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tiempo, sobre todo hacia el norte y el oriente, obtenido mediante el matrimonio de Juana con Felipe El Hermoso. Para ello, no se necesitó de nuevos símbolos, ya que los había suficientemente alusivos en los escudos de los Ducados de Borgoña y Habsburgo.

En el anverso de las nuevas monedas, el escudo de Castilla con los de León y Granada que hasta ahora figuraba sólo, está colocado en el ángulo superior izquierdo; mientras que al costado inmediato, entra el escudo de Aragón, además de los de Nápoles y Sicilia que pertenecían entonces a la corona aragonesa. La mitad inferior se completa con la herencia de Felipe El Hermoso: Los Leones de Brabante y Flandes, además de la Flor de Lys, y de las bandas diagonales de Borgoña. A ello se agregan las bandas austriacas y el águila tirolesa como tradición de los Habsburgo. En el reverso van grabados los leones y las torres almenadas de Castilla.

Carlos V, nacido en Gante, tenía grandes adeptos entre los condados Borgoñones, hablaba su idioma y allí se sentía plenamente confiado. Su hijo Felipe II, nacido en España debido a la poca previsión de su profesor (5) no llegó a hablar ningún otro idioma foráneo fuera del latín, en gran contraste con su padre, quien podía conversar en 10 lenguas diferentes. De este modo fué imposible para Felipe ponerse en contacto personal con la población de Borgoña y evitar focos sediciosos que se estaban acumulando, de manera que ya al poco tiempo de tomar Felipe el poder, estalló el levantamiento que en el año 1648 después de luchas sangrientas, produjo la división de Borgoña y la independencia de los Países Bajos.

Casi al mismo tiempo culminó en Potosí la famosa falsificación de monedas, (6) llegando a la reforma monetaria en 1652 a través de severísimos procesos contra fraudulentos empleados. En esta ocasión después de los fracasos y contratiempos sufridos por España en su política europea, desapareció el escudo inspirado por Europa, —antes descrito, del panorama monetario peruano, reapareciendo el símbolo de lo grande que todavía estaba firme en el poderío español: el Nuevo Mundo, allende las columnas de Hércules y las olas del Atlántico. La Península y el Nuevo Mundo eran considerados más y más como un todo, idea que después de un siglo llega a su máxima expresión en la faz numismática de las dos mitades del mundo con la siguiente leyenda: "UTRAQUE UNUM”.

III

Pero no sólo las grandes épocas de la historia y del movimiento espiritual encuentran su expresión en las monedas, sino también las pequeñas etapas del desarrollo local dejan sus rasgos al lado de los grandes símbolos, en signos insignificantes los cuales pueden escapar temporalmente a la observación, pero siempre manteniendo su significado.

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Se sabe, que después de la clausura de la Casa de la Moneda de Lima en el año 1571 y de finalizada la acuñación (7) de los así llamados "Rincones" por el ensayador Alonso de Rincón, vuelve la Casa de la Moneda, a retomar su actividad en el año 1572 con los nuevos cuños mandados de Madrid, (7) llevando aquellas monedas el gran escudo español de Felipe II. También se sabe, que a la izquierda debió ir la letra "P" de Perú junto al escudo y debajo de la "P" la inicial del ensayador. A la derecha del emblema, iban los valores de 8, 4, 2, ó 1 real. Consta asimismo, que la labor que se efectuaba en Lima, fue reducida en 1573 por haber sido transportada la mitad de las herramientas a La Plata por orden del Virrey Toledo: (8) que en La Plata se acuñaba desde la llegada de dichas herramientas y se enviaban muestras a Madrid. (9) Luego desde La Plata, se transportaron las herramientas a Potosí, donde en el año 1574/75 comenzó a funcionar la nueva Casa de Moneda. Allí, en la inmediata cercanía de las minas de plata, la acuñación peruana encontró su asiento principal, mientras que Lima perdía en importancia y entraba en letargo.

Se hizo nuevo esfuerzo en Lima en el año 1577 para revivir la Casa de la Moneda, (8) designando para ello al Tesorero Luis Rodríguez de la Serna y otros funcionarios. Esta actividad duró 11 años y en 1588 la Casa de la Moneda cerraba sus puertas para no volverlas a abrir con aprobación real hasto el año 1684.

La intención del Virrey, de volver a retomar la actividad en 1659/ 60, fracasó prácticamente sin haber tenido mayores consecuencias en ese tiempo.

