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lla tierra que el daño es muy grande, pues no solo se sabe de muchas puentes y estribos caydos, por lo qual cesaron las labores, sino que caminando el mismo Don Juan Fermín con todos los mineros y otras muchas personas a la vista de ojos y reconocimiento de la dicha mina, a quatro que yban seis pasos delante les faltó la respiración y cayeron en el suelo los dos muertos, que no les pudieron retirar, y los otros dos estuvieron para ello porque nadie se atrevió a pasar delante; ni otras vezes que Don Juan Fermín boluió a quererlo reconocer todo, halló quién osase intentar el negocio. Todo lo qual consta en probanza Real que de la materia se ha hecho, como lo podrá ver V. E., y los Tribunales todos que aquí tiene Su Magestad lo han visto, y en Junta general se decretó lo que V. E. sabe, asentando por gravísima la ruina y por peor la que hoy está amenaçando, todo causado de la cudiçia y latrocinios de los que allí governavan, como más largamente consta de los autos, contraviniendo a las órdenes de Su Magestad, y en particular al Capítulo 20. de la Carta de veinte y nuebe de Março de mill y seiscientos y treinta y seis, que por venir tan ajustado en este lugar, lo pondré enteramente y dize así: "El hauer embiado Por gouernador del dicho asiento de minas de Guanvelica al Alcalde Don Fernando de Saabedra ha parescido que está bien, y os agradezco el cuydado que poneys para que el beneficio sea cada año más aventajado, y háme parecido advertiros, como lo hago, que es bien se vaya en esto con toda atención, para que por no esta causa resulte ningún daño a los estrivos y puentes de las minas, ni a nada de todo lo demás que mira a su duración y conservación, y hánme parescido muy bien los reparos que decís se han hecho para la defensa de todo". 4

Acuérdome que en diversas ocasiones me ha dicho V.E. que en sus cartas y avisos no ha tenido ni tiene por tan grave el daño, y últimamente, que el tiempo yrá descubriendo la verdad del negocio. LLegó este tiempo, y se ha sabido lo cierto: que son menester seis años para reparar lo caydo, y más de quinientos mill pesos de costa, y mucho más si se hace quenta de los açogues que se dixo se han de sacar en estos seis años, que todo esto le falta a la Real Hacienda, sin que pueda servir de bastante alivio que me dexa veinte y tres mill quintales, pues consta por testimonio de los Oficiales reales de aquel asiento que el día que tomé posesión deste cargo, había poco más de diez y siete mill quintales, y con tres mill que se havían remitido a Chincha para llevarlos a Arica, son en todo veinte mill, y en un Govierno donde cada año se consume de siete a ocho mill quintales, si en España, fiados en que hay la cantidad que V.E. habrá escrito, suspendiesen dos años los embíos, me podría suçeder la desgracia que se dexa considerar, sin otra apelación que lo que V.E. (como quien es tan grave y celoso ministto de Su Magestad) es obligado a representar allá.

