Imágenes de página
PDF
ePub

Sin embargo, cuando retornó de Chile a Bolivia llamado por el Congreso de su país, llegó al departamento de Arequipa. Allí, permaneció buen tiempo, para iniciar sus maniobras de incorporación de toda esa región a la república boliviana. Lo primero que hizo fué reunir en torno suyo a sus amigos de confianza, quienes por desempeñar cargos públicos de importancia en el departamento, resultaron los elementos efectivos para el plan forjado en su mente.

Entre los concurrentes a la confabulación estuvieron el General Manuel Martínez de Aparicio, quien desempeñaba el cargo de Comandante General de los departamentos de Arequipa, Cuzco y Puno; el Coronel Juan Francisco Reyes, Prefecto del departamento de Arequipa; Francisco Valdés de Velasco, a quien se le conocía con el apelativo de "El Romano" y otros. Abierta la sesión dentro del ambiente de reserva, como ocurre en toda conspiración, cada cual emitió su opinión en uno y otro sentido. Llegaron a la conclusión de fundar la "Logia Política Independencia Peruana" (2), "sociedad que, con apariencia de subordinación a los ritos masónicos, se inauguró el 11 de abril del año 1829, con fines netamente políticos" (3). Para respaldar mejor sus actos, respetar el compromiso que en ese momento contrajeron, suscribieron el mismo día el Acta de fundación de la sociedad referida.

Para demostrar la conducta de Santa Cruz y la de sus partidarios respecto al Perú, se exhibió más tarde públicamente, durante ocho días, el original de aquel documento.

En esta forma fueron sentadas las primeras bases de la conspiración, pero como ellas no se consideraron suficientes para las actividades futuras, resolvieron mandar delegados a los departamentos del Cuzco y Puno, con instrucciones de preparar el ambiente, y establecer otras logias destinadas a realizar un trabajo coordinado con la de Arequipa.

La amplitud del plan, fué de tremenda repercusión en el departamento de Puno, mas no en el del Cuzco, en donde se mostró un gran sentido de patriotismo y de afianzamiento nacional al cual no logró dominar el proyecto de los elementos santacrusistas.

Echadas las bases para amputar el territorio peruano e impartidas las instrucciones que debían cumplir los conspiradores, Santa Cruz abandonó Arequipa y se trasladó a Puno, donde fundó la logia del 11 de mayo. A la cabeza de ésta se colocó el Gran Maestre "Arístides". Días después marchó con dirección a Bolivia.

Nada pudo hacer dudar de la iniciación de la conspiración. Pero como su inspirador se hallaba viajando y al llegar a su país fué absorbido por los asuntos internos, de inmediato no le fué posible dar las ór

2

Santiago Tábara. "Historia de los Partidos". Lima, 1951. Editorial Huascarán. Capítulo VIII. Pág. 234. Ed. y notas de Jorge Basadre y Félix Denegri Luna. 3 Agustín Iturricha. "Historia de Bolivia bajo la administración del mariscal Andrés Santa Cruz". Sucre, 1920. Tomo I. Libro II. Pág. 774.

denes esperadas por sus amigos. Por esa razón, durante los restantes días del mes de abril y casi todos los de mayo, permanecieron disminuídos en sus actividades.

ESCENARIO EN QUE SE REALIZARON LOS TRABAJOS.

Mientras la situación política había cambiado en Lima y Piura, en el Sur se preparaban trastornos de tremenda repercusión.

La oportunidad brindada por el nuevo estado de cosas, aumentó el número de complotados en torno de la logia de Arequipa. Comprometidos en ella estaban: el General Manuel Martínez de Aparicio, el Prefecto Juan Francisco Reyes, el Coronel Gregorio Escobedo, el Coronel Martín Concha, el Teniente Coronel Gregorio Guillén, el Comandante de Cívicos Fernando Rivero, el Presidente de la Junta Departamental, Dr. Tadeo Ordóñez, el Vocal de la Corte Superior, Dr. Mariano José Ureta, el Subprefecto de Arequipa Teniente Coronel de Caballería Cívica, Mariano Basilio de La Fuente, el Deán Manuel Fernández Córdova, el Chantre, Dr. Manuel de Rivero, el complotista Pedro José Barriga, Francisco Valdez de Velasco y el Vista de la Aduana, Pedro José Ureta, quienes alentados por los cambios, dieron comienzo a las reuniones secretas, como expresó el propio Chantre Rivero (4).

