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diera permitir si en esta mar hubiera otras galeras a su oposición. Lo que tiene inmensa dificultad es su armamento, que se ha de componer de gente de cabo y remo, y de mandadores, y la que deste género tienen esos dos bergantines que están en el puerto, no hay que hacer caudal ninguno, que no hay mandador que sepa lo que hace ni haya visto galeras, y así el bergantín que V.E. envió a Panamá, para ir no fué menester mucha ciencia, fuera diferente cosa llevar una galera gruesa que no se puede governar si no lleva gente de cabo y remo y mandadores, todos plácticos, por ser de tan diferente profesión la gente que sirve en las galeras que la que sirve en los navíos, y en lo que más dificultad se halla es en la vuelta de Panamá al Callao, porque aunque el bergantín que V.E. envió padeció sumo trabajo en ella y doblado tiempo que los navíos, con pérdida de gente, se manifestará este daño mucho más en una galera gruesa que no pudiera venir quatrocientas leguas por punta de bolina, sino es con vela quadrada, porque la latina no da lugar a poder mudar la entena en los muchos bordes y vueltas que son menester para venir haciendo este viaje, y del remo no se pudiera valer porque no son vientos y mares de poner a proejo, ni hay remo que pueda resistir a proejar quatrocientas leguas, y con la vela quadrada antes vendrá perdiendo una galera gruesa que ganando, y así en la vuelta de este viaje la gente padecería tanto con los muchos aguazeros y no poderse valer en ellos como en los navíos, con cuyas cubiertas se defienden y reparan, lo que es imposible en una galera que no tiene más que una cubierta, y sobre ella han de recibir las injurias de las aguas de aquellos parages, y tardándose en esto cinco o seis meses a lo menos, bien se dexa entender quán deshecha llegaría al Callao la gente y que gastaría tanto tiempo, que llegaría al puerto quando fuese menester salir.

No pongo aquí la dificultad del agua, que es la principal provisión de una galera, porque la más que puede llevar es para ocho días, y el rehacerla tiene sus dificultades, como lo he tratado con los marineros; demás que la mayor aún falta por decir, porque si la gente de remo de que esto se ha de componer no solo no tenemos aguardar la de estas Provincias, sino que por desconfiança de esta V.E. mismo me ha dicho que lo que tenía pensado, quando llegare la ocasión de enemigos, era echar mano de los esclavos negros que trabajan en los obrajes de esta ciudad y contorno.

Veamos ahora llegado esto a platicar cómo sale, porque en especulación materias semejantes se representan muy diferentemente qué después al praticarlas, y así se ve ahora, porque cuando demos poder lícitamente quitar a los dueños el esclavo y la ganancia sin pagárselo, entrarían en la galera sin saber bogar, que es cosa que se aprende, y obraríamos muy bien en la ocasión con este bagel sin remeros, que es lo mismo no saber remar, y sin marineros práticos de galeras, ni cómitres

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ni mandadores a los quales, cuando los hubiera, no pudiera entender la sobredicha gente de cabo y remo, que es un lenguaje el del cómitre con su pito que es menester mucho tiempo para entenderlo. Esto es para socorrer en un accidente, que para el viaje de Panamá no pueden salir estas galeras menos que con quinientos negros, y éstos no han de ser de obrajes, comprados han de ser, y uno con otro costará cada uno quinientos pesos y la conservación de éstos, hauiéndose de continuar, costaría más a Su Magestad que la costa de quatro navíos, y creo al cierto que muchos de estos inconuenientes devieron de impedir a V. E. el botar estas galeras al agua, que son muchos los imposibles de su armamento, no dexando de decir a V.E. que si sobreviniese alguna nueva de esquadra de enemigos y nos viésemos en el frangente de no pc. der escusar el envío del Tesoro, en este caso alguna vez bien se podrían atropellar dificultades comprando o tomando la dicha chusma, si huviesen llegado los mandadores que he embiado a pedir a diferentes partes, y en tal caso meter en las dos galeras gran parte del Tesoro v arriesgarnos a que le lleven pegándose bien a la tierra para no topar a los enemigos, porque si los topasen, se pondrán a barlovento de las galeras y caerán sobre ellas fácilmente, porque como los vientos son recios en estas costas, no se dexan proejar, que es sólo el remedio que una galera tiene para zafarse de un navío, como sucedió el día que el Señor Príncipe Filiberto se vió apretado con la Real y otras galeras de unos navíos que cayeron sobre él por hallarse los enemigos a barlovento en las costas de España, y en el mismo aprieto se vió Don Carlos Doria en las costas de Génoua con la armada del Duque de Guisa, pero este envío tampoco puede continuarse, sino para salvar una vez la plata, como quando se hace un socorro a una plaza que peligra mucho. Sálvese la plata y después vuelvan las galeras quando pudieren.

