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do la palabra del Perú a cuanto certamen fué invitado. Desde 1904 hasta la fecha de su fallecimiento, Maurtua representa a la patria en el extranjero, aportando su consejo y sus luces al frente de Legaciones y Embajadas.

Escritor de pluma fácil, el doctor Maurtua sintió marcada vocación por el periodismo, escribiendo en el diario La Ley y en El Comercio, en cuyas columnas relató con maestría los incidentes relacionados con el capitán Dreyffus que apasionaban la opinión de Europa. También dejó escuchar su palabra autorizada en El Diario Judicial, donde abordó, comentó y propugnó las doctrinas sustentadas por los eminentes penalistas italianos Ferri, Lombroso y Garófalo, y finalmente en 1918, se ponía al frente de la dirección aunque por poco tiempo, de los matutinos El Perú y Excelsior.

Tampoco fué ajeno el doctor Maurtua a las sugestiones de la cátedra. En la Universidad Mayor de San Marcos desempeñó aunque con cortas intermitencias las asignaturas de Derecho Romano, Filosofía del Derecho e Historia del Derecho Peruano, cimentando estas sus tareas docentes, en su condición de hábil comentador en las Comisiones que le tocó presidir en orden a las reformas de nuestra legislación civil y penal.

En la política, el doctor Maurtua jugó principal papel el año 1916 como diputado por Ica, presidiendo la Comisión de Hacienda, y ocupando poco después este portafolio, al que fué llamado por el Presidente de la República doctor don José Pardo.

Pertenecía el doctor Maurtua a innumerables Instituciones del extranjero. En el Perú formó parte de la Sociedad Geográfica, del Instituto Histórico y del Ilustre Colegio de Abogados de Lima, en cuyo acto de recepción para incorporarse a la docta coorporación, pronunció un famoso discurso, exaltando la figura de Laborí famoso abogado que se concitó la admiración del mundo entero con su elocuente defensa del capitán Dreyffus.

Falleció el doctor Maurtua el año 1937, después de fructífera e ininterrumpida labor, tendiente la mayor parte de ella y desde el punto de vista internacional, a estrechar los lazos indisolubles de la fraternidad entre los miembros todos de la gran familia americana.

E. S. C.

ROSENDO MELO

(1847-1919)

De ascendencia portuguesa, y tal vez si por ello se explica su vocación por los viajes y la navegación, don Rosendo Melo, fué geógrafo, historiador y marino erudito y de nota.

Se familiarizó desde su juventud con estas disciplinas, y se dedicó

a estudiar con ahinco y provecho las exploraciones realizadas en el viejo y el nuevo continente, desde sus tiempos más remotos. Logró así captar conocimientos vastos, que luego puso de manifiesto en los trabajos que elaboró, dedicando de preferencia su atención a todo lo relacionado con el Perú en que aportó notas y comentarios, muchos de ellos, totalmente desconocidos y de valor.

Uno de sus más interesante estudios, y quizá si el primero, fué el que publicó en un importante semanario ilustrado, la Revista Americana que se editara en la capital en el bienio 1891-1892, y que tituló Los piratas y el Callao antiguo. En él, don Rosendo Melo hizo lujo de erudición, compulsando numerosas fuentes, que le permitieron historiar cronológicamente la acción de piratas, filibusteros y corsarios. La narración del investigador, en efecto, después de explicar el origen de estos aventureros del mar, abunda en una serie de consideraciones vinculadas con el tráfico comercial que ejercía España en sus colonias del Nuevo Mundo. Las ingentes riquezas que salían periódicamente de la América, y en especial del Perú, con destino a la Metrópoli, y transportada en los galeones, eran la presa condicionadas de los piratas. La amena descripción que hace Melo, de las medidas que se adoptaban por las Cortes y los Virreyes, para garantizar el tráfico marítimo, es de una importancia El relato de los combates sostenidos por los atacantes, contra los que defendían los valores que custodiaban, es de un colorido insuperado. Melo aprovecha al mismo tiempo de esta oportunidad, para reseñar las actividades de Juan O. Henkan, Tomás Cavendish, Ricardo Hawkins, Walter Raleigh, Jacobo Mahú, Olivert de Not, Jorge Spilberg, Jacobo Lemaire, Jacobo Clert, y sobre todo, el célebre Francisco Drake, cuyas correrías en la costa del Pacífico, así como su magnífica biografía, son dados a conocer por Melo en innúmeros detalles resaltando la figura de este osado aventurero, que a pesar de las medidas adoptadas por la "Armada de la guardia de la carrera de las Indias", creada, en 1573, nada pudo contra la flota pirata, que salió victoriosa en los varios encuentros que sostuvo, y continuó ufana su marcha a través de los mares, causando el asombro del mundo. Este trabajo de Melo que apareció en la Revista ya citada, se registró entre el 19 de noviembre de 1891 y el 15 de marzo de 1892.

suma.