Los días inmediatos a la nueva situación política del Perú, no fueron conocidos por el Presidente boliviano. Especialmente la labor realizada por los comprometidos de Arequipa. Por ello escribió el 11 de junio, al Prefecto de Puno, para decirle entre otras cosas: "los de Arequipa necesitan espuela y yo les mando una buena por este correo" (5). No obstante la opinión desfavorable de Santa Cruz, los conspiradores trabajaban esforzadamente, por el éxito del plan. Las reuniones para desmembrar la inmensa región, las repitieron con todo ímpetu. En la noche del 15 de junio, recibieron la noticia de la suplantación del régimen anterior. Esto los halagó bastante. A tal punto que el Prefecto Reyes, no quiso hacer el reconocimiento público del General Gutiérrez de La Fuente como Jefe Supremo. Sólo después de varios días, en que las corporaciones fueron informadas por oficios (6), se aceptó el reconocimiento.

A la cabeza de la conspiración de Arequipa, quedó colocado el General Martínez de Aparicio. Para dar mejores pasos, realizar un plan combinado y cambiar de ideas con el Prefecto de Puno, viajó a entre

4 Archivo Paz Soldán. "Oficios y papeles varios". VIII. 1829. Págs. 174-176. Declaración que prestó Pedro José de Gamio el 31 de agosto de 1829. 5 Archivo Paz Soldán. "Epistolario" V. 1829 (A). Pág. 20.

[ocr errors]

6 Manuel de Odriozola "Documentos Históricos del Perú". Tomo IX; pág. 97. “Manifiesto que dan al público los jefes que apresaron en Arequipa el 9 de agosto de 1829 al General de Brigada Manuel Martínez de Aparicio, al Coronel Prefecto Juan Francisco Reyes, y a otros individuos que atentaron contra la integridad de la Repú blica Peruana”.

vistarlo. En su ausencia, lo reemplazó el Prefecto Reyes, quien comenzó a dirigir a los indóciles. Las reuniones las llevaban a cabo en las casas del Deán Córdova, del "Romano" Francisco Valdez de Velasco, y las más frecuentes en la del paisano Pedro José Barriga. Las declaraciones de los complotados así lo confirmaron.

En lo sucesivo el Prefecto Reyes y sus amigos repararon en la necesidad de conseguir un ejército que los apoyara. Para formarlo, tomaron como base la Guarnición Cívica, que estaba bajo las órdenes del Comandante Fernando Rivero. Este no escatimó esfuerzo alguno, para aumentar el efectivo de la guarnición a ciento sesenta hombres, descompuesto en dos compañías de ochenta cada una. Tan pronto como el efectivo alcanzó a ciento veintidós plazas, el Prefecto proporcionó cien paquetes de cartuchos de balas (7).

La presencia de Martínez de Aparicio en Puno, en ningún momento fué obstáculo para desvincularlo de los dirigentes de Arequipa. Desde allí, escribió dando instrucciones para que persiguiesen de muerte a todos los amigos del General Gutiérrez de La Fuente. Con igual propósito, Atanacio Hernández "El Indio", escribió el 26 de junio al Prefecto Reyes, para expresarle, que Gutiérrez de la Fuente no debía durar más de seis meses en su nueva situación, porque si así fuese, les esperaba muchos males y no saldrían fácilmente del pantano en que se habían metido (8).

El Coronel Gregorio Escobedo, otro de los dirigentes de la conspiración, aprovechando del cargo que le había confiado el Gobierno, para organizar el Batallón de Reserva de Arequipa, se dedicó a comprometer a una y otra persona para engrosar las filas de los complotados. Su labor fué incansable, resultó el mejor coordinador de las reuniones. El lugar donde con más frecuencia se efectuaron, fué la casa de Pedro J. Barriga, situada junto a La Merced. La forma cómo se realizaron los conciábulos, puso en evidencia la destreza política de sus autores. Estos se reunían, como suele acontecer en casos análogos, pretextando tomar unas tacitas de té o café.

Escobedo aprovechó de su grado militar e influencia, para presionar a sus subalternos a concurrir a las reuniones en casa de Barriga. Convertido en ciego personero del Presidente de Bolivia, entrevistó a Pedro José Gamio, Diputado de la Junta Departamental y Coronel de Cívicos, en presencia de la señora Petronila Sales y su hija María Benavides, para proponerle la conveniencia de presentar una moción ante la Junta. El objeto era solicitar por medio de ella, a todas las corporaciones de departamento, para que pidieran al Congreso la elección de Santa Cruz,

VIII. 1929. Págs.

7 Archivo Paz Soldán. "Oficios y papeles varios". 207-208. 8 Archivo Paz Soldán. Pág. 192.

"Cartas y documentos oficiales".

[ocr errors][merged small]

como Presidente del Perú. No obstante, la insistencia del proponente, su pedido fué rechazado hasta en tres oportunidades (9).

En reiteradas ocasiones, trató de persuadir a José Laysequilla, Sargento Mayor Graduado de Capitán del Batallón de Reserva, para hacerlo Presidente a Santa Cruz, sobre la base de un Gobierno Monárquico. Testigos presenciales de la propuesta fueron los capitanes: Manuel Sotapoyer, Ramón Postigo, José Miguel Oviedo y el Auditor de Guerra, Dr. N. Ojeda (10).