Hoy día, ese intento tiene su importancia, para poder así apreciar la situación y el espíritu de aquel entonces. La ejecución del mismo y la severidad de su interrupción por la Corte, nos dan la pauta de las relaciones autoritarias que existían entre Madrid y Lima. Al observar la combinación de tradición y libertad al mismo tiempo en la acuñación, podemos valorar lo que tenía importancia entonces para los limeños. Estos se sentían desplazados en el sector monetario frente a Potosí. Por su orgullo reprimido, la "LM" o "LIMA" no les pareció suficiente para hacer resaltar todo lo que significaba Lima en el año 1659/60 al reabrir la Casa de la Moneda sus puertas, sino que resolvieron agregar la estrellita del escudo limeño.

Pero ¿por qué justamente la estrella y no una o las tres coronas del escudo? Porque siempre fue así, al menos así lo recordaba la gente hace más de 80 años, pues todos sabían que las monedas cuidadosamente acuñadas con la "D" del ensayador y la pequeña estrellita de 6 puntas, más perfectas (10) que las provenientes de Potosí en los tiempos de los Felipes, provenían de la Casa de la Moneda de Lima.

Para estar más convencidos de estos motivos y relaciones, se sabe hoy día, que con la designación de Luis Rodríguez de la Serna co

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mo tesorero de la Casa de la Moneda en el año 1577, se nombró ensayador a don Diego de la Torre. Así lo anota el historiador peruano don Manuel Moreyra Paz Soldán en su trabajo "La Tesoerría y la estadística de acuñación colonial en la Casa de la Moneda de Lima". (Publicado por el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Católica del Perú.- Cuadernos de Estudios Tomo II No 4. Lima, 1942). Moreyra tomó su referencia sobre Diego de la Torre, del "Líbro VIII de Cabildos de Lima". Asimismo Burzio, en su Diccionario de la Moneda Hispanoamericana y en su libro la "Ceca de Lima 15651824", ambos del año 1958, se menciona la misma fuente histórica, aún cuando consigna que el ensayador fué Diego la Torre, siendo Diego de la Torre.

Diego de la Torre, debe ser el primero y único ensayador de los tiempos de Felipe II, III y IV, cuyo nombre, lugar y tiempo de acción se conoce hasta ahora en el Perú, después de Alonso de Rincón. Así es, que debe asociarse sin duda la inicial de su nombre con la "D" de las monedas y de esta manera reconocer que estas acuñaciones provienen de la Casa de la Moneda de Lima. (11)

Para mayor evidencia aludimos a la estrellita. Todas las monedas peruanas, marcadas con una "D", llevan sin excepción una estrellita de 6 puntas, tratándose indistintamente en las de valor de 8, 4, 2, 1, medio y un cuarto de real. Se la puede observar en distintos lugares y con distintas combinaciones. Se las ve a la izquierda o a la derecha del escudo. Se la encuentra en relación con la "D" o con la cifra indicadora del valor, que a su vez es ora romana ora arábica, aún cuando ésta muestra a veces el número 8 con la parte superior recta y otras redondeada, o acompañando a la "P".

También se puede observar la "D" endistintas posiciones o uniones. Aparece siempre acompañada de un punto o de un pequeño anillo, a la derecha o izquierda del escudo, ya sea en relación con la "P" o con la estrellita, o con el valor de la moneda.

Se pueden apuntar también variantes relacionadas con la leyenda. Algunas llevan signos de puntuación entre PHILIPPVS. D.G. HISPANIARUM, como punto, coma o punto y coma; otras omiten este detalle entre las palabras. Hay monedas que llevan HISPANIARUM, otras que llevan ISPANIARUM (sin la H) hay algunos con la M final, otras sin ella y otras que omiten las 2 letras UM.

Especialmente aclaratorios son los valores de medio y un cuarto de real. Existen piezas de medio real que llevan además de la "PD" una o dos estrellas, hay otras que llevan sólo la "D" con una estrella y aquellos que tienen únicamente la "P" con una estrella. Pero aún no se conoce una sola moneda que lleve la "PD" o la "D" sin estrella.

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De los dos cuartillos que tenemos, uno de ellos lleva la estrellita a la izquierda del castillo y a la derecha la "P", mientras que el otro no lleva nada más que la estrella a la derecha del castillo.

La circunstancia que en las de medio y un cuarto de real puede faltar la "D" o la "P" o las dos letras, pero nunca se omite la estrella, prueba la importancia de ésta en la acuñación.

Tan ligada quedó la estrellita como distintivo de la acuñación de la Casa de la Moneda de Lima, en el tiempo del ensayador Diego de la Torre 1577/88 (y estando esa acuñación circulando aún en ese entonces) que es fácil comprender, por qué el ensayador Francisco de Villegas en el año 1659/60, grababa también la estrellita. Lo hizo seguramente por seguir la tradición, no existiendo para ello ningún fundamento lógico, ni práctico. Para él eran suficientes las letras "LM” o "LIMA" en sus monedas, para diferenciarlas de las procedentes de Potosí que llevaban en ese tiempo la leyenda de POTOSI junto con la de "EL PERU” y tres veces la "P" de Potosí y la "E" del ensayador.