Enfervorizado por el pasado y presente del Callao, don Rosendo Melo publicó el año 1900 y en la Imprenta de Carlos Prince una obra en tres tomos, que lleva por título: El Callao, monografía histórico-geográfica. Al primer tomo lo llamó Mar del Sur; al segundo, Callao antiguo; y al tercero, Callao moderno. Demás está decir, que esta obra fué muy bien recibida por la crítica, que se pronunció sobre ella en los términos más elogiosos, reconociendo en el autor una versación profunda para historiar la vida del puerto, apreciaciones que quedaron confirmadas con posterioridad, cuando el infatigable publicista, dió a la estampa en 1907 y 1911 respectivamente, y en dos tomos, su Historia de la Ma

rina del Perú, que escribió por encargo de la Sociedad Geográfica de Lima, que había sido invitada a concurrir a la Exposición Marítima Internacional que se reuniría en Burdeos, con motivo de celebrarse el centenario de la navegación a vapor. El secretario de la antedicha Institución, señor Scipión Llona, en oficio que a este respecto le pasara a don Rosendo Melo, le decía en uno de sus acápites: "Como Ud. viene dedicándose hace tiempo a este género de estudios, y además sus conocimientos y versación en la materia son notorios, se ha fijado en Ud. (la Sociedad Geográfica) para encargarle ese delicado trabajo, que por otra parte, será quizás el primero en su género y podrá servir más tarde de base para una obra más amplia y completa”.

Haremos presente que esta publicación fué denominada primero La navegación en el Perú, cuando se envió a aquel certamen, pero con posterioridad, su autor le cambió el nombre, por el que ya hemos anotado con que vió la luz pública, y que dados sus méritos y reconocida solvencia histórica, dió lugar a que se patrocinara su impresión que se llevó a cabo en mérito del decreto supremo de 29 de octubre de 1907, que expidiera el Presidente de la República doctor José Pardo y su Ministro de Guerra y Marina, General Pedro E. Muñiz.

A partir de esta época, don Rosendo Melo continuó laborando infatigablemente. Diversos artículos suyos aparecen registrados con alguna regularidad en revistas y diarios de la capital, que se reproducen en el extranjero. El investigador se prodiga, y en más de una oportunidad pone de manifiesto sus conocimientos náuticos. Conoce a fondo la navegación en las costas del Perú. Sus trabajos científicos inciden sobre los más variados temas, revelándose como experto matemático, astrónomo, explorador y navegante. La geografía y la historia patrias lo atraen singularmente. Con motivo de celebrarse el 22 de febrero de 1913 las bodas de plata de la Sociedad Geográfica de Lima, esta pregresista Institución promueve un concurso, al que entusiastamente concurre Melo con un interesantísimo trabajo que firma con el seudónimo de Juan de Fuca y que alcanza el segundo premio. Versó este trabajo sobre la Hidrografía del Perú, que mereció como ya lo hemos dicho, el galardón que le otorgara el Jurado que estuvo integrado por el Contra!mirante Melitón Carvajal, los doctores Federico Villarreal, Solón Polo y Carlos Wiese y los ingenieros Michel Fort, José J. Bravo y Augusto Tamayo.

Este trabajo de Rosendo Melo reviste singular importancia por los datos que aporta. Se ocupa de la época colonial, señalando las expediciones que se sucedieron en este dilatado período, y anota las deficiencias y errores en cartas geográficas y planos que con los apuntes equivocados que aportan introducen el confusionismo en investigaciones posteriores. Melo hace muy juiciosas observaciones en torno a los derroteros hidrográficos señalados por Kin y Fitz Roy, Findlay y Fabio Alliponzoni, y concluye por pronunciarse sobre las Cartas elaboradas por el Almirantazgo inglés, suceptibles de revisión por lo que se refiere a

la hidrografía nacional. No por esto, deja Melo de reconocer el valor de los datos aportados por el referido Almirantazgo, pero proclamando siempre la bondad de los aportes valiosos hechos en más de una oportunidad por nuestros exploradores, historiadores y geógrafos.

Como se vé, y por lo que dejamos reseñado, fue bastante copiosa la labor de don Rosendo Melo. Atendiendo a éstos sus méritos intrinsecos la Sociedad Geográfica de Lima lo nombró como uno de sus miembros activos, y el Instituto Histórico del Perú lo contó en el número de sus socios fundadores, habiendo desempeñado la Prosecretaría de esta Institución de 1905 a 1907.