Escobedo llevó infructuosamente a la casa de Barriga, a José Miguel de Oviedo, Capitán de Cívicos, con el fin de invitarlo a participar en la conspiración. Pero éste, en ningún momento ofreció su adhesión. El dueño de casa, al ver la decisión inquebrantable de Oviedo, se indignó y lo calificó de sospechoso. Algo más, lo acusó de pertenecer a la facción del Coronel de Cívicos, Gamio. Oviedo, con toda altivez, respondió que no pertenecía a otro partido que el del Perú (11). Era el mismo, con el cual se identificaban las fuerzas de Gamio. La discusión fué acalorada y en presencia del propio Escobedo, el Mayor José Palma y del Teniente Coronel de Cívicos, Fernando Rivero.

Las primeras reuniones de los conspiradores comenzaron a la una del día. Los concurrentes fueron: Pedro José Barriga, el Presidente de la Junta Departamental, Tadeo Ordóñez, el Chantre, Dr. Manuel de Rivero, el Vocal Mariano José de Ureta, Pedro José de Ureta y el Subprefecto del Cercado, Mariano Bacilio de La Fuente (12). Los asistentes abrían sus juntas, dando lectura a los papeles públicos procedentes de Lima. A través de éstos recibieron las noticias de los efectos que iba produciendo la substitución de La Mar. Luego pasaban a deliberar sobre el éxito del movimiento. A medida que las reuniones se hacían más a menudo, se fué modificando la hora de la iniciación. En el transcurso del tiempo, empezaron a las cuatro de la tarde, y concluyeron generalmente entre las cinco y seis.

En una ocasión el Capitán José Laysequilla, obligado por el servicio, buscó al Coronel Escobedo. Al indagar sobre su paradero, se le dió la noticia de que estaba en casa de Barriga, situada junto al cuartel de La Merced. Ni bien se enteró, partió a entrevistarlo. Al llegar al lugar indicado tuvo la impresión de que no había nadie. Las ventanas de la casa estaban cerradas y la puerta de la sala principal, apenas abierta. El silencio sepulcral daba la apariencia de tratarse de un domicilio abandonado.

[merged small][merged small][merged small][merged small][ocr errors][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small]

La soledad no convenció al Capitán Laysequilla, por el contrario acentuó su curiosidad. Tras una mirada detenida por la puerta entreabierta, divisó en el fondo de la habitación, a un grupo de personas, ias cuales se encontraban colocadas en el contorno de una mesa. Sobre aquel mueble, vió una luz pálida, junto al cual Barriga daba lectura a unos papeles. No había ninguna duda, había descubierto una de las tantas reuniones de los conspiradores. Intentando sorprenderlos, penetró rápidamente en dirección hacia el centro de la sala. Pero Barriga ya lo había advertido, cuando apenas dió tres pasos, salió violentamente a interceptarlo. En seguida se le acercó Escobedo, para preguntarle sobre el objeto de su visita. Después de cambiar unas cuantas palabras, logró despedirlo. Antes de emprender la retirada, vió entre los asistentes: al Prefecto Reyes, al Deán Córdova, al Chantre Rivero, al Subprefecto de Tacna, José Rivero y al "Romano" Valdez de Velasco (13).

SOBRE LA PISTA DE LOS CONSPIRADORES.

En un principio, la mayoría de la población arequipeña no creyó en la existencia del compromiso de algunos peruanos para desmembrar el Sur o satisfacer el intento presidencial (14), al Presidente boliviano. Pero poco a poco se fué despejando la verdad.

El Coronel Manuel Amat y León, con un patriotismo que lo dignifica y lo hace ejemplar, siguió uno tras de otro los pasos de los conspiradores. Eran los últimos días del mes de junio. Logró recoger indicios, que lo llevaron al convencimiento de que el país caminaba por el borde de un abismo. Pensó que para librarlo, era necesario tomar una actitud resuelta al sacrificio. Para ello, buscó a un minúsculo grupo de peruanos, los cuales demostraron su decisión de acabar con la situación amenazante.

En primer lugar entrevistó al Capitán de Cívicos, Tadeo Cornejo y Juan Nepomuceno Zegarra, para hacerles saber las noticias exactas de las reuniones de los santacrucistas con el fin de despedazar el territorio. Las novedades expuestas, provocaron indignación entre sus interlocutores, quienes inmediatamente le ofrecieron su franca adhesión. Alentado por el patriotismo de estos peruanos, buscó al Coronel de Cívicos, Pedro José Gamio. Al encontrarlo le expuso las razones de su propósito, éste como los anteriores, informado de todo, no trepidó en ofrecerle su apoyo incondicional.

Paralelamente a la organización de las fuerzas de los secuaces de Santa Cruz, el grupo reducido de Arequipa, comenzó a organizarse como

[merged small][merged small][merged small][ocr errors][merged small][merged small]
« AnteriorContinuar »