4 Archivo General de Indias. Audiencia de Lima, 572, Lib. 21, f. 155.

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En las materias militares (con poca presunción de haberlas platicado de quarenta años a esta parte, sino para representar a V.E. antes que a Su Magestad el estado en que en este govierno las hallo, como lo devo hacer), diré a V.E. lo que me ocurre sobre lo que en este punto se ha seruido de avisarme en los Capítulos que su Relación trata desto; y empezando por lo de tierra digo, señor, que la cavallería e visto en diferentes muestras, y no me hubiese parecido mal si supiera manejar las armas de fuego, pero no lo hace como conviene, y tienen estas compañías otro defecto muy perjudicial, y es que la mayor parte de los cavallos en que salen son prestados, cuyo daño se experimentó el día de la ocasión, como le sucedió al señor Marqués de Guadalcáçar, pues algunas de las dichas compañías no lo acudieron sino con cinco o seis cavalleros cada una, y como ésta es gente voluntaria y sin sueldo, no es posible mantenerla como se deve, si no es a fuerça de alardes en que concurran todos y se averigüe el que trae cavallo prestado para penarle, y mostrándose todos, no se pueden prestar cavallos ni armas. Y para que se temple esto, que parece rigor, se les debería conceder el fuero de la guerra en lo criminal, como lo gozan las primeras planas de la infantería sin sueldo, en la qual también no ay poco que hacer, porque de mill y quatrocientos hombres que della e visto en las listas que me han dado el Maestre de Campo y oficiales, no salen en los alardes de quinientos a seiscientos. Aquí hay grande daño. Lo primero, porque siendo no solo cierto el número sobredicho de los mill y quatrocientos, sino que pasa de mucho más, toman las armas y salen a muestra la quinta parte de los que en esta ciudad las pueden tomar, y aviándolas con qué poderlas manejar se habrá de travajar en introducir esto, pero se conseguirá asentando estas compañías por gremios, como lo he comunicado con V.E., y con que haya muchas muestras generales, que sin encubrir ni prestarse unos a otros armas, lanças o cavallos, se muestren todos como si aquel día fuese el de la ocasión, y aunque en todo e de seguir los pasos de V.E. para acertar en esta materia, que he visto a V.E. de opinión contraria, por parecerle que por ser estas fuerças pocas, no ha tenido por bien mostrarlas todas juntas en público, sino a trozos. Yo, fundándome en prevenir los inconvenientes que quedan dichos y que nadie ignora acá ni en ninguna parte las fuerças que tenemos, juzgo por forçoso manejarlas sin que queden tantos como hoy están valdíos en esta materia, demás que a todos los españoles pondrá brío el empeñarles en esto, y al contrapeso de negros y mulatos, donde tanto más carga la valanza, que es uno de los riesgos de esta ciudad, servirá de freno este cuydado. No dexando, señor, de decir a V.E. que quando los enemigos tengan estas fuerças por pocas, las estimarán en menos si no nos valemos de la gente en el manejo de las armas, como por el consiguiente, aunque los españoles fueran muchos, viéndolos sin exercicio y

5 Cfr. todo el apartado "Capitanía General", que abarca los párrafos 198 a 241.

cuydado los avían de desestimar. Tanto es lo que importa la frecuencia en el manejo de las armas. Bien lo huviera visto V.E. si no huviera goçado los once años de paz en su govierno, y así, como no sé de la manera que me sucederá ni lo que durante el mío, devo seguir en lo sobredicho el consejo que tomé de grandes soldados y lo he seguido, presuponiendo que en estas materias ha de obrar el soldado no por opiniones, sino debajo de reglas y preceptos que nos han dado grandes generales, y de lo que dispone Su Magestad en sus ordenanzas militares. Si V.E. viere que voy bien por aquí, lo favorescerá con el consejo, y si mal, enmendará desde acá.

8 En lo que pertenece a la infantería del sueldo, lo que se me ha ofresçido de muy precisa conveniencia es que el Oficial Real que Su Magestad tiene en el puerto del Callao corra con libro suyo, con pié de lista, los asientos y muestras de la dicha infantería, así porque Su Magestad lo tiene ordenado, como porque el Virrey no pierde nada en esto, demás que a cualquier ocasión que se ofrezca engrosar la gente, muy mal podrá y con muchos inconvenientes sólo el Contador que pone el Virrey acudir a lo mucho que entonces se frecuentan los oficios y listas, y por esta causa Su Magestad pone veedores y contadores en los presidios, armadas y escuadras de galeras, y en los exércitos aumenta con las veedurías generales muchos más oficiales que acudan a tanto como ocurre. Esto es en justificación de aver yo innovado en esta parte, por entender que es la segura, que en lo que no me convenciere la razón y las reales órdenes, seguiré a V.E. y a los señores Virreyes ante

cesores.