15 El navío que V. E. dize en su Relación, 13 de Guayaquil llegó, mas no devió de guardar Joseph de Castro que le hizo la orden que él me escriuió a Paita que había recibido de V.E. para las medidas, supuesto que habiéndole visto los práticos de la profesión, le dan por que no la puede poner en recubiertas y pagar tanto dinero como setenta mil pesos, por lo que no es de provecho, pudiéndolos emplear en la fábrica nueua de que se trata, con las comodidades que se van aplicando a la Real Hacienda, que son muchas comprando los aprestos en Puertobelo, con las ganancias que yo lo he hecho. Parece sería muy super

13 Cfr. el pasaje pertinente del párrafo 233, que dice: .y conforme las últimas cartas que tuve, creo que habrá salido ya de Guayaquil un galeoncete que ha fabricado José de Castro, que por la relación que se me ha hecho, podrá servir de Almiranta, que sin verla no me resolví a concertarle; pero ha más de un año que con el resguardo necesario se ha enviado para él anclas y lonas, y para lo demás que montare su paga dejé en la Caja Real plata competente, aunque pasase de 60 a 70.000 pesos..."

flua esta compra y muy dañosa, pues no se puede sacar ningún fruto de dicho navío para la composición de esta armada, y porque quisiera haber puesto este capítulo en el lugar que le tocaua (que era en el que hablo con V.E. sobre la defensa del Callao), el día que sobreviniese esquadra de enemigos, y entonces no cupo el tratar de las lanchas y chata que dexó el señor Marqués de Guadalcázar, digo ahora, señor, que son bajeles éstos de mucho provecho, como a V.E. han informado, porque se arman de más gruesa artillería que el cañón de una galera, y así es grande el efecto que pueden hacer con los nauíos del enemigo, el qual, como no puede fácilmente arrimarse a los desembarcaderos para cubrir y abrigar su gente, en esta ocasión también las barcas pueden hacer grandes efetos.

Bien he reconocido, señor, que lo que represento a V.E. en este papel en quinze Capítulos que contiene, pudiera escusarlo, aunque en todos guarde yo la modestia deuida a lo que se dize por representación, mas éstas materias son diferentes, porque no es escusable que Su Magestad y V.E. sepan de mí cómo recibo estas Provincias, de tal manera que conste solemnemente todo lo que digo y respondo a algunos Capítulos de la Relación que V.E. me envió del estado del Reyno, y quando no hubiera prevenido a V.E. la primera vez que le besé las manos en el Callao, que hauíamos de correr con esta claridad ofreciéndome por su seruidor, y cumpliéndolo plenamente, no puede V.E. tener ansiedad que de las cosas en que anda de por medio el seruicio de Su Magestad. como dexo dicho, y la nota pública en que podía caer mi reputación con lo contrario, haga las diligencias que deuo. Sólo en un caso las escusara, porque si desde el principio me dixera V.E. el estado de Huancavelica, el de la Armada, y la poca defensa en que queda el Callao y trauajoso estado de Potosí dexárame correr, remitiéndome en la carta a Su Magestad sobre estas materias a lo que V.E. le avisará, pero he hallado tanta resistencia y ninguna ayuda para esto. Conste que aun siendo todo tan notorio, he padecido en su averiguación mucho que V.E. sabe, y mucho más de lo que no sé si sabe, siendo así que a mí me viene a tocar (y esto es lo ponderable) alçar montañas caydas en tiempos de V.E., hacer armada deshecha, defender la cabecera de este Reyno sin fortificación buena, restituiría los ingenios perdidos de Potosí, componer las dos reboluciones de las dos Audiencias de Quito y Charcas, armar las galeras que V.E. no pudo, porque no hay forma, que todo junto o lo principal dello puede concurrir a un tiempo. Necesidad tiene el que lo gouernare de traer el seso en su lugar, y tan justificadas las acciones, que con ser, como se manifiestan, tantos y tan grandes gastos los que la poca suerte ha cargado sobre mí, conozco que ha de sucederme lo que le aconteçe al que pasa un mal suceso: que le hace más fuerça al que le mira el tiempo y las manos en quien para, que su origen, aunque se haya causado en otros tiempos como ahora se

