiento a su preclara labor, siendo elegido después secretario de ese mismo Congreso. Aquí el doctor de la Lama se prodigó sobre manera y dejó muy alto el nombre del Perú. Aque! Congreso que presidió un ilustre compatriota nuestro, el doctor Antonio Arenas, y que constituído estuvo por José E. Uriburu, de la República Argentina; Joaquín Godoy, de Chile; Francisco de Pau'a Bravo, de Cuba; Zoilo Flores, de Bolivia; y Miguel Riofrio, del Ecuador, se instaló en Lima el 9 de diciembre de 1877, celebró 92 sesiones, y adoptó providencias sumamente interesantes, relacionadas con la extradición y el asilo, así como sobre las reglas para uniformar las legislaciones civiles de las Repúblicas Americanas en algunas materias de Derecho Internacional Privado. El doctor de la Lama en su condición de Secretario fué el asesor indiscutido de las varias Delegaciones qne asistieron a aquel histórico Congreso.

El 9 de noviembre de 1866, el doctor de la Lama se incorporó a! Ilustre Colegio de Abogados, en condición de miembro titular, siendo elegido Director de Conferencias de aquella Institución en varios períodos comprendidos entre 1887 y 1892, desempeñando al igual y por muchos años, a partir de 1887, el cargo honroso de Director de Bibliotecas y Publicaciones.

En la Universidad Mayor de San Marcos, el nombre del doctor de la Lama, figura como uno de los más ilustres de los viejos claustros. En 1876 ocupó en condición de adjunto las cátedras de Derechos Especiales y Práctica Forense, habiendo sido nombrado profesor titular de esta última asignatura, por el Consejo Universitario en 14 de abril de 1894. Durante el tiempo que regentó esta disciplina, el doctor de la Lama me

reció las más altas consideraciones del aula sanmarquina, dejando verdadera legión de discípulos, que proclamaban de consuno, dentro y fuera de la vieja casa de estudios, las excelencias y sapiencia del egregio maestro.

Asombra verdaderamente la capacidad intelectual de tan esclarecido varón. Así, la Facultad de Jurisprudencia lo honró, nombrándolo en 1881, su Delegado para la revisión del Reglamento General de Instrucción Pública, donde la palabra convincente del doctor de la Lama, se impuso en determinadas sugestiones y ponencias.

Innumerables fueron los trabajos redactados por el doctor de la Lama. Sin hipérbole, puede afirmarse, que casi todos los Códigos peruanos, así los de orden civil como los de orden penal, de minería y comercio, fueron debidamente anotados y concordados por el doctor de la Lama. Su fecundidad de publicista fué extraordinaria. Aparte de lo que aquí sostenemos, el doctor de la Lama publicó entre otros trabajos, los siguientes: Ordenanzas de la ciudad de Lima, Diccionario de Legislación Penal y principios de Medicina Legal, La Constitución explicada, Caso de improcedencia del recurso de nulidad y decreto sobre la administración de justicia; y, Catón Cívico, publicación esta última, que obtuvo medalla de plata en el concurso, que sobre textos escolares, promoviera el Ateneo de Lima.

Como la reputación del doctor de la Lama, traspusiese las fronteras, la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Madrid, lo nombró miembro correspondiente en el Perú; mereciendo igualmente el alto honor, y nada más que por sus mérito, de que el Congreso Ibero-Americano de Lisboa, en 1888, le dispensase un asiento en aquella asamblea, la que conoció en un trabajo que remitió sobre el Parentesco de afinidad. En 1892 el Congreso Jurídico Ibero-Americano de Madrid lo invitaba a concurrir, pero imposibilitado de viajar, remitió dos trabajos muy interesantes, que versaron respectivamente, sobre las Profesiones liberales y sobre el principio de naturalización, que fueron muy elogiados.

Perteneció al doctor de la Lama al Instituto Histórico y Geográfico del Brasil y al Instituto Histórico del Perú, figurando en la nómina de sus miembros fundadores.

Infatigable en el esfuerzo, el doctor de la Lama no escatimó nunca su concurso, cada vez que le fué solicitado. En su profesión se distinguió sobre manera, siendo uno de los más afamados jurisconsultos peruanos de la segunda mitad del siglo pasado y comienzos del presente. Todo lo avizoraba el doctor de la Lama en el campo jurisprudencial. Su pluma puso de relieve, debidamente comentadas, las más ruidosas causas seguidas en los Tribunales de Justicia del Perú. En La Gaceta Judicial del año 1874 que dirigiera el doctor José Antonio Barrenechea, el nombre del doctor de la Lama figura al lado del de los abogados connotados Ramón Ribeyro, Luis Felipe Villarán, Emilio del Solar, Manuel Atanasio Fuentes, José Jorge Loayza e Isaac Alzamora. Cuando aquel órgano doc

trinario deja de salir, el doctor de la Lama funda y dirige El Derecho, que empieza a circular el año 1895 y se prolonga cuatro lustros, lo que no le impide colaborar en otros órganos, tales como el Boletín Judicial y el Diario Judicial. La multiplicidad de su talento queda de manifiesto en su colaboración en periódicos tales como El Católico, La Cartilla popular, El Tiempo, El Amigo del Pueblo y La Broma, semanario humorístico éste, en que colaboraron don Manuel Atanasio Fuentes, don Aureliano Villarán y don Ricardo Palma.