E. S. C.

MANUEL JESUS OBIN Y CHARUN

(1841-1905)

Político, periodista, historiador y funcionario público, fué Manuel Jesús de Obín y Charún. Hombre de talento, de apreciable cultura, escritor de pluma fácil, de honrado proceder, de genio adusto, leal y ardoroso en sus convicciones, tanto de partido como religiosas. Hizo sus estudios en diversos colegios de la capital, entre otros, en el Seminario de Santo Toribio. Nació en Lima, fruto del matrimonio de Gaspar Obín con Martina Charún. Fue bautizado en el Sagrario, el 19 de junio de 1841, actuando de padrino un notable hombre público de la época: José Manuel Tirado. Dos días antes de esta ceremonia, el Mariscal Gamarra se hacía cargo de nuevo de la Presidencia, de retorno del sur a donde fué a batir la revolución que en Arequipa le organizara en su contra el General Vivanco.

Sabemos que su padre, Gaspar Obín, casó dos veces, la primera como ya indicamos con Martina Charún y la segunda, con Flora Renovales Cabrera, hija de Francisco Renovales de Olazarra, oriundo de San Sebastián. Vino a América con el cargo de Oficial de Tesorería de la Real Casa de Moneda de Potosí en 1806, pasando al año siguiente a Lima. Flora Renovales, había contraído primer matrimonio con Juan Távara Andrade (1797-1852), Consejero de Estado en dos períodos y hermano del célebre político, diplomático e historiador Santiago Távara, el que escribiera la Historia de los Partidos, libro inédito, últimamente editado por Jorge Basadre y Félix Denegri Luna.

Del matrimonio de Juan Távara con Flora Renovales, vinieron al mundo once vastagos y entre ellos, Josefa Távara Renovales, la que llegaría a ser la esposa, de Manuel Jesús de Obín. Enlazados los dos viudos: Gaspar Obín con Flora Renovales, los hijos de ambos pasaron a vivir en el mismo hogar y del trato común, prendió el amor entre dos de los hermanastros: Manuel Jesús de Obín y Josefa Távara. Entre el li

naje de los Obín y de los Távara, en esta generación, por el doble juego de enlaces reseñado, se lograría los más difíciles y curiosos parentescos. Gaspar de Obín -el padre de nuestro biografiado fue suegro y padrastro de Josefa Távara Renovales. Paralelamente, Flora Renovales Cabrera la viuda de Juan Távara Andrade— fué madrastra y suegra de Manuel Jesús.

El 27 de mayo de 1871, en la iglesia de San Carlos, se realizó la boda de Manuel Jesús de Obín con Josefa Távara. La bendijo el hermano del novio, el entonces Presbítero, Agustín Obín, según licencia que le otorgara, el Provisor y Vicario General del Arzobispado Mons. Pedro José Tordoya. Contaba a la sazón, treinta años de edad y su esposa veinticinco. Este enlace duró veinte años, sin lograr prole. La esposa falleció relativamente joven y en forma violenta, el 26 de abril de 1891. Vivía en la ciudad de Barranco y súbitamente, en la estación del ferrocarril, esperando a su marido le llegó la muerte.

De la vida de Obín, en su faz de periodista, sabemos que batalló en el diario clerical La Sociedad al lado de escritores tan decididos como Manuel Tovar, Pedro Jose Calderón y el agudo polemista Fray Pedro Gual. Luego se hizo cargo de la dirección de El País en su primera época, órgano que fundara el partido Demócrata en 1884. Lo sirvió hasta su clausura, ordenada por el General Cáceres en 1890. Colaboró en esta misma hoja, durante su segundo período (1895-1902). En sus columnas hállanse importantes estudios sobre temas de finanzas y de administración fiscal.

Para ganarse los medios de vida, desde joven, entró a trabajar en la Beneficencia Pública de Lima, en la sección Contaduría. Laboró treinta y cinco años continuados en esta repartición, que abandona en 1895, a raíz del triunfo en Cocharcas, de la Coalición Demócrata-Civil. Fue también Síndico del Monasterio de la Trinidad y representándolo, inició un juicio sobre el "derecho de llaves". Se ventilaba si aquella figura jurídica, era censo o arrendamiento. El proceso se publicó, en la sección Jurisprudencia Práctica, de la revista El Derecho, que dirigía Miguel Antonio de la Lama (aparece en el No 77 del 2 de julio de 1887).

Intervino en la vida pública al lado de Nicolás de Piérola. Dotado de pluma vigorosa, batalló con ardor en defensa de su credo político y de los intereses de este jefe. Desde el momento en que aquel caudillo, organiza en 1882 el "Partido Nacional", es Obín integrante del Comité Consultivo, en compañía de Manuel A. Barinaga y Carlos de Piérola. Como seguidor entusiasta de ese corifeo, firmó los documentos básicos que emitió: el manifiesto de 19 de agosto y el de 24 de setiembre de 1884 y rubrica en calidad de Secretario General, la célebre Declaración de Principios de 1889.

Enconada la lucha política, el 5 de abril de 1890, Piérola es apresado y, como reacción al hecho, sus seguidores lanzan un comunicado de protesta. Entre los primeros firmantes, hállase Obín. El 10 de abril,

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