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experimenta, pues quando entré en el gobierno lo hallé todo como queda dicho, más groseramente de lo que yo quisiera, pero no con menos verdad de la que he tratado siempre.

También me dice V. E., haciéndome toda la honrra que acostumbra, en el remate de su Relación, que como quiera que hay muchas cosas que son más para conferidas que para escritas, y yo vea si tengo de qué informarme para el buen gouierno y diriçión, que me dará V.E. toda la noticia que sea menester de palabra, y sobre esto no se me ofrece qué decir, supuesto que en la Instrución, donde está todo el acierto del gouierno y en cuyos capítulos podía V. E. haber experimentado la facilidad o dificultades que ha podido haber en cada uno, V.E. me la volvió sin tocar más que tres Capítulos, en que no habrá más que conferir en esto, como Su Magestad ordena se haga, mayormente si las conferencias no quedasen por escrito, que en cosas del seruicio de Su Magestad, yo no fío de la memoria (como otras veces he dicho a V.E. en mis papeles). En este ya voy siendo largo, y así para no cansar más a V.E. remato, resignando en su gran talento estos negocios, y el sentir que tengo en ellos, porque lo más acertado será lo que entendiere V.E., a quien dé Dios las felicidades y buen viaje que pudiera desear para mí. Lima, (en blanco) de Mayo de 1640.

El Marqués de Mancera.

El conquistador Gerónimo de Aliaga, uno de los mayores defensores de la integridad territorial del Perú

Por RAFAEL LOREDO

del Instituto Histórico del Perú

A la memoria de don Juan Pedro de Aliaga, que mucho me honró, interesándose por mis trabajos.

El año 1954, me dediqué en España a una mayor investigación sobre Vaca de Castro, gobernador del Perú.

Había dejado para lo último ocuparme de él, porque en buena cuenta figuró poco en la Rebelión de Gonzalo Pizarro. Emprendió la marcha a Lima antes de que Pizarro iniciara su célebre alzamiento; y cuando después de distribuir en Guadacheri entre sus criados y paniaguados los repartimientos que había tenido en su cabeza, quiso congraciarse con el virrey Blasco Núñez Vela, ofreciéndose a ir contra Pizarro y vencerlo y ajusticiarlo como había hecho con Almagro (de esta baladronada me ocuparé en otro trabajo); fraguó enseguida una conspiración para asesinar a Gonzalo Pizarro que fué descubierta por Carvajal en la cuesta de Parcos, al encontrar la misiva en el tocador de la cabeza de un indio, que ahí la llevaba atada y no entre las ojotas como los espías acostumbraban llevarlas, originando las muertes de Gaspar Rodríguez de Camporredondo, Felipe Gutierres y Perucho de Aguirre; y al aproximarse Pizarro a Lima quiso primero vender caro a los oidores su parecer sobre si debía o no aceptársele como gobernador; y por último se alzó con el navío en que estaba confinado él se decía preso simulando que lo tomaba por audacia y gracias a su espada y la ayuda de dos criados. Después ya en "Nombre de Dios" quiso intentar otra diablura, pero al aproximarse Hernando Bachicao que culminaba su portentosa campaña marítima (que cual avalancha de nieve había comenzado con un barco y terminaba con veinte), picó tan de soletas, que hasta se dejó sus papeles, que Bachicao envió a Pizarro, y que éste conservaba en su recámara, que a la postre fué a dar a manos de La Gasca.

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