El año 1912, y en respetable ancianidad falleció en Chorrillos el doctor Miguel Antonio de la Lama, dejando su desaparición un hondo e irreparable vacío en el seno del foro nacional. En el discurso necrológico que a nombre de la Facultad de Jurisprudencia pronunciara el doctor Manuel Augusto Olaechea, se ponen de relieve la vida y la obra del ilustre maestro, que hizo de su profesión un apostolado, y que lleno de fervor y entusiasmo llevó al campo de la Justicia y del Derecho su aliento renovador y fecundo.

E. S. C.

VICTOR M. MAURTUA
(1865-1937)

Nació en Ica, descendiendo de ilustre familia, cuyo apellido gozó de merecida y sólida reputación en aquella vasta circunscripción. Recibió su primera instrucción en el Colegio Nacional de San Luis Gonzaga, pasando después a la Universidad Mayor de San Marcos, donde siguió con éxito indiscutible sus estudios de Letras, Jurisprudencia y Ciencias Políticas y Administrativas, recibiéndose de abogado en enero de 1890. Apenas egresado de las aulas, el doctor Maúrtua, fué nombrado por el Consejo Superior de Instrucción Pública, como Director del Colegio Nacional de Minería de Huánuco, el que reorganizó debidamente, mediante prudentes y atinadas reformas.

Pero la política lo llamaba a sus filas, y fue así como militando en el Partido Civil, resultó elegido el año 1895 en condición de diputado suplente por la provincia de Dos de Mayo. La histórica agrupación a que Maúrtua pertenecia y que contaba con lo más selecto de la juventud de esa época, le encomendó la dirección del diario La Ley, desde cuyas columnas enfocó como debía, la actuación y maneras de proceder de su partido que jugaba un rol tan importante en esos años.

Sucesivamente, Maúrtua fué designado Inspector de Instrucción en la Municipalidad de Lima y miembro del Congreso Higiénico Escolar, laborando ahí infatigablemente a favor de los estudiantes y de la mejor educación física, que puede decirse, es a partir de estos momentos, que cobra alientos en las nuevas jornadas por emprenderse.

Sin embargo, era la carrera diplomática la que reclamaba con in

sistencia a Maúrtua. Como sentía marcada vocación por ella, consiguió ser nombrado en noviembre 5 de 1900 como Consul General en México, asumiendo poco después la Encargaduría de Negocios. Maúrtua se desempeñó aquí brillantemente, pues aparte de las funciones propias de su cargo, efectuó una propaganda intensa en relación con el principio del arbitraje, que al año siguiente (1901) se discutió en el seno del Congreso Panamericano que tuvo por sede la propia capital azteca. A Maúrtua como Secretario de la Delegación Peruana en este Congreso, le tocó redactar la Exposición de Motivos de la Convención para reunir en Río de Janeiro un Congreso Geográfico, así como también la relacionada con el arbitraje obligatorio, del que Maúrtua, resultó con el tiempo su más entusiasta propulsor y abanderado.

Vuelto al país en 1903, y al frente de la Inspección de Estadística del Concejo Provincial de Lima, organizó el censo, tarea ésta que no le impidió abrazarse con fé a la causa de don Manuel Candamo, que se lanzaba a la palestra eleccionaria, como candidato a la sucesión presidencial.

En marzo de 1904 el doctor Maúrtua recibió el encargo oficial de redactar el Alegato del Perú en la cuestión limítrofe que ventilaba con Bolivia. Maurtua realizó aquí una obra magnífica, que hubo de traducirse en el triunfo del Perú, pues habiéndose sometido el litigio al fallo del Presidente de la República Argentina, el laudo expedido por el Presidente Excmo. Sr. Figueroa Alcorta, le fué por entero favorable a nuestro país. Este triunfo de Maurtua había de proclamarlo como el primer diplomático e internacionalista del Perú, digno de figurar al lado de Sa Viana, Ruy Barboza y otros connotados maestros del viejo y del nuevo mundo. El acopio de doctrina que contiene aquel Aïegato, así como las pruebas definitivas que lo sustentan, proclaman a Maurtua como un maestro digno de la admiración y del respeto del mundo.

Finalizada esta etapa de su labor, Maurtua abordó brillantemente el conflicto que manteníamos con Chile, escribiendo, al efecto, su nunca bien ponderada obra, La Cuestión del Pacífico llamada a orientar a los países de ambos hemisferios sobre las múltiples incidencias derivadas del incumplimiento de la cláusula tercera del Tratado de Ancón.

Puede decirse que el doctor Maurtua fue el consultor obligado en todos los diferendos de límites que nuestro país mantenía con el Brasil, Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile. Su consejo y su experiencia fueron solicitados en muchas oportunidades, pesando su opinión en el ánimo de los entendidos en estas materias. La intelectualidad americana, conocía sobradamente a Maurtua y le rendía el homenaje a que tenía derecho. Las conferencias que sustentara en centros avanzados de cultura en que se imponía su palabra galana de orador discreto y convincente, le atraía la simpatía general.

Recorrió Maurtua en triunfal peregrinaje los Estados Unidos, Brasil, México, Venezuela, Cuba, Panamá y la República Argentina, llevan

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