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9 En las nueve compañías de esta infantería ha ordenado V. E. que las dos se pongan, uno de marineros, de que es Capitán Pedro Báez, pi. loto que ha sido, y la otra de artilleros, de que lo es el Capitán Miguel Lozano de las Cuevas, y si bien la mucha prudencia de V.E. y celo del ahorro de la Real Hacienda de Su Magestad dispuso que se executase lo sobredicho, los efectos han mostrado lo contrario, porque cuando entra el artillero de guardia con el arcabuz o el mosquete, se exaspera

6 Cfr. el párrafo 221 de la Relación: "Por excusar el gasto de las raciones de mar de artilleros y marineros, y la ventaja de sus sueldos de los de la Infantería, en dando fondo las naos, se han reformado todos los que no eran menester, para desaparejarlas y ayudar en lo que les tocase a las carenas y aderezos que se les hubieren de dar, agregándolos a dos compañías que se formaron, una de los primeros, y otra de los segundos, con que se excusó este gasto, y se introdujo que para las ocasiones quedasen diestros con meter las guardias y los demás ejercicios en el manejo de las armas, las cuales junté con las que hay del número de dicho puerto, para que la gente pagada pudiese adiestrar a la que no lo es; y dí al Capitán de la Artillería Miguel Lozano de la Cuevas, con sólo lo que ante tenía por su oficio, la de los artilleros, porque con lo que de él dependen, los tendría más bien conocidos y les seguirían mejor; y la de los dichos marineros al Capitán Pedro Báez, que lo había sido de mar en uno de los galeones de la Armada, y por eso militaba en él para con ellos casi la misma razón, para que la sirviese con el sueldo ordinario que los demás del presidio, que aun era menos del que le tocaba por el entretenimiento cerca de mi persona que trujo de España".

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no solo por la baxa de su sueldo que se le hace, sino porque el hallarse a la postre sin las armas y instrumentos de su profesión, tiene muchos inconvenientes, siendo así que a la artillería hacen posta los soldados con el arcabuz y el mosquete, pero el artillero con sus instrumentos que de otra suerte no hace su oficio, y así artilleros y marineros, demás dei embarazo grande que causa en los libros reales en los pasajes que se hacen a la infantería, en llegando al puerto la Armada, por ser de mucho desasosiego y riesgo esta mudanza en las listas, hay otro daño irreparable, y es que así marineros como artilleros, como los obligan a pasar muestra, en las bajas que se les hacen en las dichas compañías dexan sus nauíos desamparados hasta que bueluen a hacer otra embarcación, con gran riesgo de que se peguen fuego por la poca custodia, o que si sobrevienen enemigos se halle todo desencuadernado y aventurado, porque de los accidentes de la mar, aunque sea en el puerto, no está seguro un vagel, y así en las Reales Armadas, por las raçones dichas y otras que se pudieran decir, el navío de guerra nunca está sin gente suya propia, y con gran cuydado en las postas y centinelas; demás que el ahorro, bien echada la quenta, viene a ser poco o ninguno, descontando gasto que a S. M. se le carga en las primeras planas (que es mucho), mas quando en esto se ahorrara algo (que no es sino lo contrario, por lo que se pierde en lo esencial), es tan grande el inconueniente de que por lo sobredicho nos hallemos ahora con tan pocos artilleros y marineros que han ido desesperados a buscar otro género de vida, que paresce forçoso conuidar a esta gente para que buelua a correr con su sueldo originario. Quizá la cobraremos por este camino, porque a la verdad, señor, no se conoce la falta de marineros y artilleros si no es cuando llega la ocasión, la cual si viniese no hallándose aquí la Armada (que se lleva, de los setenta artilleros que hay, los cincuenta), quedaríamos con veinte de ellos para la defensa de tantos puestos como V.E. sabe que hay que gaurdar, con lo qual ni la Armada llevará los que ha de menester, ni por el consiguiente quedarán en tierra los necesarios, porque nouenta ni aun cien artilleros pueden acudir al manejo de la artillería de tierra, y siendo este género de gente la que empieza a obrar primero en las ocasions (porque los efectos de la artillería mejoran o empeoran las defensas de las plazas), tengo por muy escusable el tratar que esta gente corra con sus plazas, haciéndoles todo buen pasaje y buenos partidos, porque la esperiencia me ha enseñado que todo lo que se hace con artilleros y marineros, y quanto en entreaño se les sufre, se les agasaja y gasta con ellos, se goça y recobra con el quatro tanto el día que se ponen los enemigos delante; y lo peor de todo es que por este medio no se consigue el fin de tener en unos mismos sujetos artilleros y soldados y soldados y marineros, que es el que pudo tener la erección de estas compañías, antes bien ha producido tan contrario efecto, que los que sendo sólo artilleros solían servir con pun