Si agregar la estrellita en 1659/60, fue a base de imitación, el motivo era completamente diferente para Diego de la Torre, en el año 1577. ¿Qué motivos tuvo para la inclusión de la estrella en las monedas este ensayador?

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IV

Después de la reapertura de la Casa de la Moneda de Lima en el año 1572 a base de la Real Cédula del 8-III-1570, se redujo muchísimo su rendimiento, ya que la mitad de sus herramientas fueron enviadas a La Plata y desde allí a Potosí. Cuando en el año 1577 se volvió a continuarla con "renovados bríos" -al decir de Moreyra en su trabajo precitado, ya estaba la Casa de Moneda de Potosí en plena producción desde hacía 2 años.

Ahora se trataba de poner a Lima a la misma altura e importancia que la de Potosí, no sólo por la mejor calidad de su acuñación -como ya lo mencionan Medina y Burzio refiriéndose a los ejemplares con sigla "D" y "L" (12)—, sino hacerla resaltar con alguna característica que indicase el lugar de procedencia.

Por orden de la Real Cédula, quedaba establecido que todas aqueilas monedas acuñadas en el Perú, debían llevar como señal de origen la "P", "Para que se conozca como se hizo en el Perú" (13). Así era imposible que alguien cambiara dicha "P" por una "L" o cualquier otra letra, ya que se debía cumplir estrictamente con la Real Cédula, dando a conocer el país de origen en que se acuñaba, ya fuera indistintamente en Lima, en La Plata o en Potosí (6).

Desde 1574/75, fue cumplida esta orden por la Casa de la Moneda de Potosí imprimiéndole la "P", así como usaron también la "P" la

de Lima y durante algunos meses, la de La Plata. En el tiempo inicial no tenía pues ninguna importancia, sino fue simple casualidad que la palabra "Potosí" también comenzara con la "P". Desde la reforma del año 1652, la "P" de las monedas acuñadas en Potosí se refería únicamente a esga Casa de Moneda, así como en 1659 la "LM" y en 1660 la "L" se referían a Lima.

Se trataba entonces de cumplir exactamente con la Real Cédula, poniendo la "P", ajustándose además a la situación que, existiendo ahora 2 Casas de la Moneda en el Perú, debía tratar de destacarse en alguna forma la Casa de la Moneda de Lima.

Que más adecuado en aquellos tiempos en que los escudos tenían un alto significado, en que la Ciudad de Lima se enorgullecía de su tres veces coronado escudo conferido por Carlos V, que el poner una parte de ese emblema que llevaba la estrella entre las 3 coronas y colocar esta estrellita insignificante pero distinguida al lado del escudo de Felipe II y de la "P" de Perú?

Burzio atribuye a la estrellita de 1659/60 carácter limeño, como lo tienen las letras "LM" o "LIMA". De la misma manera se puede atribuir a la estrellita de 1577/88 distinción limeña esta vez, por existir el juramento del ensayador Diego de la Torre, que efectuara ante el Cabildo de Lima el 23 de Setiembre de 1577 (14), en el que se comprometía como obligación propia de su cargo, en cumplimiento de la Real Cédula antes mencionada, a que todas las monedas por él acuñadas llevarían la primera letra de su nombre. Su "D" pues no sólo identifica a la moneda proveniente de Lima, sino que también la estrellita que la acompaña, debe considerarse igualmente como real característica de la acuñaciones limeñas.

Esta constancia es importante, ya que últimamente se ha encontrado la estrellita en otro ensayador del cual se desconoce el nombre. Se trata del ensayador "L" en cuyas acuñaciones, ésta no había aparecido hasta ahora. Burzio, en su Diccionario de la Moneda Hispanoamericana, Tomo II, página 228, informa por primera vez sobre la existencia de ella, en un cuartillo. En Lima se conocen 2 monedas de 2 reales, de las cuales, una lleva nítidamente la estrellita debajo de la "PL", mientras que la otra presenta bien visible la estrellita en contraste con las dos letras "PL' que acusan desperfecto en la ejecución. Por el dibujo y el acabado' se puede determinar con exactitud que los dos ejemplares provienen de la misma fuente de origen.

De las monedas con la sigla "L", existen mucho menos ejemplares que las que tienen la letra "D". Como algunos ajemplares señalados con "L" llevan la estrellita, es de suponer que el ensayador "L", ha trabajado en Lima probablemente entre los años 1575 y 1577, cuando ya estaba fundada la Casa de la Moneda de Potosí, y en Lima se trabajaba muy débilmente por motivo del traslado de la mitad de las herramientas

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