tualidad, amor a la profesión y inteligencia de ella, haviéndose puesto en el Callao escuela para su exercicio theórico y práctico, estos de la Compañía son los que están más oluidados dél; y obligándoles a que con

El ahorro de la Real Hacienda que se juzgó deuía de auer en esta mudança ha resultado en tanto daño della, que en los nueue años que han estado en pie estas dos compañías, ha tenido de mayor costa S. M. casi cien mil pesos respecto de lo que hubieran costado si unos y otros hubieran servido en sus plaças de artilleros y marineros pagándoseles enteramente todo el año, como consta por certificaciones que se embían a S. M. de la Contaduría del Sueldo comprobada de la Veeduría.

tinuasen el tirar al blanco para recapacitar, lo han resistido diciendo que no tienen más obligación que acudir a las de su Compañía, y al contrario, quando en ella los obligan a lo que deben hacer, se defienden diciendo que son artilleros y no se les puede apremiar a más que a cumplir con su profesión, con que ni vienen a ser soldados ni artilleros, y lo mismo

milita en los marineros. De modo que dos profesiones tan necesarias y importantes, y que cada una en la suya solía servir con particular asistencia y cuydado, se les ha confundido el exercicio della, y por esta causa menoscabádose el servicio de unos y otros con notable quiebra del servicio de Su Magestad.

10 Aunque no me dice V.E. en su Relación las defensas que tienen las costas del Perú para las invasiones de enemigos, pienso (si no me acuerdo mal), que he oído a V.E. no haber en todas ellas ningún castillo ni fuerça considerable, que es cosa bien notable. Del puerto de Arica escribe Don Felipe de Beaumont, que el fuerte que allí había ha venido al suelo, con que la artillería no es de efecto, tanto por hallarse apeada y sin forma ni artilleros, quanto por haber caído la fábrica, como queda dicho. Esto, si se lo representaron a V.E. como debían, no pondré mano en castigar a quien tiene aquello a su cargo, y obraré en ello conforme a la noticia que me diere V.E.; y es terrible cosa que la omisión de estos ministros me vaya engrosando los muchos y grandes gastos que me han salido a resçibir antes de empeçar el Gobierno, y si ei puerto de Arica puede pasar sin defensa considerable, por ser el de mayores consequencias, V.E. podrá ver y ordenarme lo que le paresçiere.

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11 Sobre la fortificación y defensas que V. E. ha hecho en el puerto del Callao, se sirve V.E. de poner un Capítulo particular en la Relación que me ha dado, y no presumiendo demasiado en esta materia de fortificaciones, he tomado por mejor expediente antes de decir lo que se me ofresçe, el remitirme a los Maeses de Campo y soldados

7 Cfr. el párrafo 215: "Hánse hecho en el puerto del Callao cuatro platafor mas de tierras, nombradas San Fausto, Odón, San Luis y Chinchón, desde las cuales, cruzando la artillería, pueden ofender de bien lejos a cualquiera gente que se arrime, porque el terreno no es a propósito para encubrirse con trincheras, cuyo gasto, aunque no se ha ajustado bien, debió de importar más de 60.000 pesos, y la cerca de trincheras con los reductos en que están puestas algunas piezas, cuyo costo sería casi otro tanto".

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